En la página Web de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBSM) apareció un dosier (leído por mi el 3 de noviembre de 2013) cuya presentación llevaba el encabezado de “Publicar a Cualquier Precio”, firmado por Feliz M. Goñi. Personalmente coincido en casi todos los aspectos mentados en este documento. Por tanto me permito reproducirlo abajo, ya que trasciende el ámbito de conocimiento de esa rama del conocimiento, siendo aplicable a toda la indagación científica en general. Ya os hablé de este tema en un post antiguo que llevaba por título ¿Hacer Buena Ciencia o Publicar?: Entre la Espada y la Pared. También os muestro algunos párrafos de otra nota de prensa que da cuenta de un artículo en acceso abierto relacionado con este asunto. Eso sí ya advierto que en breve continuaré abundando sobre este tema, por cuanto considero que se trata de un cáncer que de no erradicarse acabará con el enfermo en estado de coma.

Si Albert Einstein viviera hoy (….). Don Alberto, llamado por sus autoridades seguramente oiría espetar: “Albertito está muy bien eso de que todo es relativo (¿?), pero llevan años con la misma cantinela y, exceptuando algunos de tus escritos en los que expresas muchas discrepancias con tus colegas que defienden la física cuántica, a penas has publicado nada más. ¿Te parece normal?. ¿Para eso te pagamos? ¡Estas adoptado una postura muy acomodaticia!. Si sigues así no tendremos más remedio que echarte a la calle (…).

Y cuando digo Einstein, escojo al azar el nombre de uno de los grandes buques insignia de la , ya que valdría para casi cualquier otro. Y si se trata de publicar Cervantes no fue muy productivo, pero Marcial Lafuente Estefanía sí. Ustedes, ¿con cual se quedan?, ya que el último casó a la luz, con gran éxito, “alrededor de 2.600 novelitas” en formato octavilla de no más de cien páginas”. Eso sí, que hubiera medrado actualmente, ya que obtuvo alcanzó una enorme popularidad,  y desde luego atesoró una desbordante fertilidad. ¿O no?. Pues nada, Catedrático de Universidad o Profesor de Investigación del CSIC. ¿Y Cervantes?. Con suerte maestro de escuela en un pueblecito perdido.

Como veréis más abajo, por muy buen científico que uno sea, si investigas en una disciplina que no sea considerada muy “sexi” (por lo que sus revistas más prestigiosas apenas sobrepasan un paupérrimo  índice de impacto),  aunque alcances la fama en su seno, la única posibilidad deviene en parecerse a Marcial o alcanzar un cargo de poder y, haciendo uso de los mismos, medrar a toda costa para obtener un ascenso profesional y otras “prebendas”.

Yo trabajo en las “ciencias del suelo” (y más concretamente en edafología), es decir una disciplina nada sexi (aunque existan varias decenas de miles de desdichados investigadores alrededor de todo el mundo dedicados a ella). Más concretamente cuando comencé, en el CSIC, había varias decenas de expertos. Ahora, que yo sepa, quedamos dos y ya muy entrados en años. No podría tener un becario cuyo destino fuera ineludiblemente el paro, por lo que desistí adiestrar a nadie en estos asquerosos temas, siendo ahora penalizado. Pues bien, en el extranjero muchos colegas alegan que publico mucho, mientras que en España que “soy una mierda”. No entro en detalles porque podría llevarme un disgusto con mis autoridades. Con vistas a alcanzar fama y gloría se me ha insistido en que cambie de especialidad. Empero tal tema no casa con mi marea de ser.

No me extrañaría que una de la tesis de  John Horgan, en su libro “El Fin de la Ciencia”, a saber el acusado descenso de la creatividad científica desde la II guerra Mundial (justamente cuando una ingente cantidad de personas comenzaron a dedicarse  a la ciencia, tantas como lo han hecho a lo largo de toda su historia) coincida con el advenimiento de la estúpida política de publica o perece. ¿Causa y efecto?: ¡Posiblemente! Tal estrategia vale para los espurios y efímeros rankings de los países, en detrimento del progreso de la humanidad.

¿Un científico fértil en producir papers es necesariamente más conocido que otro cuyas publicaciones se puedan contar con los dedos de la mano?. En otro post os demostraré que no, sin necesidad de apelar a grandes y afamadas figuras de la ciencia. De ninguna de las maneras.

Continuará (…)

Juan José Ibáñez

Aplican técnicas económicas para evaluar la desigualdad de influencia entre artículos científicos

Economistas de las universidades Autónoma de Madrid (UAM) y Carlos III de Madrid (UC3M) han aplicado un índice que mide la desigualdad de la renta entre distintos grupos sociales para evaluar la desigualdad en el número de citaciones que reciben los artículos científicos.

FUENTE | UAM – mi+d 28/10/2013

 El índice económico se aplicó a 4.4 millones de artículos científicos publicados entre 1998 y 2003 y con una ventana de citación de cinco años para cada año en ese período. La información procedió de la base de datos Thomson Scientific que distingue los artículos científicos en 22 disciplinas distintas.

 Diferencias en los procesos de citación

 Un reto importante en actuales procesos de evaluación es cómo comparar la influencia científica (o su contrapartida observable, el número de citas) de artículos pertenecientes de ciencias diferentes. (…) las prácticas de citación son muy distintas en cada ciencia. Varían el número de autores, el número de artículos por autor al año, el número medio de referencias por artículo, el porcentaje de artículos escrito en cooperación internacional, la duración media del proceso de citación, etc….

 Sin embargo se ha observado una gran similitud en la forma como se distribuyen las citas en todas las disciplinas científicas. Por ejemplo, en todas es común que la mayor parte de los artículos tenga muy pocas citas (cerca de un 70% están por debajo de la cita media de su ciencia), mientras que aproximadamente el 10% de los artículos más citados acumula cerca del 44% de todas las citas.

 (…) Para esto los autores definen en su trabajo ‘tasas de cambio’ entre la influencia científica de artículos de ciencias diferentes, las cuales permiten responder a cuestiones como ¿a cuántas citas en Física equivalen 10 citas en Economía? (..)

 Publicar a cualquier precio

Félix M. Goñi

Uno de los fenómenos asociados a la «democratización» de la ciencia es la necesidad imperiosa de publicar para el científico que quiere mantenerse activo. Así, la publicación deja a veces de ser un medio de difundir los resultados para convertirse en un fin: no se investiga para conocer, se trabaja para publicar. Y, si no hay publicación, no hay carrera científica. SEBBM dedica su Dossier de este número a las peculiaridades e incluso patologías sociales derivadas de este tipo de conducta, que se agudiza año a año con el apoyo y el estímulo de las autoridades académicas y de las agencias de evaluación.

El amigo, colega y consocio Vicente Rubio me recordaba el otro día el chiste del científico que le dice a su jefe: «¡Enhorabuena, profesor, sus mil quinientas publicaciones le han hecho por fin acreedor al premio Nobel!». «¿El de Fisiología o el de Química?». «No, ¡el de Literatura!». Desgraciadamente, la caricatura se hace cada vez más cercana al retrato fotográfico de la sociedad científica.

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que la investigación estaba reservada a un grupo de aficionados, en el más noble sentido de la palabra, que dedicaban en general sus propios recursos a satisfacer su curiosidad. No hay motivos para suponer que siempre, ni siquiera la mayoría de las veces, estos científicos publicaran sus conclusiones, y es más que probable que, junto a una gran cantidad de escritos estrafalarios, se hayan perdido para siempre descubrimientos geniales (si bien luego redescubiertos, con casi total probabilidad).

La situación cambió notablemente después de la Segunda Guerra Mundial, con la generalización de los institutos y centros de investigación, muchas veces asociados a universidades, subvencionados por las Administraciones Públicas y por fundaciones de todo tipo. Es una ciencia democratizada, en la que cualquier persona con talento puede acceder a los fondos asignados a este fin, y llevar a cabo una investigación científica. Este es, no nos engañemos, el modelo de ciencia que ha reducido inverosímilmente la mortalidad infantil, que ha puesto al hombre en la Luna, y que nos ha permitido conocer nuestro propio genoma. Pero parece que todo sistema, biológico o social, genera sus propias patologías, y que estas aumentan con la edad del ente.

«La estabilización y promoción de cualquier joven científico español en 2013 no solo requiere la publicación en ciertas revistas mágicas sino que dicha publicación conduciría a la obtención de plaza estable o promoción profesional.»

En el propio Estados Unidos, donde se desarrolló prototípicamente el actual modo de hacer ciencia, nació también en los años cincuenta el lema publish or perish. Y en la actualidad no solo allá, sino en todo el mundo científico, la presión para publicar excede con mucho los límites de lo razonable, y la presión aumenta, literalmente, año tras año. Por eso, cuando la Revista SEBBM tuvo la gentileza de invitarme a preparar este Dossier, no pude por menos que recordar el que, con el título «El futuro de las publicaciones científicas», preparé para esta revista en diciembre de 2007. Y, sin embargo, no me costó reconocer que, en los seis años transcurridos, los problemas que allí apenas despuntaban hoy se enseñorean de nuestra profesión, y que hoy se considera como inevitable lo que en la pasada década era señalado como inaceptable. Así, la estabilización y promoción de cualquier joven científico español en 2013 no solo requiere la publicación en ciertas revistas mágicas sino que, mucho peor, dicha dificilísima publicación conduciría, según algunos necesariamente, a la obtención de la plaza estable, o a la promoción profesional. Junto a esto se produce el abandono de líneas de investigación de gran interés, pero de «escaso rendimiento», o sea, que no van a producir el número adecuado de artículos. O bien que van a generar artículos en revistas de «bajo impacto», o del «segundo cuartil», o de la majadería que la culta latiniparla del momento haga pasar como paradigma de una buena y «transparente» política científica.

El Dossier incluye cuatro artículos escritos por científicos de distintas edades y procedencias (…) Alonso Rodríguez-Navarro, profesor emérito de la Universidad Politécnica de Madrid, que pone el dedo en la llaga al señalar que es el descubrimiento, y no la publicación, el objetivo de la ciencia. Una patología extrema derivada de la presión por publicar es el fraude científico (…).

El Dossier incluye cuatro artículos escritos por científicos de distintas edades y procedencias. La presión para publicar es analizada por un joven investigador independiente, Oscar Millet, que trabaja en Biogune, un centro patrocinado por una fundación de derecho privado, y también, en otro artículo, por el veterano Alonso Rodríguez-Navarro, profesor emérito de la Universidad Politécnica de Madrid, que pone el dedo en la llaga al señalar que es el descubrimiento, y no la publicación, el objetivo de la ciencia. Una patología extrema derivada de la presión por publicar es el fraude científico, analizado en nuestras páginas por Pere Puigdomènech, profesor de investigación del CSIC. Otro aspecto, analizado incisivamente por Juan Aréchaga, editor de la prestigiosa (e «impactosa») revista International Journal of Developmental Biology, es el sistema de financiación de publicaciones llamado Open Access, y las consecuencias de que las finanzas de una revista se basen en el dinero que paguen los autores. Por fin, y dando un toque simpático a este Dossier algo melancólico, el periodista y sin embargo amigo Germán Yanke, una persona que vive de escribir, escribe una «columna» sobre algo que a él le debe parecer antinatural, y que sin embargo a nosotros nos parece lo más normal del mundo, que es la de escribir sin cobrar por ello. Nos parece tan normal que, de hecho, no le hemos pagado.

Félix M. Goñi

Unidad de Biofísica (CSIC, UPV/EHU), y Universidad del País Vasco, Leoia, Vizcaya

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2 comentarios

  1. Juanjo siento que de alguna forma la investigación es un acercamiento a las leyes naturales para facilitar su conciliación con las necesidades sociales,donde el método científico es solo una herramienta mas y la publicación es solo un medio mas y no su culminación.

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