Durante mucho tiempo, al leer artículos de arqueología y paleoecología me asombraba la recurrente presencia de huevos de avestruz en los ajuares funerarios del mesolítico y calcolítico del SE español. Según las teorías vigentes, estos debían proceder de África tras un largo recorrido en barco o por tierra, durante meses de viaje (¿cargados por équidos o camellos?), bordeando la costa del mediterráneo europeo. No puedo precisar adecuadamente los datos y detalles de que disponemos en la actualidad, ya que soy un profano en la materia.  Ahora bien, que en la enigmática Cultura de los Millares, en al árido SE de la Peninsula Ibérica siguieran apareciendo tales huevos  hace al menos 5.000 años, defendiéndose las largas rutas comentadas, cuando el norte de África se puede divisar desde muchos lugares (en los días despejados) se me antojada increíble. Al menos un atleta español ha podido recorrer a nado tal breve recorrido, a pesar de sus fuertes corrientes. Del mismo modo, los africanos desheredados desembarcan casi diariamente en las costas españolas haciendo uso de pequeñas y más que precarias embarcaciones (“pateras”). ¿Por qué entonces aquellas teorías vigentes persistían en tan peregrinas rutas?. ¿Cuál era el misterio por el cual los huevos de avestruz (junto a marfil de elefante, etc.) realizaban recorridos que difícilmente se atriburía a los seres humanos? ¿Se lo preguntamos a este singular animal? Eso sí, hoy os mostraremos como ciertos investigadores acaban de ofrecer una altrnativa más razonable. Sí, esa que yo sospechaba por el sentido común. El Neolítico entró en la Peninsula Ibérica por ese brazo de mar, como personalmente barruntaba.

avestrux-fuente-foro-de-fotos

Foto de un Avestruz tras leer que sus huevos arribaban a España por el este de la Cuenca Mediterránea después de viajes enormemente prolongados . Fuente: Foro de Fotos

Poco antes, parte del desierto del Sahara mantenía una vegetación mediterránea, o al menos con una elevada cobertura vegetal. De aquellos tiempos se tienen testimonios de pinturas rupestres que mostraban de leones y otros depredadores, junto a herbívoros que suelen formar grandes rebaños (¿Sabanas Mediterráneas en el norte del desierto del Sahara?). Al parecer, se produjeron dos abruptos periodos de sequía abruptos inducidos por cambios climáticos naturales.  También se han encontrado evidencias en la Argelia árida de antiguas culturas agrícolas muy sofisticadas (ver el siguiente post), fortificadas en lo que actualmente es un yermo desierto. Pues bien la noticia de hoy muestra que mi incredulidad, al parecer se encontraba más que justificada.  En este sentido y para conocer mejor lo que actualmente conocemos os recomiendo que leáis el capítulo sobre el Calcolítico de la Península Ibérica (5000-4000 años antes del presente), también conocido como el Periodo del Cobre.

También se ha detectado ajuares funerarios que albergaban los susodichos huevos de avestruz hace siete mil años en Egipto y otros muchos lugares. Por tanto, es lógico sospechar que, si estos singulares animales no cruzaban velozmente sobre las aguas (tal Jesucristo, según la Biblia) el aludido tramo marítimo ¿¿??, debía existir una estrecha relación cultural entre el norte del continente africano y el sur europeo.

Las evidencias de las que disponen hoy los expertos, denuncian al menos dos cambios abruptos hacía climas desérticos (“desertificación natural”) en el Sahara, que no cambios graduales. Al parecer uno de ellos acaeció  hace cuatro-seis mil años, tras un periodo más cálido y húmedo (“óptimo climático”) entre 9000-6000 años antes del presente, con condiciones aptas para albergar  suelos fértiles y favorecer la expansión de la agricultura en lo que actualmente es un tórrido desierto. Sin embargo también se sospecha otro incrementó súbito de la aridez del Sahara hace unos 4000-350 años.

huevo-de-avestruz-ajuar-funerario-selbiombo

Huevo de Avestruz Puntado en Ajuar Funerario. Fuente: sdelbiombo. Una mirada artística al mundo

En consecuencia, resulta lógico pensar que los moradores, con una cultura agraria y cultural bien desarrollada buscaron nuevas tierras para afincarse, siendo una de ellas el sureste Español, posiblemente menos árido que en la actualidad. Tampoco es improbable que las relaciones entre los pueblos de ambos contenientes fueran anteriores, lo que facilitaría todo el proceso. Curiosamente, como ya os comentamos en el post, sobre los asentamientos argelinos, varios de los cuales actualmente apenas afloran sobre las arenas del desierto, atesoraban estructuras fuertemente fortificadas, como las detectadas en España para la Cultura de Los Millares (hace unos 5.000 años). Tengo la impresión de que tal semejanza no resulta ser casual, sino causal. Sin embargo se trata de una conjetura personal, que yo sepa.

maqueta-recreacion-del-poblado-de-los-millares

Maqueta recreación del Poblado de los Millares. Fuente: La Mirada Actual

Resumiendo, todo este entramado resulta más razonable que las teorías aceptadas hasta la fecha, por lo que las pateras actuales rememoran rutas ya trilladas hace miles de años y por las mismas razones: explorar nuevas tierras, menos áridas y pobres, con vistas a asentarse allí en busca de una vida mejor. La única diferencia estribaría en que antaño, de paso, introdujeron la cultura Neolítica en el sur de la Península Ibérica, es decir prosperidad a raudales, mientras que actualmente no pueden ofrecernos más que su mano de obra.

Históricamente les debemos mejor trato  a los usuarios de pateras, que el que actualmente les ofrecemos, ¿o no?.

Juan José Ibáñez

¿Llegó el Neolítico a la Península Ibérica también por el Magreb?

La revolución socioeconómica y demográfica que sobrevino al asentamiento de la agricultura y la ganadería en las sociedades humanas pudo llegar a la Península Ibérica por una tercera vía, distinta a las hasta ahora aceptadas. Así lo evidenció recientemente, en la revista Quaternary Research, un grupo de investigación internacional en el que participan especialistas de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), la Universidad de Sevilla y el CSIC. FUENTE | UAM – mi+d 06/02/2012

Hasta el momento los arqueólogos han aceptado dos vías de llegada a la Península Ibérica del Neolítico, periodo en el que se expande el conocimiento y uso de Hasta el momento los arqueólogos han aceptado dos vías de llegada a la Península Ibérica del Neolítico, periodo en el que se expande el conocimiento y uso de la agricultura y la ganadería en las sociedades humanas. La primera habría sido por tierra, a través del margen septentrional del Mar Mediterráneo, y la segunda por mar, alcanzando el levante español a través de Chipre y las Islas Baleares. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Quaternary Research ha puesto en evidencia una tercera ruta, el Magreb, la cual explicaría los rasgos identitarios del mundo neolítico encontrados en el sur de la península.

El estudio es producto del trabajo que durante los últimos años viene desarrollando un grupo de investigación liderado por el profesor Miguel Cortés Sánchez, de la Universidad de Sevilla, y en el que participan investigadores del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), entre otras universidades españolas, portuguesas y estadounidenses.

Este equipo se ha encargado de datar numerosas muestras orgánicas de procedencia neolítica, entre ellas huesos de animales domesticados y granos de cereales cultivados. Gracias a esto lograron fechar la entrada del Neolítico por el sur peninsular hacia los 7500 años antes del presente. Esta es una cronología que para los propios investigadores resulta sorprendentemente sincrónica con las obtenidas para otras zonas peninsulares. No obstante, la cultura material neolítica encontrada al sur de la península es muy diferente a la documentada en las restantes regiones ibéricas, lo cual indica que se trata de un fenómeno independiente.

Según resultados obtenidos por los científicos a través del estudio de diferentes registros paleoambientales y de análisis paleoclimáticos a escala regional, cuando se produjo la llegada a este territorio peninsular de gentes neolíticas se estaban produciendo notables alteraciones climáticas y ecológicas en el Mediterráneo occidental y zonas colindantes. Dichas alteraciones han sido reconstruidas partiendo de los datos ofrecidos por distintos registros climáticos de alta resolución, tanto marinos como arqueológicos. Entre las evidencias más llamativas destaca la sustitución de especies piscícolas del Atlántico Norte que, como del bacalao, aún pervivían en la costa de Málaga en aquellas fechas, por otras estrictamente mediterráneas que son las que hoy habitan este mar.

Estos cambios ambientales parecen haber afectado a las poblaciones mesolíticas ibéricas, cuya economía se fundamentaba en la caza, recolección y recursos marinos, siendo este el momento cuando se constata el abandono de los más emblemáticos yacimientos pre-neolíticos de la zona.

Pero la crisis paleoambiental afectó sobre todo a las poblaciones Neolíticas saharianas, en cuyos yacimientos se han descrito también fenómenos de cambio climático que condujeron, según todos los indicios, al abandono masivo de los asentamientos.

Los autores del estudio postulan que fue esta coyuntura ambiental la que generó una sinergia que, por una parte, impulsó a las poblaciones neolíticas norteafricanas a cruzar el estrecho y, por otra, a que las poblaciones de cazadores-recolectores del sur peninsular incorporasen rápidamente el modo de vida asociado con el sistema de producción. Las sociedades neolíticas pioneras encontraron de esta suerte nuevas tierras donde asentarse al tiempo que indujeron a las poblaciones mesolíticas a incorporarse activamente al proceso de cambio.

Es en este contexto donde, durante un breve lapso temporal, la expansión de los nuevos modos de vida, en sus aspectos económicos, sociales, simbólicos y de cultura material, se difunden y reelaboran activamente generando una etapa neolítica de gran pujanza y marcada personalidad cultural en la Iberia meridional. Finalmente, basándose en la diversidad de especies vegetales y animales implicadas, así como en determinadas pautas de la cultura material, los autores sitúan el entorno de Orán (en Argelia) como punto de partida de los colonos neolíticos de la Península Ibérica procedentes del Magreb.

Referencia bibliográfica: Miguel Cortés Sáncheza, Francisco J. Jiménez Espejob, María D. Simón Vallejod, Juan F. Gibaja Baoe, António Faustino Carvalhof, Francisca Martinez-Ruizb, Marta Rodrigo Gamizb, José-Abel Floresg, Adina Paytanh, José A. López Sáezi, Leonor Peña-Chocarroi, José S. Carriónj, Arturo Morales Muñizk, Eufrasia Roselló Izquierdok, José A. Riquelme Cantalb, Rebecca M. Deanl, Emília Salgueirom, Rafael M. Martínez Sánchezo, Juan J. De la Rubia de Graciap, María C. Lozano Franciscoq, José L. Vera Peláezq, Laura Llorente Rodríguezk, Nuno F. Bichof. The Mesolithic–Neolithic transition in southern Iberia, en: Quaternary Research (2012). DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.yqres .2011.12.003,

Referencias sobre el Cambio Abrupto de Vegetación del Sahara a mediados del Holoceno:

http://www.globimed.net/ficheros/libros/Ecologia/Cap14%20-%20Cambio%20global%20y%20decaimiento%20del%20bosque.pdf

http://www.mpimet.mpg.de/fileadmin/staff/claussenmartin/publications/claussen_al_africa-hotspot_igbp_02.pdf

Compartir:

6 comentarios

  1. Lo que el avestruz parece está pensando es en el picotazo que te va atizar -es broma-, porque lo que realmente pudo pasar es sencillamente el progresivo incremento del comercio y no necesariamente la transferencia masiva de pueblos pasando de un lugar a otros. La genética de poblaciones parece tener mucho que decir al respecto.
    En cuanto a las fechas de la desertización del Sahara, tengo razonables dudas sobre la cronología real de la mayor parte de los paneles del arte rupestre con figuras propias de la cultura egipcia. Las caravanas siempre cruzaron el desierto en todas las direcciones y en tiempos de los egipcios ya lo hacían. Sin duda también los canales del Mediterráneo, a cargo de una etnia que en su momento fue algo así como «los gitanos del mar». Es decir los protofenicios.
    J. A. Encinas S.

  2. Hola “cavernario” amigo J. A. Ya me entiendes).
    La conjetura de los “Gitanos del Mar” me parece plausible, al igual que yo no creo en los antónimos entre invasión/intercambio, ya que pudieron darse ambos casos e incluso la línea de demarcación puede llegar a ser muy ambigua. Este post trata de explicar/criticar antiguas posiciones con datos actuales. Yo no soy arqueólogo y no voy a entrar en más elucubraciones excepto una.
    Si la conjetura de los “Gitanos del Mar” fuera cierta y también la sofisticación o desarrollo de la cultura de los Millares, lo que resulta explicares por qué los “Gitanos del Mar” no dejaron “sus huevos” en otros lugares de la costa mediterránea. Que fuera un intercambio geográficamente tan concreto da mucho que pensar a la epera de otras evidencias.
    En cualquier caso reitero que no deseo entrar en polémicas de “aquello pudo ser debido”, ya que “pudo o no pudo” no aporta mucho, como les enseño a mis alumnos de filosofía y sociología de la Ciencia.
    UN cordial y “ensaimado” saludo de un “cocido” madrileño
    Juanjo Ibáñez

  3. […] Cuando desde el litoral de dos continentes, separados por unas pocas decenas de kilómetros, se salía de pesca, lo lógico es que contactaran, así de que de una forma y otra (a veces por las buenas, otras por las malas) debió existir  un intercambio cultural y genético. Este último hecho podría ser la causa de muchas de las diferencias morfológicas detectadas en la primera noticia y atribuidas a otros mecanismos. Empero durante mucho tiempo se negó tal posibilidad.,como os mostré en el post que hace referencia al dilema de los huevos de avestruz. […]

Deja un comentario