La Ciencia como Red de Interrelaciones Humanas-No Humanas (Curso de Periodismo Científico y 5)

Continuamos hoy con el cuarto post de nuestro “curso breve para un nuevo periodismo científico”. En la entrega precedente comenzamos a mostrar como la empresa científica debiera contemplarse como una red de conexiones entre los agentes implicados, tan solo algunos de los cuales resultan ser los propios científicos, por cuanto hay otros que también tienen suma importancia. Del mismo modo, vimos como en tal entramado, otros actores no son humanos (instituciones, empresas, instrumentales, intereses políticos, etc.). En el presente post os comentamos las cinco recomendaciones que ofrece Bruno Latour a la hora de analizar este sistema interactivo.  La aproximación ANT, mal denominada Teoría-Actor Red, tan solo ofrece recomendaciones, que no normas, para un buen periodismo científico. Sin embargo, estas distan mucho de poderse equiparar las reglas del juego imperantes. Veamos pues que recomienda este pensador francés.

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 Comunicar adecuadamente la ciencia al ciudadano resulta ser una imperiosa necesidad. Fuente: Fuente: Sciblogs

Por enésima vez nos vemos obligado a recordaros que este modesto curso parte del material contenido en el artículo Let’s follow the actors! Does Actor-Network Theory have anything to contribute to science journalism? (International for Advanced Studies Journal of Science Communication, cuyos autores resultan ser Carlos Fioravanti y Lea Velho). En base a una traducción muy libre del mismo (aunque aparezca en cursiva) iremos añadiendo material de nuestra propia cosecha. Comencemos pues (…)

Recomendaciones ANT

La perspectiva ANT podría convertirse ser una herramienta útil y atractiva para todos aquellos periodistas que desean mejorar la calidad de sus noticias (y en general para cualquier persona que produzca o lea noticias de ciencia y tecnología y desee obtener explicaciones más profundas que las que ofrece la praxis actual), al incluir a todos los agentes implicados, evaluar sus interacciones. El periodista conseguirá de este modo también una mayor libertad de acción. Los profesionales de la información que adopten este enfoque no tienen porqué seguir reglas rígidas. ANT tan solo les ofrece recomendaciones y sugerencias. Este es el caso de las cinco  que presenta de Latour, a lo largo de su discurso sobre la ciencia entendida como una red social (en el sentido más amplio del vocablo). Este pensador sugiere a todos aquellos que deseen adoptar la aproximación ANT una forma de ampliar su visión-perspectiva de la producción científica: seguir estrechamente las conexiones de la red, ir lento o indagar con calma; observar de cerca cuando nos aproximamos a los hechos, no zigzaguear  dando brincos y mantener todo plano (sin jerarquizar o priorizar).

Si Latour hubiera ofrecido normas, en lugar de recomendaciones, podéis estar seguros que no me hubiera planteado escribir este curso. En el fondo, la mayor parte de los periodistas científicos deben saber sobradamente que la empresa científica consiste en una red de relaciones. Sin embargo, en la praxis, o no lo tienen en cuenta o no saben como aproximarse a las noticias desde esta perspectiva. De aquí que las recomendaciones del pensador francés puedan servirles de guía.

Seguir estrechamente las conexiones o vinculaciones se encuentra estrechamente relacionado con de «lema» ANT: analizar a los propios actores en si mismos con el fin de aprender con ellos cómo establecer nuevas asociaciones. «Sólo tienes que seguir la corriente en lugar de perseguir y analizas siempre a los mismos actores. Atiende  concienzudamente lo que les impele a actuar, ya que se aborda el análisis de entidades circulantes». Seguir las conexiones deviene en una mejor exploración del cómo y el por qué la investigación se llevó a cabo, de conformidad con las preguntas clave que cualquier periodista debe necesariamente preguntarse: quién, qué, cuándo, por qué, dónde y cómo.

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 El VII Programa Marco de la UE urge mejorar la calidad de la comunicación de la ciencia al ciudadano, pero nuestras autoridades “no se enteran”. Fuente: New Science Communication

Al entender la ciencia como una red social, resulta obvio que uno debe indagar, tanto sus elementos constituyentes, como las interconexiones entre los mismos. Obviamente, siempre “se nos escaparán algunos de los primeros y de las segundas”. Tampoco tal hecho debe acongojar al periodista, por cuanto lo mismo nos ocurre a los propios científicos. Ya analicemos redes ecológicas, metabólicas, o de cualquier otra índole, de conocer todos y cada uno de los agentes (nodos) implicados y sus respectivas relaciones mutuas, la mayor parte del quehacer científico no tendría sentido, por cuanto este es el principal objetivo que persigue la indagación científica. Es justamente la visualización progresiva de tal entramado la que permite avanzar a muchas ramas de la ciencia. Por tanto, un periodista inquieto, tenaz y despierto obtendrá un paisaje más preciso de la red que el que sea más perezoso o acomodaticio. Las notas de prensa son expedidas por algunos de los agentes implicados, mientras que a otros muchos les interesa mantener el anonimato. Por lo tanto, atender a lo que publicitan los científicos soslayando otros elementos, no resulta ser una buena estrategia. Pongamos un ejemplo:

Imaginaros que un “investigador X”, directa o indirectamente, a través de la prensa publicita los resultados de un estudio científico dando a entender que contribuyen en gran medida al progreso de su disciplina. ¿Qué debe hacer el periodista? Obviamente, otros agentes de la red reaccionarán de una u otra forma. Si realmente la comunidad científica alaba al investigador, parte del camino ha sido allanado. Ahora bien, pueden surgir discrepancias o controversias, pero también silencios. En el segundo caso, uno debe atender por igual a los proponentes que a los discrepantes, con independencia de la “excelencia de la institución de unos y otros”. Se trata de un hecho de suma importancia. El filme “En el Filo de la Duda” ofrece un ejemplo esclarecedor y bastante bien narrado, de cómo trabaja socialmente la ciencia (obviamente habamos de una historia novelada, pero que se ajusta bien a los hechos, que no a los detalles). Este thriller narra amenamente la sucia historia del comportamiento de algunos científicos y políticos en la identificación del agente que causaba aquella extraña enfermedad que hoy llamamos SIDA. Y justamente los “rutilantes sacerdotes de le ciencia” no salen nada bien parados. Si un periodista creyera al “real y afamado” Doctor Gallo, en lugar que al epidemiólogo, narraría una historia falsa, sucia y tendenciosa. De ahí otra de las recomendaciones que nos ofrecerá seguidamente Latour. Sin embargo los silencios resultan también ser muy esclarecedores. Cuando tras la noticia pomposamente anunciada por el “Dr. X” no surge reacción alguna o es muy escasa podemos pensar, y seguramente acertemos, que realmente tal hallazgo no aporte nada relevante, por mucho que pudiera haber aparecido en revistas como Science o Nature. Cuando surgen conflictos o controversias, el periodista debe indagar (por ejemplo, preguntando a varios miembros de la sociedad científica que aglutina a los miembros de una determinada rama de la ciencia), si se trata de una trifulca entre escuelas rivales o se dan problemas de animosidad personal (muy frecuentes, como en cualquier otro tipo de red social). Si recordamos el post anterior, el científico mejor “conectado” no tiene necesariamente que ser el que se encuentre cargado de razón. Bien pudiera darse la situación contraria (como en el caso del Dr. Gallo), lo cual no es nada excepcional. En estos casos los apoyos institucionales no tienen porqué aportar mucho. Pero sigamos.

Ir lento” implica analizar el mapa del territorio con tanto cuidado como un cartógrafo lo hace con vistas a averiguar cómo se trabó o ensambló la red de conexiones. Los seguidores de la aproximación ANT deben explorar los hallazgos y controversias pausadamente como una hormiga, a través de movimientos que se interrumpen constantemente para buscar su objetivo, es decir entender cómo unos actores reclutan a otros. “Ir lento significa” negarse a aceptar la forma más fácil, trivial o cómoda de analizar y describir las conclusiones de una noticia, perseguir a los actores que tan solo atesoran “aparentemente” un mayor protagonismo, deviene en una perdida de perspectiva. En su lugar es más fructífero averiguar quienes son los actores que se encuentran detrás de la trama. Como resultado, se comprenderá como logros de la ciencia surgen constantemente conforme a un trabajo colectivo, en lugar de contemplarse como una inquietud y/o deseo repentino y exclusivo de los científicos.

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 El recelo del periodismo tradicional por el nuevo rol de la blogosfera en la información científica. Fuente: bestblogsite

Las urgencias periodísticas son inevitables. Hablamos de un gran negocio y el que lanza primero la noticia, gana la primera batalla. Ahora bien, como se decía antes de la era de Internet, un primer paso puede ser sentarse y tirar de teletipo y publicar sin más la noticia salida de una institución o boletín de noticias científicas. Ahora bien, ese es el principio y el fin de algo que, a fin de cuentas no interesa a casi nadie. Sin embargo, cuando algo resulta ser relevante, los parabienes o denuncias surgirán pronto. Y es justamente en este momento en donde comienza la labor genuinamente periodística. El “plumillas avezado y curioso comenzará sus indagaciones. En este sentido, este último también debe conformar su propia red de relaciones en el mundillo de le ciencia. No se puede trabajar solo en un mundo tan complejo. Una antigua pareja sentimental, productora de televisión me mostraba una gruesa agenda y comentaba “esto vale millones (hablamos de las antiguas pesetas). A la hora de indagar el periodista “más conectado” abordará la tarea con más recursos a su disposición que el que lo esté menos. Formarse en cualquier disciplina lleva tiempo, y una de las tareas más valiosas suele consistir en implementar cuidadosamente tal “agenda”, si se me permite la metáfora. A partir de ahí la indagación comenzará a ser divertida y posiblemente fructífera.

Inspeccionar de cerca (como si uno fuera miope) nos permite obtener una visión más detallada y precisa de los sucesos, en lugar de tratar de examinar todo someramente al estilo de los generalistas. Una ventaja para los seguidores de la aproximación ANT estriba en no preguntar precipitadamente o realizar preguntas estúpidas por triviales, sino trabajar con tesón y de modo colectivo». Los nuevos actores, circunstancias y detalles inesperados surgirán, enriqueciendo la narración por si mismos.

Preguntar al autor principal de una investigación cual es el valor de su investigación y las promesas que deparará, resulta tan estúpido como interpelar a un político sobre la bondad de una determinada ley que acaba de aprobar. ¿Espetará el entrevistado?: ¡No, no sirve para nada!, me aburría, y como se que la oposición se va a indignar (…)!. Sin un hallazgo tiene valor, pronto será alabado, y si no lo atesora, ya os lo he comentado con anterioridad. Cuando surge la controversia, el periodista científico tiene una mina, especialmente si echa mano a su “maravillosa y trabajada agenda”.

Ahora bien, a veces las buenas preguntas abren caminos, como ocurre en la propia ciencia. Tampoco resulta infrecuente que el científico en su alocución patine, generando sospechas. En este último sentido, permitirme que escoja un ejemplo reciente, si que por ello desee realizar juicio de valor alguno. Hace pocos días, al menos un rotativo español se hacían eco de la noticia titulada: Un humano desconocido vivió en Atapuerca. Se trata de los comentarios de uno de los líderes de las investigaciones llevadas a cabo en uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo, y en donde se encontraron los restos del humano más antiguo hallado en Europa hasta la fecha (aunque habría que matizar este último aserto).

La identidad del primer europeo acaba de diluirse en un misterio, por ahora, sin solución. Tras más de tres años de análisis, los responsables del yacimiento de Atapuerca acaban de reconocer que no saben a qué especie perteneció la mítica mandíbula de 1,2 millones de años que hallaron en esta sierra de Burgos en 2007 y que constituye el resto humano más antiguo de Europa. (…)

Sin embargo en otro momento de la entrevista el investigador vía entrevistador espeta:

El anuncio de los responsables de Atapuerca no está exento de intención política. Según Bermúdez de Castro, su equipo intenta «presionar a la Junta [de Castilla y León]» para que aporte los fondos para construir una pasarela de personas y vehículos ligeros que permita seguir excavando en la Sima del Elefante. «Es un proyecto aprobado pero queremos que se haga antes de esta campaña», señala Bermúdez de Castro. El tiempo apremia. Las excavaciones se reanudan el 15 de junio y continuarán hasta el 25 del mes siguiente

¡Vaya, vaya! ¿El dilema es tan serio?, ¿o se trata de presionar a las autoridades para que “suelten más pasta gansa” en un momento de crisis económica en el que la financiación escasea? o ¿Ambas cosas a la vez?. Aquí surge un hilo argumental muy interesante. Quede bien claro que esto ocurre con harta frecuencia y que no pretendo juzgar a tan afamado científico. Nos enfrentamos a una noticia que podría dar lugar a un interesante periodismo de investigación: ¿Exageran los investigadores en tiempos de crisis, o cuando desean financiación urgentemente. En esos casos, ¿hasta que punto sus declaraciones resultan fiables? En este sentido os recomiendo de la lectura de este post: La NASA y Sus Noticias (¿Histeria y/o Necesidad?): Guerras Mediáticas, aunque también este puede resultar de vuestro interés este otro: La Politización de la Ciencia Comienza a ser Reconocida.

No saltar o dar brincos de un lado para otro irreflexivamente. Tal modo de proceder permite al periodista buscar y discernir entre las rutas principales y las secundarias de un tema, y a la postre obtener una nueva y más incisiva perspectiva de los hechos científicos. Construir la historia de un modo tan completo como le sea posible – con los actores, las máquinas (instrumentación), las instituciones y espacios – ayudando al lector a obtener una mejor comprensión de cómo evoluciona un logro científico concreto.

La primera parte del párrafo anterior debe interpretarse como la búsqueda de una metodología o procedimiento que permita al periodista científico una indagación ordenada. La perspectiva ANT ofrece un marco, es decir una percepción de la construcción social de los hechos científicos. Ahora bien, si tales estrategias no son enseñadas en las propias facultades y/o masters, los jóvenes tardarán más o menos en elaborarlas. Desde un punto de vista empírico, ir construyendo la ya mencionada “agenda”, deviene en pura necesidad, que a la par terminará generando estilos personales de indagación. Tal hecho resulta muy positivo, por cuanto incrementa la diversidad de enfoques. No hay recetas mágicas, empero cuantos más estilos se utilicen, tanto más fácil será que algunos de ellos terminen prosperando (lo que denominamos “crear escuela”), así como que unos sean más fructíferos que otros a la hora de abordar determinados problemas.

Ahora bien, el periodista debe entender tanto el método científico (aspecto prioritario, que defendía el afamado divulgador Carl Sagan), como las reglas sobre las que se basan las interacciones de los agentes de la red, que van más allá de la estructura y dinámica de la propia la comunidad científica, tal como se expone hoy en día por los rotativos. El método puede entenderse si el periodista se interesa por la filosofía de la ciencia, mientras que tipo de relaciones que acaece en la red requiere adentrarse en sus aspectos sociológicos. No resulta necesario alcanzar una gran erudición, sino la comprensión de la materia de cómo se trabaja. Existen abundantes libros de divulgación, más o menos, amenos.  Por esta razón, nuestro curso básico sobre filosofía y sociología de la ciencia alcanzó un asombroso éxito de audiencia, algo que jamás pudimos adivinar.

Lo que un joven periodista debe entender, es que el primer obstáculo al que debe enfrentarse son sus propios fantasmas.  El árbol de la ciencia se encuentra demasiado ramificado como para intentar entender los detalles técnicos de cada estudio en concreto. Sin embargo, de atesorar conocimientos básicos sobre el método científico y la sociología de la ciencia, le ayudará sobremanera a contextualizar la importancia de un hallazgo. A renglón seguido su agenda  le permitirá asesorarse sobre temas concretos. Reiteramos que “estar muy conectado” deviene en algo esencial, por lo que libre de complejos necesitará zambullirse en la propia red que necesita analizar.

Los científicos también se encuentran interesados en las informaciones que un periodista pueda proporcionarles acerca de determinados temas de su interés. En consecuencia, el “plumillas” puede ir creando una red de complicidades, de las que obtiene la información que desea a cambio de proporcionar otra a su informador. Obviamente, tal red personal debe incluir principalmente a personas dignas de su confianza, lo cual significa que irá desprendiéndose de los menos fiables para conectar con los investigadores apropiados. Este tipo de redes nunca es estable: unos entran y otros salen, pero enriqueciéndose si se actúa adecuadamente.

Mantener todo plano significa eliminar las distinciones entre lo que antes parecía ser independiente, distante o contrario (contradictorio). Y así se va  «sustituyendo una estructura oscura y misteriosa por otra transparente, visible y detectable empíricamente«. Ya no cabe discernir entre lo hay local y lo global, sólo entre los lugares más o menos conectados con otros de la red de relaciones que analizamos. Esta es la recomendación más abstracta y difícil de llevar a la práctica,  por cuanto implica la transformación de los actores aparentemente más poderosos, o insignificantes en meros nodos de la red, trazando sus interconexiones e interacciones. La extensión y duración de las conexiones es lo que determinará la fuerza e importancia de cada uno de los actores implicados.

El párrafo de arriba implica una transformación radical del modus operandi de la mayor parte de los periodistas científicos actuales. No se trata básicamente de conseguir entrevistar “en exclusiva” al científico responsable de una determinada investigación (o a alguno de sus colaboradores más estrechos). Justamente estos alabarán sus hallazgos y ocultaran los puntos flacos de sus conclusiones. Hacerse un mapa mental de la red, guiará al periodista avezado. Gracias a Internet, actualmente puede recabarse mucha información de interés desde nuestros ordenadores. Generalmente los curriculums vitae (CV) dicen mucho de los científicos, cuando se saben interpretar. No se trata tan solo de publicaciones, sino de los proyectos que llevó acabo con anterioridad, con quienes colaboró (y con que intensidad), que organismos le financiaron, etc., etc.  Por ejemplo, aquellos que trabajan en mayor medida con los tejidos tecnológicos van dejando rastros (huellas) de sus relaciones con esos agentes que prefieren pasar inadvertidos dentro de la red (a manudo las empresas). Del mismo modo, si una institución, u organismo libra sistemáticamente cuantiosas subvenciones (y entre ellas aquellas destinadas a la obtención de instrumentación, infraestructura, becas y contratos), el periodista deberá recelar a cerca de si existen relaciones de amistad “ocultas”, que favorezcan a unos equipos determinados respecto a sus competidores. Generalmente uno debe tener mucho cuidado en no sobrevalorar los galardones, por cuanto deben entenderse como “los Oscar de Hollywood”: casi nadie se pone de acuerdo sobre quien debería ser merecedor de una determinada estatuilla. Los científicos mejor conectados, que no necesariamente los mejores investigadores, tienen siempre muchas más posibilidades que los no lo están de alcanzar sus objetivos de forma “inadvertida”.

Adele Clarke y Teresa Montini, al examinar la controversia en torno al fármaco antiabortivo «RU», ofrecen una visión más amplia y esclarecedora de la aproximación ANT, el denominado análisis de campo: (“Arena Analysis»). Defienden que los problemas no suelen resolverse claramente por discernir las   «dos caras» de una misma moneda, sino que más bien existen varias (N) perspectivas, múltiples enfoques en cualquier tecnología. Una simplificación dual (dos partes) no resulta ser necesariamente benigna (y menos aun inocua), mientras que circunscribir el discurso a dos bandas puede traducirse en una estrategia hegemónica«. En lugar de perseguir al actor más poderoso, resulta recomendable analizar «el mundo construido metafóricamente a hombros de todos los actores», sopesando adecuadamente también sus respectivos silencios.

Podemos y debemos entender el rol de los actores colectivos, es decir, aquellos implicados en las decisiones, aunque no participaran en acción alguna acción. «Por indagar en el mundo empíricamente, a la hora de examinar las acciones de los actores en sus propios términos y beneficios, nos otorga una visión multifacética, y así todo el proceso se revelará de una forma sencilla y clara».

Pongamos de nuevo un ejemplo. La primera batalla que debe ganar un científico estriba en obtener la financiación y ensamblar el equipo (incluyendo la instrumentación) adecuado para llevarla a cabo. Para ello debe presentar la memoria de un proyecto, generalmente en convocatorias competitivas. Imaginémonos que una determinada investigación de vanguardia demanda urgentemente la adquisición de un instrumental muy oneroso (aspecto harto frecuente), como lo son los destinados a la obtención de las neuro-imágenes actuales. Diversos grupos de investigación competirán por conseguirlo. Debe tenerse en cuenta que en este tipo de convocatorias, lógicamente, no se desea repartir varios instrumentales enormemente caros. No es inusual que demande que tal equipación ofrezca servicios a otros equipos de investigación que también rivalizan por obtenerlo. Sin embargo, en cualquier caso, el que consiga la pieza codiciada se encontrará en mejor disposición que los restantes a la hora de aplicar técnicas novedosas a su objeto de estudio. Ser el primero en publicar los resultados obtenidos por tales equipamientos (usualmente denominados grandes infraestructuras) a problemas de gran interés les otorgará una ventaja difícilmente superable por sus rivales. Aquí, las decisiones adoptadas por los miembros de los tribunales resultan ser decisivas. De nuevo el grupo mejor conectado (que no necesariamente el más cualificado) y con mayor influencia atesora un as bajo la manga. Debe tenerse en cuenta que la selección de los miembros del tribunal es decisiva, por lo que el gestor político que deba decidir quienes serán sus miembros resulta ser una pieza clave en el tablero de ajedrez. ¿Existe algún tipo de vinculación entre el equipo al que finalmente se le asigna tal infraestructura y el político o gestor de turno del organismo financiador? ¿De que clase? ¿Pertenece a la misma Institución?, ¿existen afinidades puramente políticas? ¿Se trata de ofrecer favores cuando ostentas el poder a cambio de recibir otros al abandonarlo? Si el periodismo científico se adentrara por tales derroteros, puedo asegurarles que se llevará grandes sorpresas. Muchos CV, son depositorios de tal información.

Debemos desear que un buen periodismo científico sirva también para sacar a la luz malas praxis como el amiguismo. Este modo de proceder, ayudaría a que la actividad científica fuera más limpia. El día que los científicos se encuentren ante este nuevo tipo de expertos de la información, tengan por seguro que tanto su arrogancia, como su deseo de aparecer en los medios de información, disminuirán drásticamente. Toda comunidad de intereses, y más aun los lobbies y escuelas invisibles, debe encontrarse sujeta a tales mecanismos de control “independiente”. Y así, los periodistas pueden pasar a formar parte de la red alcanzando un mayor respeto, tanto por los ciudadanos como por los propios investigadores.

Michel Callon, uno de los autores principales proponente de la aproximación ANT, recomienda al observador examinar cuidadosamente cómo los actores actuar sin sobrevalorar cualquier punto de vista o censurar interpretación alguna. Tal principio metodológico, es denominado  «agnosticismo del observador. El periodista debe ser imparcial a la hora de examinar los argumentos científicos y tecnológicos utilizados por los protagonistas implicados en de una determinada controversia científica. El observador no debe determinar la identidad de los actores involucrados en un complot, si tal identidad aún se está negociando – así, no debe presentar  a un científico o un logro como relevante, mientras que él o ella se encuentre desarrollándolo. Callon también sugiere el «principio de simetría»: el observador debe colocarse a medio camino, siguiendo la expresión de los actores no humanos y humanos simultáneamente. Este último consejo pone de relieve la importancia de ser escéptico a la hora de relatar progreso de la ciencia en lugar de adherirse al entusiasmo de un investigador cuando presenta públicamente un logro fabuloso o acaba de publicar un artículo en una revista científica relevante. Lo que es importante para ellos no  lo es necesariamente para los lectores-ciudadanos.

Tales principios se me antojan tan obvios como esenciales, la independencia del periodismo resulta crucial como mecanismo de control de los agentes sociales y de sus redes de relaciones. Detectar la corrupción y la mala praxis en el seno de cualquier colectivo, permite limitar el numero de arbitrariedades que nuestra sociedad parece en todos sus ámbitos, en los que la ciencia no resulta ser una excepción.

Juan José Ibáñez

Continuará…….

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