Agricultura-alimentos-suelos

Fuente: Colaje imágenes Google

¿Los alimentos modernos son bajos en nutrientes?. Este es el titular de la noticia que ha dado pie a la entradilla que os muestro hoy. Esta se basaba en experiencias desarrollada en la finca Experimental de Rothamsted, en UK, venerada por la mayor parte de los expertos en ciencia del suelo, por los motivos que ya se explican en la primera entradilla. En ella agrónomos, edafólogo y expertos en ciencias de los alimentos, llegaron a la conclusión de que la comida que actualmente ingerimos (disfrutamos/padecemos) hoy en día, tanto en el norte como en el sur global, tienen menos nutrientes que las que se consumían antes de la revolución verde de la década de los sesenta del siglo pasado. Como veréis en esta primera noticia, otros expertos criticaban que no se podían extraer conclusiones debido a las razones que estos críticos exponen en el mismo texto. Y en parte llevaban razón, por cuanto los datos conllevan ciertas incertidumbres que no deben pasarse por alto. Sin embargo, ya entrado en años, diría que pierden hasta el sabor que me deleitaba en mi niñez y juventud (ver por favor el último enlace del que no he traducido el texto). Seguí buscando, ya que los científicos somos a veces excesivamente meticulosos. Al indagar encontré rápidamente nuevas noticias y (….) no cabe duda, por cuanto se ha constado en otras ocasiones y hasta lo avala la FAO.  En tales ocasiones y bajo el imperio de la tecnociencia, cabía la posibilidad de que gran parte de las dudas obedecieran a la intervención indirecta de políticos y empresas, más que la de los propios indagadores. Y efectivamente los alimentos actuales son menos nutritivos, y lo comento exceptuando a los alimentos ultra procesados (ricos en venenos).

Abajo os muestro fragmentos de otras noticias en las cuales, al margen de variedades, transgénicos y pesticidas, el vocablo suelo aparece hasta 41 veces, ya fuera por la pobreza de nutrientes (a pesar de los pesticidas), los manejos agrarios industriales, la erosión del suelo, así como su calidad eran consideradas como culpables el menos en cierta medida, aunque nada despreciable. Lo que resulta más difícil de comprender es el desdén de ciertos expertos que, debían estar informados de otros muchos estudios que avalan tal hallazgo en otros muchos lares del Plane lo recientemente publicado por la finca Experimental de Rothamsted. Y tal omisión ya huele muy mal.

No debemos confundir la calidad con la cantidad.  Estoy completamente de acuerdo. Ahora bien, con alimentos más pobres en los nutrientes que necesitamos, deberíamos comer en mayor cantidad  con vistas a paliar tal deficiencia. Y en un mundo en el que la soberanía alimentaria se encuentra en peligro, se agrava el problema aun más.  

Reitero que tras la primera noticia, otras confirman la conclusión de los estudiosos de la finca Experimental de Rothamsted, la cual visité dos días en diciembre de 1988 ya que se llevan a cabo experiencias muy interesantes de larga duración (entre siglo y siglo y medio). Reitero que en 41 ocasiones surge la palabra suelo.

Al mismo tiempo ahora se promociona la agricultura vertical, es decir sobre cultivos hidropónicos y sin suelo. Cabría recordar que el suelo se encuentra repleto de organismos beneficiosos que, actúan simbióticamente con las raíces de los vegetales, a la hora de extraer los nutrientes, entre otras “funciones”, al igual que las comunidades microbianas que albergan nuestros aparatos digestivos, sin las cuales no podríamos más que fallecer.

No añadiré nada más, ya que este post es muy extenso y suficientemente ilustrativo, como para demostrar que la agricultura industrial y la que se nos promocionan para el futuro andan muy descarriadas.  Y una vez más (…) La palabra suelo aparece 41 veces.

Juan José Ibáñez

Continúa……..

Nutrientes de los alimentos modernos… ¿mucho más bajos que antes?

Los #alimentos menos nutritivos provienen de #suelos erosionados, bajos en materia orgánica y contaminados. La relación entre la #salud humana y el buen estado de los suelos es muy importante y el

Qué es lo está pasando? según una investigación del portal de noticias BBC, después de la Segunda Guerra Mundial, motivados por la escasez de alimentos, científicos trabajaron en el desarrollo de nuevas variantes de cultivos y razas de gando de alto rendimiento; promovieron el uso de pesticidas y herbicidas para la producción de alimentos. Los cultivos aumentaron drásticamente.

¿Podría ser, como algunos han afirmado, el resultado del aumento en el uso de pesticidas artificiales, fertilizantes y otros productos han alterado el equilibrio de la vida del suelo, la salud de las plantas de cultivo y, por lo tanto, la calidad de los alimentos?

La Campaña de Alimentos Reales de la Asociación de Alimentos BioNutrientes encontró variaciones masivas en la cantidad de minerales en 200 muestras diferentes de zanahorias. Un análisis realizado por el Instituto Kushi utilizó datos de nutrientes de 1975 a 1997 y encontró que los niveles promedio de calcio en 12 vegetales frescos cayeron un 27% en general

En este sentido la investigación apunta a qué es posible que la agricultura moderna está acabando con el suelo.

La científica de suelos, Gladis Zinati ,del Instituto Rodale en Pensilvania, realizó una prueba de sistemas de vegetales en 2016: por un lado cultivos manejados con prácticas intensivas y por otro prácticas de labranza orgánica regenerativa. Los resultados arrojaron que cuantos más hongos y microbios estén activos en el suelo, mejor equipado estará para llevar nutrientes a las plantas y nuestra dieta . En otras palabras, el suelo repleto de hongos y bacterias es más capaz de descomponer los nutrientes en una forma que los cultivos puedan engullir más fácilmente.

Empero, otras investigaciones como el portal Scientific American apuntan la falta de nutrientes de los alimentos modernos al agotamiento del suelo. Los métodos agrícolas intensivos modernos han despojado de cantidades cada vez mayores de nutrientes del suelo en el que crecen los alimentos que comemos….

¿Los alimentos modernos son bajos en nutrientes?

BÁRBARA PINHO

Los estudios sugieren que nuestras frutas y verduras están perdiendo nutrientes. Bárbara Pinho examina la evidencia y analiza las implicaciones de un «colapso de nutrientes»

Vistos desde arriba, los campos agrícolas alrededor de la finca de Rothamsted se parecen a cualquier otra granja en la campiña circundante de Hertfordshire, Inglaterra. Pero a pesar del paisaje aparentemente ordinario, estos campos cuentan la historia de un gran experimento científico, el experimento científico más antiguo del mundo.

En 1843, John Bennet Lawes, el propietario de la finca en ese momento, comenzó una serie de pruebas de campo a largo plazo en la tierra, que se conocieron como los experimentos a largo plazo de Broadbalk. Su objetivo era probar los efectos de diferentes fertilizantes minerales y abonos orgánicos en el rendimiento y la calidad de los principales cultivos británicos, como el trigo y la cebada. Lawes y sus colegas mantuvieron muestras de cultivos y suelos, y las sucesivas generaciones de científicos de Rothamsted han continuado agregando a la colección.

«La escala de tiempo que tenemos en Rothamsted es única, porque tenemos un archivo de muestras que se remonta a 180 años. 180 años de muestras de suelo, de cultivos, de estiércol y fertilizantes«, dice Steve McGrath, científico principal de Rothamsted Research.

El Rothamsted Sample Archive contiene ahora más de 300.000 muestras. Estas muestras son una ventana a cómo los agricultores cultivaban alimentos en el pasado. Hoy en día, los científicos los utilizan de diversas maneras, incluida la comparación del contenido de nutrientes de las frutas y verduras actuales con las del pasado. Y lo que están viendo es un poco un rompecabezas.

¿Es realmente un colapso de nutrientes?

Cuando pensamos en la comida que comíamos cuando éramos más jóvenes, podríamos sentirnos inclinados a decir que era más sabrosa y saludable que la que comemos hoy. Y aunque podemos estar diciendo esto por una tendencia nostálgica, los investigadores han estado buscando una respuesta más científica. En varios artículos, los investigadores han utilizado tablas de alimentos (compendios de información histórica país por país sobre la composición mineral de los alimentos) para informar de una aparente disminución de micronutrientes como el hierro, las vitaminas y el zinc en frutas y verduras a lo largo del tiempo.

Un estudio sobre este tema se remonta a 1997, cuando Anne-Marie Mayer, consultora de nutrición en el Reino Unido, analizó la composición de las mesas de alimentos del gobierno del Reino Unido. Comparó el contenido mineral de 20 frutas y 20 verduras reportadas en la década de 1930 con las de la década de 1980 y encontró que el lote de la década de 1980 tenía niveles más bajos de magnesio, cobre y otros micronutrientes. En 2004, un equipo en los Estados Unidos llevó a cabo un análisis similar, comparando los nutrientes en 43 vegetales crudos comúnmente cultivados en huertos familiares en 1950 y 1999. Encontraron una aparente disminución en seis nutrientes (proteína, calcio, fósforo, hierro, riboflavina y vitamina C) en el último lote.

Sin embargo, aunque ambos trabajos muestran una clara disminución a lo largo del tiempo, los autores de este último afirman explícitamente en la conclusión que su artículo no puede confirmar con certeza si existe una disminución real de los nutrientes en los alimentos básicos. Esto se debe a que los datos que utilizaron, tomados de las tablas de alimentos, tienen dificultades para proporcionar una respuesta clara.

Las tendencias estaban claramente ahí, así que lo publiqué porque pensé que era de interés público

«Hay que cuestionar ese tipo de datos, porque no están muy controlados», dice McGrath. «Son verduras que vienen de cualquier parte. Y probablemente cualquier país, cualquier clima, cualquier tipo de suelo, cualquier sistema de cultivo que se te ocurra».

Otros han analizado la cuestión de si los datos de las tablas de alimentos deben compararse de esta manera. En 2017, Robin Marles, entonces asesor científico principal de Health Canada, publicó una revisión sobre la aparente disminución histórica de los nutrientes. En él, menciona que los alimentos de las tablas pueden diferir entre sí debido a varias variables: variedades de cultivos, grados de madurez, tamaños de muestra y otros. Por lo tanto, concluye que estas comparaciones históricas no son sólidas porque los datos de los cuadros representan breves instantáneas, no el panorama completo.

«Desde el punto de vista de un científico experimental, no es una prueba muy buena, porque pueden pasar muchas cosas», añade McGrath.

Por estas razones, la documentación sobre las tablas de alimentos del Reino Unido establece claramente que las tablas no deben utilizarse para realizar comparaciones históricas. Mayer es consciente de esto y entiende que los datos están lejos de ser ideales, pero aún así le resulta útil mirarlos. «Había algo turbio en el sistema. [Los editores de datos de tablas de alimentos] estaban eligiendo datos de un estudio para un nutriente y otro estudio para otro nutriente y juntándolos de esa manera. Pero las tendencias estaban claramente ahí. Así que lo publiqué porque pensé que era de interés público«, dice.

Me resulta difícil comparar trabajos en los que los métodos, las muestras y el contexto son muy diferentes

En 2022, Mayer publicó otro estudio en el que comparaba los alimentos en el Reino Unido con los datos de las mesas, esta vez con tres datos: 1940, 1991 y 2019. Sus hallazgos sugieren una asombrosa disminución de los nutrientes desde 1940, con las mayores reducciones generales de sodio, hierro, cobre y magnesio. «El gobierno sigue diciendo que no se deben comparar estos datos porque muchas cosas han cambiado en el sistema alimentario. Para mí, esa fue la razón para mirarlo«, explica. «Ante todo, soy nutricionista. Quería saber: «¿Ha cambiado su valor el consumo de alimentos?»

Pero la nutricionista Helena Trigueiro, que no participa en estos estudios, es más escéptica. «Como nutricionista, obviamente, es interesante ver los diferentes estudios y las diferentes técnicas que utilizan. Pero me resulta difícil comparar algunos artículos en los que los métodos son bastante diferentes, las muestras son bastante diferentes y el contexto es bastante diferente».

No es solo que las muestras de alimentos varíen dentro de estas tablas, sino que también han cambiado los métodos utilizados en el laboratorio para analizar las muestras de alimentos. Si las mediciones recientes muestran una disminución en ciertos nutrientes en comparación con las mediciones anteriores, eso no es necesariamente un indicador de cambios en el alimento en sí. «No tuvimos absorción atómica en nuestros laboratorios hasta alrededor de 1970. Y luego obtuvimos el ICP (plasma acoplado inductivamente), por ejemplo, en 1990. Por lo tanto, en los últimos 30 años, estamos obteniendo límites de detección realmente buenos. Antes de eso, era casi el Salvaje Oeste», añade McGrath.

Como resultado, las conclusiones de estos estudios tienden a ser controvertidas, y no todos los investigadores están de acuerdo en que estemos viendo un colapso nutricional basado en este tipo de investigación. Pero el hecho de que comparar datos históricos no sea la estrategia ideal para evaluar los cambios en los niveles de nutrientes, no significa que no haya otras estrategias. Lo que nos lleva de vuelta a Hertfordshire.

180 años de evidencia sobre el trigo

Los ensayos a largo plazo de Rothamsted no cubren frutas y verduras como las mesas de alimentos. Cubren alimentos básicos británicos como el trigo, que constituye una gran parte de lo que los británicos comen todos los días. La harina de trigo por sí sola se encuentra en aproximadamente un tercio de todos los productos alimenticios en los estantes de los supermercados y proporciona el 20% de la energía y las proteínas consumidas por la población del Reino Unido. «Son los cultivos básicos los que deberíamos tener en cuenta porque proporcionan la mayor parte de la ingesta dietética«, añade McGrath.

Las frutas y verduras son menos nutritivas que antes. ¿Por qué?

Cada vez hay más pruebas de que muchos de los alimentos actuales no tienen tantas vitaminas y nutrientes como hace 70 años, lo que puede poner en peligro la salud de las personas. (….) La mayoría de la gente sabe que lo que comemos es importante, pero si la forma en que se cultivan los alimentos también lo es, se abre una nueva y convincente razón para que el ciudadano medio se preocupe por las prácticas agrícolas», dice Montgomery. «No podemos permitirnos el lujo de perder tierras cultivables a medida que crece la población. Tenemos que evitar que se produzcan más daños y trabajar para restaurar la fertilidad de las tierras ya degradadas

(….) Otros estudios realizados desde entonces han corroborado que los niveles de nutrientes se están disipando. Una investigación publicada en el número de enero de 2022 de la revista Foods descubrió que, aunque la mayoría de las verduras cultivadas en Australia tenían un contenido de hierro relativamente similar entre 1980 y 2010, se produjeron descensos notables en ciertas verduras. Los descensos en el contenido de hierro, que van del 30 al 50 por ciento, se produjeron en el maíz dulce, las patatas de piel roja, la coliflor, las judías verdes, los guisantes y los garbanzos. En cambio, los aguacates Hass, las setas y la remolacha aumentaron su contenido en hierro.

Los expertos afirman que los cereales también han experimentado un descenso. Un estudio publicado en la edición de 2020 de la revista Scientific Reports descubrió que el contenido de proteínas en el trigo se redujo en un 23% entre 1955 y 2016, y que también se produjeron notables reducciones de manganeso, hierro, zinc y magnesio.

Este alarmante descenso también tiene efectos en cadena para los consumidores de carne. Las vacas, los cerdos, las cabras y los corderos se alimentan ahora de pastos y granos menos nutritivos, dice Montgomery, lo que a su vez hace que la carne y otros productos derivados de animales sean menos nutritivos que antes.

Una problemática tormenta perfecta

Hay múltiples factores que contribuyen al problema. El primero son las prácticas agrícolas modernas, diseñadas para aumentar el rendimiento de los cultivos.

«Al aprender a cultivar plantas más grandes y más rápidas, las plantas no son capaces de seguir el ritmo de absorción de los nutrientes del suelo ni de sintetizarlos internamente», explica Donald R. Davis, de la Universidad de Texas en Austin. Este químico e investigador de la nutrición, ya jubilado, fue el autor principal del revelador estudio de 2004, así como uno de los autores de posteriores trabajos sobre este tema.

Un mayor rendimiento significa que los nutrientes del suelo deben distribuirse entre un mayor volumen de cultivos, por lo que, en efecto, los nutrientes que producen estas frutas y verduras se están diluyendo. «Desgraciadamente, a los agricultores se les paga por el peso de sus cosechas, lo que les incentiva a hacer cosas que no son buenas para el contenido de nutrientes», añade Davis.

Otro culpable es el daño al suelo que provocan los cultivos de alto rendimiento. El trigo, el maíz, el arroz, la soja, las patatas, los plátanos, el ñame y el lino se benefician de la asociación con hongos clave que mejoran la capacidad de las plantas para acceder a los nutrientes y al agua del suelo. Los «hongos actúan como extensiones de las raíces de la planta», dice Montgomery. Pero la agricultura de alto rendimiento agota el suelo, lo que hasta cierto punto compromete la capacidad de las plantas para formar asociaciones con los hongos micorrícicos, explica Montgomery.

Todas las plantas tienen vías fotosintéticas por las que traen el dióxido de carbono de la atmósfera, lo descomponen y utilizan el carbono para crecer, explica Ebi. Pero cuando los cultivos, como el trigo, el arroz, la cebada y las patatas, están expuestos a niveles más altos de dióxido de carbono, generan más compuestos basados en el carbono, lo que da lugar a un mayor contenido de carbohidratos. Además, cuando las concentraciones de dióxido de carbono son más altas, estos cultivos extraen menos agua, «lo que significa que aportan menos micronutrientes del suelo«, dice Ebi.

Los experimentos descritos en una edición de 2018 de Science Advances confirmaron que las concentraciones de proteínas, hierro, zinc y varias vitaminas del grupo B disminuyeron en 18 tipos de arroz tras la exposición a niveles más altos de dióxido de carbono.mont

Una amenaza inminente para la salud pública

Para ser claros: las frutas, las verduras y los cereales integrales siguen estando entre los alimentos más sanos del planeta, pero es posible que los consumidores no estén obteniendo los nutrientes que esperan de los alimentos de origen vegetal. Y si este descenso de nutrientes continúa, algunas personas pueden correr un riesgo elevado de desarrollar deficiencias de ciertos nutrientes o ser menos capaces de protegerse de las enfermedades crónicas mediante una buena nutrición, dicen los expertos.

El suelo: la clave para aumentar los nutrientes

Por desgracia, no es probable que los niveles de nutrientes de los productos mejoren dada la trayectoria actual de los cambios globales.

Utilizando modelos con las concentraciones de dióxido de carbono atmosférico previstas para el año 2050, los investigadores estiman que es probable que el contenido de proteínas de las patatas, el arroz, el trigo y la cebada disminuya otro 6 a 14 por ciento, según un estudio publicado en una edición de 2017 de Environmental Health Perspectives. Como resultado, 18 países, incluido la India, podrían perder más del 5 por ciento de sus proteínas alimentarias.

Hay un debate en curso sobre si los productos orgánicos son más nutritivos que los cultivados convencionalmente, pero es un punto discutible, según algunos científicos, debido a la considerable superposición de las prácticas agrícolas y la exposición ambiental al dióxido de carbono.

Montgomery dice que los efectos de las prácticas agrícolas en la salud del suelo son una mejor lente para ver el contenido de nutrientes de los cultivos. La mayoría de los estudios que comparan los productos de las granjas convencionales con los de la agricultura ecológica no controlan la salud del suelo, que es el factor más importante, según Montgomery.

Una estrategia para mejorar el suelo es la agricultura regenerativa, un amplio conjunto de prácticas que pueden restaurar la fertilidad del suelo. Un estudio publicado en el número de enero de 2022 de PeerJ: Life & Environment muestra que las prácticas de agricultura regenerativa producen cultivos con mayores niveles de materia orgánica en el suelo, puntuaciones de salud del suelo y mayores niveles de ciertas vitaminas, minerales y fitoquímicos.

El primer paso es dejar el suelo en paz en la medida de lo posible y reducir el laboreo, una práctica que provoca el agotamiento de los minerales. La plantación de cultivos de cobertura (que se cultivan para cubrir el suelo con el fin de protegerlo), como el trébol, la hierba de centeno o la veza, puede ayudar a prevenir la erosión y suprimir el crecimiento de las malas hierbas. Y la rotación de las plantas cultivadas en cada campo puede mejorar el contenido de nutrientes de los cultivos posteriores.

Pero, en general, lo más saludable que puede hacer el comprador medio es seguir consumiendo una variedad de productos. «No estamos hablando de una disminución del 50 por ciento en la densidad de nutrientes, así que si se consume una variedad de frutas y verduras de diferentes colores, se seguirán satisfaciendo las necesidades nutricionales«, dice Kristi Crowe-White, profesora asociada de nutrición en la Universidad de Alabama y miembro experto del Instituto de Tecnólogos de los Alimentos

La nutrición y los sistemas alimentarios (Libro FAO)

Los suelos, origen de los alimentos (FAO)

La pérdida de nutrientes del suelo amenaza la producción de alimentos

 

Fuente: © Rothamsted Research

Rothamsted ha pasado 180 años cultivando trigo, lo que ha dado como resultado 300.000 muestras históricas

En un estudio de 2008 del que McGrath es coautor, los científicos analizaron los cambios en el rendimiento y la calidad nutricional de los granos de trigo a lo largo de 160 años. Encontraron que entre 1845 y 1967, las concentraciones de minerales de grano se mantuvieron estables en la mayoría de las parcelas. Pero después de 1968, los niveles de zinc, cobre y magnesio comenzaron a disminuir.

En el mismo estudio, los científicos también compararon muestras de suelo de 1865 a 2000. Sus resultados muestran que los micronutrientes se mantuvieron estables o aumentaron en el transcurso del estudio. El aumento de algunos minerales puede atribuirse al uso de fertilizantes inorgánicos. «Esto demuestra que no es que los suelos estén disminuyendo, por ejemplo, en zinc, cobre u otros nutrientes», dice McGrath.

Esto no significa que los suelos de todo el mundo estén en perfectas condiciones. Las prácticas agrícolas como la labranza alteran la estructura del suelo, mientras que el monocultivo (cultivar el mismo tipo de cultivo en el mismo campo año tras año) reduce la cantidad de bacterias, hongos, nutrientes y otros microbios en el suelo. De hecho, más del 60% de los suelos de la Unión Europea se encuentran en un estado insalubre. Sin embargo, simplemente no hay suficiente evidencia para decir con certeza que este daño está causando el agotamiento de nutrientes en los cultivos que cultivamos en estos suelos hoy en día.

«Hay mucho debate en torno a la salud del suelo, pero cuando se trata de la traducción entre la salud del suelo y el valor nutricional, todavía no veo mucha evidencia sólida», añade Trigueiro.

¿Cuál es la causa de la caída?

La disminución nutricional del trigo observada por McGrath y sus colegas entre 1968 y 2005 coincide con la introducción de nuevas variedades de trigo de alto rendimiento durante un período conocido como la Revolución Verde.

A finales de la década de 1960, los agrónomos introdujeron nuevos cultivos para satisfacer las necesidades de una población creciente. Estos produjeron mayores rendimientos y más grano para alimentar a más personas. Uno de los agrónomos de la época, Norman Borlaug, que dirigió el esfuerzo para mejorar estas variedades de trigo de alto rendimiento, fue galardonado más tarde con el Premio Nobel de la Paz por su trabajo para aliviar el hambre en el mundo.

Fuente: © Rothamsted Research

Las variedades modernas de trigo (hacia la derecha) producen más grano y menos tallo que las variedades más antiguas (hacia la izquierda)

Pero a pesar de todos sus beneficios, la Revolución Verde parece haber tenido una consecuencia no deseada. Al comparar las variedades de trigo de la Revolución Verde con las variedades más antiguas, McGrath y sus colegas encontraron que las variedades modernas contenían menos minerales cuando se cultivaban en las mismas condiciones y junto con las variedades más antiguas. Esto sugiere que la disminución de micronutrientes no se debe a factores ambientales, sino a algo que sucede dentro de la planta.

«No es un efecto suelo, no es un efecto estacional […] Es el hecho de que la genética cambió, y la asignación de nutrientes ha cambiado», concluye McGrath. Explica que la planta está poniendo más de sus carbohidratos, su producción, en el grano y menos en la paja. El aumento de carbohidratos diluye otros componentes del grano, incluidos los minerales. Por lo tanto, aunque vemos mayores rendimientos, los cereales en sí son más pobres en micronutrientes: las concentraciones medias de zinc, cobre, hierro y magnesio en el grano de las variedades más nuevas fueron entre un 19 y un 28% más bajas que las de las más antiguas.

Estos resultados proporcionan algunas respuestas a la pregunta de si el contenido de nutrientes de nuestros alimentos está cambiando, aunque solo se fijan en un cultivo (trigo) en un país (Inglaterra).

Otros estudios pintan un panorama más global. En 2020, un equipo analizó muestras de trigo de Rothamsted, así como muestras de herbarios en 16 países diferentes. Descubrieron que, al igual que en las muestras británicas, el trigo en todo el mundo ha sufrido cambios nutricionales en las últimas décadas. Los hidratos de carbono han aumentado, mientras que el contenido de proteínas y minerales ha disminuido. De manera similar a lo que McGrath vio en 2008, estas tendencias están relacionadas con la introducción de variedades de mayor rendimiento. Pero los científicos también apuntaron a un factor ambiental: un aumento en el dióxido de carbono atmosférico.

Más carbono, menos nutrientes

No se puede negar que la cantidad de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera ha aumentado constantemente durante décadas. Y aunque cientos de especies se verán afectadas negativamente, algunas plantas pueden prosperar. «Las plantas evolucionaron cuando el dióxido de carbono era mucho más alto que en la actualidad, por lo que para aproximadamente el 90-95% de ellas, la concentración actual de dióxido de carbono es inferior a la óptima. Más dióxido de carbono estimula la fotosíntesis y el crecimiento», dice Lewis Ziska, profesor de ciencias de la salud ambiental en la Universidad de Columbia en Nueva York, Estados Unidos.

Pero más grande no siempre es mejor. Y aunque cultivar más plantas puede significar más alimento, la cantidad de nutrientes en ese alimento puede estar lejos de ser ideal para la nutrición humana. A principios de la década de 2000, el matemático Irakli Loladze publicó una teoría de este tipo, argumentando que el aumento de los niveles de dióxido de carbono atmosférico debería exacerbar «el ya agudo problema de la malnutrición por micronutrientes». Pero pasaron años antes de que tuviera suficientes datos experimentales para demostrar que el aumento de los niveles de dióxido de carbono parece agotar los minerales en las plantas.

Y ¿¿??

Las verduras cultivadas verticalmente saben tan bien como las orgánicas 

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