Seguimos con nuestro “curso básico de ciencia para jóvenes universitarios y tecnólogos”. Ya os comenté que estoy impartiendo, “por primera vez en mi vida”, clases en un Master Universitario de la Universidad Politécnica de Madrid. La asignatura en concreto, se denomina “Metodología de la Investigación”. Por tanto, no se trata de escribir post alardeando de cultura, sino más bien, enseñar  a los alumnos algunos principios básicos que he ido aprendiendo a lo largo de mi carrera profesional. Ahora bien, la literatura científica actual, adolece de demasiadas defectos, por lo que no vendría de más que aquellos a los que les entusiasma la denominada investigación traslacional, (palabreja nauseabunda) aprendieran también un poquito. Cuando era joven y comenzaban mis participaciones en congresos, era demasiado usual escuchar a los colegas, tras describir su estudio, terminar alegando “esto podría ser debido…”. Si pasamos al ámbito de la investigación aplicada, tal coletilla devendría en “esto podría servir…». ¿Que diferencia existe entre “debe” y “servir” versus “podría ser debido” o “podría servir”?. La respuesta ineludible es ¡infinita! En el primer caso, se explicita que algo ha quedado demostrado, mientas que en el segundo que ¡quizás!, ¡tal vez!, ¡algún día!, en el mejor de los casos (o en el peor), si hay suerte (…). Por tanto tal diferencia es cualquier cosa menos trivial.  En 1988, un lamentable accidente me dejó postrado mucho tiempo, a la par que los médicos me explicaron que nunca volvería a caminar bien, por lo que tendría que auxiliarme de muletas o un bastón. Dos años después lo arregle “literalmente” dando una brutal patada con mi pie dañado al bordillo de una acera. Ya os explicaré la historia porque tiene su enjundia. “Una patada, si, una patada!. Durante aquel lapso de tiempo, en vista de que como investigador de campo mi carrera iba a quedar irremediablemente finiquitada, busque salidas alternativas para continuar mi trayectoria profesional. Y he te aquí que me topé con los temas que han dado lugar a nuestro “curso básico sobre filosofía y sociología de la ciencia”  Como el tiempo me sobraba a raudales, leí hasta la extenuación ¿Qué podía hacer? Empero como no hay nada mejor que darle una patada al bordillo de una acera (…), al final mi acervo cultural aumentó a base de golpes y deficientes diagnósticos médicos (del que tan solo os mento, de momento, este botón de muestra). Pues bien, la filosofía de la ciencia me mostró que “esto podría ser debido” o “esto podría servir”, no muestra más que la ignorancia del que lo exclama, al contrario que “se debe” o “sirve”, cuando se constata con rotundidad. Resulta curioso que actualmente, cuando nos enfrentamos a temas complejos como el cambio climático o la lucha contra las enfermedades, estas coletillas bochornosas, aparezcan un día si y otro también en las notas de prensa que dan cuenta de los descubrimientos de la más «rabiosa actualidad». Empero no se trata de casos aislados, sino que comienzan a ser la norma. Como los chavales se aburren pronto intentaré ser breve, ofreciendo tan solo unas pinceladas a cerca de este espinoso problema. Veamos de qué hablo (…)

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Cuadro de Sergio Martínez Sánchez “El Pensador” Exposición «El Rebuzno Celeste» (2006)

Cuando los “toca genes” (léase biotecnólogos de las ciencias biomédicas) escriben o exclaman “esto podría servir como diana terapéutica” nos indican que no saben ni por donde andan. Cabría preguntarles en consecuencia “con que porcentaje de probabilidades”. Pero como desconocen absolutamente la respuesta alegarán “aun es pronto para extraer conclusiones, habrá que esperar a que nuevas investigaciones (…)”. ¿Entonces porqué se publican tales trabajos como si hubieran descubierto el enigma del Santo Grial? Ese es otro enigma, si no echamos mano de la sociología de la ciencia en su versión más turbia. Del mismo modo cuando un investigador en ciencia básica señala “esto podría ser debido”, cabría preguntarle: ¿”Y que otras posibilidades existen”?. Seguramente su mente se quede en blanco, o bloqueada, ante la inmensidad del «espacio de posibilidades». Y si en ese momento el interlocutor echa mano de alguna otra alternativa plausible, casi con toda seguridad el conferenciante espete, “si efectivamente es otra posibilidad” ¿Entre cuantas?. ¿Cuantas existen?: generalmente demasiadas como para demostrar que “su podría ser debido” resuenan como palabras vacuas.

Tras leer “miles de noticias” y algunos pocos cientos de artículos sobre el cambio climático, os puedo asegurar que si el “podría ser debido” pudiera ser fehacientemente reemplazado “por se debe”, atesoraríamos suficientes conocimientos como para conocer realmente la estructura y dinámica del sistema climático y atajar los problemas que nos acucian. Lo mismo podría decirse del “podría servir como diana terapéutica”. En las mismas circunstancias tener por seguros que ya no padeceríamos cáncer en nuestra sociedad. Decenas sino cientos de miles de estudios que terminan así.

No debemos confundir la prudencia con la ignorancia. Tan solo hace falta tirar de hemeroteca. En el 99,5% de los casos, cuando se sigue el devenir de una de noticia con tales coletillas, se constata que, en su inmensa mayoría no vuelven a aparecer, o si lo son es para desmentirlas ¡Hacer la prueba!. Malos tiempos para la lírica, es decir en lo que concierne a concienzudos estudios científicos, ya sean básicos o aplicados. La bobalización lo impregna todo. ¿Es el fin de la ciencia?

Juan José Ibáñez

PD. Seamos sinceros, antes de 1988, yo también pequé, aunque tras aquellas lecturas ya no. Cambió mi forma de pensar y como corolario también la de investigar.

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