Ébola, Degradación Ambiental y Cambio Global
Los estragos del virus del Ébola. Fuente: Despierta Venezuela
Personalmente el Blog Virus Emergentes y Cambio Global, cuyo administrador resulta ser Miguel Ángel Jiménez Clavero, me parece uno de los mejores de nuestro sistema de bitácoras, aunque por desgracia su actualización no resulta ser muy frecuente. Eso sí, prácticamente todas sus entradas se me antojan excelentes. Por desgracia ahora debe tratar la dramática epidemia del Virus del Ébola, y su dramática extensión en esa África Olvidada y maltratada. También a título personal me siento indignado al observar que los medios de comunicación y nuestros políticos siguen centrándose estos días (otoño de 2014) en temas geopolíticos como la tensión surgida entre Rusia y los países occidentales acerca de Ucrania o la locura desatada por el movimiento terrorista denominado Estado Islámico en Oriente Medio. Ciertamente son asuntos de gravedad, especialmente el segundo, empero que no alcanzan la dimensión y significado del drama desatado por el famoso virus, ya conocido desde hace tiempo, pero que al afectar a zonas densamente pobladas puede inducir (por sus tasas de mortalidad) estragos descomunales. Ante este problema de salud pública las alarmas generadas no hace tiempo por el virus de la gripe aviar, de la que ya hablamos en varios post, como en este parecen menores. Miguel Ángel abordó por primera vez el tema en el siguiente post: Alerta internacional por virus Ebola, 2014y hoy mismo (el día que redacto este post) ha editado el segundo cuya lectura os recomiendo vívidamente a todos vosotros: “Ébola, África Occidental, 6 meses después: ¿es un virus emergente?”. El autor nos informa de que efectivamente se trata de un virus emergente conforme a la definición vigente. Del mismo modo nos recuerda que su rápida expansión se debe en gran parte a las la “débil infraestructura sanitaria de los países más afectados” dejado de la mano de Dios y de los hombres. No obstante hace hincapié en un aspecto clave que suele soslayarse. Muchos problemas de salud pública acaecidos son el resultado de graves desastres medioambientales que siguen surgiendo incesantemente ya que el incontrolado desarrollo económico del capitalismo neoliberal/global parece reñido con la protección del medio ambiente y la propia salud pública. Ya que se trata de un texto muy reciente, no reproduciré el mismo, rogándoos que leáis ambas entregas. Si me detendré a extraer del último post algunas de las conclusiones personales de M.A. o avaladas por diversas instituciones que no tienen desperdicio. Me centraré pues en los temas que conciernen a una bitácora como la nuestra, que no a otras relacionadas directamente con la sanidad y el salubrísimo. Tan solo mentar que algo parecido alegaron hace unos años expertos latinoamericanos al abordar el asunto de la Tuberculosis Multiresistente, aunque ya no recuerdo la fuente del texto, por lo que os ofrezco mis más sinceras escusas. Me ceñiré en primer lugar a recoger las frases que me parecen más reveladoras para añadir un pequeño comentario al final del post. Estamos pues hablando de un grave problema de degradación global que a la postre genera una plétora de efectos colaterales, como en esta caso la susodicha epidemia del Virus del Ébola. Comenta o recoge Miguel Ángel de otras fuentes….
Entre los factores que han conducido a la presente situación, inédita por lo que respecta al virus ébola, destacan (…) actividades humanas como la deforestación y la construcción de carreteras y vías de comunicación hacia zonas remotas que facilitan los contactos con la fauna selvática que constituye el reservorio del virus.
Cabe pues preguntarse cuales son los factores que han provocado esta emergencia por virus ébola. En un editorial recientemente publicado en The Lancet Infectious Diseases el 15 de agosto pasado, se señalan dos importantes factores a tener en cuenta:la fragilidad de los sistemas sanitarios de los países afectados“, lo que (….). El segundo motivo que apunta el editorial es la “mejora de las carreteras“, que habría permitido a la enfermedad expandirse más rápido. Este segundo factor, apuntado tan lacónicamente por The Lancet, merece un examen más detenido.
En un reciente artículo en la web de “Climate Action“, una organización auspiciada por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), van un poco más allá, señalando al “cambio climático y la deforestación” como factores subyacentes que en parte han determinado el curso más grave de este brote de enfermedad por virus ébola. En el mencionado artículo se recogen declaraciones de expertos como Jonathan Epstein, de la prestigiosa organización EcoHealth Alliance, quien dice que:
La expansión del impacto humano realmente puede desencadenar brotes: la deforestación, la construcción de carreteras, la localización de explotaciones agrícolas y ganaderas en áreas que fueron antes densas masas forestales, todo ello incrementa las oportunidades para que los animales salvajes entren en contacto con el ganado y con los humanos.
Como en brotes precedentes, la chispa que inició la transmisión a humanos pudo ser zoonótica (desde un hospedador animal), y más concretamente a través del consumo de “carne silvestre” (… procedente de animales salvajes), alimento bastante común en la selva tropical y subtropical. Entre los animales que pueden ser infectados por el virus ébola se cuentan (…) que son considerados su reservorio natural. Estos animales son consumidos regularmente por las poblaciones cercanas a la selva que constituye su hábitat natura (…). Desde esta área remota el virus se ha expandido por los tres países con inusitada celeridad. La expansión de la actividad humana hacia zonas remotas de la selva ha sido más intensa en tiempos recientes. El acceso a estas zonas por carretera conlleva un efecto no deseado como es facilitar la expansión de organismos patógenos como el ébola, cuyo reservorio selvático no convive con el hombre de forma natural, sino que se encuentra en hábitats restringidos y poco accesibles al ser humano.
La deforestación es algo corriente en el África occidental. El artículo de “Climate Action” señala que desde la década de 1920 la deforestación ha dejado intacta tan sólo el 4% de la cubierta forestal original de Sierra Leona, según el Programa de las Naciones Unidas (UNEP). En Liberia, el desarrollo agrícola ha absorbido alrededor del 20 por ciento de los bosques densos del país desde 1979, según un informe del Gobierno. En Guinea alrededor de 20 por ciento de las zonas boscosas se han perdido desde 1990, según datos de las Naciones Unidas. La pérdida de hábitatse ha traducido en un aumento significativo de las concentraciones de las poblaciones de animales salvajes en el bosque restante, poniendo a los reservorios de Ebola, antes lejanos, en mayor proximidad con los seres humanos. Las grandes inversiones para explotar la riqueza natural en África Occidental, incluyendo sus ricos yacimientos minerales, han generado una infraestructura de transporte hacia aldeas que antes eran remotas, lo que facilita tanto el contacto con el virus como su diseminación.
Este artículo también menciona el cambio climático como otro factor que puede determinar la frecuencia con que ocurren las epidemias por virus Ébola (han relacionado las epidemias de Ébola) con periodos de fuertes lluvias tras períodos de extrema sequía. No obstante, aunque fenómenos de cambio climático puedan tener indirectamente alguna influencia, los otros factores mencionados, como la deforestación y la construcción de carreteras a zonas remotas de la selva (…), guardan una relación mucho más directa con la situación actual de agravamiento de la crisis sanitaria (..).
Como reflexión final, no deja de ser paradójico que la inversión en infraestructuras, promovida por el interés económico para obtener beneficios de la explotación de riquezas naturales presentes en la zona, no tenga otra contrapartida para la población local que traer consigo una lacra sanitaria del calibre del virus ébola, y que encima multiplique sus efectos por la facilidad del transporte. Poner el beneficio económico por encima de cualquier otra consideración tiene efectos perversos como este, efectos que, a la vista está, no soluciona la simple acción de los mercados. Una explotación más racional, que retorne la parte que corresponda del beneficio obtenido con los recursos naturales de estos países y los dedique a infraestructuras sanitarias y de otro tipo, sería no solo más deseable, sino también más justo. Paliar los efectos de plagas como el ébola no es una cuestión simplemente económica, es una cuestión ética y de humanidad y nos concierne a todos.
Debemos pues agradecer y aplaudir a Miguel Ángel Jiménez Clavero, por atesorar y exponernos una perspectiva tan integradora de los diversos factores que han influido en esta nueva tragedia, y que podría agravarse aún más. Tan solo se trata pues de otra de las innumerables consecuencias que el sistema geopolítico-económico-global que padecemos puede terminar acabando con la biosfera y el propio ser humano que lo fomenta. Ya hemos narrado en innumerables post, las repercusiones del cambio climático, los dramas engendrados por los pesticidas y otro agroquímicos, los estragos de la polución por exceso de fertilización de la agricultura industrial, los efectos de la contaminación del aire, tierras y aguas, el impacto de la naturaleza del trasiego de especies o especies invasoras, la galopante extinción de diversas culturas aborígenes, el nacimiento de las especies multiresistentes por un mal uso de los suelos, y un sinfín más de tropelías que nos venden como garantes del progreso tecnológico, el estado del bienestar, etc. etc. Debemos sentirnos orgullosos, ¿verdad? ¿Cuántas pruebas necesitamos con vistas a demostrar que el sistema que padecemos no es sustentable? Cuántas evidencias adicionales harán falta para que nuestros poderes fácticos reconozcan que si deseamos vivir en este planeta azul necesitamos rápida e imperiosamente un drástico giro de timón de la gas gobernanzas nacionales y globales?. Vivimos rodeados de idiotez, por lo que con toda sinceridad soy muy, pero que muy pesimista.
Juan José Ibáñez
Hola Juan José. Muchas gracias por los elogios y comentarios tan positivos hacia el post sobre ébola que publiqué el sábado y hacia el blog («virus emergentes y cambio global») en general. Es cierto que últimamente publico post muy irregularmente, pero es una racha que espero que pase y volvamos a la periodicidad normal de dos al mes pronto.
Como bien dices en este post y reflejas en tu blog, las acciones del hombre sobre la naturaleza no son gratuitas, sino que dejan una huella, que a veces tiene efectos imprevisibles. Puede que sea este el caso del actual brote de ébola. Que una revista como The Lancet Infectious Diseases apuntara a la «construcción de carreteras» como un factor relevante que puede explicar la actual extensión de la epidemia por enfermedad por virus ébola (EVE), así, sin dar más explicaciones, me llamó la atención. Buscando más, encontré otros artículos, como el de Climate Action, que desarrollan más ese punto. Detrás de la «construcción de carreteras» hacia el corazón de la selva (o delante, según se mire) está la explotación de recursos minerales en plena selva, iniciada recientemente a gran escala hace poco en la misma zona donde se supone que se ha originado el brote.
El brote de ébola amenaza con hundir definitivamente a estos países ya de por si bastante depauperados, y a los de alrededor, tampoco muy boyantes. Ya se ha producido un aumento de casos de malaria (el verdadero killer de la zona) por culpa de la disrupción de los sistemas sanitarios producida por el ébola. El afán desmedido de lucro es probablemente el culpable de esta situación, como lo es de tantas otras situaciones injustas. Es tan irracional que probablemente el ébola signifique una amenaza incluso para el boyante negocio minero. Traducido al único lenguaje que entienden algunos: yo si fuera accionista de las compañías mineras, vendería.
Un saludo.