Mientras Internet es alabado por una inmensa mayoría de los ciudadanos, a pesar de que “no es oro todo lo que reluce”, mucho menos se comenta acerca de sus perniciosos efectos colaterales. Así, mientras los niños y adolescentes de los países más o menos desarrollados se “enganchan” y tornan “adictos” a estos artefactos con los que nos bombardean las multinacionales de la telefonía móvil, PC, Ipad, etc., las criaturas más pobres del planeta enferman y mueren para que los primeros jueguen, se diviertan etc. Personalmente defiendo las bondades de la “red de redes” y TIC, que nadie lo ponga en duda. Ahora bien, debemos ser objetivos analizando la emergencia de esta tecnología desde todos los ángulos, y denunciar los abusos y repercusiones que acarrea.  En nuestro post “tecnología: creando ídolos con pies de barro” ya comenté que el hoy venerado “ Steve Jobs” reconoció  que “Apple hace, o ha hecho uso, de trabajo infantil y abusos laborales”. ¿Le vamos a santificar por ello? En 2006 denunciamos que la contaminación del suelo por basura electrónica devenía en una nueva pandemia ambiental para el  tercer mundo. Desde entonces, decenas de millones de nuevos ciudadanos “disfrutan” de las últimas novedades de la telefonía móvil mediante teléfonos ¿inteligentes?, tabletas y utensilios semejantes (casi un tercio de la humanidad navega en Internet) de los que se han producido cientos de millones. Sin embargo, a lo largo de estos cinco años, nadie ha hecho nada por paliar el problema generado por la e-basura. Pues bien, no hace mucho tiempo también podíamos leer como: la basura electrónica de países ricos causa gran contaminación en los pobres. Esta es exportada principalmente a esa África olvidada y silenciada. No lo duden, con nuestra apatía o indiferencia por el mal ajeno nos convertimos en cómplices de uno de los mayores magnicidios de la humanidad a lo largo de su historia. Alguien debería obligarnos a que nuestros hijos entiendan que al cambiar de móviles causamos, pérdidas de vida, miseria y desolación. Ahora bien, ¿como vamos a enseñarlos si nosotros, los adultos, no albergamos el menor escrúpulo siendo más caprichosos que ellos? Sigamos adorando pues  a personajes como  “ Steve Jobs” (por citar tan solo un ejemplo) mientras su lucrativa empresa (y otras similares) esclaviza  a criaturas inocentes. Continuemos alabando las bondades de los teléfonos inteligentes (mientras rezamos porque no genere daños irreversibles en nuestros cerebros, como señalan algunos estudios científicos), soslayando un hecho tan execrable como que todo este comercio afecta mortalmente a miles de criaturas. Sigamos pues impávidamente enviándoles nuestros residuos, en aras de ser más “sustentablemente competitivos”. Perseveremos en contaminar el medio ambiente (incluidos los suelos) en África y Asia, mientras por otro lado les arrebatamos sus tierras con vistas a mantener nuestra futura soberanía alimentaria. Eso sí, sentémonos después plácidamente ante el televisor recreándonos en visionar como los leones devoran a los más débiles de la sabana. Pero recuerden, en esta metáfora, los leones somos nosotros, y los débiles esos “pobres negritos de África” (frase del franquismo más rancio que padecimos en España durante cuarenta años) a los que decimos enviar dinero desde hace seis decenios. Las ONGs del bien y las ONG del mal son dos caras de la misma moneda. Y el cambio climático por medio, como podrán ver en otra noticia al final del post. Todo ello con vistas a pretender amantener en vano una economía insustentable que hace de una criminal obsolescencia programada, la pieza vital para la sustentabilidad empresarial de una sociedad desquiciada.

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Juan José Ibáñez

La basura electrónica de países ricos causa gran contaminación en los pobres

La basura electrónica (e-basura) de los países ricos se recicla en los países más pobres, donde causa gran contaminación y pone en peligro la salud de sus habitantes, según un estudio publicado.

FUENTE | Agencia EFE; 31/10/2011

Mientras que los envíos al extranjero de basura electrónica están prohibidos por acuerdo internacional, los autores denuncian que empresarios «sin escrúpulos» envían muchos de estos residuos a África y Asia en contenedores de carga, junto con equipos nuevos, cuya importación y exportación sí está permitida.

Las pruebas realizadas en una escuela cercana a un depósito de residuos electrónicos en el suburbio de Agbogbloshie a las afueras de Accra, capital de Ghana, revelaron una contaminación por plomo, cadmio y otros contaminantes perjudiciales para la salud de más de 50 veces por encima de los niveles libres de riesgo.

En esa zona, donde también hay un mercado, una iglesia y un campo de fútbol, los niños recogen cobre, circuitos, plástico y otra basura de alta tecnología para poder llevar dinero a casa.

El profesor Atiemo Sampson, investigador de la Comisión de Energía Atómica de Ghana y Ruediger Kuehr de la Universidad de las Naciones Unidas en Alemania advierten en su estudio que la mayoría de los residuos electrónicos procedentes del extranjero se quemaron y destruyeron sin las medidas de seguridad adecuadas.

Irónicamente, los expertos señalan que los metales y otros elementos críticos de los equipos destruidos – en gran parte procedentes de Europa y América del Norte- podrían escasear dentro de unos años, lo que aumentaría el coste de televisores de pantalla plana, teléfonos móviles y baterías de coches eléctricos.

Este estudio forma parte de una investigación más amplia que tiene como objetivo analizar el problema de los desechos electrónicos en el sur de Ghana, indicó a Efe Sampson.

No obstante, esto no es algo que sólo suceda en Ghana, sino en otros países en desarrollo como China, la India, Pakistán, Vietnam, Bangladesh y muchos otros, donde se están creando vertederos de basura tecnológica, se lamentó Kuehr.

El objetivo es conocer mejor cómo recuperar los metales en estos basureros informales y determinar la concentración de metales pesados para evaluar los niveles de contaminación y los riesgos para la salud, sobre todo en niños que «a menudo se llevan a la boca la mano que ha estado en contacto con la superficie contaminada».

Hasta ahora, Ghana «no ha regulado la importación y la gestión de los desechos electrónicos», señala Sampson, y aunque ese país suscribió el Convenio de Basilea (que regula la importación y exportación de desechos peligrosos), todavía no se ha integrado a su orden jurídico.

Por otra parte el valor de los elementos de los residuos electrónicos y el gran número de personas que trabajan en el reciclaje informal «dificulta cada vez más acabar con ese lugar», ya que «el sustento de muchas personas depende ahora de los ingresos generados por estas actividades«.

Se calcula que, por ejemplo, 100.000 teléfonos móviles pueden contener unos 2,4 kilos de oro, equivalentes a 130.000 dólares, más de 900 kilos de cobre, valorados en 100.000 dólares, y 25 kilos de plata igual a 27.300 dólares.

Por ello piden que los países acuerden un modelo global de reciclaje que utilice tecnologías sostenibles y se centre en mejorar los estándares de salud, seguridad y medio ambiente, que vaya acompañado de modelos de negocio, así como un programa para desarrollar políticas de concienciación para los fabricantes.

La UNU, el Programa de Medio Ambiente de la ONU, la Agencia de Protección Medioambiental de EE.UU. (EPA), universidades y empresas como Dell, Microsoft, Hewlett Packard (HP) o Philips se han unido en la iniciativa «Solucionar el Problema de E-Basura» (StEP, por sus siglas en inglés).

Esta iniciativa, en la que participan ambos investigadores, pretende homologar los procesos de reciclado globalmente para recuperar los componentes más valiosos de la basura electrónica, extender la vida de los productos y armonizar las legislaciones y políticas.

Internet consume el 2% de la energía mundial

Era algo que todos sospechábamos: la red Internet, que en los últimos años ha adquirido un tamaño cuyos inventores seguramente nunca sospecharon, es una voraz consumidora de energía. Cientos de miles de servidores, hubs, routers, módems y otros aparatos electrónicos indispensables para su funcionamiento devoran energía eléctrica, y muchos de ellos ni siquiera han sido diseñados para que resulten mínimamente eficientes. Justin Ma y Barath Raghavan, de la Universidad de California en Berkeley y del Instituto Internacional de Ciencias de la Computación respectivamente, realizaron un estudio que demuestra que Internet consume el 2% de la energía mundial.

FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A. ; 31/10/2011

Los investigadores Justin Ma y Barath Raghavan, de la Universidad de California en Berkeley y el International Computer Science Institute se tomaron el trabajo de analizar la estructura de la red Internet actual, calcular cual era el consumo de cada una de sus partes y sumar todo para responder a una pregunta que seguramente muchos de los lectores se han hecho alguna vez: ¿Cuánta energía consume Internet? El resultado al que llegaron, hay que aclararlo, es un estimado. Nadie puede decir exactamente cuántos smartphones hay conectados a la red, ni cuántas horas al día dedica el vecino a descargar porno en su PC. Pero se puede conseguir un resultado bastante aproximado a la realidad si se analizan los datos provenientes de los fabricantes de equipos y de los prestadores del servicio o de las empresas de telefonía.

Como sea, Justin y Barath se quemaron las pestañas analizando datos y estimaron que existen cerca de 750 millones de ordenadores, unos 1.000 millones de teléfonos inteligentes y no menos de 100 millones de servidores en todo el mundo. Sumando la energía que consumen todos esos cacharros, la energía necesaria para construirlos, el tiempo medio de vida útil de cada uno, más la energía necesaria para que los routers y torres de telefonía los conecten entre sí, llegaron a un valor: se necesitan entre 170 y 307 Gigawatts para que Internet exista.

Ese valor es aproximadamente el 2 por ciento de toda la energía utilizada en nuestro planeta. Digamos que la existencia de Internet no es precisamente gratis en términos de consumo energético, y que probablemente aporta su granito de arena al problema del calentamiento global. Pero hay que tener en cuenta lo que la red aporta a la humanidad. La existencia de Internet no solo sirve a nuestro vecino (que sigue descargando películas) sino que conecta entre sí a científicos y estudiantes de todo el mundo, permite supervisar redes de sensores remotos y muchas cosas más que de no existir la red, deberían ser conectadas mediante algún otro sistema que -posiblemente- gastaría una buena cantidad de energía para funcionar. Ni hablar si en lugar de realizar una videoconferencia viajas de una punta a la otra del mundo a bordo de un avión privado. Quizás una pregunta que sería interesante responder sea «¿Cuánta energía nos permite ahorrar Internet?»

Y aún hay más: en el cálculo se computan los recursos necesarios para construir esos miles de millones de artefactos, pero es justo reconocer que la totalidad de ellos no se utilizan únicamente con ese fin. Cada smartphone conectado a la red no solo se utilizar para ver los mails sino que también se lo emplea para hablar (de hecho, esa debería ser su función principal), jugar, escuchar música y mucho más. Lo mismo puede decirse de los ordenadores y demás artefactos involucrados. Obviamente, solo se trata de un ejercicio estadístico y que podría servir -ojalá- para que más de un fabricante intentase reducir aunque sea un poco el consumo de sus productos, para que el impacto total de esta maravillosa herramienta que es Internet sea lo más bajo posible.

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2 comentarios

  1. […] genera una gran cantidad de residuos con componentes tóxicos, como ya explicamos en nuestro post e-Basura, Internet, Esclavitud Infantil, Salud Pública y Cambio Climático. Dicho de otro modo, si seguimos las directrices que nos recomiendan, aumentaremos enormemente la […]

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