No dejan de sorprenderme noticias como las que hoy os presentamos. Manifiestan ser un síndrome palmario de la desorientación de la ciencia contemporánea, como seguidamente veremos. Muchos de vosotros ya sabéis que durante los últimos decenios se encuentra en auge (para bien y para mal) la denominada agricultura sin suelo (sustratos), a menudo generando impactos ambientales no deseables (ver por ejemplo nuestro post “Aprovechamiento de la Turba y Degradación Ambiental). La concepción del suelo como sustrato precede de hecho al nacimiento de la edafología moderna, como también vimos en nuestro post “Modelos conceptuales o representaciones del sistema edáfico; 2. El suelo como substrato del desarrollo vegetal”. El uso de estas tecnologías se encuentra a menudo justificado, aunque en otras ocasiones no. Ahora bien, que los conocimientos adquiridos durante casi siglo y medio por las ciencias del suelo pasen al baúl de los recuerdos para ser redescubiertos después como una gran aportación de la tecnología moderna se me antoja una actitud de mentecatos. Y todo ello porque parimos no hace no mucho tiempo otro de esos vocablos que se pone de moda (léase aquí microrganismos eficientes o efectivos (EM) y rehabilitación de suelos),  con vistas a vender luego  vino viejo en nuevas botellas. En la naturaleza, la vegetación crece sobre los suelos, que no sobre algo parecido a los sustratos, con independencia de su naturaleza. La interacción entre el suelo y la planta formará tanto la imprescindible rizosfera, como un asombroso entramado de la vida bajo nuestros pies, caracterizado por un fascinante y denso cableando del medio edáfico, inducido por el crecimiento de las micorrizas. Se trata de los archiconocidos hongos micorrizógenos. Las simbiosis de las plantas con las micorrizas parece seguir las reglas de la Teoría de Juegos. Sin embargo, lo que intentamos señalar aquí deviene de que estos hongos se asocian a las raíces, ayudándolas a explorar una superficie de la matriz del suelo muy superior a la que podría llevar a cabo el sistema radical de las plantas por si solas. Este proceso resulta ser más que conocido desde hace muchos decenios, como os mostramos en nuestro post “Micorrizas arbusculares y biofertilización: nuevas técnicas de detección ultra-rápida”. Pues bien, al parecer muchos aun no se han enterado, como demuestra palmariamente la noticia que mostramos hoy. La agricultura con sustratos se asemeja a hacer crecer a un ser humano en un entorno estéril con vistas a que no padezca enfermedades para después reconocer que la ausencia de contacto con la naturaleza genera más conflictos que soluciones a los problemas que pretendía solventar. Sin micorrizas las raíces exploran una escasa  superficie edáfica y, como corolario, la fertilización resulta menos eficiente, y en especial en el caso de ciertos nutrientes, como el imprescindible fósforo. Se trata de uno de los principios básicos que conocemos todos los expertos del sistema suelo-planta. La nota de prensa nos induce a creer que la incorporación de micorrizas a los sustratos resulta ser una tecnología novedosa, cuando tal aserto es rotundamente falso. Bien harían los defensores de la agricultura con sustratos en conocer los principios básicos de la ecología y biología del suelo antes de espetar sandeces. De poder confeccionar en laboratorio las comunidades microbianas que generan una más que biodiversa rizosfera, generando de paso el cableando micorrízico, los sustratos serían mucho más productivos y ecológicamente eficientes. Eso sí, aun estamos lejos de alcanzar tales proezas. Por enésima vez debemos reiterar que las plantas, como los animales son individuos y ecosistemas o «individuos-ecosistemasal mismo tiempo, por lo que si les faltan sus inseparables compañeras el ecosistema se desploma generando, tarde o temprano, descensos en la producción. Seguimos soslayando también que el sistema inmune de las plantas se encuentra en los suelos. O bien, existen personas que se dedican a la ciencia sin los más mínimos conocimientos de lo esencial en su especialidad, o se les olvida ¿in?tencionadamente, para vendernos gato por liebre.

Pero hasta tal punto llega tal estulticia, que me obliga a contaros una historia estúpidamente  asombrosa (antes de reproducir la nota de prensa) en el claustro de un centro de investigación (….)

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Sustratos en Macetas para Agricultura. Fuente: Universidad de Arkansas

Marchaba por el pasillo de mi antiguo instituto cuando observé  que unos amigos que salían de un aula con caras de enojo, tras escuchar unas charlas en las que un equipo de investigación mostraba los últimos resultados de sus indagaciones. Picado por la curiosidad les interpelé por la razón de su enfado. Y esto fue “más o menos” lo que me mentaron. Ciertos colegas del centro estimaban el más que dudoso efecto biofertilizante del incremento de CO2 en el aire a consecuencia del calentamiento climático usando ciertas especies de plantas en cultivos sin suelo. Como por aquél entonces aun estábamos en plantilla varios edafólogos, algunos de ellos debieron criticarles, haciéndoles ver  que lo lógico hubiera sido utilizar suelos en lugar de sustratos. La respuesta de unos de los capos de los “expertos” en cambio climático fue “también más o menos”: dado el escaso dinero que nos han otorgado para realizar el proyecto lo mejor era poner la mano y salir corriendo. Dicho de otro modo, se intentaba emular en cámaras aisladas y sobre sustratos lo que bien podían hacerse al aire libre y sobre suelos naturales, ya que se contaba con dos estaciones experimentales de campo. Obviamente resulta más cómodo ensayar en el edificio que viajas unos 20 o 40 km. Luego nos lamentamos de las predicciones de muchosde los modelos de cambio climático. En fin, así funciona la ciencia. Cada uno que extraiga sus propias consecuencias. Os dejo con la fastuosa noticia de marras, puritito marketing comercial encubierto.

Juan José Ibáñez

Usan hongos para mejorar la calidad de las variedades canarias de tomate

Según informa la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno regional en una nota, los investigadores del ICIA analizan el uso de estos microorganismos benéficos para la producción ecológica y cultivo sin suelo de la variedad canaria de tomate «Manzana negra«.

FUENTE | Agencia EFE verde: 24/08/2012.

 Este trabajo busca optimizar las técnicas de cultivo para obtener un producto ‘gourmet’ con mínimo impacto ambiental y en el estudio colaboran el Cabildo de Tenerife y la empresa Cultesa, de forma que el objetivo es aplicar estos organismos beneficiosos para reducir el aporte de fertilizantes.

DESDE LOS AÑOS 40

La presencia de este tipo de tomates en el Archipiélago data de los años 40 del siglo XX y su origen es británico, al igual que todas las variedades para exportación de la época. Inicialmente se introdujeron en Canarias cuatro o cinco variedades, pero en años sucesivos, los cruces entre ellas y con otras nuevas- algunas incluso de procedencia americana- generaron nuevas poblaciones diferenciadas geográfica, ecológica y morfológicamente, dando lugar a variedades que se consideran ‘tradicionales’ o ‘locales’.

Se trata de plantas con ciclo más corto que los híbridos actuales y que muy probablemente permitirían dos plantaciones por zafra, generando una alternativa rentable para las zonas en las que, por motivos geográficos o sociales, no es viable el cultivo con entutorado alto y descuelgue de tallos.

Asimismo, estos trabajos han demostrado que el uso en semillero de estos hongos, que establecen una asociación simbiótica con las raíces de la planta, aumenta considerablemente la eficiencia de uso del fósforo- el macronutriente de mayor coste por unidad fertilizante- y también, aunque en menor grado, el de otros nutrientes y comporta en muchos casos una mayor tolerancia a infecciones por patógenos.

MEJORAR LA SOSTENIBILIDAD

Esta investigación, financiada por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), pretende mejorar la sostenibilidad de este cultivo mediante la aplicación de estos organismos y, en definitiva, optimizar técnicas de cultivo de tipos de tomate tradicionales con mayor calidad organoléptica y nutricional. Estarían destinados a sectores específicos de mercado y podrían ser diferenciados mediante marcas de calidad como etiquetas de producción ecológica o integrada, o baja huella de carbono, entre otros distintivos.

Además, en este estudio se abordará también la aplicación de hongos micorrícicos en cultivo sin suelo -en el que éste es sustituido por soluciones que contienen nutrientes minerales, con o sin un medio inerte como sustrato– aspecto de gran novedad y del que existen muy pocos precedentes a nivel mundial.

Se analizará también la influencia de las condiciones de cultivo -como el suelo o sustrato, el manejo del riego y la fertilización, o el clima- y la época de la recolección durante la zafra sobre la calidad final del producto y los efectos en el sabor, valor nutricional, contenido en compuestos antioxidantes y bioactivos.

También se evaluará ‘el comportamiento post-cosecha’ para establecer pautas que permitan obtener una óptima calidad organoléptica y nutricional de los frutos.

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