Los Suelos de las Estepas del Mamut: De las Estepas Frías a la Tundra y el Papel que desempeñaron los Suelos

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Mamut congelado en el permafrost. Fuente: Quo

Hará aproximadamente unos 37.000-25.000 años, en el hemisferio norte, los humanos modernos llegaron a la  frontera oriental de Europa. Se extendieron rápidamente, expulsando a los neandertales establecidos previamente en Eurasia. Los neandertales, en términos ecológicos, ocupaban un nicho ecológico al que algunos califican como sorprendente, basado mayoritariamente en la caza de la megafauna que por aquella época habitaba en Europa. Sin embargo, al contrario que el Homo sapiens, tal modo de supervivencia no significó la extinción de sus presas. Por esta razón los mamuts, un par de especies de rinocerontes que vivían en ecosistemas forestales, etc., coexistieron con el Homo neanderthalensis a lo largo de algunos cientos de miles de años. En este post narraremos lo que la ciencia hoy cree saber de aquel evento que transformó estepas herbáceas en la actual tundra. Como veréis, la ruptura de la cadena trófica de aquellos ecosistemas desencadenó una serie de eventos en los que los suelos desempeñaron una vital importancia.  Dicho de otro modo, el hombre paleolítico, como en Australia, cambió el paisaje y los tipos de suelos, no directamente, pero si  a través de sus acciones. Empero si en el continente australiano con ellos llegó la aridez y sequías, emitiendo grandes cantidades de carbono a la atmósfera, en el norte de la gran masa Euroasiática los suelos estépicos mutaron a Criosoles y Turberas, secuestrando ingentes cantidades de CO2. La historia es apasionante, constando una vez más que las culturas paleolíticas transformaron la biosfera y la edafosfera de gran parte del Planeta y el propio sistema climático, aunque la narración historia que aquí comienza termina en América, como veremos en el próximo post.

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Megafauna en la Estepa del Mamut. Fuente: Agathaumas

Se ha especulado mucho sobre…….

 Se ha especulado mucho sobre las razones que llevaron a la extinción de aquellos humanos euroasiáticos, es decir los Neandertales habiéndose localizado su último poblamiento en el extremo sur de Europa (ya fuera en las laderas del Peñón de Gibraltar o en la cornisa cantábrica) hace aproximadamente 25.000 años. Hoy sabemos que, en alguna medida, el Homo sapiens se cruzó con ellos atesorando una pequeña parte de su genoma. Ahora bien, si fueron exterminados por estos últimos, a pesar de cruces genéticos esporádicos, o aniquilados mediante algunas epidemias que les contagiaron nuestros ancestros (Homo Sapiens u Homo Terminator), sigue siendo un profundo misterio. Lo que sí que parece más claro, a la luz de las evidencias científicas, reside en que, con la extinción de los neandertales y la dispersión de los humanos modernos se produjo una tragedia de grandes dimensiones ecológicas. Aquellos humanos europeos, al perecer hicieron de su caza un recurso sustentable mientras que nuestros ancestros generaron las mismas extinciones que en el SE asiático y Australia. Como resume Tim Flannery en su bestseller Aquí en la Tierra, casi simultáneamente se extinguieron los Neandertales como sus presas, es decir, Los elefantes de colmillos rectos, y poco después las dos especies europeas de  rinocerontes europeos, entre otras muchas. La megafauna europea terminó refugiándose en islas deshabitadas, como Creta, Cerdeña, el archipiélago de Dodecaneso, etc., es decir en el mar Mediterráneo. Cuando los humanos modernos colonizaron aquellos sistemas insulares acabaron también con sus últimas reliquias tales como los elefantes enanos (una adaptación muy común para sobrevivir en territorios de escasas dimensiones, tales como las mentadas islas). El resultado de tal devastación que hoy conocemos son los últimos restos que se han detectado en Tilos (Dodecaneso) cuyas dataciones les otorga una edad de 4.600 años. Del mismo modo se han encontrado especies de Mamuts enanos al otro lado del Atlántico en la Isla de Santa Bárbara (California) extintos hace unos 12.000 años. Tan solo la agresividad de los humanos modernos ha impedido que al menos parte de las criaturas de aquella megafauna europea pudieran haber sobrevivido hasta la actualidad. Ya explicamos en otro post precedente y volveremos a incidir en ello más adelante  al decapitar parte de la cadena trófica, total o parcialmente, el paisaje Europeo cambió tras una merma de su biodiversidad y transformación de sus suelos.

Aquellos tiempos gélidos, pero felices para la Megafauna de Europa, América y ¿África?

Durante el Pleistoceno diversas especies de Mamut habitaban por los continentes mencionados, si bien no entraremos en tales detalles. Durante la era glacial, las gélidas praderas conocidas como la estepa del mamut se extendían al este y al norte de la zona boscosa de Europa. Tales estepas cubrían gran parte de la zona subglacial en Eurasia.  Tal territorio, el de mayor extensión en la litosfera,  se expandía desde el centro de Francia hasta Alaska, padeciendo tales rigores gélidos como hacer desistir a los simios bípedos  modernos de conquistarla, al menos hasta hace aproximadamente unos 30.000 años. No obstante no debemos excluir la posibilidad de que algunos clanes realizaran incursiones estivales eventualmente, como cazaderos veraniegos de la megafauna, pero al perecer nunca se asentaron permanentemente. Todo ello indujo a que en aquellos lares sobrevivieran las últimas grandes manadas de megamamíferos euroasiáticos como Tim Flannery relata: El mamut lanudo, el rinoceronte lanudo, el bisonte, el buey almizclero, el alce y el caballo gigante sobrevivían en los mentados y extremos ambientes. Sin embargo, nos topamos con un hecho tremendamente intrigante, si la paleontología actual da cuenta fehaciente de lo ocurrido.  Hablamos de estepas que no de tundras en un clima muchísimo más frío que el actual y en donde hoy se esparce la última, cuya escasa productividad no puede competir con la  de la primera. ¿Cómo es posible?. Por aquellos tiempos, según Wikipedia:

 Las condiciones climáticas permitían una diversidad vegetal que soportaba muchas especies diferentes de animales que normalmente habitarían en zonas distintas. Especies que actualmente viven en el norte, como los lemmini convivían con especies que actualmente viven en el sur, como las mofetas. R. Dale Guthrie argumenta que la larga temporada de crecimiento de las plantas del Pleistoceno era más favorable a la diversidad que a la homogeneidad. Esto se debe porque estos ecosistemas eran mejores para los animales no especializados, que necesitaban comer diferentes tipos de animales para alimentarse correctamente.[13]. La vasta región que se extendía desde el este de Europa, a través de Siberia hasta Alaska y el Yukón recibía el nombre de la estepa del mamut. La abundancia de hierba, forbias y lamiáceas creó un ecosistema de estepa especialmente favorable para los grandes mamíferos como el mamut. La flora del Pleistoceno era especialmente nutritiva debido a que el duro clima obligaba a la plantas a acumular fibras y carbohidratos para poder sobrevivir

La Estepa del Mamut y sus suelos

Como señala Tim, en la actualidad los ecosistemas siberianos no pueden mantener ensamblajes de megafauna como los de antaño. Sus suelos son demasiado ácidos, y la materia orgánica (muy poco descompuesta) se acumula muy abundante sobre la superficie, dando lugar a grandes espacios ocupados por, charcas, Turberas (Histosoles) y suelos helados (Criosoles). El   valor nutritivo de la biomasa que crece sobre ellos es escaso para el desarrollo vegetal, permaneciendo tan solo las manadas de renos (que en Norteamérica se denominan caribúes: dos subespecies distintas aunque muy emparentadas) alimentándose de líquenes por la escasez de hierba. Nos resulta difícil entender que los mamuts y rinocerontes lanudos, así como los  bisontes,  consumieran líquenes en lugar de la más nutritiva cobertura herbáceo-esteparia y sobrevivieran en manadas sobre los actuales ecosistemas de tundra. Empero al escarbar en la capa helada del suelo (el permafrost)  y Gelisoles/Crisosoles aparecen con harta frecuencia huesos de aquella megafauna de tiempos ¿más fríos?, lo cual parece corroborar que en plena glaciación se ensamblaban ecosistemas mucho más productivos.

Los mamuts lanudos diferían de los elefantes asiáticos actuales, en varios rasgos que Tim señala y de los que tan solo reseñaremos alguno de ellos: las jorobas grasas (reserva de alimento para sobrevivir en los momentos más duros y que debía ser más que apetecibles para los humanos) sobre los hombros (…) enormes colmillos curvos, un pelambre lanudo enormemente largo y grasiento como el de los bueyes almizcleros, Se sospecha que sus colmillos cruzados del Mamut  actuaban a modo de quitanieves, dejando al descubierto la estepa herbácea cubierta invernalmente por un manto  nevado. De ser así, como actualmente aceptan muchos científicos,  tras las manadas de aquellos mamuts, una vez dejada la hierba al descubierto, nada impedía que otras especies, como cabellos y bisontes de la megafauna pudieran alimentase, por cuanto estos últimos no tenían medios para actuar como quitanieves profundos. De este modo los reiterados mamuts parecían ser lo que los ecólogos denominan especies clave. Tim Flannery nos informa de otros dos rasgos que pudieran ser más interesante de lo que pudiera parecer en primera instancia: «Bajo la cola del mamut había un tapón (opérculo) del tamaño de un plato que encajaba perfectamente sobre el ano, un recurso para conservar el calor y que se levantaba solo para hacer las necesidades”. Y el extremo de la trompa no era puntiagudo (…) sino ancho y plano, para ayudar a recoger la hierba.

Con vistas a poder explicar la presunta productividad del territorio del Mamut en un clima más frío que el actual en donde la estepa ha dado paso a la tundra, algunos expertos han apelado a la denominada paradoja de la productividad. Es decir que el principal factor limitante para su supervivencia resulta ser la productividad de los, no el clima en sí mismo. Tres pudieran ser las razones de tal hecho:

(i) Los restos muertos de la vegetación tardan muchísimo tiempo en descomponerse en el ambiente de la tundra. Bajo estos ambientes el periodo fenológico es muy breve además de que los suelos helados tardan mucho tiempo en derretirse superficialmente, acortando aún la duración del periodo en el que la actividad biológica del suelo permite la acción de los organismos responsables de la  descomposición de la materia orgánica (MO).  De hecho el deshielo de los horizontes superficiales de los Criosoles da lugar a que el suelo se encharque, ralentizando aún más la mineralización y/o humificación de la materia orgánica del suelo (MOS). De este modo se forman turberas ácidas con plantas de escaso poder alimenticio. Con el tiempo los horizontes helados alcanzan una mayor profundidad, afectando también al regolito (permafrost) de forma permanente (durante todo el año). La capa congelada se hace más espesa, y no se descongela nunca, por lo que los ya de por si escasos nutrientes terminan secuestrados en la mentada MOS de los horizontes helados. Cuando en primavera la radicación llega al suelo, se gasta mucha de ella en el deshielo de las capas superficiales y que al encharcarse (…). Resumiendo la tundra ha sido durante miles de años secuestradora de carbono atmosférico justamente por la dificultad para la descomposición de la MOS y el consiguiente reciclado de nutrientes

(ii) Un factor esencial en los biomas de tundra es obviamente la duración del período de actividad vegetativa. Se sospecha que aunque hoy en día el clima es más cálido y húmedo que cuando existía la estepa del mamut, no ocurre lo mismo con el periodo apto para el desarrollo vegetal, más corto que en aquellos tiempos pretéritos. Cuando llegaba el estío a la estepa del mamut la radiación solar llegaba rápida y directamente hasta la superficie del suelo, calentando el entorno radicular y adelantando la acción de la actividad biológica con la consiguiente liberación de nutrientes. Tan escenario es diametralmente opuesto al que acaece en los paisajes de turbas y Criosoles que demandan el deshielo previo, siendo su MOS mucho más difícil de descomponer en un breve lapso de tiempo.

(iii) Los residuos vegetales de una estepa herbácea por definición se descomponen antes que los de un paisaje dominado por turba y líquenes, atesorando los tejidos de las primeras muchos más nutrientes (y entre ellos los esenciales fósforo y nitrógeno) que los de la segunda, por lo que podían también liberarse antes al medio edáfico que lo tornaba menos ácido que el actual.  En otras palabras la estepa es más fértil que la tundra.  Pero lo que aún es de mayor relevancia: en una estepa pastoreada por la megafauna buena parte de los restos vegetales son descompuestos en los aparatos digestivos de aquellos herbívoros, alcanzando el suelo en forma de orina y estiércol ricas en nutrientes, y elevando su temperatura que así favorecía el rápido ataque de los organismos edáficos a la MO. En consecuencia puede considerarse a la megafauna y en especial al mamut una especie clave que, mediante su pastoreo, mantenía la productividad de aquellas zonas estépicas. Ecólogos y edafólogos suelen soslayar este hecho: no es lo mismo la descomposición directa de los restos vegetales (y más aun con las propiedades desmejorantes de los de la tundra actual) que los mismos sean ya fuertemente descompuesto por los aparatos digestivos de los herbívoros (estiércol), como ya vimos en otro post dedicado al cambio del paisaje australiano antrópicamente inducido.

Al iniciarse la fase más fría del ultimo perdido glacial, aproximadamente hace veinte mil años, como Tim Flannery  nos recuerda conforme a la literatura paleontológica, tanto los mamuts y rinocerontes lanudos ya habían desaparecido por la caza paleolítica de los territorios más meridionales (más cálidos) sobreviviendo exclusivamente en su zona septentrional y oriental de distribución, mucho más rigurosa y hostil para mantener asentamientos humanos permanentes. Sin embargo, también es cierto que la cultura y tecnología paleolítica había ido mejorando, al menos en el sentido de su adaptación a los ambientes gélidos. Aquellos clanes de cazadores disponían de mejores armas, vestimentas, utensilios y herramientas para el aprovechamiento de la carne y grasa de las presas, así como medios y estrategias con vistas a protegerse de las inclemencias del tiempo.

Más aun, hará unos catorce-quince mil años el clima comenzó a calentarse, permitiendo que los asentamientos de aquellos cazadores-recolectores fueran más prolongados y a la postre finalmente permanentes, avanzando en su expansión hacia el norte y el este, con la consiguiente mengua del hábitat del mamut, terminando por arrinconarlos en la zona oriental que resultaba ser una trampa biogeográfica, de acuerdo a la recopilación bibliográfica llevada a cabo por Tim. Por aquellos tiempos Alaska aún permanecía unida a Eurasia (Siberia) mediante una llanura libre de hielo. No ocurría lo mismo hacia el oeste.   

Como podéis leer en el siguiente artículo de S.A. Vasil’ev “Man and Mammoth in Pleistocene Siberia” según avanzaban los humanos fueron diezmando los rebaños de mamuts hasta acantonarlos en los últimos refugios de la megafauna de Eurasia circunscrita a Yakutia y penínsulas de Gydansky y Taimyr, quede hecho penetraban en el océano Ártico congelado. Hablamos de hace unos 11.000-9.600 años, si bien esta historia la narraremos en otro post. Hablamos de los Mamuts y la cultura clovis en Norteamérica.

Los Mamuts terminaron, como los elefantes, acantonándose en islas, incluido del Mediterráneo (por ejemplo en Creta, aunque también a septentrión como en Alaska). Nos referimos a los conocidos Mamuts enanos, sobreviniendo más o menos tiempo según la isla u archipiélago. Por ejemplo  en la isla de Saint Paul, perteneciente al archipiélago de Pribilof, en Alaska, se han encontrado restos de hace seis mil. Sin embargo, a día el hallazgo más reciente de Mamuts enenos ha sido descubierto en la remota isla de Wrangel, habiendo al parecer sobrevivido como mínimo hasta la reciente fecha de los menos 3.700 años. Hablamos ya de tiempos históricos como el del Antiguo Egipto.

Reiteramos que la historia de los Mamuts no termina aquí, saltando hasta el continente Americano, como ya explicaremos en otro post con vistas a demostrar, una vez más las relaciones entre el suelo, ecosistemas y grandes extinciones, como ya vimos también para el caso de Australia e islas del SE asiático y Oceanía.

Juan José Ibáñez

 

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