Geoingeniería Planetaria y Migración Asistida de Especies Contra el Cambio Climático: ¿Necesidad o irresponsabilidad científica?

Parece que la investigación científica sobre las posibles estrategias para paliar el presunto calentamiento climático, están desquiciando a más de un colega. ¿O más bien habría que decir a demasiados? Por un lado, se han propuesto los más disparatados experimentos a “escala planetaria”. Si, hablamos de eso que se ha convenido en denominar geoingeniería. El meollo de la cuestión se encuentra escondido bajo el vocablo “experimento”. Si ya de por sí, lo que funciona en el laboratorio, a menudo no surge los mismos efectos a nivel de campo, experimentar con el planeta (en su globalidad) se me antoja una cuestión de mentes desquiciadas, ¿O quizás sin escrúpulos? Uno prueba, la cosa sale mal, y la catástrofe está garantizada. ¿Es esta la mente racional que atesoran algunos “expertos”? Ahora van otros y se descuelgan con lo que actualmente se llama “migración asistida”. Otra salvajada y de las gordas. Según estos sesudos expertos, debemos anticiparnos al “incuestionable” calentamiento climático que se avecina a la velocidad de la luz, ayudando a desplazar especies hacia “donde se supone” que migrarán cuando  la temperatura aumenta “X” grados. Es decir, más de lo mismo. Ante esta nueva proposición cabe objetar dos puntos basadas tanto en conocimientos científicos actuales, como en experiencias del pasado (rotundos fracasos históricos) y el principio de precaución. Veamos las sinrazones de tal propuesta. 

  

 


Geoingeniería Fuente: Blog: Melange

 

Mientras muchos investigadores y grupos conservacionistas claman al, cielo debido al efecto devastador de las especies invasoras (exóticas) en los ecosistemas en donde se introducen, otros avivan el fuego proponiendo que demos un revolcón a la biosfera “asistiendo” a las especies a que ocupen el lugar que les corresponderá, según los “escenarios” obtenidos por “modelos de predicción”. ¿Ustedes lo entienden? Del mismo modo, cuando arrecian las críticas (justificadas o no) respecto a las previsiones que ofrecen tales modelos de circulación general, ciertos investigadores se basan en ellas, con vistas a modificar una buena parte de los ecosistemas terrestres. ¿Ustedes comprenden algo? Si se reconoce que aun carecemos de los conocimientos precisos para predecir con “precisión” la geografía de un mundo más cálido, ¿Cómo es posible que diversos insensatos se atrevan a urgir que debemos comenzar a trasladar ecosistemas, como si de mercancías se tratara?. La literatura a cerca del calentamiento climático resulta ser un verdadero laboratorio, con vistas a analizar la pérdida de rumbo de la racionalidad científica. Dentro de unos años, pase lo que pase, los historiadores de la ciencia (y más aun sus detractores) se frotarán las manos, elaborando sesudos estudios sobre este “caos” de incoherencias.

 

Muchos países, como España, sufren los devastadores efectos por la introducción de especies exóticas. Y no me refiero tan solo a las que ocurren actualmente, ya sea por el efecto del cambio climático (se habla mucho, aunque pocas evidencias apuntan a que tal hecho “por si solo” sea el causante del problema), o por las “oportunidades de negocio” que para tales seres significa un mundo en el que las distancias se “acortan” por la intensidad creciente del tráfico global. Sin embargo, podemos remontarnos mucho más atrás con vistas a comprobar como la introducción “intencionada” de peces y árboles que han alterado muy seriamente la ecología de los cauces fluviales y ecosistemas forestales, respectivamente. Así, por ejemplo, los sistemas insulares son verdaderos museos de los efectos terroríficos de introducir especies, a veces defendidas por los propios científicos en el pasado. Ya expondremos algunos ejemplos, kafkianos, por no calificarlos de delirantes.  Anticipemos, por ejemplo, que en Australia se han generado gravísimos problemas ecológicos por estas razones. Una vez más, la arrogancia e ignorancia del ser humano nos amenaza bajo el lema: “Antes de que se produzca el desastre generémoslo nosotros”.

 

 

 

Manager relocation. Fuente: Ace of Spades

 

 

Abajo os incluyo la noticia (en suahili y castellano) referente a la “migración asistida de especies invasoras”, así como la mentecata racionalidad que sostiene tal iniciativa. Como podréis observar, esta se encuentra fundamentada en dos hechos, uno incuestionable y el otro absolutamente falaz. El primero concierne a que la fragmentación de los hábitats en el paisaje, inducida por las acciones humanas, dificulta y dificultará, el movimiento de las especies a lo largo y ancho del espacio geográfico. Se trata de un problema sumamente serio, sin necesidad de apelar a “dimes y diretes” acerca de la potenciación del efecto de invernadero por las actividades industriales. Como los proponentes de la migración asistida reconocen tácitamente, un diseño paisajístico adecuado, generando corredores naturales entre diferentes hábitats, resulta ser la respuesta más racional y aceptada. Tal estrategia, ayudaría a paliar tanto los problemas actuales como futuros. Resulta viable y se ha demostrado eficiente. ¿Por qué entonces construir una virtual arca de Noé y descolocar lo que está en estos momentos en su lugar adecuado? Tan práctica, podría generar un colapso de los ecosistemas receptores de tales turistas forzados.  Recordemos que, por ejemplo, un árbol tan solo se desarrolla bien si es “deslocalizado” con su propia rizosfera y simbiontes (micorrizas, bacterias fijadores de nitrógeno, etc.). De prosperar su crecimiento en el nuevo enclave, podría alterar su ecosistema. Recordemos que nuestro conocimiento sobre la estructura de los ecosistemas aun es pobre, ignorando la mayor parte de las denominadas especies clave (“keystone species”, en suahili).

 

 


Geoingeniería. Fuente: Public Affairs

 

La otra premisa de los proponentes de la “migración asistida” apunta a que el cambio del clima provocado por los seres humanos es más rápido que los ocurridos en el pasado por causas naturales. Se trata de una tesis refutada hasta la saciedad durante los últimos años, gracias a un gran número de estudios, y de la que ya hablamos en nuestro post “Cambio Climático: Alteraciones Bruscas del Clima vs Graduales; Efectos Sobre el Suelo y la Vegetación”. Peor aun, siguen existiendo serias dudas de que el impacto de las actividades humanas se traduzca a la larga en un calentamiento natural, pudiéndose dar el caso de que en ciertos ambientes ocurra lo contrario, como también relatamos en nuestra entrega al explicaros: “Cambio Climático: Hacía una Península Más Cálida o Más Fría. La Teoría del Recalentón”. Se me antoja, teniendo en cuenta la salud de los ecosistemas, que el fracaso de esta chifladura sería preferible a su éxito, por cuanto, en caso contrario, seguramente sería peor el remedio que la enfermedad. Al fin y al cabo, a la sociedad actual lo que mejor se le da es despilfarrar (cuando no robar) el dinero y verter basura a escala planetaria. Para eso sí que somos eficaces.

 

Resulta por tanto insensato, yo diría que temerario,  apostar por modificaciones drásticas de la biosfera en base a tesis aun no corroboradas. Y si los corredores ecológicos pueden ser una alternativa razonable, ¿Porque inclinaros por la suicida? ¿Ahora los científicos somos fanáticos de jugar a las ruletas rusas con el futuro del planeta, y como corolario con el nuestro propio? Lamentablemente parece ser que sí, como ya han constatado los disparates asociados a la geoingeniería planetaria, con propuesta de esta guisa: “hacer uso de aerosoles que cambien moderen el efecto de invernadero”, fertilizar los océanos con hierro, etc., etc. Por cierto, algunos de estos rufianes lograron financiación con vistas a testar la última llevándose un buen revolcón. La fertilización marina comentada, tenía como propósito inducir la proliferación del fitoplancton, y con ella el secuestro de carbono vía fotosíntesis. Empero a estos listillos se les olvidó una premisa básica de la ecología: a mayor número de presas, mayor de depredadores. Y en efecto, la biomasa del plancton aumento, pero también la de los organismos que lo consumían (Krill) y “colorín colorado este cuento se ha acabado”, como podéis observar a bajo en el comentario y enlace escritos en el Blog Ciencia al Mar:

 

 

En el Blog Ciencia al Mar

Conclusiones del Experimento Lohafex: Los crustáceos más grandes se comieron a los pequeños


La esperanza de que verter hierro en el mar sea un medio de lucha contra el cambio climático ha disminuido tras conocerse los resultados preliminares del experimento germano-indio Lohafex (loha en Hindi significa hierro). Científicos de varios países liderados por los Drs. W. Naqvi (NIO, Goa, India) y V. Smetacek (AWI, Bremerhaven, Alemania) llevaron a cabo este experimento de fertilización con hierro llamado LOHAFEX  usando el rompe­hielos alemán B/C “Polarstern” entre enero y marzo de 2009 en aguas Antárticas (ver: Fertilización del Océano: Experimento LOHAFEX ).

 

Sinceramente, antes de comenzar la andadura en esta bitácora consideraba que parte de mis colegas eran un poco majaderos. Sin embargo, ya no puedo sostener por más tiempo tal tesis. Resulta que “la “estupidez no tiene fronteras” y la bobalización ya es un hecho entre la comunidad científica. ¿Y a toda esta gente como se les permite publicar? ¿Se han leído algún libro de ecología? ¿Quién les ha dado el título? ¿Saben a caso algo sobre el método científico? ¿Cuál es su sentido de la responsabilidad con respecto al el ciudadano?. En algunos casos me atrevería a preguntarme ¿Habría que hacerles algún test de inteligencia?. ¡No entiendo nada!. ¿Y vosotros? Bueno os dejo con las noticias de marras y extraer vuestras propias conclusiones. ¡Qué Dios nos pille confesados!. Eso sí nos queda por ontestar el siguiente interrogante:

 

¿Cual es la Difusa Frontera entre la Geoingeniería, la Migración Asistida y el  Geo-Bioterrorismo?

 

Juan José Ibáñez

 

 

Científicos estudian trasladar especies a nuevos hábitats para salvarlas del cambio climático

Noé metió en su arca una pareja de animales de cada especie para salvarlas del diluvio universal. Ahora, por primera vez, los científicos estudian seriamente una estrategia parecida para luchar contra los efectos de otro inquietante fenómeno meteorológico: el cambio climático.

 

FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A.

28/05/2009

 

Con poco tiempo de reacción ante las consecuencias de la subida de las temperaturas en el Planeta, expertos proponen medidas revolucionarias para ayudar a animales y plantas a sobrevivir en un mundo que se transforma. Entre ellas se encuentra lo que se ha dado en llamar el «traslado guiado» o «migración asistida», el movimiento provocado de especies a nuevos hábitats más acogedores pero desconocidos para ellas. Hace tan sólo cinco o diez años esta medida se consideraría demasiado radical para ser tomada en serio.


Según publica la revista Proceedings, un grupo de investigadores promovido por la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos comienza a plantearse si el ser humano debe ‘reordenar’ el puzzle natural y cambiar a animales y plantas de ecosistema. Su propuesta es rompedora, ya que forzar una migración en la naturaleza se ha considerado hasta el momento algo imposible, por temor a que las especies realojadas acaparen los nuevos hábitats y causen la extinción de especies locales, algo que ocurre actualmente en España con el visón americano, las tortugas tropicales, los eucaliptos o el famoso mejillón cebra. Los ejemplos son múltiples.


CUESTIÓN DE DÉCADAS


Si la «migración asistida» es potencialmente tan dañina, ¿por qué está siendo considerada ahora? «Porque se está volviendo abrumadoramente evidente que el cambio climático es una realidad, y es muy rápido», asegura Jessica Hellmann, de la Universidad de Notre Damme. «Las consecuencias llegarán en décadas, no en siglos», insiste.


De esta forma, «pasar a la acción resulta ahora más importante que hace diez años, cuando las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera eran más bajas». Algunos científicos creen que quedarse de brazos cruzados puede traer riesgos mayores. «Hemos cambiado el mundo y ya no podemos decir eso de que la naturaleza siga su curso», se lamenta Hellmann. «Ahora, tanto actuar como no hacer nada tiene potenciales consecuencias negativas».


Algunas especies han sobrevivido previamente a períodos más breves de cambio climático emigrando por sí mismas a hábitats más hospitalarios, pero estos movimientos naturales están ahora condicionados por la presencia de ciudades y otros obstáculos artificiales que impiden a los individuos llegar a su destino. «Cuando la temperatura suba, un buen número de especies se verán atrapadas en hábitats demasiado calientes o secos para ellas. Podrían extinguirse», explican desde el grupo de trabajo.


Los científicos saben que la medida de trasladar animales o plantas es muy controvertida y está repleta de incertidumbres, así que intentan diseñar una herramienta que sea capaz de evaluar los costes, riesgos y beneficios de reintroducir a cada especie en su nuevo ecosistema.


El «traslado guiado» no es la única estrategia de adaptación que está siendo analizada por los científicos. Otros mecanismos de supervivencia incluyen fertilizar los océanos para incrementar su absorción de gases de efecto invernadero, conservar corredores migratorios de animales que puedan extenderse miles de kilómetros y preservar la diversidad genética de las especies en peligro en bancos de semillas.


Autor:   Judith de Jorge

 

Rapid Climate Change Forces Reexamination Of Managed Relocation

by Staff Writers; Washington DC (SPX) May 27, 2009

 

The researchers’ tool is ground-breaking because managed relocation has been categorically eschewed by some scientists for fear that relocated species would overpopulate their new habitats, cause extinctions of local species, or clog water pipes as invasive zebra muscles have done in the Great Lakes. Photo courtesy AFP.

 

Scientists are, for the first time, objectively evaluating ways to help species adapt to rapid climate change and other environmental threats via strategies that were considered too radical for serious consideration as recently as five or 10 years ago.

 

Among these radical strategies currently being considered is so-called «managed relocation.» Managed relocation, which is also known as «assisted migration,» involves manually moving species into more accommodating habitats where they are not currently found. A new, ground-breaking tool to help decision-makers determine if, when and how to use managed relocation is described in the May 25, 2009 issue of the Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) by a multi-disciplinary working group. Partially funded by the National Science Foundation (NSF), the working group is co-led by Jessica Hellmann and Jason McLachlan of the University of Notre Dame, Dov Sax of Brown University, and Mark Schwartz of the University of California at Davis. David Richardson of Stellenbosch University in South Africa led the writing of the paper.

 

The researchers’ tool is ground-breaking because managed relocation has been categorically eschewed by some scientists for fear that relocated species would overpopulate their new habitats, cause extinctions of local species, or clog water pipes as invasive zebra muscles have done in the Great Lakes. Nevertheless, some conservationists and groups have already used managed relocation or are currently considering doing so.

 

Do Something or Do Nothing?

So why is managed relocation, a once-taboo and potentially harmful strategy, now being seriously considered? «Because,» says Hellmann, «it is becomingly overwhelmingly evident that climate change is a reality; and it is fast and large. Consequences will arise within decades, not centuries.» So action seems much more important now than it did even five or 10 years ago when atmospheric concentrations of greenhouse gases were lower. Now, we are committed to greater degrees of climate change.»

 

What’s more, a «do nothing» response to climate change involves significant risks. Hellman says, «We have previously been able to say, ‘let nature run its course.’ But because humans have already changed the world, there is no letting nature run its course anymore. Now, action, like inaction, has potential negative consequences.» So, adds Richardson, «we must develop new tools and new ways to balance the risks of inaction vs. action.»

 

Managed relocation is not the only controversial adaptation strategy currently being considered by scientists. Other such strategies include fertilizing the oceans to increase their absorption of greenhouse gases and thereby reduce climate change, conserving huge migratory corridors that may extend thousands of kilometers, and preserving the genetic diversity of threatened species in seed banks.

Speed Kills

 

Many species have survived previous, slower periods of climate change by evolving or by moving to more hospitable habitats via their own power. But such survival strategies are now often precluded by:

 

1) the presence of cities and by other unnatural obstacles that prevent organisms from reaching new destinations; and

 

2) the speed of climate change, which may raise the Earth’s average temperature by as much as 6 degrees Celsius in the next 100 years–a large, rapid change by nature’s standards.

 

As temperatures increase, significant percentages of the Earth’s species may become trapped–like fish out of water–in habitats that have become too hot, too dry, or too something else for them. They may therefore go extinct or lose genetically important segments of their populations. Such losses may disrupt large ecosystems and damage agricultural, cultural and economic systems.

 

Risky Business


The working group’s consideration of managed relocation has not ended the controversies surrounding this strategy’s use, which sometimes still even pit members of the working group against one another.

 

Why is managed relocation so controversial? Because it begs the question: Do we really know enough to predict how organisms will behave in new locations and whether they will harm receiving habitats? «The results of intentional and accidental introductions of species into new habitats have taught us a great deal about the implications of moving organisms to new habitats,» says Richardson. Nevertheless, predictions of whether introduced species will ‘take’ in new areas and their likely impacts will always involve uncertainty. But we can make informed predictions with stated bounds of uncertainty.» To this end, the researchers’ tool is designed to help expose managed relocation’s risks, trade-offs and costs–considerations that are often absent from decision-making on natural resources. Specifically, it provides stakeholders with a system for individually scoring a proposed relocation based on multi-disciplinary criteria.

 

These multi-disciplinary criteria include the probability of the success of a proposed relocation, its potential for harming receiving ecosystems, its costs, its potential for triggering violations of the Endangered Species Act, and the social and cultural importance of impacted species. Comparisons of stakeholders’ scores should help stakeholders identify the sources of their disagreements so that they may be resolved. However, the tool does not, by itself produce management recommendations. «The tool takes advantage of the fact that, although science can’t tell us exactly what will happen in the future, it can tell us how likely a favorable result is–useful information for decision-makers,» says NSF Program Director Nancy Huntly.

 

Not Just Applicable to Endangered Species


In addition to addressing managed relocations of endangered species, the researchers’ tool may also address: Managed relocations of species that are not endangered. For example, the working group’s PNAS paper applies the tool to the debate over whether certain species of North American hardwood trees should be planted beyond their northern range boundaries into coniferous forests. This application suggests that such relocations may be supported by commercial foresters who value their high potential for producing economic returns as well as their high feasibility and low risk of harming recipient ecosystems.

 

By contrast, conservationists who value the natural heritage of recipient ecosystems may perceive fewer benefits and greater risks. Controversial climate-related adaptation strategies besides managed relocation that are currently being considered by scientists.

 

Fertilización del Océano: Experimento LOHAFEX

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