Certificación de Suelos: Alimentos Sanos
Suelos sanos para lograr la salud de la Población. Fuente: FAO
Cuando leo noticias sobre qué tal o cual alimento es bueno para la salud, por las razones de que sea, siempre albergo muchas dudas, aun soslayando que se trate de una moda o dude de los ensayos y protocolos utilizados con vistas a alcanzar tales conclusiones. La razón es muy simple. Los vegetales asimilan los nutrientes del suelo, por lo que la composición química de los primeros depende de los segundos. Los investigadores sobre estas materias suelen soslayar este hecho, actitud que se me antoja incomprensible. Los ensayos se hacen sobre plantas recogidas en un cierto momento y lugar, por lo que no todos ellos atesoran los mismos elementos químicos. A menudo faltan o escasean, quizás los nutrientes y micronutrientes que los hace tan “saludables”. Otras veces pueden estar contaminados por productos o moléculas tóxicas, siendo pues el remedio peor que la enfermedad. Un ejemplo en el que se insiste muy a menudo es el consumo de pescado azul rico en ácido graso omega 3 por sus beneficios contra las enfermedades vasculares, depresiones y desarrollo del cerebro de los infantes, entre otras de las numerosas bondades que se les presuponen. Ahora bien, si los nutricionistas no dejan de hacer énfasis en el consumo de estos frutos que nos otorga el mar, los toxicólogos alertan de la acumulación de metales pesados, etc. en muchos de ellos y como corolario del peligro que su alto consumo representa para la salud. ¿En qué quedamos? Obviamente, dependiendo de donde se realice la pesca la carga tóxica será mayor o menor, aunque el ciudadano lo desconoce. Pues bien, lo mismo ocurre con el suelo y los vegetales, y la noticia de hoy da cuenta de ello, entre otros muchos ejemplos que fácilmente son detectables en Internet. Por lo tanto, no basta en absoluto inducir al ciudadano a que consuma determinados tipos de alimentos, si estos no atesoran los elementos químicos y moléculas que “en teoría deberían tener”. Para que una planta recomendada se consuma con las garantías que se les presuponen los galenos y nutricionistas en general, es necesario que crezcan sobre suelos que contengan los nutrientes asimilables adecuados. Por lo tanto, habría que analizar la composición química de los comestibles. Cuando un producto comienza a ser muy demandado, casi con toda seguridad, se cultivará en otros lugares, fuera de su ámbito geográfico natural, en suelos que pueden o no otorgarle los elementos químicos requeridos con vistas a que su consumo ofrezca a la salud las mentadas bondades. ¿Se realiza este tipo de control?. ¡Francamente lo dudo!. No se trata constatar los valores “tradicionales de referencia”, sino los que realmente tienen al ser cultivados y comercializados en espacios geográficos distantes.
La noticia que analizamos hoy (Niveles bajos de selenio se asocian con el desarrollo de cáncer de hígado) es una clara muestra de ello. Como veréis seguidamente, la nota de prensa asevera que “Cuando el selenio está por debajo de los niveles óptimos, el aumento de su ingesta puede ser una estrategia más para la prevención del cáncer de hígado, además de evitar el consumo de alcohol, mantener un peso corporal saludable y dejar de fumar“. Francamente lo del tabaco no lo entiendo, aunque en esta ocasión resulta irrelevante. Del mismo modo también se da cuenta de que: “en 2012, se estima que ha habido 782.000 nuevos casos de cáncer de hígado en el mundo. Es la segunda causa más común de muerte por cáncer, siendo responsable de casi 746.000 fallecimientos en el mismo año; el 9,1% de todas las muertes relacionadas con el cáncer ese año (…) La incidencia de cáncer de hígado está aumentando en los países desarrollados (….). Pero a lo que vamos. Conforme a la noticia: “El selenio es un micronutriente mineral que se encuentra en alimentos como (….). Sin embargo, los niveles de selenio en los alimentos dependen en gran medida de los niveles de selenio en el suelo donde se cultiva la comida y los animales pastan”.
Los niveles en el suelo tienden a ser bajos en muchas regiones de Europa, lo que contribuye a reducir los niveles corporales de este elemento en comparación con las personas que viven en regiones con mayores concentraciones del mismo en el suelo, como América del Norte. En humanos, el selenio es esencial, sobre todo para el funcionamiento eficaz del sistema inmune y en el control de los procesos oxidativos relacionados con el desarrollo del cáncer (…) Los niveles en el suelo tienden a ser bajos en muchas regiones de Europa, lo que contribuye a reducir los niveles corporales de selenio en comparación con las personas que viven en regiones con mayores concentraciones de selenio en el suelo (..). En humanos, el selenio es esencial, sobre todo para (…)”. Pues bien, si esto es así, habría que enmendar los campos de cultivo con este micronutriente, pero también analizar, conforme a las condiciones del medio edáfico, su biodisponibilidad para que sea absorbido por las raíces y acumulado en las proporciones adecuadas en los alimentos.
Reitero que este tema es archiconocido desde hace muchos decenios, conociéndose regiones en donde ciertas afecciones y enfermedades azotan a la población, debido a que en el medio edáfico escasean algunos nutrientes concretos”. Pues bien, en un mundo en que se intenta que el ciudadano consuma alimentos sanos y en especial algunos de ellos por sus “magníficas cualidades”, todos nosotros deberíamos estar informados de si su composición química y bioquímica resulta ser la adecuada. Podemos pues analizar los alimentos, pero también certificar que los suelos en donde se han producido atesoran las cualidades adecuadas, entre las que por supuesto debe contemplarse la ausencia de elementos tóxicos de cualquier tipo.
Por todo ello, no resultaría baladí, sino todo lo contrario, certificar la calidad de los suelos en donde se van a producir los alimentos “concretos” para el consumo humano. De no ser así, hasta las recomendaciones de los nutricionistas, marketing comercial, y propaganda gubernamental pueden ser contraproducentes.
Dicen que “somos lo que comemos”, empero la calidad de la ingesta depende de la del suelo. Francamente, no veo atisbo de una adecuada cultura científica, acorde con la propaganda que suele leerse, que ofrezca las necesarias garantías con vistas a alcanzar una alimentación saludable, como es el caso de los sabrosos pescados ricos en ácido graso omega 3., pero a veces también de altas concentraciones de metales pesados y otros tóxicos. Y dicho esto, puedo llegar a pensar que muchas de las recomendaciones nutricionistas penden de una cuerda muy floja.Ahora que se ha puesto de moda en Europa el consumo de Quínoa, por sus valores nutricionales, cabe preguntarse, ¿persisten cuando se cultivan de forma industrial bajo otras condiciones edáficas?. Realmente su consumo en estas últimas condiciones es tan beneficioso para la salud, como nos publicitan?.
¿Porque no pues una certificación de los suelos y sus propiedades de donde provienen los alimentos?, ya que unos pueden ser mejor que otros con vistas a que produzcan los ansiados vegetales saludables de “una determinada especie”. Cada planta requiere una composición química del suelo determinada, ya que como los humanos no todas son iguales.
Juan José Ibáñez