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Grandes Mamíferos de Norteamérica Prehistórica. Fuente: Pinterest

Como narra Tim Flannery en su espléndida monografíaAquí en la Tierra”,  en el periodo en el que la estepa del Mamut  y su megafauna alcanzaron una mayor  extensión, los neandertales convivieron y se alimentaron de ellos de forma sustentable. Pero entonces surgieron de África los humanos modernos, y cuando allí llegaron, generaron el colapso de aquellos ecosistemas mediante una caza incontrolada de aquellos grandes animales hasta s¡u casi total exterminio. Hablamos del Homo sapiens del paleolítico. Hará unos 12.000-16.000 años, el continente Americano no padecía el mismo saqueo ecológico. ¿Razón?. Simple y llanamente los humanos modernos no parecían haber asomado sus narices en aquel continente, por lo que se mantenían los paisajes con su rica fauna de grandes mamíferos.  Las amplias masas de hielo frenaban las incursiones de aquellos  Homo terminators, que desolaban todo lo que encontraban a su paso en su primera globalización. Por esta razón, en las Américas mamuts, mastodontes , tigres de dientes de sable, león norteamericano, perezosos gigantes, osos buldog, lobos gigantes, etc. habitaban y compartían las estepas de “las Américas”. Todo apunta a que la fauna de grandes mamíferos era tan variada como la euroasiática antes de su total extinción, o la de las sabanas africanas de la actualidad. Y todo ello a pesar del frío glaciar. Sin embargo era cuestión de tiempo. Y allí llegamos según la ciencia actual hace unos 14.000-13.000 años. Por aquel entonces comenzaba a derretirse la mentada barreda de hielo localizada en Alaska. Nada impedía el asalto a nuevos territorios vírgenes: comenzando la tragedia de las Américas.  Ya habréis oído hablar como los primeros colonizadores humanos, al menos  en Norteamérica, pronto desarrollaron una singular cultura a la que denominamos Clovis. Como podréis leer más adelante, las evidencias que aporta el género de hongos denominado Sporormiella denuncia que los ecosistemas y paisajes de Norteamérica padecieron probablemente procesos similares de degradación  que los que antes sufrió de Eurasia, que ya narramos en un post precedente (ver relación abajo, al final de esta entrega). En grandes extensiones el metabolismo de los ecosistemas (es decir el medio edáfico) sufrió una profunda transformación. Las aportaciones de millones de toneladas de estiércol generada por la megafauna descendió exponencialmente, siendo mayoritariamente reemplazadas por la lenta descomposición de los residuos vegetales frescos (ver nuestra categoría necromasa). En consecuencia, y por necesidad, la ecología del suelo cambió, teniendo que cargar la microflora y microfauna edáficas con un trabajo ecosistémico mucho mayor que el precedente. No es lo mismo favorecer la incorporación del estiércol al suelo que la de los restos vegetales sin descomponer, como bien saben los agricultores. Todo apunta pues a una  ralentización, tanto de la humificación como del reciclado de nutrientes.Veamos pues que pasó en los biomas americanos con la llegada de ese impresentable depredador biosférico al que denominamos hombre moderno. Léanlo porque no tiene desperdicio.  Allá vamos (…).

Juan José Ibáñez

Parafraseando un texto de Wikipedia: La cultura Clovis o cultura llano ―en el sur de EE. UU.― fue considerada a mediados del siglo XX como la más antigua del continente americano. Su datación por radiocarbono calibrada indica un periodo entre el 10.600 y el 11 250 a. C.[1] Esa época corresponde a los últimos estadios de la glaciación de Würm o Wisconsin (la última Era de hielo). Al parecer su duración no fue mucho más allá de unos 300 años aunque, según algunos expertos, se dispersaron por toda Norteamérica. 

Así como nos narra Tim Flannery,  entre otros restos arqueológicos se hallaron: “puntas de piedra de aspecto mortífero, algunas de las cuales se han encontrado encajadas entre las costillas de mamuts fosilizados”. Según las evidencias científicas, actualmente disponibles, bastaron tres siglos para que la cultura clovis asolara la megafauna de aquellas tierras y con ello propició el colapso de sus ecosistemas primigenios. Prácticamente todos los animales previamente mentados, junto con otros como caballos, y camellos (algunos de dimensiones descomunales) desaparecieron en un parpadear de ojos, en términos geológicos, mientras que unos pocos lograron soportar aquella embestida humana durante algunos siglos más, como los ya referidos mamuts y mastodontes. Cierto es que una minoría resistió mil años más, entre los que cabe mentar el feroz oso bulldog. Realmente se desconoce la totalidad de especies extintas por el ser humano debido a las lagunas del registro fósil, si bien Tim calcula, a partir de datos bibliográficos, que 500 años después de la gran invasión americana, el Homo sapiens había ya dado buena cuenta de como mínimo 34 géneros (que no especies) de grandes mamíferos (teniendo en cuenta que cada género se compone de una varias especies), con más de 44 kilos de peso, mientras que Sudamérica se extinguieron aproximadamente 50 géneros, es decir más que en cualquier otra masa continental, según sabemos. A la hora de intentar indagar una fecha más exacta de la desaparición del Mamut, los expertos han hecho uso de un singular procedimiento que atañe a la descomposición de los restos fecales de estos “animalotes” en el suelo se trata de un hongo que colabora activamente a la alteración e incorporación de aquellas enormes boñigas al medio edáfico (es decir especies coprófagas o saprofitas). Se trata del género que en micología que se denomina Sporormiella,compuesto por más de 80 especies. Habitan en climas boreales y templados, estando especializados en la descomposición del estiércol de grandes mamíferos, tanto salvajes (la megafauna que analizamos en este post), como domésticos (por ejemplo, el ganado vacuno).  Por lo tanto, la cuantificación de sus abundantes esporas en los registros paleoecológicos (por ejemplo los sedimentos lacustres) resulta ser un buen indicador de la densidad de la megafauna. Al final del post os dejo un resumen en suajili de su uso en temas como los que abordamos hoy. Conforme al relato de Tim, las mentadas esporas son muy abundantes también en los montones de boñigas “fosilizadas” de los perezosos gigantes encontradas en ciertas cuevas (por ejemplo de Utah), además de los mentados depósitos lacustres. Las investigaciones realizadas nos informan de que en el registro fósil de Norteamérica eran muy abundantes hasta hace aproximadamente 13.000 años. A partir de ese momento declinaron hasta casi desaparecen misteriosamente, volviendo a ser detectadas en abundancia tras la extensión reciente del ganado vacuno criado por los colonos europeos del siglo XIX. Tim también nos narra que, en Madagascar el patrón temporal que siguió la Sporormiella fue muy semejante al aquí explicado: Decayó a los pocos siglos de la llegada de los humanos, y volvió a renacer con la introducción del ganado doméstico, aproximadamente mil años después. Resulta pues más que plausible que el declive de la Sporormiella sea un indicador de la extinción o reducción (según especie) de las grandes manadas de megafauna en Norteamérica y otras partes del Planeta que fueron abatidas, a lo largo y ancho de este y otros continentes, en un instante, en sentido geológico’. “Y la punta de flecha de los indios Clovis así lo atestigua”.

Existieron algunos sobrevivientes de aquella gran extinción como los perezosos terrestres, algunas especies de monos (que de hecho por su peso no pueden considerarse megafauna) y ciertos roedores de gran tamaño,  acantonados en las Indias Occidentales en donde lograron sobrevivir aproximadamente 4.000 años más, gracias a que los humanos modernos no habían pisado aun aquellos territorios, mientras los restantes reiteremos que  fueron aniquilados de una punta a otra de las Américas. Sin embargo, también fue cuestión de tiempo. Cuando el Homo sapiens conquistó las Islas del Caribe hará aproximadamente 8.000 años también desapareció su megafauna ¡Cómo no!. No obstante en este sentido cabe mentar que posiblemente la narración de Tim resulta ser algo simplificada, al menos en lo que concierne al efecto devastador de la cultura Clovis.  Así por ejemplo en Wikipedia se ofrecen pruebas que ponen en entredicho que todo aquel desastre ecológico fuera causado por la susodicha cultura como exponemos a continuación, aunque ello no signifique que si en lugar de una cultura fueran más las responsables del delito. La historia cambie desde nuestro punto de vista. ¿O quizás como en el caso que ya narramos a cerca del desastre Australiano, fue una sola mutación la que dio lugar a seres tan devastadores?. El tiempo dictará sentencia cuando confome los científicos vayan recopilando nuevas evidencias.

En una cueva llamada Sandia, cerca de la ciudad de Albuquerque en Nuevo México (Estados Unidos), se encontraron vestigios que por un cierto tiempo se creyeron más antiguos que los de la cultura clovis. Actualmente, con nuevas pruebas de radiocarbono, se determinó que la cultura sandia es coetánea a la clovis, pues data del 9000 o 10 000 a. C. (Lucena: 1982).

Muchos arqueólogos han debatido largamente la posibilidad de la existencia de culturas anteriores a la clovis, tanto en Norteamérica como en Sudamérica. Descubrimientos como los de Monte Verde (Chile) y otros yacimientos antropológicos de América como Piedra Museo (Argentina), Pedra Furada (Brasil), Tlapacoya (México), Topper (California), Meadowcroft Rockshelter (Estados Unidos), entre otros, replantearon completamente la teoría clásica, ahora conocida como teoría del poblamiento tardío, y defendieron una nueva teoría, conocida como teoría del poblamiento temprano de América, o preclovis, que ubica la fecha de ingreso entre 25 000 y 50 000 años antes del presente, al mismo tiempo que modificaron las teorías sobre las rutas de entrada y difusión por el continente. Recientemente parece haberse establecido la existencia de cuando menos, un yacimiento mil años anterior a la cultura clovis.[3]

En la página Web SoloCiencia se expone información que parece dar más luces acerca de lo acecido en las Islas del Caribe y que reproducimos aquí por su interés:

Determinar si fue la primera llegada de humanos, o bien el calentamiento del continente americano, lo que a finales de la última Edad de Hielo causó la extinción de los perezosos prehistóricos, ha traído de cabeza a los científicos porque ambos eventos ocurrieron al mismo tiempo, hace unos 11.000 años. Ahora, utilizando radiocarbono para fechar fósiles procedentes de Cuba y de la isla La Española, donde los humanos aparecieron más tarde que en el continente norteamericano, mucho después de la última Edad de Hielo, el ornitólogo David Steadman de la citada universidad ha logrado separar los dos eventos. Él y sus colegas han encontrado que el último registro de perezosos terrestres coincidió con la llegada de los humanos hace 4.400 años. Si el clima fuera el mayor factor que impulsara la extinción de los perezosos terrestres, cabría esperar que las extinciones ocurrieran más o menos al mismo tiempo en ambas islas y en el continente, ya que el cambio climático es un evento global. Sin embargo, el estudio muestra claramente que las extinciones de perezosos terrestres en el Nuevo Mundo no acontecieron después de cambios serios en el clima o la vegetación, y que la primera aparición de humanos debe haber sido el factor decisivo.

El registro fósil muestra que las personas que llegaron a América del Norte fabricaban herramientas sofisticadas de piedra, hueso y marfil. Estos cazadores tuvieron un efecto nefasto sobre los animales que vivían allí. Más de tres cuartas partes de las especies de grandes mamíferos que vagaban por tierras norteamericanas se extinguieron en unos pocos miles de años. Estos, además de perezosos terrestres, incluían a mamuts, mastodontes, tigres dientes de sable y osos gigantes. «Fue tan catastrófico como la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años», ha declarado Steadman.

 El más grande de los perezosos terrestres prehistóricos crecía hasta el tamaño de un elefante moderno y se alimentaba de arbustos y de hojas de las ramas bajas de los árboles. En cambio, los únicos descendientes que subsisten hoy son pequeños perezosos arborícolas, presentes desde el sur de México hasta el sur de Brasil. La única razón por la que perduran las especies actuales de perezosos es que viven refugiados en lo alto de los árboles, donde su pelo les sirve de camuflaje. Por desgracia, cuando un perezoso baja al suelo, normalmente alguien está allí para matarlo.

Finalmente Tim nos dice que los bisontes osos pardos y Alces que hoy habitan aun algunas zonas de Norteamérica y que actualmente se consideran los restos del naufragio de la megafauna americana, es decir especies autóctonas de aquellas tierras  resultan ser muy recientes, llegando de Eurasia, quizás al mismo tiempo, y por la misma ruta del norte que los humanos. Resumuendo personalmente ya no sabe si pensar cual fue la mayor extinción, si la causada por el hombre paleolítico o la mucho anterior y más famosa del meteorito que dio fin al mesozoico.  

Sporormiella fungal spores, a palynological means of detecting herbivore density

Owen K. Davisa, ,  and David S. Shaferb

During the historic period, spores of the dung fungus Sporormiella are abundant in lake and cave sediment where livestock are plentiful in the western United States. Sporormiella spores occasionally exceed 50% of the upland pollen sum in samples from corral ponds and bed-grounds, and routinely reach 4% in lake and marsh samples in pastoral areas. Sporormiella spores are comparatively rare in mid-Holocene sedimentary records, but they reach values of 2–4% in Pleistocene samples from lake sediments. Sporormiella spores are directly linked to extinct megaherbivores by their presence in mammoth dung from Bechan Cave, Utah. In several sites in the western United States, a precipitous decline of Sporormiella percentages after ca. 10,800 radiocarbon yr B.P. (12,900 years ago) marks a decline of herbivore density, probably associated with the North American megaherbivore extinction.

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3 comentarios

  1. Juamjo por una ocurrencia de un presidente gringo se apropiaron del nombre de América y el gentilicio correspondiente. Desde la cartografía de Américo Vespucio, ese nombre corresponde a todo el continente. Disculpa lo quisquilloso, péro algunos al no tener identidad se la apropian de donde pueden.Que conste uno de mis mejores amigos es un gringo, desde luego sin desdoro tuyo.

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