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Fuente: Colaje imágenes Google

La respuesta es rotunda. ¡No! ¡No! y ¡No! Tremendo cuando se intenta estafar al lector con majaderías como las escritas en la nota de prensa que os muestro hoy. De hecho, si leéis este documento detenidamente, el texto ya lo deja palmariamente explícito. Cuando en estos temas no se tienen en cuenta las escalas temporales y espaciales, generalmente el producto resultante nos conduce al delirio. Se trata de una aproximación que cabría en ese esperpéntico saco de lo que los vende-motos denominan geoingeniería planetaria, aunque no aparezca en la nota de prensa. ¿Lo es? Y como tal,  sería otra idea tan descabellada como casi todas sus predecesoras.  Pero vallamos al grano.

Se han publicado estudios mucho más interesantes que el que os mostramos hoy con vistas a analizar el impacto de la alteración de rocas y regolitos a escala geológica (decenas, miles o millones de años) sobre la biosfera, geosfera, hidrosfera, etc., y con razón.  La erosión de los materiales de la corteza emergida de la Tierra, liberan a los océanos e hidrosfera en general, ingentes cantidades de nutrientes imprescindibles como nutrientes/alimento para las criaturas que allí moran. Estos se combinarán con el CO2 dando lugar a formar carbonatos que constituyen los esqueletos de mucho de ellos. Seguidamente se depositarán en los fondos oceánicos secuestrando ingentes cantidades de carbono. De hecho, la mayor parte de las rocas carbonatadas de la litosfera actual han sido formadas así. Seguidamente, la colisión de las placas tectónicas con los continentes sumergirá gran parte de los sedimentos marinos en el manto terrestre, que de este modo se enriquece paulatinamente en carbonoLa parte que no termina de ser abducida, formará las mentadas rocas (calizas, dolomías, margas, etc.) en los márgenes continentales. Perdonarme que sea tan prosaico, pero no son necesarios más detalles, sino de ofrecer una panorámica general.

Efectivamente, la erosión de la superficie terrestre resulta ser un componente esencial de la geosfera afectando el clima a “escalas geológicas” y secuestrando carbono de forma abrumadora. Empero hablamos de cientos o miles de millones de años (decenas en el más optimista de los casos).

Se han elaborado y publicado numerosas conjeturas al respecto, con evidencias paleontológicas y paleoclimáticas. Empero, como era de esperar, aun debemos progresar mucho más en nuestros conocimientos con vistas a tener un paisaje medianamente preciso de lo acaecido durante la historia de la Tierra. Del mismo modo, también se realizan otro tipo de indagaciones en cuencas de drenaje, con el propósito de entender mejor los sumideros y fuentes de CO2 en la superficie terrestre.

Ahora bien, en la nota de prensa traducida al español-castellano que os reproduzco abajo, se intentaba constar si la alteración de una(s) roca(s) concreta(s) y el consiguiente secuestro de carbono por la vía señalada podría ser un mecanismo que nos ayudara a paliar el calentamiento climático antropogénicamente inducido. Pues bien, ¡imposible!. El material estudiado parece ser el olivino, si bien infiero que se refiere a muchas rocas ultramáficas que no son precisamente mayoritarias en la extensión y diversidad de la superficie litosférica emergida. Obviamente, las cifras que los propios autores muestran, o bien nos conducirían al llanto o la carcajada (según el estado de humor que tengamos en el momento de a lectura). Como señala Wikipedia, las rocas ultramáficasrocas volcánicas ultramáficas son raras de verlas fuera del Eón Arcaico y están esencialmente restringidas al Neoproterozoico o más temprano, aunque algunas lavas boninitas corrientemente erupcionaron dentro de estratos de arcos (Manus Trough, Nueva Guinea). Las rocas subvolcánicas ultramáficas y los diques persisten más, pero son raras”.

En consecuencia, y como leeréis abajo, esparcir polvo de “olivino” (de acuerdo a la nomenclatura de la nota de prensa) por todos los litorales y playas del Planeta conllevaría un desastre ambiental, típico de las actividades de la minería extractiva,  que tan beneficia a las empresas de este sector. Se trata de dislate que, efectivamente, nos debería hacer reflexionar. En consecuencia, me puse a buscar por internet y encontré la trampa, ya que este es el propósito del denominado Proyecto Vesta. Y por ello tras la nota de prensa termino el post con una descripción de tamaña locura. Veréis que empresas ofrecen financiación a “sociedades sin ánimo de lucro, con vistas a llevar a cabo tan descabelladas indagaciones. Podéis leer la nota de prensa tal cual, pero en la descripción del proyecto Vesta, reproducido de una magina Web denominada MIT Technology Review, la niebla se levanta, mostrando la otra cara de la verdad. Es decir hablamos de geoingeniería planetaria, como una nueva oportunidad de un colosal negocio y un desastre ambiental sin precedentes. No estoy de acuerdo con el contenido, pero por mucho que defiendan esta iniciativa, dulcificando los contras y ensalzando los pros, se les ve las intenciones. Topamos de nuevo con las deplorables praxis de la la Tecnociencia, cuya filosofía deja de ser científica para tornarse comercial, manipulando la información deliberadamente, aunque sea de forma sutil. Leer y comprobar como nos intentan estafar escandalosamente. Por ejemplo, en la redacción del MIT se habla sin tapujos de que “este proceso, junto con otras formas de lo que se conoce como meteorización mejorada de minerales, permitiría almacenar cientos de billones de toneladas de dióxido de carbono”. Como corolario, cabe pensar que la naturaleza no meteoriza bien, y los humanos la mejoramos gracias a nuestra divina «inteligentia». ¿meteorización mejorada de minerales?. Soberana estupidez.

Juan José Ibáñez

Continúa……..

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El valle australiano, un ‘laboratorio natural’ para probar la teoría del secuestro de carbono

Por Staff Writers; Sídney, Australia (SPX) 13 de octubre de 2020

Los geocientíficos de la Universidad de Sydney han descubierto un laboratorio natural para probar las afirmaciones de que el carbono capturado durante la erosión y la meteorización de rocas comunes podría ser una estrategia de mitigación viable contra el calentamiento global.

Ese laboratorio es el valle del río Tweed en el noreste de Nueva Gales del Sur.

«Cuando las rocas comunes, conocidas como olivino, se descomponen químicamente, absorben dióxido de carbono para formar carbonatos que luego pueden ser arrastrados a los océanos«, dijo el autor principal del estudio, Kyle Manley, estudiante de la Universidad de Irvine en California, que comenzó la investigación mientras estudiaba en Sydney.

«De esa manera, los valles fluviales como el Tweed pueden actuar como sumideros de carbono«.

Los carbonatos formados en este proceso luego se convierten en las conchas de animales marinos y corales. Durante millones de años, estos restos pueden formar enormes estructuras de carbonato submarino. De vez en cuando son empujados por encima del nivel del mar, como los acantilados blancos de Dover en Inglaterra.

Para combatir el calentamiento global, algunos han propuesto la erosión del olivino y su captura de carbono podría aprovecharse para absorber millones de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera.

«Pero esas ideas realmente no se han probado a escala«, dijo Manley, quien comenzó el estudio mientras realizaba un intercambio de pregrado en la Escuela de Geociencias de la Universidad de Sydney, y lo completó en la Universidad de Colorado, Boulder.

La investigación, ahora publicada en la revista Frontiers in Earth Sciences, permitirá a los científicos probar estas afirmaciones en el área de captación de Tweed, una región de 1326 kilómetros cuadrados, y en otras regiones que actúan como sumideros de carbono.

El coautor, el Dr. Tristan Salles de la Escuela de Geociencias de la Universidad de Sydney, dijo: «Ejecutamos siete escenarios hasta 2100 y 2500 para ver cuánto carbono podría absorberse en diferentes condiciones climáticas.

«En todos los escenarios, estimamos que se podrían absorber millones de toneladas de dióxido de carbono, pero esto es una gota en el océano de los miles de millones de toneladas al año de contaminación de carbono que se espera que se emitan en las próximas décadas y siglos«.

Los siete escenarios también describen una interacción compleja e interconectada entre la meteorización y el aumento del nivel del mar que hará que los océanos invadan la costa de Tweed. Sin embargo, en algunas áreas, la meteorización extensa depositará grandes cantidades de sedimentos nuevos en la llanura costera.

El Dr. Salles dijo: «Es probable que el aumento de las temperaturas globales provoque un aumento de las precipitaciones en esta parte de Australia, lo que acelerará en gran medida el proceso de meteorización de las rocas de olivino.

«Nuestro modelo muestra que en algunas partes de la llanura aluvial de Tweed podrían depositarse entre 3,8 y 6,5 metros de sedimento. Un contraproceso verá la erosión costera del océano invasor«.

A partir de su modelado inicial de la cuenca de Tweed, los científicos estiman que se podrían absorber entre 57 y 73 millones de toneladas de dióxido de carbono al año en la erosión del olivino a fines de este siglo. La estimación de rango medio de las Naciones Unidas para las emisiones de carbono en 2100 es de aproximadamente 70 mil millones de toneladas al año, lo que significa que un sitio como la cuenca de Tweed absorbería menos del 0,1 por ciento de las emisiones totales de carbono.

Los científicos utilizaron datos de modelado del gobierno australiano y del Panel Internacional de Cambio Climático de la ONU y de datos extensos sobre el valle del río Tweed de Geoscience Australia y el proyecto Three Dimensional Great Barrier Reef (3DGBR).

«Nadie está sugiriendo que el secuestro de carbono a través de la erosión del olivino resolverá nuestros problemas«, dijo el coautor, el profesor Dietmar Muller. «Pero dado que hay propuestas para mejorar artificialmente este proceso de meteorización para absorber la contaminación por carbono, es importante que entendamos cuán viable podría ser«.

Los científicos dicen que su modelo ayudará en la identificación de otras regiones donde el cambio climático podría crear entornos en los que podría producirse un mayor secuestro natural de carbono.

«Lo que sí encontramos es que la tasa y la magnitud del aumento del nivel del mar es el control dominante de dónde, cuándo y cuánto sedimento se deposita en dicha región«, dijo Manley.

«El cambio climático desequilibrará estos sistemas fluviales, por lo que aún queda mucho trabajo por hacer para comprender cómo funcionarán como sumideros naturales de carbono».

Olivine Wikipedia

Olivine rock is usually harder than surrounding rock and stands out as distinct ridges in the terrain. These ridges are often dry with little soil. Drought-resistant Scots pine is one of the few trees that thrive on olivine rock. Olivine pine forest is unique to Norway. It is rare and found on dry olivine ridges in the fjord districts of Sunnmøre and Nordfjord. Olivine rock is hard and base-rich.

La roca de olivino suele ser más dura que la roca circundante y se destaca como crestas distintas en el terreno. Estas crestas suelen estar secas con poca tierra.  (….) La roca de olivina es dura y rica en bases.

Weathering

Olivine altered to iddingsite within a mantle xenolith.

Olivine is one of the weaker common minerals on the surface according to the Goldich dissolution series. It alters into iddingsite (a combination of clay minerals, iron oxides and ferrihydrites) readily in the presence of water.[23] Artificially increasing the weathering rate of olivine, e.g. by dispersing fine-grained olivine on beaches, has been proposed as a cheap way to sequester CO2.[24][25] The presence of iddingsite on Mars would suggest that liquid water once existed there, and might enable scientists to determine when there was last liquid water on the planet

Meteorización

 El olivino es uno de los minerales comunes más débiles en la superficie según la serie de disolución de Goldich. Se altera en iddingsita (una combinación de minerales arcillosos, óxidos de hierro y ferrihidritas) fácilmente en presencia de agua. [23] Aumentar artificialmente la tasa de meteorización del olivino, p. Ej. mediante la dispersión de olivino de grano fino en las playas, se ha propuesto como una forma barata de secuestrar CO2. [24] [25] La presencia de iddingsite en Marte sugeriría que alguna vez existió agua líquida allí, y podría permitir a los científicos determinar cuándo hubo la última vez que hubo agua líquida en el planeta.

Australian valley a ‘natural laboratory’ to test carbon sequestration theory
by Staff Writers; Sydney, Australia (SPX) Oct 13, 2020

Geoscientists at the University of Sydney have discovered a natural laboratory to test claims that the carbon captured during the erosion and weathering of common rocks could be a viable mitigation strategy against global warming.

That laboratory is the Tweed River valley in north-eastern New South Wales.

«When common rocks, known as olivine, chemically break down, they absorb carbon dioxide to form carbonates that can then be washed into the oceans,» said lead author of the study, Kyle Manley, a student at the University of Irvine in California, who started the research while studying at Sydney.

«In that way, river valleys like the Tweed can act as carbon sinks.»

The carbonates formed in this process later become the shells of marine animals and corals. Over millions of years, these remnants can form huge undersea carbonate structures. Occasionally they are pushed above sea level, such as the White Cliffs of Dover in England.

In order to combat global warming, some have proposed olivine weathering and its carbon capture could be harnessed to absorb millions of tonnes of carbon dioxide from the atmosphere.

«But those ideas haven’t really been tested at scale,» said Mr Manley, who started the study while on undergraduate exchange at the School of Geosciences at the University of Sydney, completing it at the University of Colorado, Boulder.

Research now published in the journal Frontiers in Earth Sciences, will allow scientists to test these claims in the Tweed catchment area, a 1326 square kilometre region, and in other regions that act as carbon sinks.

Co-author Dr Tristan Salles from the School of Geosciences at the University of Sydney said: «We ran seven scenarios up to 2100 and 2500 to see how much carbon might be absorbed in different climatic conditions.

«In all scenarios we estimate millions of tonnes of carbon dioxide could be absorbed – but this is a drop in the ocean of the billions of tonnes a year of carbon pollution expected to be emitted over the coming decades and centuries.»

The seven scenarios also describe a complex and interconnected interplay between weathering and sea-level rise that will see oceans encroach along the Tweed coast. However, in some areas, extensive weathering will deposit huge amounts of new sediment onto the coastal plain.

Dr Salles said: «Increased global temperatures are likely to see increased rainfall in this part of Australia, which will greatly accelerate the weathering process of olivine rocks.

«Our modelling shows that in some parts of the Tweed floodplain between 3.8 and 6.5 metres of sediment could be deposited. A counter-process will see coastal erosion from the encroaching ocean.»

From their initial modelling of the Tweed catchment, the scientists estimate between 57 and 73 million tonnes of carbon dioxide a year could be absorbed in olivine weathering by the end of this century. The United Nations mid-range estimate for carbon emissions at 2100 is about 70 billion tonnes a year, meaning a site like the Tweed catchment would absorb less than 0.1 percent of total carbon emissions.

The scientists used modelling data from the Australian government and the UN’s International Panel on Climate Change and from extensive data on the Tweed River valley from Geoscience Australia and the Three Dimensional Great Barrier Reef project (3DGBR).

«Nobody is suggesting that carbon sequestration via olivine weathering will solve our problems,» said co-author Professor Dietmar Muller. «But given that there are proposals to artificially enhance this weathering process to absorb carbon pollution, it is important we understand just how viable this could be.»

The scientists say that their modelling will assist in the identification of other regions where climate change could create environments in which enhanced natural carbon sequestration might occur.

«What we did find is that the rate and magnitude of sea-level rise is the dominant control of where, when and how much sediment is deposited in such a region,» Mr Manley said.

«Climate change will throw these river systems out of equilibrium, so there is still much work to do to understand how they will operate as natural carbon sinks.»

Research paper

MIT Technology Review

Capturar billones de toneladas de CO2 poniendo arena verde en la playa

La meteorización de minerales consiste en pulverizarlos y esparcirlos para que sean disueltos por el carbono del agua de lluvia para formar productos carbonatados que acaban en el océano, donde se fija de forma permanente en conchas de moluscos. Suena bien, pero todavía hay muchas incógnitas

por James Temple | traducido por Ana Milutinovic; 02 Julio, 2020

Un par de calas atiborradas de palmeras forman dos muescas estrechas, separadas por unos 400 metros, en la costa de una isla secreta en algún lugar del Caribe. Después de una visita a este paraíso a principios de marzo, los investigadores de la organización sin ánimo de lucro Proyecto Vesta de San Francisco (EE. UU.) determinaron que estas bahías gemelas son la ubicación ideal para estudiar un extraño método de capturar el dióxido de carbono que se acumula en la atmósfera y provoca el cambio climático.

En algún momento de este año, el Proyecto Vesta planea esparcir en una de las playas un mineral volcánico verde conocido como olivino, reducido hasta el tamaño de partículas de arena. Las olas lo descompondrán aún más para que su alta reactividad acelere una serie de reacciones químicas que capturan el gas de efecto invernadero del aire y lo atrapan en las conchas y esqueletos de moluscos y corales.

Este proceso, junto con otras formas de lo que se conoce como meteorización mejorada de mineralespermitiría almacenar cientos de billones de toneladas de dióxido de carbono, según un informe de las Academias Nacionales de EE. UU. del año pasado. Eso es mucho más dióxido de carbono del que los humanos han producido desde el comienzo de la Revolución Industrial.

A diferencia de los métodos de captura de carbono que dependen del suelo, las plantas y los árboleseste sería efectivamente permanente. El Proyecto Vesta cree que también podría resultar barato, del orden de 10 dólares (8,9 euros) por tonelada de dióxido de carbono almacenado si se realiza a gran escala.

Pero también hay grandes dudas sobre este enfoque. ¿Cómo se extrae, tritura, envía y esparce la gran cantidad de mineral necesaria sin producir más emisiones de las que elimina el material? ¿Y quién lo va a pagar?

También existen desafíos particulares. Los investigadores aún no saben cuántas olas acelerarían estos procesos, cómo se podrían medir y verificar la absorción de carbono, qué tipo de efectos ambientales se producirían, o si la sociedad adoptaría tan fácilmente la idea de verter minerales verdes molidos a lo largo de las costas. «Mucho de esto no ha sido comprobado», destaca el profesor asociado de la Universidad Heriot-Watt (Escocia) Phil Renforth que estudia la meteorización mejorada.

Una oportunidad desaprovechada

La meteorización de minerales representa uno de los principales mecanismos que el planeta utiliza para reciclar el dióxido de carbono a través de las escalas de tiempo geológico. El dióxido de carbono capturado en el agua de lluvia, en forma de ácido carbónico, disuelve las rocas y minerales básicos, especialmente aquellos ricos en silicato, calcio y magnesio, como el olivino. Esto produce bicarbonato, iones de calcio y otros compuestos que buscan su camino hacia los océanos, donde los organismos marinos los digieren y los convierten en el carbonato de calcio sólido y estable que forma sus conchas y esqueletos.

Estas reacciones químicas liberan hidrógeno y oxígeno en el agua para extraer más dióxido de carbono del aire. Mientras tanto, a medida que los corales y los moluscos mueren, sus restos se depositan en el fondo del océano y forman capas de piedra caliza y rocas similares. El carbono permanece capturado allí durante millones a cientos de millones de años, hasta que se vuelve a liberar de nuevo a través de la actividad volcánica.

Este mecanismo natural atrapa al menos 500 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono al añoEl problema es que la sociedad emite constantemente más de 35.000 millones de toneladas anuales. Así que, la pregunta clave es: ¿Podemos acelerar y ampliar radicalmente este proceso?

La idea de aprovechar la meteorización para combatir el cambio climático no es nueva. Un artículo publicado en Nature hace 30 años propuso el uso de silicatos para capturar el dióxido de carbono. Cinco años más tarde, el investigador de Exxon Haroon Kheshgi sugirió emplear cal viva para el mismo propósito, y ese mismo año el pionero en la eliminación de carbono, Klaus Lackner, analizó una variedad de posibles tipos de rocas y métodos.

Pero la meteorización mejorada ha recibido poca atención en las siguientes décadas en comparación con otros enfoques más directos como plantar árboles, cambiar las prácticas agrícolas o incluso construir máquinas de succión de CO2. El motivo es, en gran parte, porque es difícil llevarla a cabo, destaca la profesora de ingeniería química que estudia la captura de carbono en el Instituto Politécnico de Worcester en Massachusetts (EE. UU.) Jennifer Wilcox. Cada método tiene sus desafíos específicos y compensaciones, pero conseguir los minerales correctos en el tamaño adecuado en el lugar idóneo en las condiciones apropiadas siempre es una tarea costosa y compleja.

Sin embargo, a medida que la urgencia de eliminar el dióxido de carbono aumenta, cada vez más investigadores empiezan a estudiar más de cerca esta tecnología, y cada vez más estudios concluyen que existen formas de mantener sus costes en línea con otros enfoquesSi resulta lo suficientemente asequible a gran escala, se espera que las compensaciones corporativas de carbono, las políticas públicas como los impuestos al carbono o los subproductos vendibles del proceso, como el agregado que se utiliza en el hormigón, ofrezcan los incentivos necesarios para que las organizaciones lleven a cabo estas prácticas.

Ya hay varios proyectos en marcha. Los investigadores en Islandia han estado canalizando una solución de dióxido de carbono, obtenida de las centrales eléctricas y las máquinas de captura de carbono, en formaciones de basalto en las profundidades subterráneas, donde la roca volcánica la convierte en minerales de carbonato estables. El Centro Leverhulme para la Mitigación del Cambio Climático de Sheffield (Inglaterra), está realizando pruebas de campo en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (EE. UU.) para evaluar si el polvo de roca de basalto añadido a los campos de maíz y soya podría actuar como un fertilizante y medio para extraer dióxido de carbono.

Por otro lado, el profesor de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) Gregory Dipple, junto con sus colegas de otras universidades de Canadá y Australia, está explorando diversos usos de los minerales altamente reactivos y molidos producidos como un subproducto de la minería de níquel, diamante y platino. Una idea consiste en colocarlos en un campo, añadir agua y cultivar el compuesto. Esperan que los llamados relaves mineros absorban y mineralicen rápidamente el dióxido de carbono del aire, formando un bloque sólido que podría ser enterrado. Sus modelos muestran que sería posible eliminar la huella de carbono de ciertas minas, o incluso que las operaciones resulten negativas en carbono, es decir, que capturen más de lo que emitan.

«Esta es una de las grandes oportunidades desaprovechadas en la eliminación de dióxido de carbono», asegura el jefe de la Iniciativa de Carbono en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, Roger Aines. Señala que un kilómetro cúbico de roca ultramáfica, que contiene altos niveles de magnesio, puede absorber 1.000 millones de toneladas de dióxido de carbono. Y añade: «Minamos rocas en esa escala todo el tiempo. No hay ninguna otra solución disponible que tenga ese tipo de escalabilidad«.

Probarlo en la naturaleza

El Proyecto Vesta dio a conocer sus planes de avanzar con su estudio piloto en el Caribe en mayo. Eso ocurrió justo después del comunicado de la empresa de pagos online Stripe de que pagaría por adelantado a la organización sin ánimo de lucro para eliminar 3,333 toneladas de dióxido de carbono por 75 dólares (67 euros) por tonelada, como parte de su compromiso de invertir al menos un millón de dólares (891.000 euros) anuales en proyectos de emisiones negativas.

El Proyecto Vesta ha obtenido el permiso local para comenzar a realizar muestreos en las playas y tiene intención de hacer pública la ubicación cuando tenga todas las aprobaciones para seguir adelante con el experimento, según el director ejecutivo Tom Green. Estima que el costo total del proyecto sería alrededor de un millón de dólares (891.000 euros).

El objetivo principal del estudio, que dejará la segunda playa en su estado normal como lugar de control, consiste en empezar a abordar algunas de las incógnitas científicas que rodean la meteorización mejorada costera.

Las investigaciones y las simulaciones de laboratorio sugieren que las olas acelerarán significativamente la descomposición del olivino, y un artículo concluyó que si se llevara a cabo este proceso en el 2 % de las «plataformas marinas más energéticas del mundo» sería posible compensar todas las emisiones humanas anuales.

Pero un desafío importante es que los materiales deben ser molidos hasta un tamaño muy fino para garantizar que la gran mayoría de la eliminación de carbono se desarrolle en cuestión de años en lugar de en décadas. Algunos investigadores han descubierto que esto consumiría mucha energía y produciría tantas emisiones que el planteamiento no sería viable. Aun así, otros concluyen que eliminará significativamente más dióxido de carbono del que produce.

Green señala: «Hay un corpus de investigación bastante grande que demuestra que esto funciona y que tiene potencial. Pero ahora tenemos que hacer algunos experimentos reales en la naturaleza«.

El Proyecto Vesta espera llevar a los científicos in situ para comenzar el experimento real al final del año. Después de esparcir el olivino en una de las playas, controlarán la rapidez con la que las partículas se descomponen y se van al agua. También medirán cómo cambian la acidez, los niveles de carbono y la vida marina en la cala, así como la modificación de esos niveles al alejarse de la playa y cómo se comparan las condiciones con el lugar de control.

Es probable que el experimento dure un año o dos. Al final, el equipo espera generar datos que demuestren lo rápido que funciona el proceso y lo bien que se capturaría y verificaría la absorción de dióxido de carbono adicional. Todos esos hallazgos se podrán usar para perfeccionar los modelos científicos.

Otra área de preocupación, que también supervisarán de cerca, son los posibles efectos ambientales secundarios.

Los minerales son antiácidos geológicos, por lo que deberían reducir la acidificación del océano, al menos, en niveles muy locales, y eso podría beneficiar a algunas especies costeras sensibles. Pero el olivino también puede contener trazas de hierro, silicato y otros materiales, que podrían estimular el crecimiento de ciertos tipos de algas y fitoplancton, y alterar los ecosistemas y las cadenas alimentarias de maneras difíciles de predecir, destaca el investigador visitante de ecología marina en la Universidad de Ámsterdam (Holanda) y asesor científico del Proyecto Vesta Francesc Montserrat.

«Futuro apoyo masivo»

Algunos sugieren que el Proyecto Vesta podría estar exagerando el potencial o rebajando las dificultades de su enfoque, especialmente la probable reacción pública en contra de las propuestas de verter materiales por las costas. Renforth, quien trabajó como revisor científico de las compras de carbono de Stripe, opina: «No creo que nadie haya comprobado aún la parte de la aprobación social».

Green reconoce las muchas incertidumbres en torno a la meteorización costera. Pero subraya que el objetivo del proyecto consiste en completar algunos de los espacios científicos en blanco y demostrar que es posible realizarlo por 10 dólares (8,9 euros) por tonelada. Si lo consiguen, cree que los mercados, los políticos y la sociedad apoyarán cada vez más su idea, especialmente a medida que aumenta el riesgo del calentamiento global descontrolado.

El responsable concluye: «El mundo se está acercando hacia un lugar donde la gente empieza a creer más en el cambio climático y en que debemos hacer algo al respecto. Dentro de entre cinco y 10 años, creo que viviremos en un mundo donde habrá un apoyo masivo para la captura de carbono«.

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