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Desierto de Mojave. Fuente: Park Vision

 La noticia científica que os ofrecemos hoy me ha sorprendido. Francamente albergo serias dudas acerca de si los resultados obtenidos por los autores en el desierto de Mojave (USA) pueden ser extrapolables a otros ambientes áridos y semiáridos. Más concretamente la nota de prensa nos informa de que: «las tierras áridas pueden aumentar su absorción del dióxido de carbono lo suficiente en el futuro hasta representar de un 15 a un 28 % de la cantidad actualmente absorbida por las superficies terrestres” (…) “a medida que aumentan las emisiones de CO2 a la atmósfera, también se incrementa la absorción de este gas por parte de las tierras áridas. Se estima que esta absorción podría incrementarse hasta representar de un 4% a un 8% de las actuales emisiones” (…) “No obstante, advierte Nature, el experimento, en el que colaboraron expertos de varias universidades, no tuvo en cuenta otros posibles cambios derivados del cambio climático, como una variación de las precipitaciones o un aumento de la temperatura”. Como el diablo se encuentra en los detalles, digamos que la última advertencia es suficiente como para poner en solfa el resto de las conclusiones. Eso sí, suele pasarse por alto, como apunta el investigador, que  las zonas áridas y semiáridas constituyen 2/3 de la superficie terrestre emergida, por lo que, aunque almacenaran menos carbono por unidad de área que las subhúmedas y húmedas, tal descompensación, al menos en parte, podría ser compensada  apelando a su enorme superficie.

Cabrían añadir otros dos aspectos que se omiten en la redacción de este breve texto: (i) conforme aumenta la aridez, la razón biomasa aérea/subterránea decrece de tal modo que bajo el suelo puede acumularse mucha más materia viva que la que observamos sobre su superficie y (ii) los ambientes áridos y semiáridos acumulan ingentes cantidades de carbono en forma inorgánica (carbonatos), sin que la comunidad científica muestre interés, tanto por las cantidades almacenadas, como por la tasa temporal a la que esta se realizan. Ambas razones, por si solas, resultan suficientes como para prestar más atención al reservorio de carbono y su dinámica en ecosistemas áridos. Bien pudiera ser que, por omitir tales hechos, nuestra comprensión del secuestro de carbono se encuentre totalmente distorsionada.

Tras leer la nota de prensa en español-castellano observé que, no se explicitaba dónde y cómo, en el seno del sistema edáfico se producción tales ganancias de carbono, por lo que busqué la nota de prensa original que ofreció en suajili la Universidad Estatal de Washington (ver ambas al final del post). Como suponía el estudio del almacenamiento del carbono inorgánico había sido totalmente soslayado. Según Evans, el secuestro de carbono que detectaba se ubicaba en la rizosfera artificialmente enriquecida en anhídrido carbónico. Reitero que los resultados obtenidos mediante procedimientos de esta guisa deben ser debidamente testados en otros lares y cambiando unos protocolos bastante artificiales por otros que se ajusten más a la realidad de campo. Sin embargo, se cumulan evidencias, de un modo u otro, como para que los expertos comiencen a prestar la debida atención a los suelos de los ecosistemas áridos y semiáridos. En este punto concreto estoy plenamente de acuerdo con los investigadores que llevaron a cabo el estudio.

Juan José Ibáñez       

Las zonas áridas del planeta absorben dióxido de carbono de la atmósfera

Las zonas áridas del planeta, que constituyen sus ecosistemas más extensos, absorben significativas cantidades del dióxido de carbono emitido a la atmósfera a medida que este aumenta, lo que ayuda a combatir el cambio climático, indica un estudio que se ha publicado en Nature Climate Change.

FUENTE | La Razón digit@l 07/04/2014

 Un equipo de científicos de Estados Unidos, encabezado por el biólogo Dave Evans de la Universidad de Washington, expuso durante diez años nueve parcelas del desierto estadounidense de Mojave a los niveles de C02 actuales y a los previstos para 2050. Los investigadores, que inyectaron los gases a través de unos tubos de plástico, excavaron posteriormente un metro del terreno para ver la cantidad de carbono que se había absorbido. El análisis indicó, según se apunta en la revista, que «las tierras áridas pueden aumentar su absorción del dióxido de carbono lo suficiente en el futuro hasta representar de un 15 a un 28 % de la cantidad actualmente absorbida por las superficies terrestres«.

Evans señala que, a medida que aumentan las emisiones de CO2 a la atmósfera, también se incrementa la absorción de este gas por parte de las tierras áridas. Se estima que esta absorción podría incrementarse hasta representar de un 4% a un 8% de las actuales emisiones. Desde un punto de vista optimista, la investigación publicada sugiere, según sus autores, que, cuando llegue 2050, los ecosistemas áridos estarán contribuyendo significativamente a eliminar el CO2 nocivo de la atmósfera.

No obstante, advierte Nature, el experimento, en el que colaboraron expertos de varias universidades, no tuvo en cuenta otros posibles cambios derivados del cambio climático, como una variación de las precipitaciones o un aumento de la temperatura. «Me sorprendió ver la magnitud de la absorción de carbono que detectamos después de tan solo diez años, que es un periodo no muy largo de la vida de un ecosistema», afirmó el biólogo.

Los hallazgos de este estudio ayudarán a la comunidad científica a determinar con más precisión cuánto C02 permanece en la atmósfera contribuyendo al cambio climático y cuánto se almacena en la tierra o el océano en otras modalidades de contención del gas. El estudio «ha subrayado la importancia de estos ecosistemas áridos», declaró Evans. El experto apunta que estos territorios son un gran almacén de carbono y, «a medida que los niveles de CO2 suben, subirá su absorción de CO2 de la atmósfera«. «Ayudarán a eliminar parte de ese exceso de dióxido de carbono que se emite a la atmósfera; no pueden absorberlo todo, pero ayudará», señaló.

El estudio, realizado con fondos públicos, pretendía desentrañar una de las grandes incógnitas del calentamiento global: el grado en que los ecosistemas terrestres absorben o liberan dióxido de carbono a medida que este aumenta en la atmósfera. Se consideran zonas áridas las que reciben menos de 254 milímetros de lluvia al año. Junto con las semiáridas, que reciben unos 508 milímetros anuales, suponen casi la mitad de la superficie terrestre total de la Tierra.

Los científicos señalan que el terreno de las zonas boscosas, al contener más materia orgánica, acumulan más carbono por metro cuadrado, pero la importancia de las zonas áridas es por su extensión. Al ocupar buena parte del planeta, pueden tener un efecto significativo para contrarrestar el cambio climático. Por otro lado, los expertos muestran su preocupación por el efecto que puede tener en estos ecosistemas el crecimiento de la población y la presión para urbanizar y explotar nuevos terrenos. «El terreno es muy valioso -dijo Evans-. Puede producirse mucho crecimiento en estas áreas áridas y no sabemos lo que esto haría al equilibrio de carbono en estos sistemas«.

 Algunos Fragmentos de la Noticia original de la Universidad Estatal de Washington

While forest ecosystems tend to store carbon in plant matter, the Mojave researchers found most carbon was being taken up by increased activity in the rhizosphere, a microorganism-rich area around the roots.

The CO2 was fed through PVC pipes ringing the plots and had a specific chemical fingerprint that could be detected when the soil, plants and other biomass were analyzed.

R. Dave Evans, WSU professor of biological sciences, 509-335-7466, rdevans@wsu.edu

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