Crisis-taxonomia

Fuente: Colaje imágenes Google

Ya hablamos en un post antiguo acerca de La Crisis de las Ciencias taxonómicas, que no afectan solo a los seres vivos, sino a la clasificación de otros recursos naturales relacionados con ella. Y tal hecho pasa inadvertido, mientras las Cumbres recientemente realizadas para su preservación son aireadas por la prensa a bombo y platillo, como señalamos en las siguientes entradillas que hicimos públicas no hace muchos meses sobre el COP15 y COP27: (i) La biosfera Vaciada (ii)  COP27 Final: La Conjura de los Necios (titulares de centenares de noticias) y (iii) Final de la Cumbre del Clima COP27: Valoración Prensa (decepcionante como siempre). El tema ha volvió a resurgir en los primeros meses de 2023, como por ejemplo, en las siguientes notas de prensa: (i) Taxonomía, una ciencia en crisis, (ii) Taxonomía, una ciencia en crisis (Ignacio Rivera del MNCN, CSIC, Madrid) y (iii) El descubrimiento de la biodiversidad está en peligro. Por ejemplo, en un de estas noticias puede leerse: En el mundo hay cerca de dos millones de especies descritas y se calcula que faltan entre 5 y 50 millones por descubrir. Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN, CSIC) alertan de la importancia de apoyar la taxonomía para reducir la pérdida de biodiversidad, y afirman que está en riesgo por la falta de fondos, apoyo institucional y reemplazo generacional. Cabría matizar que las tres razones aludidas son en realidad una sola: el desprecio de una política científica, nacional e internacional, por hacer lo posible para que muchos objetivos del COP27 sean imposibles de llevar a cabo.  Si La biosfera se encuentra  Vaciándose , no cabe la menor duda que es por nuestra culpa, resulta palmario que tampoco deseamos resolver el problema. Al margen de las dificultades intrínsecas para alcanzar los objetivos propuestos, existen pasos muy sencillos de realizar con éxito, como debiera ser imperiosamente la participación de los expertos que deben llevar a cabo los inventarios de biodiversidad que, solo pueden llevar a cabo los buenos taxónomos. Por tal razón algunos se preguntan irónicamente ¿La crisis de la biodiversidad es la crisis de la taxonomía?. No debiera ser así pero…subliminalmente tal aseveración oculta parte de la verdad. Y es que tan vaciada se encuentra nuestra la biosfera como la cabeza de la nuestros gobernantes y planificadores de la política científica.

No se trata de que falten vocaciones, sino que si dedicas tus esfuerzos indagadores a los estudios taxonómicos (soslayando nuevos enfoques metodológicos, que no sirven para los fines perseguidos) la valoración de tu actividad científica te dejará relegado(a) a los últimos puestos del ranking de tu ámbito científico de competencia. El impacto de las revistas científicas que publican sobre taxonomía es bajísimo y los hallazgos dependen de una multitud de factores, muchos de los cuales, no se encuentran relacionados con la pericia de los expertos, sino de la financiación y la diosa fortuna. En consecuencia, cualquier joven vocacional, debe elegir otra disciplina so pena de no poder estabilizar su carrera jamás. Como corolario, el número de taxónomos va menguando, encontrándose al borde de la extinción. De diversos grupos taxonómicos, tan solo queden contarse con los dedos de una mano, y más aun en filos que no son considerados emblemáticos, como los microrganismos y pequeños invertebrados. La Unión Internacional para la Conservación de la naturaleza, se ha lamentado en multitud de ocasiones de que así, inventariar la biodiversidad del Planeta se encuentra fuera de su alcance.  

Preservar la biodiversidad conllevará un enorme esfuerzo económico, ahora bien, no servirá de nada si no apuntalamos los pilares. Sin taxónomos ¿Qué vamos a inventariar? ¿Cómo podremos saber cuantas especies hay en el planeta? Vosotros sabéis la respuesta.  En consecuencia, urge denunciar la situación e implementar “bonus” que recompensen y propicien no ya las vocaciones, sino la posibilidad de supervivencia de estos descarriados.

Falta pues un inventario de los riesgos de extinción de los taxónomos según su grupo taxonómico, para a la postre planificar un plan de rescate, cuyo montante económico no alcanzaría a ser más que una pequeña parte de la financiación que han prometido los políticos en esta materia.  También hay que incentivar a los parataxónomos. Por ejemplo, actualmente, en España, la actividad de los miembros de las sociedades relacionadas con la flora y la fauna (muchos de los cuales se ganan la vida en otros menesteres) supera con creces el número de taxónomos en las plantillas institucionales y se encuentran bien formados. Ellos se autofinancian casi en su totalidad, con algunas pequeñas aportaciones de instituciones locales.  

Resumiendo, no se trata de miopía sino de ceguera total. Sin saber el número de especies (inventarios) no se puede monitorear su perdida sobre bases científicas sólidamente formuladas.  Y si ambas, cualquier valoración concerniente a la pérdida de biodiversidad no dejará de ser más un producto de muy pobre calidad. Si se puede publicar en revistas de impacto sobre estos últimos temas, pero sin lugar para la taxonomía (inventario de especies) Los vicios de la tecnociencia caminan por estos derroteros.

Abajo o dejo información al respecto, extraída de los enlaces arriba indicados.

Juan José Ibáñez

Continúa……….

¿La crisis de la biodiversidad es la crisis de la taxonomía?.

Resumen

El compromiso de integrar una lista florística que plasme el conocimiento de la diversidad vegetal a corto plazo, solamente será alcanzado con un cuerpo sólido de taxónomos especialistas, el cual, en lugar de fortalecerse, más bien parece estar en decaimiento. Los objetivos de este trabajo son discutir el papel que han jugado los taxónomos mexicanos en el conocimiento de la flora de México y cuál es el capital humano con que se cuenta en la actualidad, así como analizar el conocimiento que se tiene actualmente sobre la flora de México y su relevancia en las estrategias de conservación de la biodiversidad. Se proponen además, estudios novedosos que podrían complementar el conocimiento taxonómico para lograr definir las zonas más importantes de riqueza y endemicidad (hotspots) que complementen o actualicen nuestro Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Los principales resultados señalan que la tasa de descripción de especies nuevas todavía muestra un sesgo importante en el número total de especies en la flora mexicana, ya que cada año se adiciona un número importante, ya sea como especies o como registros nuevos. Gran parte del descubrimiento de la diversidad faltante es obtenido con la revisión especializada del estudio de las colecciones científicas, aunque el número de taxónomos especialistas ha sufrido una disminución considerable. Se discuten algunas líneas emergentes de estudio que han ayudado a definir mejores estrategias de búsqueda y análisis de la biodiversidad, que seguramente facilitarán el trabajo de exploración e investigación de este componente desconocido de la diversidad vegetal del país. Se propone que, evitando la crisis que enfrenta actualmente la taxonomía, se minimizará de manera importante la crisis de la biodiversidad y de otras áreas de investigación afines. Desafortunadamente, el problema de la desaparición de los taxónomos en el mundo (y México no es la excepción), se debe en gran parte a los mecanismos de evaluación de la producción académica, a los ingresos obtenidos mediante recursos extraordinarios (subsidios a proyectos), y al factor de impacto de las revistas donde se publican los resultados. Se debe resolver esto para evitar considerarlos una especie en extinción.

Tasas decrecientes de especies descritas por taxónomo: ¿desaceleración del progreso o un efecto secundario de la mejora de la calidad en la taxonomía?

Incluso después de más de 250 años de taxonomía descriptiva, está claro que hay muchas más especies de las que se han descrito hasta ahora (por ejemplo, mayo de 1988; Cigüeña 1993). Una preocupación importante para la biología es que la capacidad de la fuerza de trabajo taxonómica es insuficiente para documentar las especies desaparecidas dentro de un tiempo razonable (Wheeler y Cracraft 1997; Wheeler y otros 2004). Esta preocupación se refleja en artículos de opinión recientes que argumentan que la taxonomía está en un estado de crisis (Agnarsson y Kuntner 2007), que la profesión está en peligro (Pearson et al. 2011) y que los taxónomos son una raza en peligro (Wägele et al. 2011). Para la planificación de la capacidad taxonómica a largo plazo, dos cuestiones empíricas principales son importantes: el número total de especies desaparecidas y el ritmo al que los taxónomos pueden documentarlas. Ambos temas requieren un estudio detallado y una evaluación cuidadosa.

Dada la presión del tiempo resultante de la crisis de extinción en curso, es importante que se documenten adecuadamente tantas especies lo antes posible. Por lo tanto, la eficiencia es un aspecto importante pero en gran medida pasado por alto de la taxonomía. Varios estudios recientes han presentado evidencia de que en una amplia gama de organismos el número de especies recientemente descritas continúa aumentando, en algunos casos incluso exponencialmente, pero que el número de taxónomos que producen estas descripciones ha aumentado aún más rápido (Pimm et al. 2010; Joppa et al. 2011a; Costello et al. 2012; Tancoigne y Dubois 2013). En consecuencia, el número de especies descritas por taxonomista ha disminuido. En tres de estos estudios, esto fue interpretado por los autores como un efecto de un grupo decreciente de especies faltantes que dificulta el descubrimiento de nuevas especies (Pimm et al. 2010; Joppa et al. 2011a; Costello et al. 2012; véase también Costello et al. 2013). Aunque estos estudios rechazaron la idea de que el número de taxónomos está disminuyendo, sin embargo, implicaron que la producción por taxonomista está disminuyendo.

La taxonomía no es un problema para la conservación sino que la hace posible

Un informe destaca el declive de los taxónomos de insectos en toda Europa

por Pensoft Publishers

Si bien las poblaciones de insectos continúan disminuyendo, la experiencia taxonómica en Europa está en grave riesgo, confirman los datos obtenidos dentro de la Lista Roja Europea de Taxónomos de Insectos, un estudio reciente encargado por la Unión Europea (UE).

Los científicos que se especializan en la identificación y descubrimiento de especies de insectos, también conocidos como taxónomos de insectos, están disminuyendo en toda Europa, destaca el informe recientemente publicado por CETAF, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y Pensoft. Los autores de este informe representan diferentes perspectivas dentro de la ciencia de la biodiversidad, incluida la historia natural y las instituciones de investigación, la conservación de la naturaleza, la academia y la publicación académica.

A pesar de la importancia global de sus colecciones taxonómicas, Europa ha estado perdiendo experiencia taxonómica a un ritmo tal que, en este momento, casi la mitad (41,4%) de los órdenes de insectos no están cubiertos por un número suficiente de científicos. Si solo se cuentan los países de la UE, el número parece solo ligeramente más positivo (34,5%). Incluso los cuatro órdenes de insectos más grandes: escarabajos (Coleoptera), polillas y mariposas (Lepidoptera), moscas (Diptera) y avispas, abejas, hormigas y moscas de sierra (Hymenoptera) solo están adecuadamente «cubiertos» en una fracción de los países.

Para obtener detalles sobre el número, la ubicación y la productividad de los taxónomos de insectos, el equipo extrajo información de miles de artículos científicos publicados en la última década, consultó las bases de datos científicas más importantes y llegó a más de cincuenta instituciones de ciencias naturales y sus redes.

Además, una campaña dedicada llegó a investigadores individuales a través de múltiples canales de comunicación. Como resultado, más de 1.500 taxónomos respondieron rellenando una encuesta de autodeclaración para proporcionar información sobre su perfil personal y académico, calificación y actividades.

Luego, la información recopilada se evaluó según criterios numéricos para clasificar a los científicos en categorías similares a las utilizadas por la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN.

En la Lista Europea de Taxónomos de Insectos, estos van desde la Capacidad Erosionada (equivalente a Extinta) hasta la Capacidad Adecuada (equivalente a la Preocupación Menor). La evaluación se aplicó a los 29 órdenes de insectos (es decir, escarabajos, polillas y mariposas, etc.) para averiguar qué grupos de insectos la sociedad, los profesionales de la conservación y los responsables de la toma de decisiones no deben preocuparse en este momento.

A nivel de país, los resultados mostraron que Chequia, Alemania y Rusia demuestran la cobertura más adecuada de grupos de insectos. Mientras tanto, Albania, Azerbaiyán, Bielorrusia, Luxemburgo, Letonia, Irlanda y Malta resultaron ser los que tenían un número insuficiente de taxónomos.

En la mayoría de los casos, la disponibilidad de expertos parece correlacionarse con el PIB, ya que los países más ricos tienden a invertir más en sus instituciones científicas. Lo que es particularmente preocupante es que la falta de experiencia taxonómica es más evidente en los países con mayor diversidad de especies. Esta tendencia puede causar problemas aún más significativos en el conocimiento y la conservación de estas especies, agravando aún más la situación. Por lo tanto, el informe proporciona más evidencia sobre un patrón global en el que los países más ricos en biodiversidad son también los más pobres en recursos financieros y humanos.

El equipo de investigación también recuerda que son los museos europeos de historia natural los que albergan las mayores colecciones científicas, incluidos los insectos, traídos de todo el mundo. Como tal, Europa es responsable ante el mundo de mantener el conocimiento taxonómico y desarrollar la capacidad experta adecuada.

Otras tendencias preocupantes reveladas en el nuevo informe son que la comunidad de taxónomos también está envejeciendo y, especialmente en los grupos mayores, dominada por hombres (82%).

Visión general de la capacidad taxonómica en los países europeos basada en el Índice de la Lista Roja (el gradiente de color va del rojo (capacidad erosionada) al verde (capacidad adecuada). Crédito: Consorcio de la Lista Roja Europea de Taxónomos

«Una razón para tener menos taxónomos jóvenes podría deberse a las limitadas oportunidades de formación profesional (…), y el hecho de que no todos los taxónomos profesionales la proporcionan, ya que un número significativo de taxónomos son empleados por museos y sus oportunidades de interacción con estudiantes universitarios probablemente no sean óptimas», comenta Ana Casino, Directora Ejecutiva de CETAF.

«Es muy probable que el sesgo de género sea causado por múltiples factores, incluidas menos oportunidades para que las mujeres estén expuestas a la investigación taxonómica y obtengan interés, una oferta desigual de oportunidades de carrera y decisiones de contratación», según los autores. «Un campo de juego justo para todos los géneros será crucial para abordar estas deficiencias y cerrar la brecha».

La Lista Roja Europea de Taxónomos concluye con recomendaciones prácticas sobre prioridades estratégicas, científicas y sociales, dirigidas a responsables de la toma de decisiones específicas. Los autores dan ejemplos prácticos y posibles soluciones en apoyo de su llamado a la acción.

Por ejemplo, con el fin de desarrollar mecanismos de financiación específicos y sostenibles para apoyar la taxonomía, proponen el lanzamiento de convocatorias regulares específicas de Horizonte Europa para estudiar grupos importantes de insectos para los que se ha identificado que la capacidad taxonómica tiene un riesgo particularmente alto de erosión.

Para abordar brechas específicas en la experiencia, como las que se informan en la publicación de Rumania, un país conocido por su rica diversidad de insectos, pero pobre en experiencia taxonómica, el consorcio propone el establecimiento de un museo de historia natural o instituto de investigación entomológica que esté bien equipado para servir como una instalación taxonómica.

Entre las recomendaciones científicas, los autores proponen medidas para asegurar un mejor reconocimiento del trabajo taxonómico a nivel multidisciplinario. La comunidad científica, incluidas las disciplinas que utilizan la investigación taxonómica, como la biología molecular, la medicina y la agricultura, debe adoptar estándares universales y una conducta rigurosa para la correcta citación de las publicaciones científicas de los taxónomos de insectos.

El compromiso social es otra llamada importante. «Es fundamental crear conciencia sobre el valor y el impacto de la taxonomía y el trabajo de los taxónomos. Debemos motivar a las generaciones jóvenes para que se unan a la comunidad científica», señala el Prof. Lyubomir Penev, Director General de Pensoft.

«Comprender la taxonomía es clave para comprender el riesgo de extinción de las especies. Si abordamos estratégicamente las lagunas en la capacidad de los expertos que identifica esta Lista Roja Europea, podremos proteger mejor la biodiversidad y apoyar el bienestar y los medios de subsistencia de nuestras sociedades. Con la crisis climática a la mano, no hay tiempo que perder», agregó David Allen, del equipo de la Lista Roja de la UICN.

«Como partidario dedicado de la Lista Roja de la UICN, me siento inspirado por este llamado a fortalecer la capacidad, guiado por evidencia y métodos científicos probados. Sin embargo, Europa tiene mucha más capacidad científica que la mayoría de las regiones ricas en biodiversidad del mundo. Por lo tanto, lo que este informe destaca particularmente es la necesidad de aumentar masivamente la inversión en descubrimiento científico y la creación de experiencia taxonómica en todo el mundo», dijo Jon Paul Rodríguez, Presidente de la Comisión de Supervivencia de Especies de la UICN.

Más información: Informe: Lista Roja Europea de taxónomos de insectos

Proporcionado por Pensoft Publishers 

Reclutamiento de participantes para la primera Lista Roja Europea de taxónomos de insectos

La supervivencia de toda una especie puede depender del nombre

Hasta el momento, se han descubierto alrededor de 1,2 millones de especies pertenecientes a los cinco reinos: animal, vegetal, fungi, chromista y protozoo. Cada año se describen cerca de 18 mil nuevas, aunque la mayoría aún resulta desconocida: se calcula que el 86 % del total de las especies todavía no ha sido hallado (ni nombrado), mientras la tasa de extinción se acelera.

    SINC; 3/2/2023 13:31 CEST

Ecuador es un país megadiverso, con uno de los mayores índices de biodiversidad del planeta: una pequeña fracción de su territorio puede contener más especies que todo un país. Esa exuberancia natural hace que no pasen más de cinco o seis meses sin que se descubra una especie desconocida. Son hallazgos estimulantes que, sin embargo, deben tener un claro correlato taxonómico; es decir, una clasificación y una ordenación sistemática, que empieza por dar un nombre al nuevo espécimen. Poseer o carecer de nombre puede ser la condición de su conservación.

En el periodo 2014-2022, por ejemplo, se publicaron 15 artículos científicos en revistas de alto impacto, en los cuales estuvieron involucrados docentes de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL). En ellos se dieron a conocer los descubrimientos de 20 especies nuevas para la ciencia, es decir, una especie nueva cada 146 días.

Estos hallazgos se han producido en terrenos de la herpetología (13), de la botánica (cuatro), de la mastozoología (uno), de la entomología (uno) y de la paleontología (uno). En este último campo, gracias a la revelación, en el año 2020, de que una especie de titanosaurio, denominado Yamanasaurus lojaensis, había habitado hace 85 millones de años en la provincia de Loja. Cabe destacar que este ha sido único dinosaurio descubierto en Ecuador hasta el momento.

En este punto, los investigadores reflexionan sobre sus aportaciones al saber y sobre el modo más diligente de continuar estas exploraciones.

Según Paúl Székely, docente investigador de la UTPL, que ha participado en la descripción de 11 especies de anfibios nuevos para la ciencia, estas condiciones (de riqueza biológica) han propiciado, paradójicamente, un contexto de déficit de conocimiento.

En su criterio, avanzar en el hallazgo de nuevas especies “es importante para saber qué hay”. Esto es, sin duda, fruto de la curiosidad científica, pero, a su vez, tal revelación debe tener una función práctica y conducir a la mejor conservación de las nuevas especies descubiertas.

La riqueza biológica puede propiciar, paradójicamente, un déficit de conocimiento, si las nuevas especies no son nombradas y clasificadas para su conservación

 “Si hay especies que no tienen nombre, no pueden ser catalogadas ni determinados su estado de conservación ni su grado de amenaza”, afirma el investigador. Esto significa que no podrán implementarse acciones para su protección. “La supervivencia de toda una especie puede depender del nombre”, enfatiza.

El valor de la palabra

Todo conocimiento tiene un punto de partida y comienza con un nombre, un nombre que otorgamos a un fenómeno, un concepto, una planta, una característica, una propiedad, un animal o una acción. Lo que no tiene nombre no existe en nuestra realidad percibida y, mucho menos, podrá ser parte de nuestro sistema de conocimiento.

Hasta el momento, se han descubierto alrededor de 1,2 millones de especies pertenecientes a los cinco reinos: animal, vegetal, fungi, chromista y protozoo. Cada año se describen cerca de 18 mil especies nuevas, aunque la mayoría aún resulta desconocida: se calcula que el 86 % del total de las especies todavía no ha sido hallado (ni nombrado), mientras la tasa de extinción se acelera.

Carl von Linneo, el padre de la taxonomía moderna (la clasificación jerárquica de seres vivos, desde niveles más amplios hasta los más exclusivos, según sus características evolutivas), decía que “si ignoras el nombre de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas”.

Así, la descripción de una nueva especie aporta una ficha más en un puzzle del que tenemos que seguir descubriendo otras incógnitas.

Si ignoras el nombre de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas (Carl von Linneo)

Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina y Fisiología, reflexionaba sobre las aptitudes del investigador frente al descubrimiento, afirmando que “el descubrimiento no es fruto de ningún talento originariamente especial, sino del sentido común, mejorado y robustecido por la educación técnica y por el hábito del meditar sobre los problemas científicos”.

En efecto, muchos descubrimientos científicos han sido fruto de un trabajo sistemático; en otros, la fortuna o casualidad han sido importantes para hallar la clave, pero, siempre, como diría Louis Pasteur, “la suerte solo favorece a la mente preparada”.

Multiplicidad de vidas

Una vez dado un nombre a la especie, esta será catalogada. A partir de su pertenencia a un grupo, dentro de un catálogo sistematizado, la siguiente fase debe centrarse en conocer más detalles como el tamaño poblacional, sus necesidades, relaciones simbióticas y distribución, entre otras.

 

En Ecuador hay especies de anfibios a las que se considera microendémicas, es decir, que únicamente se encuentran en una quebrada o en una zona de una montaña, debido a las barreras entre poblaciones que surgieron con la elevación de los Andes. Estos fenómenos llevaron a procesos evolutivos diferenciados. A su vez, también se describen casos de especies ampliamente distribuidas, como sucede en las regiones Costa o Amazonía.

 

Son las dos caras de una moneda: por un lado, una biodiversidad increíble y, al mismo tiempo, figurar entre los países sudamericanos con mayor tasa de deforestación

Paúl Székely

Debido a la falta de recursos económicos y humanos para la conservación, “debemos centrar esfuerzos en casos superurgentes”, advierte Székely. Esto implicaría, justamente, algunos casos de fauna microendémica que habita en un único lugar muy específico que, de modificarse, podría conllevar la extinción de toda una especie. “Aunque tenemos que ser conscientes de que esto no significa que las especies de mayor distribución no tengan también sus problemas”, matiza.

Se trata de dos caras de una misma moneda, en palabras del científico. Por un lado, “una biodiversidad increíble” y, al mismo tiempo, figurar “entre los países sudamericanos con mayor tasa de deforestación”. Cada día, prosigue, “con cada bosque que se destruye, desconocemos incluso lo que estamos perdiendo”. De ahí su cuestionamiento y su reivindicación: “No veo que los datos científicos se estén usando para tomar decisiones”.

Hay que centrar esfuerzos en casos superurgentes, como los de fauna microendémica que habita en un único lugar, sin perder de vista a las especies de mayor distribución 

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