Hace ya más 30 años que sufrí una terrible angustia al frente de una manifestación antinuclear en Madrid. La represión policial fue brutal. Durante más de 90 minutos no hubo más forma de defenderse que correr y correr por callejuelas, volcar coches como barricadas, etc. Dicho esto, ya queda patente en que lado de esa línea roja he estado posicionado durante gran parte de mi vida. Con el tiempo uno madura (o eso cree) y termina por odiar esas líneas que separan el bien del mal, por cuanto más que clarificar, enlodan los paisajes mentales de la mayor parte de los ciudadanos, al que no fui ajeno. Sigo manteniendo una cierta aprensión por la energía nuclear, como muchas decenas o centenas de millones de personas. En este post intentaré explicaros mi perspectiva del dilema. A lo largo de seis décadas tanto los pro-nucleares, como los antinucleares, nos han hecho un flaco favor a todos, desquiciando un debate en el que se mezclan razón, sentimientos e intereses. Y al usar el vocablo razón cabría también discernir entre las científicas, políticas, económicas y ambientales. Los dramáticos sucesos acaecidos en Japón tras un devastador terremoto y el consiguiente tsunami, que han afectado a una planta nuclear, han vuelto a subir los ánimos de los fóbicos ante los arrogantes fílicos que, poco a poco, habían ganado terreno en su apuesta por la energía nuclear.  Sin embargo, no hemos aprendido nada. Nadie ha cambiado de discurso, y los propios políticos se debaten entre como apaciguar el terror del populacho a la espera del rápido olvido que genera en una sociedad herida económicamente y sometida a una sobrecarga de información sesgada, provenga de donde provenga. Siempre he defendido que la información manipulada y tendenciosa es mucho más nociva que una gran mentira. Que nadie se lleve a engaños en Europa, ¡no se van a cerrar muchas centrales nucleares!, como también va a continuar la construcción de otras. Ante la economía de mercado imperante y la crisis energética que nos acucia, no hay otra alternativa, exceptuando una: cambiar de una vez un modelo económico palmariamente insustentable. Ahora bien ¿Quién le pone en cascabel al gato?.  Intentaré exponer mi opinión sobre un tema tan espinoso en medio de la tragedia, por cuanto considero que, con independencia del desenlace (que esperemos que sea el mejor entre los lúgubres escenarios posibles), lo que aquí voy a exponer tengo la esperanza que no terminará siendo considerado material caduco en cuestión de horas o días, que es lo que suele suceder. Pero Comencemos. ¿Por qué los ciudadanos de muchos países tienen terror a la energía nuclear? ¿Por qué en otros Estados, tales temores afectan a un número menor de individuos? Sin embargo, reflexionaremos a cerca de muchos más temas. Espero que estas líneas sirvan con vistas a reorientar el debate nuclear por senderos menos sinuosos.

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La vida en  la Tierra es posible gracias a dos fuentes de energía nuclear, la celeste (el sol) y la telúrica en la más hondo de ese universo invisible que tenemos bajo nuestros pies. Fuente: El Blog de Forner

La Dispar Hipersensibilidad Ciudadana Ante la Energía Nuclear

Francamente no termino de entender porqué algunos pro-nucleares llegan a tachar de histeria ciudadana a la hora de defenderse o contraatacar los ataques de las huestes antinucleares. La razón es meramente histórica, y la descalificación insultante. El nacimiento de la energía nuclear en mano de los humanos fue aterrador. Hablamos de Hiroshima y Nagasaki.  El mundo sufrió un escalofrío ante aquella nueva y aterradora arma de destrucción masiva. Pero el miedo ciudadano hubiera terminado por amainar en gran medida ante sus también incuestionables beneficios, de no ser porque durante décadas estuvimos sometidos a un bombardeo  informativo de la escalada nuclear de las grandes superpotencias, en aquella interminable guerra fría que parecía que nos llevaba a un callejón sin salida. Se trata de una amenaza que aun no podemos ni debemos descartar.  Y así crecimos muchos de nosotros durante las décadas de los 50, 60, 70 y 80 del siglo pasado. A buena parte nos parecía espeluznante que las guerras convencionales (ya dramáticas de por sí) se sustituyera por una escalada nuclear en la cual de medía el poder de cada superpotencia por el número de veces que su arsenal nuclear podía devastar el Planeta en el que vivimos. Y reitero que la menaza permanece, aunque atenuada, ahí está.

En consecuencia, los ciudadanos que nacimos por aquella época vivimos bajo el miedo de tal estulticia y sin razón. Bastaba con que uno empezara para que se pudiera iniciar una reacción encadena que acabara con todos y con casi todo. Mientras tanto, las grandes potencias que atesoraban tal tesoro de muerte y destrucción, se vanagloriaban de sus respectivos progresos hacia “el gran magnicidio”. Los gobiernos de otros estados, no deseaban quedarse rezagados, como fue el caso Francia, que arremetió sin piedad con los pobres Atolones de Miruroa, como si en ello le fuera la vida. Filmes, documentales, novelas abundaban en hurgar en tal herida gracias a esa cultura de lo catastrófico que tanto parece atraernos a los humanos, por desgracia. ¡Un gran negocio para todos aquellos que explotan tal síndrome colectivo!, con independencia de las causas. Por un lado terror, y por otro el embrujo hacia posibles escenarios pavorosos, como hoy ocurre, por ejemplo, con el calentamiento climático causado por el ¡petróleo!.

¿Porqué entonces no se entiende esa aprensión intuitiva que padecemos muchos ciudadanos ante la energía atómica? ¿Por qué nos llaman ignorantes, con desprecio nauseabundo, los defensores de tal fuente de energía?.

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Olas en la costa de kanagama. Katsushika Hokusai ( 1760 – 1849 ). Fuente: Visión Japón 360

Ahora bien, nadie puede negar que la sensibilidad varíe según países. ¿Cuál es la razón? Desconozco si existen estudios en esta interesante materia de psicología de masas. Ahora bien permitirme que os narre mi conjetura. Sospecho que en aquellos países que disponían de arsenal nuclear, tal fuente de energía era materia de orgullo para muchos ciudadanos: ¡estamos entre los más fuertes! ¡Somos un país muy poderoso! Empero el patriotismo también nubla la vista y enturbia razones lógicas. Por el contrario, en los estados parias, buena parte de los individuos nos sentíamos como marionetas a la espera que alguno de los bandos nos guillotinara a todos la cabeza de una vez y para siempre.  En otras palabras, habría que analizar seriamente las  inclinaciones pro-nucleares y anti-nucleares de la ciudadanía de los distintos estados en función de variables como esta. No es cuestión de llamar “palurdos” (necios e ignorantes) a unos y cultivados a otros, como usualmente lo hacen las huestes pro-nucleares. Sin embargo, ya en la década de los sesenta nacen los movimientos ecologistas, cuyas estrategias también basculaban entre los argumentos científicos y la retórica que insuflara la aprensión de los individuos por todo lo nuclear. La degradación del Planeta Tierra estaba adquiriendo magnitudes preocupantes para muchos. Con independencia de sus razones-sinrazones, el tiempo les ha dado la razón, en este último aspecto.  Comenzamos a vivir en un vertedero muy diverso en sus fuentes: que no tan solo las de procedencia nuclear. Nadie puede discutir a estas alturas la desolación que causa la “cultura del petróleo” en sus más que variadas manifestaciones: agroquímicos, plásticos, emisiones contaminantes o polucionantes, etc. También debería ser materia de análisis y debate si, hasta el momento, ha causado más daño al medio ambiente la energía nuclear o la denominada fósil. Seamos razonables y no nos dejemos obnubilar por las pasiones. De otra forma no habrá lugar para un debate fructífero.

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Utagawa Hiroshige: Vista de Hakone – 53 Estaciones de la Ruta de Tokaido, Edición Hoeido,1832). Fuente: Pinturas del Mundo Flotante

El Papel de los Gobiernos

Sin embargo, resulta necesario recordar que la economía del despilfarro energético se remonta a varias décadas atrás. La diversificación de las fuentes de energía era y es una necesidad estratégica desde un punto de vista económico. Y aquí entre en juego el rol también descorazonador de las propagandas gubernamentales. Cuando un país decide intentar autoabastecerse energéticamente, en la medida de lo posible, en base a la construcción de centrales nucleares, suele pasar a formar parte de ese Club denominado OIEA. En otras palabras, cuando un gobierno abraza la energía nuclear, alaba sus virtudes y dulcifica sus riesgos, con vistas a calmar a los más “aprehensivos” de sus ciudadanos. Se mire por donde se mire resulta lógico y ocurre en muchas facetas de la vida. Sin embargo, una consecuencia colateral indeseada e indeseable deviene en que tal el sesgo en la información que proporcionan sobre “materia tan delicada” termina por añadir más desconcierto informativo. ¿De quien fiarse pues?. Y aquí reside uno de los núcleos gordianos del problema. Los ciudadanos no disponemos de información fiable por ninguno de ambos frentes, como este último palabro ya sugiere (el “frentismo” nunca ha sido fuente de racionalidad y claridad informativa, sino todo lo contrario).

Ahora bien, el lobby Nuclear no tiene más amigos que los que están de su bando. Cuando la política energética del último gobierno español (a ha hora de escribir este post el PSOE) no contempló positivamente la energía nuclear, los pro-nucleares no han cejado de verter descalificaciones contra su cegata postura, en contra de la más racional y sensata de los países “más desarrollados”, económica e intelectualmente. ¿Y ahora que?. No pasará nada, eso ténganlo ustedes por seguro. Se cerrará alguna planta que ya finaliza “más o menos su ciclo de vida” y ya veremos cuando llegue al poder el partido de la oposición.

En este sentido, cabe señalar que la actitud de muchos Gobiernos de la UE se me antoja un poco cínica. Ante la reapertura del debate nuclear, armonizar normas, o cerrar como medida preventiva alguna que otra central, no son más que meras maniobras de distracción a la espera de que el temporal amaine, es decir, que las proclamas de las ahora envalentonadas fuerzas antinucleares, pierdan influencia, por cuanto pronto la ciudadanía prestará la atención a una nueva y mediáticamente sobre-explotada catástrofe natural. Nadie debe dudar que, en el contexto de esta despilfarradora economía globalizante y bobalizante, depender exclusivamente del petróleo y otros combustibles fósiles, puede devenir en frivolidad al poner en riesgo el denominado mix-energético ¿Se imaginan a un país como Francia, desmantelando sus centrales nucleares, cuando una gran parte de su demanda de energía se encuentra satisfecha por ellas. ¿Se imaginan un mundo aun más dependiente del petróleo, cuando ahora luchamos por erradicar tal hecho, a consecuencia de sus impactos ambientales? ¿Se imaginan la fragilidad de un mercado casi-totalmente dependiente de la OPEP. Ni yo mismo me sentiría tranquilo.

Ya supongo que muchos lectores se estarán preguntando porque no contemplo las energías renovables. Tranquilos, ha llegado el momento. Obviamente, se trata de una alternativa que está ahí y tiene futuro. Sin embargo, “por el momento”, su contribución al mix-energético deviene en un camino sembrado de obstáculos. Por un lado, aun los “expertos” más optimistas reconocen que en los próximos años su contribución seguirá siendo modesta, así como que a los precios actuales del crudo, no es competitiva. Y en una economía global en crisis, las subvenciones estatales que actualmente demandan desaconsejan seguir por esa línea hasta que llegue un nuevo periodo de bonanza económica. Ahora bien, la investigación sobre estas fuentes de energía deben avanzar y mucho, tanto con vistas a hacerla más rentables, como a la hora de evitar los indeseables impactos ambientales y sociales de algunas de ellas (vease por ejemplo, la genuina “agroenergética”, que concierne a algunos de los denominados biocombustibles aunque no a todos). Porque no lo duden, en nombre de lo “verde” se están sucediendo catástrofes ambientales (por no hablar de sus efectos sobre la soberanía alimentaria de los Estados menos favorecidos para los que comer es tan importante como el abastecimiento de energética) que causan estragos en el medio natural y biodiversidad de numerosos países. Se me antoja que la globalización económica lo pudre todo. De hecho, si bien existe un lobby nuclear, también lo es que frente a este se erige otro: “el de las renovables”. ¿Lobos con piel de cordero? Prefiero no opinar, por el momento. Tan solo basta leer las noticias que llegan desde el tercer mundo, así como las medidas que la UE comienza a tomar para que ciertos “brotes verdes” no se conviertan en un nuevo problema de difícil solución a escala global.

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Hasegawa Tohaku (1539-1610) – Biombos con pinos entre niebla. Museo Nacional de Tokio: Fuente: De que Callada Manera

La Catástrofe de Japón No Justifica la Euforia Antinuclear

No alcanzo a entender la paupérrima divulgación que desde los medios de comunicación se lanza al público. Muy poco se ha dicho a cerca de la dramática magnitud del terremoto y Tsunami que ha sacudido al Japón. Y el problema, en gran medida, concierne a explicar al ciudadano como interpretar la escala sismológica Richter, aspecto sin el cual resulta difícil valorar tanto la magnitud de la tragedia, como lo que algunos consideran falta de previsión del Gobierno nipón. Lo que realmente ha ocurrido, es que se trata de un seismo brutal, una magnitud que supera con creces los de Chile y Jamaica. En términos históricos (desde que existen registros), este país no ha sido sacudido de una forma tan violenta. Por esta razón, así como por la propia improbabilidad de tal evento extremo, los ingenieros que diseñaron las centrales de Japón, se quedaron cortos, como hubiera ocurrido en cualquier otro país del mundo. Vemos pues algunos comentarios al respecto, esperando que el ciudadano se percate del verdadero problema.

Como informa Wikipedia “El uso del logaritmo en la escala es para reflejar la energía que se desprende en un terremoto. El logaritmo incorporado a la escala hace que los valores asignados a cada nivel aumenten de forma exponencial, y no de forma lineal

¿Qué significa exponencial y no de forma lineal?”. Muchísimo, ya que aquí las décimas atesoran una importancia crucial. Tomemos prestado el esfuerzo que hizo Antonio Figueras desde su blog, cuando poco después del terremoto, tradujo un texto interesantísimo y sumamente esclarecedor: Fukushima. ¿Qué va a pasar? ¿Hecatombe nuclear?. Tan solo reproduzco aquí los párrafos que conciernen a la interpretación de la  Escala Richter:

“Lo que sigue es un artículo  escrito por el Dr Josef Oehmen, científico de MIT en Boston. El artículo original puede ser leído aquí (en inglés) y la persona que realizó la traducción al español la publico en este link. ” A continuación copio la traducción del Blog Esquizonauta que modifica ligeramente la traducción original.

(…) He estado leyendo cada noticia publicada sobre el incidente desde el terremoto y no ha habido ni una sola noticia (!) que fuera precisa y libre de errores. Por “no libre de errores” no me refiero a periodismo que tiende a lo “anti-nuclear”- que es algo normal estos días sino que me refiero a evidentes errores con respecto a las leyes físicas y naturales (…)

Lo que ocurrió en Fukushima

Intentaré resumir los hechos principales. El terremoto que alcanzó Japón era 7 veces más potente que el peor terremoto para el cual se había construido la planta nuclear (la escala de Ritcher funciona logarítmicamente; la diferencia entre 8.2 que la planta puede soportar y el 8.9 que golpeó Japón son 7 veces, no 0.7). (…).

Recordemos que el seísmo que causó estragos en Chile tuvo una intensidad, más o menos parecida, para la que estaba preparada a resistir la Central de Fukushima I. Empero el que la sacudió fue más o menos ¡7 veces mayor 7!, es decir tremendo. Y como corolario, el tsunami correspondiente estuvo, más o menos, en consonancia con la magnitud del terremoto. Personalmente, entiendo que no entrara en los cálculos de los diseñadores, por cuanto ni los registros históricos daban cuenta de algo parecido. Por tanto, asombra leer en la prensa (vender sí, informar correctamente más bien poco o nada) que instituciones que debieran ser comedidas viertan noticias tan desinformadotas y dolientes para la industria japonesa como las siguientes:

La Comisión de Seguridad Nuclear aseguró que los tsunamis no eran peligrosos

Los expertos nipones explicaban en aquellas directrices oficiales que «la estructura de contención impediría cualquier daño a la parte nuclear» y que no era probable que se produjese un accidente nuclear.

CADENA SER / AGENCIAS   17-03-2011

La Comisión de Seguridad Nuclear del Japón aseguró en unas directrices publicadas en 2006 que los tsunamis no presentaban peligro alguno para los reactores del país, informa este jueves The Daily Telegraph.

Devastador terremoto y tsunami en la costa este de Japón

Documentos vistos por el diario británico indican que las autoridades japonesas dieron reiteradamente seguridades al Organismo Internacional de Energía Atómica de que sus instalaciones nucleares resistirían un eventual tsunami.

Las directrices japonesas de 2006 aparecen citadas en un documento de la Asociación Nuclear Mundial, dedicada al fomento de ese tipo de energía. En concreto se afirma en ellas que «incluso en el caso de las plantas nucleares situadas muy próximas al nivel del mar, la estructura de contención, firmemente sellada, prevendría cualquier daño de un eventual tsunami a su parte nuclear aunque otras partes pudieran sufrir daños«. El diario británico ha visto también documentos presentados por el Gobierno de Tokio al Organismo Internacional de Energía Atómica en los que aseguraba que todas sus plantas nucleares estaban a prueba de tsunamis. The Daily Telegraph informó el miércoles de que hace dos años esa agencia de la ONU advirtió ya a Japón de que sus plantas nucleares no resistirían terremotos de gran potencia, como de hecho ha ocurrido.

Obviamente, la central no se encontraba preparada con vistas a defenderse de este tipo eventualidades, como estoy seguro que ocurriría a día de hoy en la mayor parte de las centrales nucleares actualmente activas (al menos de las construidas en esa época), lo cual tampoco debería preocupar a la mayor parte de la ciudadanía que vive lejos de zonas tan sismológicamente activas y peligrosas como resulta ser esa franja de la litosfera que denominamos el “Cinturón de Fuego del Pacífico”.  Vean ustedes el mapa y comprobarán que no debiera construirse central alguna en esa zona, la cual incluye a todo el litoral oeste de América del Norte y del Sur. Esperemos que dentro de unos años a nadie se le ocurra tal temeridad, por cuanto nunca esteremos seguros de sí allí, en cualquier momento, puede producirse otro seísmo de intensidad aun más escandalosa. “Por favor, tomen nota en el oeste Latinoamérica”.

Desde un punto de vista racional, considero que los organismos Internacionales deberían haber tendido una mano a las autoridades del Japón en vista de la magnitud inusual del seísmo, empero no ha sido así en lo concerniente a su valoración del desastre en el recinto nuclear. Por ejemplo, tanto en Francia (ver por ejemplo esta información: ¿Qué es la escala INES?), como desde EE.UU. muchas noticias han sido dañinas, insinuando que Japón no había hecho sus deberes. Me temo, lamentablemente, que lo que pretendían era “aparentar ante sus conciudadanos” que eso ¡jamás! podría ocurrir en su País. Obviamente en Francia no (por su posición geográfica sísmicamente estable), pero desconozco el emplazamiento de las norteamericanas, así como la magnitud de los seísmos para las que están preparadas.  En palabras aun más sencillas, en el “cinturón del fuego” “no se puede jugar con fuego”. Ahora bien, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, porque accidentes en EE.UU. los ha habido. Del mismo modo el de Chernóbil, fue una indignante falta de imprudencia humana, que no consecuencia de una enorme catástrofe natural inesperada (ver también información sobre el accidente de 1957 en el complejo nuclear de Kyshtym, Mayak, Rusia, que causó el fallecimiento de varios cientos de personas, permaneciendo oculto durante 30 años). Más aún, el que afectó al complejo de Three Mile Island (EEUU), resultó ser por motivos técnicos o humanos, que tampoco  a causa de un seísmo de enorme magnitud y muy baja frecuencia (extremadamente inusual). Así en Wikipedia se nos informa acerca de lo ocurrido en Three Mile Island:

“Existe un consenso general en que el accidente fue agravado por las decisiones incorrectas tomadas por los operadores abrumados con la información, mucha de ella inaplicable e inútil”

Personalmente considero que desde EE.UU., debían ser más precavidos en lugar de echar leña al fuego sobre el suceso de  la Central de Fukushima I en Japón.

Centrales Nucleares y Privatizaciones en Un Mundo Económicamente Globalizado

En medio de este marasmo de echar balones fuera y vender periódicos, no estaría de más acordarnos de la ola de privatizaciones que afectan a la actividad industrial en este mundo enloquecido. Todo vale con tal de ahorrar dinero, incluso en las materias más delicadas (como la gestión de las centrales y de los desdichados residuos que producen). Una de las pocas noticias que me ha impresionado entre tanta mediocridad es la siguiente que, en mi opinión, no tiene desperdicio (y con el que estoy totalmente de acuerdo).

El responsable de descontaminar Chernóbil dice que no se ha aprendido de los errores

Yuli Andreev asegura que dejar en manos de los operarios de una compañía privada una situación como la de Fukushima es una temeridad.

Fuente: EFE 16-03-2011

El responsable de descontaminar Chernóbil de 1986 a 1991, Yuli Andreev, considera que la situación que se vive en la central nuclear japonesa de Fukushima demuestra que no se han aprendido las lecciones del accidente en la antigua Unión Soviética.

Según Yuli Andreev, «no se ha aprendido de los errores», ya que dejar en manos de los operarios de una compañía privada una situación crítica como la de Fukushima es una temeridad, porque éstos carecen de preparación para enfrentarse a una emergencia de semejante magnitud. «Los operarios nucleares no están preparados para solventar una emergencia de estas características. Es necesario crear un grupo internacional especializado en este tipo de situaciones para aprender de otros desastres, como Three Mile Island (EEUU) o Chernóbil», ha explicado.

Este cuerpo internacional de intervención de emergencia para accidentes nucleares debería contar con una estructura independiente de la industria nuclear y del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). «Aunque parezca extraño, la industria atómica no está interesada en aprender las lecciones de las catástrofes nucleares. Porque cualquier mención sobre una catástrofe hace que caiga en picado la imagen pública de la energía atómica. Por eso tratan de ocultar cualquier mención a un escenario catastrófico», subraya.

La OIEA, a su juicio, «es muy cercano a los intereses de la industria nuclear», porque prácticamente todos sus expertos provienen de empresas del sector o están vinculados de alguna manera con el mismo, por lo que sus apreciaciones deben de tomarse con cautela. También cree que es un organización «muy débil» para tratar con una situación como la actual ya que depende de la información que le entreguen los estados miembros y del juego de la diplomacia.

Eso la hace poco eficaz en una situación como la actual, en la que es «momento de presionar para obtener datos reales para evaluar lo que pasa», recalca. «En una situación así no es tiempo para la diplomacia sino para actuar», lo que debería hacer ese cuerpo internacional especializado en accidentes atómicos. (…)

Creo que el amigo Yuli, ha dejado todo bien clarito, corroborando parte la tesis que os mostré al inicio de este post.

A modo de Resumen

Somos muchos y muy despilfarradores, Vivimos en una repugnante e insidiosa cultura de usar y tirar consumidora de ingentes cantidades de energía. Son las miserias del capitalismo. Empero este hecho no atañe exclusivamente a la energía nuclear. Sería francamente interesente un análisis objetivo de los estragos ambientales y de salud pública que causan todas las fuentes de energía, y en especial la fósil. Hoy por hoy, y en este contexto resultaría imprudente desmantelar todas las centrales nucleares del mundo. De hecho, estén seguros que no habrá iniciativa alguna en este sentido. Posiblemente, pronto se vuelva a las andadas. Como dice el refrán “somos los únicos animales que tropezamos “1.001” veces con la misma piedra”. El accidente de  la Central de Fukushima I, no es más que otro lamentable episodio de un modelo socioeconómico que no funciona. Reiteramos que nos enfrentamos a las miserias del capitalismo. Tan solo un cambio radical en lo socioeconómico y geopolítico nos librará de tragedias aun mayores, que nos acechan a la puerta de la esquina. Los políticos no van a cambiar, la industria no va a cambiar. Somos nosotros lo que debemos obligarles a que lo hagan, de modo pacífico (of course), pero deberá ser firme e implacable.

Juan José Ibáñez

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5 comentarios

  1. En el pie de la primera imagen creo que se debería especificar que esa fuente de energía nuclear es por fusión (de hidrogeno), y no como la de las centrales nucleares que es por fisión (de uranio), ya que muchos no estarían en contra de la que se obtiene por fusión(creo que esta no produce residuos radiactivos). Lo de la energía telúrica no se que es.

  2. Echo en falta tu opinión sobre los residuos nucleares que son los que presentan, bajo mi punto de vista, el mayor riesgo pues se acumulan, persisten, trasladando el problema de maenra indefinida a las próximas generaciones.

  3. Hola Isabel,

    Tienes toda razón pero en un solo post no se puede explicar u opinar más que de algunas cosas da para todo. Obviamente reitero que tienes razón. Por ejemplo a nadie con dos dedeos de frente se le ocurriría buscar almacenamientos profundos en toda la zona del “cinturón de fuego del pacífico” (es decir otros cargarán con sus residuos, con la tecnología actual). Obviamente sigue siendo uno de los “varios” talones de Aquiles de la industria nuclear, y francamente serio.

    Sin embargo también es cierto que existen otros contaminantes persistentes enormemente peligrosos y de vida media muy prolongada, de los que desafortunadamente se habla poco y no sabemos la magnitud del problema.

    Mi posición sigue siendo la misma, o atacamos el núcleo del problema o seguiremos poniendo parches. Y el núcleo del problema es el sistema económico y las políticas que conlleva.

    Un Cordial saludo

    Juan José Ibáñez

  4. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Enhorabuena por tu blog

    Un saludo,
    Isabel

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