A la hora de razonar, todos distinguimos entre individuos y sociedades o comunidades. Cuando relacionamos estas últimas con su medio ambiente hablamos de ecosistemas. Empero tal lenguaje, extremadamente útil, también es hasta cierto punto engañoso. Como hemos visto en las dos últimas contribuciones (como también en otras anteriores), el entramado de la vida es mucho más complejo. Lo mismo ocurre con el concepto de identidad individual. Es común, que tanto epistemólogos, filósofos y científicos se exasperen al profundizar en un determinado concepto. Cuanto más se intenta separar y discernir más confuso se torna el objeto de estudio.  Hemos visto como la mayoría (o al menos una ingente cantidad) de los individuos que habitan en el seno del suelo viven en mutua dependencia con otros de especies diferentes. Cuando hablamos, por ejemplo, de encina, nos referimos a ella como individuo. Empero en realidad no es tal. Sin ciertos organismos de otras especies no podrián sobrevivir. Lo mismo que las lombrices y el propio ser humano, por citar otros dos ejemplos entre millones. La vida es tan maravillosamente compleja que va mucho más allá de nuestras representaciones mentales y categorizaciones.  El reduccionismo impone unas barreras castrantes al pensamiento, inhibiendo en numerosos casos el progreso de la ciencia.

Numerosos seres vivos no podrían existir sin una plétora más o menos numerosa de simbiontes e incluso comensales. De no asociarse con estos últimos se habrán extinguido. De hecho, si han podido sobrevivir ha sido porque han vivido en coevolución. A veces, ésta es tan estrecha que terminan siendo un individuo en si mismo. Así nació la célula eucariota a partir de varias procariotas. Recordemos que sin este salto evolutivo no existirían los organismos multicelulares. Como bien apuntala Lynn Margulis (entre otros(as) investigadores(as)), la coevolución es un mecanismo evolutivo tan potente, y mucho menos agresivo, que los que nos dicta el neodarwinismo recalcitrante. De haber imperado, viviríamos en una sociedad mucho menos feroz y más solidaria. Hemos adoptado los roles de la cara más obscura y obscena de la evolución. Esto lo pensamos muchos. Pero el establishment no está aquí precisamente para permitir que la verdad científica (siempre efímera por definición) impere.

 

Muchos vegetales no pueden vivir sin su cohorte de simbiontes y comensales, lo mismo que ocurre en el mundo animal, partiendo de los invertebrados, que requieren sus bacterias intestinales con vistas a digerir y asimilar los nutrientes.  Hace algún tiempo, en el boletín de noticias de I + D + i, se podía leer una noticia francamente interesante: “Trazan el primer mapa del genoma de los microbios que viven en el cuerpo humano”. Si leéis el artículo detenidamente, veréis que tras obtener un bosquejo del mapa del genoma humano, urge obtener este otro, es decir el de la comunidad biológica Homo sapiens y luego analizar sus relaciones ecosistémicas. 

 

Al analizar e intentar preservar la vida, nos olvidamos de esta maravillosa complejidad. Muchas de las especies que pretendemos preservar requieren de una conservación de su biocenosis individual o del conjunto del individuo-ecosistema, con independencia que esas otras especies (la mayoría también verdaderas biocenosis) habiten en su interior corporal o adheridas más o menos a él. Fracaso histórico de la ecología, que tan solo recientemente comienza a vislumbrar tal cuadro en su verdadera magnitud. Reiteremos que muchos simbionetes y organismos asociados a estos  individuo-ecosistema habitan en el suelo (con independencia que la especie madre no lo haga), por lo que si no los preservamos, no podremos lograr que sobrevivan las especies que intentamos rescatar de la extinción. Urge pues entender la verdadera relevancia del suelo en toda su magnificencia. Aun debemos aprender casi todo sobre él. De nuevo nos encontramos con una estructura fractal invariante pues a los cambios de escala: Vida que anida vida, que atesora vida y que da vida a la vida.    

 

Nuestra sociedad, por ejemplo, madrileña, también en muchos aspectos es un individuo-ecosistema que habita en el seno de otros que son parte de otros. Si existe una sociedad global y hablamos de ella, nadie debería objetar nada al concepto de Gaia o Gea, por muy meticulosos que sean sus detractores. Así pues el individuo es una entelequia, como lo es el ecosistema. La realidad (sea lo que sea) se nos escapa.

 

El individuo deviene en ecosistema y el ecosistema adquiere la apariencia de individuo. Ambos son abstracciones y por lo tanto tan reales o irreales como deseemos que sean

 

Juan José Ibáñez

 

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24 comentarios

  1. hola bueno no me gusto mucho porque no me dice ¿que sucede con los individuos en sus ecosistemas?

    y me dio una rabia porque a mi no me gusta leer mucho entonce lo lei asta la mitad y no me decia nada entonces me enoje bueno esta buena la pagina igual sigan asi un beso!

    …………………….flor…………

    una firmada tipo fotolog jajaja!

  2. ME GUSTARIA QUE SE REFIRIERA MAS A LO QUE ES UN INDIVIDUO DENTRO DE UN ECOSISTEMA COMO TAL.

  3. Paula,

    hay más de 20 post en los que se habla de la importancia del recurso suelo. Pero hay que buscar. Mira a tu derecha donde pone "CATEGORÍAS y luego pincha con el ratón en la que pone " EL CONCEPTO DE SUELO Y SUS REPRESENTACIONES" y saldrán los títulos. Pincha en ellos y se abrirás los post o articulitos".

    Juanjo Ibáñez

  4. m…. ami no me gusto mucho porq dice casi todo de los individuos lo unico q falta es q diga lo q sucede en un ecosistema algun buen ejemplo de q es un individuo etc dejo mi correo por si alguien quere hablar conmigo en mi msn…. paula_por100pre1107@hotmail.com

  5. bue me paso asi con poko time

    espero q ten de 10 pibes/as

    ii.. lindaa informacion

    justo la necesito para

    mi trabajO eN el cOle

    peroo…

    aseme la tareA puEs!!

    me toY llen2

    bie bie*

  6. Belleza!
    Comparto la idea de que el individuo es una abstracción de los nodos que formamos los seres vivos, y que estos nodos son lo que posibilitan nuestra existencia. Me gustó la sencillez del artículo.

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