Hace ya varias décadas que un ecólogo del suelo (creo recordar que Francesco Di Castri) presagiaba que, cuando se estudie el suelo con seriedad, posiblemente nos daremos cuenta que atesora muchos de los taxones biológicos más antiguos del planeta. El ambiente edáfico es mucho más resiliente ante las fluctuaciones climáticas que el epígeo (que acaece sobre su superficie). Suele pensarse que, ante los cambios climáticos, las especies buscan hábitat favorables para su supervivencia, migrando en latitud o altitud. Sin embargo, se olvida que el suelo bajo las mismas les ofrece una alternativa que no les obliga a llevar a cabo recorridos tan largos.  Obviamente tal estrategia no es válida para muchas especies, aunque menos de las que podrían considerarse en primer instancia. Así por ejemplo, hasta las orquídeas pueden adaptarse a vivir bajo el suelo.  Pues bien, la interesante noticia de la que damos hoy, escrita por edafólogos o conocedores de esta ciencia, da cuenta que hasta los intersticios entre las rocas y sus fracturas bastante superficiales ofrecen tal oportunidad en tiempos de crisis climáticas, por lo que albergan una biodiversidad sorprendente y extraña de los microrganismos del suelo. Generalmente, solemos pensar que un suelo profundo y bien evolucionado nos deparará más sorpresas que uno somero y poco evolucionado, como por ejemplo lo son los Leptosoles, Regosoles, turberas (Histosoles) de tipo Folist (muy  frecuentes bajo pedregales y canchales de clima húmedo). El estudio que os mostramos hoy constata que no tiene porqué ser así, hasta estos últimos guardan reliquias de “tiempos mejores” (o peores), lo cual abre otra oportunidad a analizar tipos de suelos a los que no se les suele prestar prácticamente atención. Ya os contamos en un post anterior la existencia de una lluvia de organismos del suelo que viajen y fertilizan hasta las profundidades de la litosfera. Quizás por la vía que explica la nota de prensa de que damos cuenta hoy, no sean tan solo las cuevas los hábitats en donde se originan las especies telúricas que emigran en profundidad. Incluso cabe la posibilidad que estos micro-hábitats superficiales sean un camino más para la formación de los organismos vivos que moran, tanto en las cuevas y grutas, como a varios miles de metros de profundidad dentro de la geósfera. Pero de ser así, hasta en la interfase de un Leptosol con una roca fragmentada bajo él puede constituirse en una caja repleta de sorpresas. Se me antoja una noticia francamente interesante para los biólogo del suelo, a pesar de que no incida directamente sobre varios aspectos a los que aludimos en este breve introducción (deben ser inferidos). Y como no está mal redactada, prefiero que la leáis con atención.

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Grietas y Fisuras en las Rocas. Un albergue de vida. Fuente: nps.gov

Juan José Ibáñez

El medio subterráneo como refugio ante cambios climáticos

Investigadores del departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad de Alcalá (UAH) estudian cómo los cambios en el clima han obligado a muchas especies a buscar refugio bajo tierra, convirtiéndose con el paso de los años en especies subterráneas que ya no podrían sobrevivir en la superficie.

FUENTE | UAH; 13/07/2012

Cuando en la actualidad se habla de cambio climático se suele hacer referencia a si hay un cambio en el clima actual motivado, o acelerado, por la acción del ser humano. Pero además de esta influencia, siempre ha habido cambios en el clima, tal y como ha sucedido durante las glaciaciones, que se alternaban con periodos interglaciares. Investigadores del departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad de Alcalá, junto con científicos de otros centros de investigación, estudian cómo esos cambios climáticos obligaron a muchas especies a buscar refugio bajo tierra, convirtiéndose con el paso de los años en especies subterráneas que ya no podrían sobrevivir en la superficie. Vicente M. Ortuño, Gonzalo Pérez Suárez y José Domingo Gilgado trabajan actualmente en un proyecto de investigación concedido por el anterior Ministerio de Ciencia e Innovación, estudiando el medio subterráneo superficial (MSS) en la Comunidad Valenciana como hábitat de fauna relicta y de especial relevancia para la conservación de especies estenoicas epiedáficas.

¿Y eso qué es y para qué sirve? Pues en realidad es muy sencillo: estos científicos estudian el conjunto de intersticios y huecos que se forman cuando se fisura y fragmenta la roca madre, que constituye nuestras montañas y zonas profundas del suelo. Hasta hace 30 años se estudiaba principalmente la fauna de las cuevas, hasta que se descubrió que también las microcavernas, más superficiales y de apenas unos centímetros de anchura, son para un insecto tan buenas como las grandes cavidades, si no mejores. Los MSS se suelen encontrar en zonas de montaña (las típicas pedreras o canchales), y en ellos pueden cohabitar especies de la superficie que acceden accidentalmente, especies subterráneas adaptadas y que no pueden salir de ahí, y otras a medio camino evolutivo entre esas dos formas de vida, mostrando preferencia por lugares frescos y sombríos, y pudiendo vivir también en el exterior.

En cuanto a la fauna relicta, se trata de las especies animales que en otro tiempo eran más numerosas y tuvieron mayor distribución, pero que cuando el entorno se volvió inhabitable para ellas quedaron aisladas en enclaves favorables, como el MSS. ¿Y las especies estenoicas epiedáficas? Son aquellas especies que viven habitualmente por encima del suelo, pero a las que no les vale cualquier tipo de ambiente para vivir, y necesitan unas condiciones concretas de temperatura y humedad que encuentran en el subsuelo; por ello, sin llegar a ser subterráneas, se pueden encontrar refugiadas ahí. El MSS sería para las especies objeto de esta investigación un oasis en el desierto, el lugar en el que encuentran la humedad que les falta fuera.

Estos científicos han elegido la Comunidad Valenciana porque no hay ningún MSS estudiado en ella y por ser una zona que ha sufrido un proceso de desertización muy marcado, acelerado por el uso humano. El proyecto de investigación que llevan a cabo consiste, de un modo más concreto, en el estudio de estos espacios subterráneos superficiales (el MSS), su temperatura, humedad y su fauna, así como la que habita en superficie, para determinar la composición de especies, cuáles se refugiaron en tiempos pasados y cuáles lo están haciendo más recientemente. También permitirá estudiar y descubrir especies nuevas para la ciencia que habitan en ese mundo subterráneo, y qué zonas tienen mayor diversidad y merecen por tanto ser objeto de una mayor protección. Esto posibilitará establecer modelos que predigan qué fauna estaría más amenazada en caso de un calentamiento global y cuál estaría en condiciones de refugiarse en el medio subterráneo.

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