El Método Científico, la Docencia de las Ciencias y la Divulgación Científica (Estimulando el Pensamiento Crítico)

Hace unos días, mientras celebraba una reunión con algún personal del CSIC, me quedó bien claro, que una buena parte de los colegas todavía no entienden que quien realmente les pagan sus sueldos son los ciudadanos y que su obligación es devolverles su generosidad ampliando sus conocimientos. Hablamos de divulgación científica. Hoy os ofrecemos una entrevista publicada en el Boletín de noticias mi+d. En ella, Dorion Sagan, hijo de dos figuras de la talla como Carl Sagan y Lynn Margulis, hablaba de la importancia de la divulgación científica, recordando las ideas que le inculcó su padre. Al parecer, Carl Sagán defendía que el principal objetivo del divulgador consistía en enseñar que es el método científico, la filosofía de la ciencia y así, generar el pensamiento crítico a los jóvenes estudiantes y el ciudadano en general. No puedo estar más de acuerdo. Ahora bien, ya he tenido que sufrir varios agrios debates con otros bloggers científicos a causa de que la mayoría de ellos desconocen, y lo que es peor, no prestan el mínimo interés, ni a la filosofía de la filosofía de la ciencia en general, ni al método (o métodos) científicos en particular. Y según Dorion, este modo de proceder es in impedimento para la aparición en escena de buenos divulgadores.  Pero lo peor de todo es que tales materias siguen sin ser impartidas en las carreras universitarias. Resulta difícil entender como se pueden formar buenos investigadores, secuestrándoles el conocimiento del método que deben aplicar, el cual tan solo lo infieren “intuitivamente” con el tiempo. Si el principal objetivos de “Bolonia” son “enseñar a aprender”, no se me ocurre un mayor dislate que este.    

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Imagen del Cosmos. Fuente. Hubble Gallery

 Dorion no se ha dedicado a la ciencia en su sentido estricto si bien, su formación parece haberle convertido en un buen divulgador. Las enseñanzas de sus padres no han caído en saco roto. Desconocía las opiniones de Carl Sagan, pero reitero que me encuentro completamente identificado con muchas de sus perspectivas. Si sus secretos eran los que nos narra su hijo, uno puede comenzar a entender que los buenos divulgadores, sean “rara avis”. No se puede enseñar lo que no se sabe y peor menos cuando se denosta tal conocimiento por pura ignorancia (algo muy poco científico, dicho sea de paso). 

 Ya que las verdades científicas son efímeras, por lo que cambian según progresa la ciencia, no veo mejor adiestramiento que mostrar a los ciudadanos los métodos y lo efímero de sus constructos. Enseñar el método científico y mostrar su relatividad en un contexto filosófico y humanista (y cultural en el sentido más amplio del término), se me antoja la mejor manera de devolver a la ciudadanía los dineros que proporcionan nuestro sustento. Pensar que eso “deben de hacerlo otros”, ya que ellos están muy ocupados, demuestra que la clase científica (en términos generales) es desagradecida y prepotente. Sin embargo, como apunta Dorion la incultura de los investigadores super-especializados resulta ser un cáncer difícil de erradicar. La ciencia es parte integrante y esencial de la cultura, y si uno la desprecia, ¿que puede ofrecer? Luego estos soberbios profesionales blasfeman al alegar (cuando tras un recorte de presupuestos y otros avatares ven mermada su financiación) que sus “sus tribulaciones” son debidas a la incomprensión social de la ciencia. ¿Vosotros lo entendéis? Sinceramente yo no. Y por esa razón, ofrecemos “un curso básico sobre filosofía y sociología de la ciencia”.      

 Una entrañable amiga, que para su desdicha no pudo dedicarse a la indagación científica, enseña a su hijo de la forma que abajo nos indica Dorion. No he visto jamás a un chaval (diez años) más curioso e interesado por la naturaleza, el cosmos, “los números” y el fútbol (¿Por qué no?). Demanda a su madre libros, telescopios, y todo lo que os podáis imaginar para entender el mundo que le rodea y que su progenitora le intenta explicar con amor. Las preguntas que empieza a espetar la criatura, tanto a su madre como a si mismo, son ya espectaculares, especialmente por su profundidad. Y es aquí en donde nos volvemos a topar con otra de las ideas de Sagan que yo también firmaría. Cuando alguien enseña con pasión y entusiasmo transmite pasión y entusiasmo. Así de sencillo y así de difícil. Si uno solo piensa en publicar y se famoso (…..), más que preocuparse por seguir aprendiendo (y compartiendo), el asunto se complica exponencialmente. Pasión, claridad, entusiasmo, y “método” son claves para guiar a nuestros congéneres hacia un pensamiento crítico, algo que la sociedad demanda a gritos, si no quiere seguir siendo esclava de los intereses inconfesables que esconde una economía globalizada.  

 Juan José Ibáñez    

 

Dorion Sagan: Mi padre demostró que la ciencia nos pertenece a todos

Entrevista a Dorion Sagan el hijo de Carl Sagan y la bióloga Lynn Margulis.

FUENTE | Público; 29/09/2010

 Dorion Sagan (Madison, Wisconsin, EE.UU., 1959) escuchaba música punk y practicaba danza moderna en un instituto de Los Ángeles mientras su padre cambiaba la historia de la ciencia. En 1980, cuando Dorion tenía 18 años, Carl Sagan estaba filmando Cosmos, la mítica serie de divulgación científica que ya han visto 500 millones de personas. «Imagino que, como todos los adolescentes, estaba un poco avergonzado de mi padre, y de que saliera cada día en la televisión», recuerda ahora Dorion Sagan, 30 años después del estreno de Cosmos. «Pero también estaba muy orgulloso», añade. El hijo del gran divulgador es también escritor, y ha publicado decenas de ensayos sobre evolución, física y filosofía de la ciencia, algunos de ellos con su madre, la reconocida bióloga Lynn Margulis. Su último libro, The Sciences of Avatar: from Anthropology to Xenology, es el más vendido en las listas de ciencia-ficción en Amazon.

Dorion Sagan recuerda con cariño y admiración a su padre, y defiende su influencia en la divulgación de la ciencia, la defensa de la racionalidad y la crítica al misticismo. «No era sólo elocuente y racional; también era un valiente. Amaba la democracia y se rebeló para defender a los ciudadanos [fue detenido dos veces por protestar contra la carrera nuclear]. Y no podían comprarlo. Necesitamos más gente como él», resume.

 Pregunta. ¿Cuál ha sido la mayor aportación de su padre a la divulgación científica?

Respuesta. Mi padre consiguió convertir la ciencia en algo divertido. La exploración del espacio y la evolución forman parte de una historia que se basa en la evidencia y que pertenece a toda la humanidad, no a una élite política o religiosa que sólo defiende sus intereses. Él criticó al Congreso por no conocer la ciencia, y otorgó poder al público, revelándole que pertenecemos a un cosmos que es comprensible y está abierto a la exploración humana. Demostró que no sólo la ciencia nos pertenece a todos, sino que un público científicamente preparado es necesario para la buena salud de la sociedad.

 P. ¿Cuál ha sido la influencia, en particular, de Cosmos’?

R. Cosmos es uno de los programas de televisión más vistos de la historia, y no se trata de ficción o de deportes, sino de una narración sobre quién, qué, cuándo y dónde somos. Mi padre encarnó la idea de una televisión emocionante, relacionada con la verdad y la belleza. Probó que cualquiera, empleando el método científico y aconfesional, puede entender el cosmos, que es un tipo de dios, el de Einstein y Spinoza; un dios abierto a la racionalidad y el examen matemático.

P. ¿Cree que la serie mantiene su actualidad?

R. Cosmos quizá haya envejecido en la producción y los efectos especiales, pero yo creo que su espíritu permanece imperturbable. Y debido a que la educación científica es cada vez menor, de algún modo es más relevante, incluso, que cuando nació. La biología evolutiva, el pensamiento crítico y el papel de la evidencia para entender un universo donde no somos los amos sino, en realidad, una forma de vida inmadura; todos estos temas continúan siendo cruciales.

P. Los expertos destacan que gran parte del éxito de Cosmos’ se debe a la capacidad de divulgación de su padre.

R. Estoy de acuerdo. Mi padre no tenía parangón en su habilidad para expresar la esencia de la ciencia en lenguaje poético. Observarle era agradable, y escucharle, hipnótico. El entusiasmo de sus presentaciones era contagioso. Le echo de menos; el mundo le echa de menos. No sólo era un gran divulgador, era un hombre enamorado de la verdad. Él supervisó el salto desde una era de la ciencia-ficción a una era de realidad científica, donde realmente fuimos a la Luna, y todavía más allá. Le pidieron que prestara su imagen para campañas publicitarias, pero las rechazaba. Estaba motivado para educar, no para hacer dinero.

P. Dicen que su padre fue muy curioso de niño. ¿Cómo pueden los padres de hoy en día reforzar la curiosidad científica de sus hijos?

 R. Cuando mi padre era niño, su madre le llevó un día a la biblioteca para buscar un libro sobre las estrellas, e insistió cuando el bibliotecario le sugirió que echara un vistazo a un libro sobre las estrellas de Hollywood. Los padres necesitan aprender algo de ciencia, pero es más importante aún que permanezcan con la mente abierta. ¿Es el sol una estrella? ¿Por qué el cielo es azul? ¿Qué edad tiene el universo? Lo que a veces parecen misterios inexplicables tienen, a menudo, respuestas científicas.

 P. ¿Cómo influyó el trabajo de su padre en el suyo?

R. El ejemplo de mi padre me influyó tanto directa como indirectamente. Cuando era niño me contaba historias sobre estrellas que colapsaban, agujeros negros, viajes en el tiempo y exploración espacial, historias que luego explicaría al resto del mundo. Me sentí abandonado cuando mis padres se separaron a los 5 años, pero tuvimos muchas discusiones intelectuales fascinantes. El énfasis de mi padre en volver a los clásicos, integrando ciencias con filosofía e historia, es una fuente de inspiración para mí.

P. ¿Por qué cree que tantos científicos se resisten a divulgar?

R. La mayor parte de los científicos, como la mayor parte de la gente, no suele ser muy elocuente. Y los científicos responsables no quieren ver sus descripciones cuidadosas descuartizadas por los medios, que están más preocupados en conseguir titulares sensacionalistas que en la búsqueda de la verdad. Además, el científico medio está demasiado especializado para decir cosas que resulten de interés para el público general, y luego están los que trabajan en corporaciones, que quizá tengan prohibido discutir sus resultados. Así que yo creo que la influencia de las corporaciones, la dejadez y el sensacionalismo de muchos medios y la superespecialización científica provocan que sea difícil comunicar la ciencia al público. No hay solución fácil, pero siempre debemos impulsar la curiosidad y el pensamiento crítico.

P. ¿Cómo?

R. Creo que la filosofía y la ciencia se deberían enseñar a una edad temprana. Los niños necesitan saber no sólo que está bien que se equivoquen, sino que la ciencia es un continuo proceso de aprendizaje de los errores. La ciencia y la filosofía enseñan a pensar con cuidado, buscar consistencia y permanecer con espíritu crítico.

P. ¿Qué aconsejaría a esos científicos que sí quieren divulgar?

R. Les diría que la literatura, la filosofía y la historia son disciplinas importantes para su formación. La ciencia tiene una larga historia cultural. Mi padre lo describió como un medio para el error y la corrección. Como reportera, usted debe tener una mente abierta y crítica, es decir, científica, para comunicar con efectividad lo que ocurre en la ciencia en el mundo de las noticias de hoy, que es tan dinámico. En el siglo XIX, Samuel Butler dijo que los científicos son los sacerdotes de la era moderna y que debían ser observados con cuidado. Pero, como enfatizaba mi padre, la ciencia pertenece a la gente, y sus métodos y resultados deberían ser estudiados por todos.

 P. Como escritor de asuntos científicos y culturales, ¿qué piensa de esa clásica distinción entre ciencia y cultura?

 R. C. P. Snow, en un famoso discurso, comparó no conocer la segunda ley de la termodinámica con no estar familiarizado con la obra de Shakespeare. La gente necesita aprender ciencia y cultura. Los científicos necesitan saber algo de literatura y filosofía, y todos deberían conocer las ideas de la ciencia moderna. Y, más importante aún, el método que está en las raíces de esa ciencia. Esto es importante no sólo para la ciencia sino para la ciudadanía. Los antropólogos modernos estudian la ciencia como una forma de cultura, pero a veces ignoran esa ciencia a la que reducen a fenómeno cultural. Los científicos, mientras, exhiben con frecuencia la arrogancia de que, como su método es tan poderoso, tienen un acceso privilegiado a la verdad. Lo que comparten la ciencia, la filosofía e incluso la religión es el conocimiento de que son incompletas.

 P. ¿Cómo cree que habría recibido su padre grandes avances como internet, la secuenciación del genoma humano o el descubrimiento de planetas extrasolares?

 R. Mi padre se habría entusiasmado ante el descubrimiento de planetas extrasolares, y habría estudiado sus particularidades de una manera que aún no se ha hecho. Internet ya existía cuando murió, pero su rápido crecimiento habría hecho que se planteara dudas sobre sus problemas y oportunidades. Por una parte, en internet hay poco respeto por la verdad y florecen las mentiras, los rumores, las conspiraciones y la pseudociencia. Por otra, internet es, posiblemente, el mayor apoyo que ha tenido la democracia desde el derecho a voto. En el mismo sentido, la genética y la bioinformática le habrían entusiasmado y preocupado también. Hubiera sido fascinante contemplar a mi padre interpretando la ciencia, la tecnología y la política de forma conjunta, como sólo el podría haberlo hecho, si hoy en día siguiera vivo.

 Autor:   Patricia Fernández de Lís

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6 comentarios

  1. hay muchas cosas interesantes, que la gente puede aprender si los cientificos se expresan en forma ligera. la sociedad entera entenderiamos muchas cosas. tambien es nuestra obligacion como sociedad preocuparnos por incrementar mnuestros conocimientos.

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