La noticia que ofrecemos hoy, nos sirve de pretexto con vistas a analizar la Geografía de suelos en los sistemas insulares, si bien ya hemos adelantado varias ideas en post precedentes. Se trata de un tema en el que si puedo alegar que soy experto, como también que casi nadie lo duda. Ya me preguntaron sobre la relación entre tipos de islas y paisajes edáficos insulares en mi conferencia inaugural del simposio sobre edafodiversidad (pedodiversity in suahili) realizado hace cuatro meses (julio de 2012) en el Congreso Eurosoil 2012. Sin embargo, la propuesta había sido lanzada en una Conferencia internacional precedente, hace tres años. No obstante, la teoría (más bien hipótesis, si hablamos en términos rigurosos, conforme a los cánones de la filosofía de le ciencia) se publico en 2009 en la Revista Geomorphology bajo el título: Pedogeography: Testing the driving forces for pedological assemblages in archipelagos of different origins. Y no os aburriré más sobre el tema, por cuanto reitero que mi blog  ha publicado varias entregas acerca de este apasionante tema, con anterioridad. Y si alguien duda de la paternidad de ese concepto llamado edafodiversidad (pedodiversity), las cosas quedan claras aquí, entre otros muchos sitios Web. Habrá que escribir más de un post por cuanto el tema da mucho de sí. Comencemos por adelantar que la geografía de los suelos en archipiélagos (sistemas insulares) depende de su origen o naturaleza, como ya describimos en la siguiente entrega “Tipos de Islas: Clasificación de Sistemas Insulares”, abundando a cerca de algunos aspectos concretos en los siguientes post: “Ecología y Suelos en Sistemas Insulares: Área y Relieve”, “Biogeografía y Edafogeografía de Islas: El Efecto de las Islas Pequeñas (Small Effect Islands)” “Biodiversidad, Edafodiversidad y Teoría de los Subconjuntos Anidados” y Los Suelos de Hawai y sus Cronosecuencias o Cronocatenas. No obstante hoy hablaremos sobre las relaciones entre vulcanismo y suelos. En consecuencia, las denominadas islas continentales quedan excluidas, es decir aquellas de origen no volcánico, y que por la general están próximas a las masas continentales. Pues bien, la geografía de suelos en las islas volcánicas atesora unas singularidades dignas de ser tenidas en cuenta, dado que las lecciones que pueden extraerse de ella también son de interés con vistas a progresar en la cuantificación rigurosa de la geografía de suelos en general. Del  mismo modo, y como en el caso de la biogeografía insular, ofrecen guías para a el diseño de reservas naturales en todo tipo de escenarios. Ahora bien, debemos entender que los archipiélagos no continentales poseen la peculiaridad de padecer una historia muy efímera o breve, en comparación con los continentes. Como corolario, podemos decir lo mismo de sus suelos ya que en muy pocos millones de años surgen del mar y vuelven a hundirse de nuevo. Empero no todos los archipiélagos volcánicos son iguales. Muy por el contrario, podemos discernir entre tipos francamente idiosincrásicos, como apuntamos en uno de los post previamente enlazados. Es  lógico, que a la sociedad le preocupen la violencia de los acontecimientos que pueden desencadenarse tras las erupciones volcánicas en los ambientes isleños. Y es aquí en donde entra en juego la nota de prensa que reproducimos más abajo y que lleva por título: El Teide la única zona en la que podría haber una erupción similar a Pompeya. Se trata de las erupciones plinianas, muy explosivas y cuyos impactos son enormes desde esta última perspectiva. En general, sus consecuencias son dramáticas en lo concerniente a las respectivas sociedades y comunidades ecológicas que atesoran. Eso sí, desde un punto ecológico, a largo plazo, se recuperan con bastante facilidad, mientras que partiendo de otro edafológico padecen cambios tremenfos que transforman parte o toda su cobertura de suelos. Cualquier mapa de estos recursos puede quedar automáticamente obsoleto tras una erupción pliniana. Sin embargo, a la larga, darán lugar a suelos más fértiles y producticos que los precedentes. En otro post precedente ya os narramos la curiosa relación (casi contra-intuitiva) entre las catástrofes naturales de esta guisa y los poblamientos humanos (Hombres, Volcanes y Terremotos ¿Porqué los Humanos se Asientan en Áreas Tectónicamente Activas?).

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El Volcán del Teide desde el Nivel del Mar (Islas Canarias); Fuente: Ayuntamiento de Alcira (Sisco Borja)

Sin embargo, para complicar más aun las cosas, en el seno entro de un mismo archipiélago,  dependiendo del momento y lugar se pueden generar episodios volcánicos de distinta naturaleza o tipo, como ocurre por ejemplo en Canarias. Existen diferentes tipos de erupciones volcánicas: Hawaiana, Estromboliana, Vulcaniana, Pliniana o vesubiana, Peleana, Krakatoana, etc. Siendo de naturaleza explosiva las estromboliana, vulcaniana y pliniana, mientras las hawaianas son efusivas y las  peleanas extrusivas no. También las vulcanianas son más explosivas de que las estrombolianas aunque de efectos menos devastadores. Quizás por esta razón, mientras en Hawái el vulcanismo no parece afectar tanto a los paisajes de suelos, pudiéndose detectar una cronosecuencia edáfica desde las más antiguas, que albergan edafotaxa más maduros (aunque no senescentes, por ya que estos pertenecen al final del ciclo de vida de un archipiélago, como por ejemplo ocurre en los atolones) hasta las más recientes en las que los tipos de suelos resultan ser menos evolucionados. Este fenómeno puede explicarse analizando Canarias, ya que no podemos detectar las mencionadas cronosecuencias. Soslayamos de narrar aquí el hecho nada despreciable de que, dependiendo de cada tipo de erupción, las rocas también difieren en su naturaleza, lo cual obviamente afecta en gran medida al tipo y evolución de suelos. Se trata de un hecho sobradamente conocido. Pero hay más (…). La emisión y tipo de cenizas (en sentido amplio) expulsadas en cada erupción determinará la presencia/ausencia, y abundancia de los Andosoles (suelos representativos de numerosos paisajes volcánicos) en diferentes archipiélagos. (….)

Algunos vulcanólogos y expertos en tectónica de placas debaten si el tipo de vulcanismo y su actividad dependen también de la propia dinámica de las mentadas placas. Por ejemplo, la velocidad con la que emerge el magma y se separan las placas en las dorsales meso-oceánicas del atlántico es menor  que la acaecida en el Océano Pacífico. Algunos expertos defienden que tal hecho da lugar a patrones diferenciales que, a la postre, inducen rasgos idiosincrásicos diferenciales entre los archipiélagos de ambas unidades tectónicas.

En la actualidad la teoría (o mejor hipótesis) de la edafogeografía insular propuesta por este impresentable administrador, permite discernir patrones sumamente interesantes. Si añadimos el clima, o como mínimo la latitud, se puede inferir con cierto nivel de confianza los tipos de suelos que se puede encontrar en cada archipiélago. Empero se puede progresar más, conforme la teoría de la tectónica de placas y la vulcanología también lo hagan. Si algún día puede llegarse a conocer con cierta precisión el tipo(s) de vulcanismo de cada archipiélago, y las relaciones entre este último, la disposición de los archipiélagos (intraplaca, meso-oceánicos, etc.), la influencia mentada de la actividad en las distintas dorsales meso-oceánicas, dando lugar a una clasificación tipológica más precisa, seremos capaces de avanzar hacia una teoría más predictiva y corroborable de la edafogeografía insular.  Mientras tanto tan solo debemos esperar.

En lo concerniente a los denominados sistemas insulares continentales, es decir pertenecientes a las plataformas continentales, todo resulta mucho más fácil de predecir, por cuanto el área y relieve de cada isla determinan su edafodiversidad, mientras el clima (en parte condicionado por la latitud) ayuda a inferir los tipos de suelos que se presentarán. En otra palabra estas variables dan cuenta de todos sus factores formadores.

A modo de conclusión, podemos terminar señalando que con vistas a avanzar hacia una teoría de la edafogeografía insular más predictiva, resulta necesario progresar previamente en el conocimiento de la tipología de las islas, si bien, de disponer de financiación y recursos suficientes se podría avanzar por el razonamiento inverso: al conocer en detalle los paisajes de suelos de distintos sistemas insulares y asociarlos con las características fisiográficas, litológicas, cronológicas. etc. de cada uno de ellos (es decir las variables que dan cuenta de sus factores formadores), aportaríamos nuestro granito de arena a la hora de elaborar una clasificación de las islas más precisa que la actual, al menos desde el punto de vista de los recursos naturales.

Juan José Ibáñez

El Teide la única zona en la que podría haber una erupción similar a Pompeya

Una erupción pliniana, altamente explosiva como cuando el volcán Vesubio destruyó Pompeya y Herculano, sólo podría darse actualmente en Canarias en la zona central de Tenerife, a partir de una cámara magmática evolucionada y residual bajo el Teide.

FUENTE | Agencia EFE; 26/11/2012

Así lo indica en una entrevista con Efe Julio de la Nuez, profesor titular del Departamento de Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna, y que ha impartido una conferencia sobre el «Vulcanismo explosivo en Canarias: erupciones plinianas e hidromagmáticas» en el III Curso de Patrimonio Geológico del Museo de la Naturaleza y el Hombre de Tenerife.

Julio de la Nuez explica que en determinadas épocas de Canarias se han dado erupciones altamente explosivas y peligrosas, como las plinianas, que deben su nombre al historiador romano Plinio, testigo de la erupción del Vesubio que destruyó Pompeya y Herculano. En Canarias, el único lugar donde podría darse una erupción de este tipo es en la zona central de Tenerife, en el área de las Cañadas del Teide y alrededores, porque existe una cámara magmática evolucionada y residual.

Detalla el geólogo que los fundidos basálticos más comunes proceden de capas de gran profundidad, a decenas de kilómetros o más en el manto, y normalmente llegan rápidamente a la superficie y producen una erupción sin apenas tiempo para que ese material fundido evolucione. Pero puede ser, y esto ha ocurrido en Tenerife y Gran Canaria hace millones de años, que esos fundidos se paralicen, se queden en una cámara o lugar intermedio a poca profundidad -5 o 10 kilómetros- durante mucho tiempo y por lo tanto evolucionen, es decir, que cambien su composición a otra distinta: más viscosa y con mayor contenido en gases que pueden generar erupciones altamente explosivas.

Ello se debe a que el fundido basáltico, al tiempo que se va enfriando, pierde parte de sus minerales, que se separan y cambian su composición a otra con mayor contenido en sílices (más viscosa) y al mismo tiempo se acumula mayor cantidad de gases. Toda esa composición nueva no tiene las propiedades anteriores ‘más tranquilas’ y a lo largo de varios miles de años va evolucionando hasta generar erupciones altamente explosivas.

El último proceso eruptivo de este tipo ocurrió hace unos 2.000 años y originó Montaña Blanca, en las proximidades del Teide, detalla Julio de la Nuez, quien precisa que una erupción pliniana como la del Vesubio que destruyó Pompeya y la del volcán Saint Helens en Estados Unidos podría afectar a la isla completa. En Tenerife se han producido erupciones altamente explosivas hace más de 200.000 años, en plena ebullición de la cámara magmática bajo la caldera de Las Cañadas, y algunas arrasaron la isla casi en su totalidad.

Un testimonio de estos procesos son los estratos de color blanco -producidos por la caída de piedra pómez- que llegaron a tapizar toda la isla y que se detectan en zonas como Santa Cruz de Tenerife y Bajamar, en La Laguna.

«Lo bueno es que erupciones de este tipo son muy espaciadas en el tiempo y no suelen ser duraderas. En el caso del Saint Helens en Washington, en 1980, duró sólo unos días. Fue violenta y rápida ya que en cuestión de minutos se produjo una explosión enorme que arrasó varios kilómetros alrededor del volcán», explica el investigador.

En este tipo de erupciones también hay señales precursoras que alertan del proceso, pues el material de la cámara magmática se tiene que abrir paso a 5 o 7 kilómetros de profundidad y al ser viscoso produce mucha sismicidad.

Autor: Ana Santana

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