Dos miembros de la escuela económica neoliberal de Chicago recibieron el Premio Nobel por desarrollar una teoría que no ha logrado demostrar con exactitud más que su propia “incoherencia”, llevando su aplicación la pobreza a millones y millones de personas. Pero ahí están (cuando no han muerto): ricos y famosos. Tanto farmaindustria como agroindustria nos venden remedios milagrosos,  descubriéndose años después que, con harta frecuencia, resultan ser dañinos e incluso mortales. Empero en todos o casi todos los casos siguen en libertad, lucrándose de las vicisitudes ciudadanas. ¿Y que decir de los banqueros, políticos, y empresarios que nos han arrastrado a la actual crisis económica?  Por otro lado, si encarceláramos a todos los meteorólogos que fracasan en sus predicciones, no habría expertos en la materias (o estarían cumpliendo condena en la Jail (que no jal). ¿Y si cada vez que un ciudadano enferme o muera a causa de un diagnóstico erróneo abriéramos en canal a los galenos de turno? Y así  (…) podríamos seguir ad nausean. En nuestra bitácora venimos denunciando la mala práctica de los plumillas (periodistas) y algunos científicos de dar demasiado valor a los resultados de los modelos de simulación. Si cada vez que fracasaban sus juguetitos a la hora de predecir algo les acusáramos de fraude científico, seguro que todos seríamos investigadores de campo (aunque no estaría de más incrementar el número de estos últimos a costa de los que engordan detrás de un PC). Lo más sorprendente deviene en que para una vez que se toman medidas duras (…), la ¿justicia? acaba de cebarse con expertos de una disciplina, en las que resulta prácticamente imposible” predecir cuando ocurrirá “exactamente” un determinado evento. Hoy hablamos de desastres sísmicos. Pues bien, ¡Si esta vez sí!, debería actuar inmediatamente un  juzgado de guardia, pero en contra de los  que dictaron la sentencia. Los terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, lluvias torrenciales, etc. son fenómenos que se dan en los sistemas naturales denominados complejos. Una de las singularidades de estos últimos estriba en que las predicciones precisas son prácticamente imposibles, a no ser que se tenga el “don de la premonición”. Ya os hemos hablado de tal imposibilidad predictiva en post anteriores.  Se trata de lo que se denomina, por ejemplo, criticalidad autorganizada. Pues bien, como veréis abajo, seis o siete científicos han sido condenados a severas penas de cárcel, por no tener una bola de cristal en la mano, es decir ser adivinos, que no investigadores. Reiteramos que la mala prensa científica es parte del problema. Ahora bien, no la única. Uno de los males de las reacciones sociales viscerales deviene en exigir responsables tras una tragedia, a cualquier precio. ¿Linchamiento?: pues va a ser que sí. Cuando la calamidad no puede ser vaticinada, tales individuos, en este caso inocentes, no son más que meras cabezas de turco que se ofrecen al populacho para paliar su cólera. Este es el problema de una ciudadanía mal informada y peor culturizada. Si realmente buscáramos culpables de nuestros padecimientos, a menudo habría que señalar con el dedo a los poderes políticos, empresariales, legislativos, financieros, militares, etc. Empero como ostentan el poder (…) a ellos mismos les encanta que el vulgo dirija la mirada hacia otra parte y busque sangre inocente. Hoy os mostramos un caso palmario. A tal podredumbre se la denomina sociedad de la información/innovación, la era del conocimiento y de la ciencia, etc…. Que venga Galileo y nos explique su historia, hoy más vigente que nunca. Lógicamente, el problema se solventará y los acusados serán liberados. No puede ser de otra forma. Ahora bien, todo este asunto no hace más que evidenciar la podredummbre de la lamentable sociedad que sufrimos. Pues bien, echemos a la hoguera a todos los expertos que no logren predecir el sitio y momento exacto en el que surgirá un incendio forestal, que también son execrables. ¿Y que decir de los sismólogos que no lograron vaticinar los efectos del terremoto de Lorca?: ¡a la cárcel también!.  Empero ¿como reaccionar ante los sabios de la teoría económica que ha subsumido en el umbral de la pobreza a decenas de millones de habitantes? ¿Y con los de las multinacionales que asolan África y ahora van a por Latinoamérica?. Pues bien, a esos no se les  puede ni tocar. Este tipo de asuntos interesa a algunos, más de los que pudieran pensar muchos lectores. Como ya comentamos, la bobalización (que no globalización) se encuentra campando a sus anchas entre nosotros. No podemos negar que los propios ciudadanos también somos parte del problema. ¿Predicciones en tiempos de crisis? ¡No gracias!. Retornamos a periodos remotos y oscuros en donde la ciencia era demonizada. Si Galileo Galilei levantara la cabeza pensaría que, tras casi 400 años (…), nada ha cambiado. No solo  hemos perdido el estado del bienestar, sino también la cabeza y el ¡juicio!. Así nos quieren los poderes: embrutecidos, ignorantes y coléricos, como nos recordaba Latour ¡Que pase el siguiente: ha comenzado la vista!.

juicio-a-galileo

Juicio a Galileo Galilei: Fuente The Pogues

Juan José Ibáñez

Condenan a científicos italianos por el terremoto de L’Aquila

Un tribunal italiano condenó el lunes a seis científicos y a un responsable del Gobierno

L’AQUILA, Italia (Reuters) – Un tribunal italiano condenó el lunes a seis científicos y a un responsable del Gobierno por homicidio involuntario y les condenó a seis años de prisión por no haber dado el aviso adecuado del terremoto mortal que destruyó la ciudad de L’Aquila y mató a más de 300 personas en 2009.

Los siete, todos miembros de un cuerpo oficial llamado Comisión Nacional para la Previsión y Prevención de Riesgos Mayores, fueron acusados de negligencia y malas prácticas en su evaluación del peligro de un terremoto y en el deber de mantener a la ciudad informada de los riesgos.

El caso ha provocado una amplia condena de órganos internacionales como la Unión Geofísica Americana, que dijo que el riesgo de litigio puede disuadir a algunos científicos de asesorar a gobiernos o incluso trabajar para evaluar el riesgo sísmico.

«La cuestión aquí es de mala comunicación científica, y no deberíamos llevar a prisión a científicos responsables que dieron información medida y científicamente precisa», indicó Richard Walters, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Oxford.

«Esto marca un precedente muy peligroso y temo que disuada a otros científicos de ofrecer su consejo sobre peligros naturales y de intentar ayudar así a la sociedad», añadió.

Los científicos Franco Brberi, Enzo Boschi, Giulio Selvaggi, Gian Michele Calvi, Claudio Eva y Mauro Dolce, así como Bernardo De Bernardis, un alto cargo de Protección Civil, fueron condenados por homicidio involuntario y causar lesiones.

Un terremoto de intensidad 6,3 golpeó L’Aquila, en la región italiana de Abruzzo, a las 3:32 horas de la madrugada del 6 de abril de 2009, destrozando decenas de miles de edificios, causando más de 1.000 heridos y matando a otros cientos mientras dormían.

El centro del caso era si los expertos designados por el Gobierno ofrecieron un cuadro demasiado tranquilizador de los riesgos a los que se enfrentaba la ciudad, que tenía muchos edificios antiguos y frágiles y que ya había parcialmente destruida por terremotos en tres ocasiones en los últimos siglos.

El caso se centró en particular en una serie de temblores de bajo nivel que afectaron a la región en los meses previos al terremoto y que, según los fiscales, debieron haber advertido a los expertos para no subestimar el riesgo de un temblor mayor.

Es poco probable que los científicos ingresen en prisión en espera de un probable juicio de apelación.

El abogado de Eva, Alfredo Biondi, dijo que la decisión es «errónea tanto en el hecho como en derecho», pero el veredicto, emitido en un pequeño tribunal improvisado en una zona industrial a las afueras del aún destrozado centro de la ciudad, fue bien recibido por las familias de las víctimas.

«Esto no es sed de venganza, es sólo que nuestra hermana no va a volver», dijo Claudia Carosi.

Más de tres años después, buena parte de la antes hermosa ciudad medieval sigue en ruinas y miles de personas no han podido volver a sus casas.

Los abogados de la Defensa dijeron que los terremotos no pueden predecirse, y que incluso si se pudiera, no podría hacerse nada para prevenirlos.

«Si un suceso no puede predecirse, y más concretamente, no puede evitarse, es difícil entender cómo puede hacerse ninguna acusación de que no se predijera el riesgo», dijo antes de conocer el veredicto el abogado defensor Franco Coppi.

La fiscalía, que había pedido cuatro años de prisión, dijeron que no esperaban una previsión precisa de los expertos, pero afirmaron que la Comisión había dado información «incompleta, imprecisa y contradictoria» sobre el peligro tras reunirse el 31 de marzo de 2009, unos días antes del terremoto.

/Por Alberto Sisto/

Los expertos, ¿el eslabón más débil?

Una sentencia dictada por un tribunal italiano ha conmocionado a la comunidad científica al sentar un precedente hasta entonces inexistente en la historia del derecho, y que amenaza con cambiar para siempre las relaciones que el mundo de la política mantiene con la ciencia. Hasta ahora, estas habían consistido en que esta última pensaba y el Estado actuaba.

FUENTE | El Confidencial :24/10/2012

Pero en esta ocasión seis científicos y un funcionario público han sido condenados a seis años de cárcel por no ser capaces de alertar a los habitantes de la región de L’Aquila del terremoto que acabaría con la vida de 308 personas el 6 de abril de 2009. Un hecho sin precedentes en la historia del derecho internacional, ya que hasta ahora la responsabilidad de este tipo de catástrofes habían recaído en las administraciones públicas, nunca en los científicos encargados de llevar a cabo las investigaciones en las que estas se basan para actuar. Sin embargo, el juez Marco Billi ha considerado que la responsabilidad es de los científicos por la mala práctica de su profesión, al infravalorar los riesgos existentes. Pero ¿son realmente ellos los responsables?

Una semana antes de la tragedia, la Comisión de Grandes Riesgos se había reunido para analizar la posible alarma que anunciaban los continuos temblores que amenazaban al centro de Italia. La conclusión a la que llegaron, tras una breve reunión de 45 minutos, es que no disponían de datos suficientes para pensar que había ningún riesgo. Apenas una semana después, más de 300 personas morirían (y 1.500 personas resultarían heridas) como consecuencia de los efectos de un terremoto de 6,3 grados en la escala Richter. Por ello mismo, los integrantes de la comisión encabezada por Franco Barbieri deberán pasar una larga temporada entre rejas, a la espera de un posible recurso, por proporcionar información «inexacta, incompleta y contradictoria», bajo la acusación de homicidio culposo múltiple, lesiones y estragos. Una sentencia que ha sido repudiada inmediatamente por la comunidad científica, en cuanto que considera que no se puede atribuir a un error científico la responsabilidad de todas esas muertes, y que ha conducido a que el presidente de la Comisión de Grandes Riesgos, Luciano Maiani, haya dimitido porque no cree «que haya las condiciones necesarias para trabajar con tranquilidad».

La pregunta obvia es: ¿se puede encarcelar a un científico por no ser capaz de predecir algo que es imposible de anticipar con absoluta seguridad? José Antonio López, director de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, CBMSO, y conocido divulgador científico, manifiesta que «comprende y comparte la preocupación de la comunidad científica», y espera que la decisión del juez Marco Billi, a la que define como «preocupante» y «sospechosa» no empiece a imitarse en otros países. «Si el fallo es científico, la decisión es, como poco, sorprendente».

La defensa, que pedía la absolución de los científicos, señalaba que es imposible predecir un terremoto con total seguridad, una tesis que fue avalada por diferentes expertos. López se muestra de acuerdo en que «la sismografía es una ciencia bastante imprecisa. Sabemos que el aumento de presión que puede causar un terremoto tiene un margen de error de casi un millón de años, por lo que averiguar el momento exacto en que se va a producir un terremoto es prácticamente imposible«. Más aún si tiene lugar en una zona como la del centro de Italia, donde el riesgo sísmico es siempre alto. Esa fue la tesis de los científicos, que pensaron que no había nada especialmente alarmante y, es más, los técnicos llegaron a mantener que «es positivo que la tierra se mueva, porque significa que el terremoto se está calmando».

UN FALLO EN EL SISTEMA

La sentencia no alude de manera explícita a ningún tipo de negligencia, sino a la ‘inexactitud’ de sus informaciones, algo que entra dentro de lo esperado. «Salvo caso de negligencia manifiesta o error humano, no tiene sentido encarcelar a nadie por ello», señala López, que piensa igual que los 5.000 geólogos y científicos que redactaron el pasado año una carta destinada al Presidente de la República, Giorgio Napolitano, en la que se señalaba que «la responsabilidad de tomar decisiones es de la administración. La ciencia, a pesar de todos los instrumentos de que dispone, no puede prever con certeza si habrá un seísmo». Además, señalaban que la principal causa del desastre se encontraba en la construcción de los edificios, por lo que los responsables deberían ser otros. Alberto Calvo Meijide, profesor de Derecho Civil en la Universidad San Pablo CEU, señala que para hablar de negligencia, debería existir una «falta de cuidado y de abandono de las mínimas previsiones y cuidados que los peritos deben tener».

Muchos otros se han mostrado críticos con la decisión. Tom Chivers señalaba en The Telegraph que los científicos ya iban a tener que cargar con la culpa de las muertes sobre sus hombros como para además, dar con sus huesos en la cárcel. Por su parte, John Vidale, sismólogo de la Universidad de Washington declaraba a LiveScience que «después de que ocurra, es muy fácil predecir un terremoto. Pero antes de ello, acertadamente, se pensó que el riesgo era bajo». En el mismo medio, el profesor de geología de la Universidad de Oregon Chris Goldfinger señalaba que «la idea de hacer a los científicos responsables por la política pública es ridícula. Algo debe haber fallado gravemente en el sistema legal italiano».

Calvo Meijide señala que no es capaz de recordar un caso semejante, y opina que «el reproche legal y el castigo de seis años es excesivo». Calvo matiza que «un terremoto es una catástrofe natural que tiene su traducción legal en un caso de fuerza mayor, que se puede prever en cierta medida, pero no evitar». Por lo tanto, señala que, en su opinión, «no puede darse el reproche penal en un caso de fuerza mayor e inevitable como es este», ya que se trata de la última vía a adoptar, y que en todo caso, «podría, y digo podría, haberse dado un reproche civil por no haber extremado sus conclusiones que hubiese derivado en el pago de una indemnización a los afectados» o, como mucho, «una inhabilitación, que ya habría sido bastante dura de por sí».

CABEZAS DE TURCO EN ITALIA

Poca duda hay de que el grupo de expertos, entre los que se encontraban el presidente del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología, Enzo Boschi, o el director del Eucentre, el Centro Europeo para la Investigación Sísmica, Glan Michele Calvi, fracasó a la hora de analizar los datos: el problema está en si este fracaso, por mucho que causase la muerte de 300 personas, puede hacerte responsable de la tragedia. José Antonio López pone de ejemplo que, aun con los datos disponibles, el terremoto de Lorca habría sido muy difícil de prever. «Se podría haber evacuado la ciudad y que no hubiese ocurrido absolutamente nada en cinco años», lo que también habría sido problemático porque muchos habrían acusado a los que tomasen la decisión de crear una falsa alarma. «Los últimos informes realizados tras el seísmo de Lorca señalan que sigue habiendo una falla debajo de la ciudad y que se desaconseja construir por encima», prosigue López. «¿Si se reconstruye y a los cinco años ocurre algo semejante, a quién culpamos?» Calvo Meijide se pregunta si, en el caso de haber lanzado una falsa alarma que supone muchísimo dinero a las arcas del Estado, también habrían sido objeto de un reproche penal.

El precedente es particularmente significativo en cuanto que convierte a los científicos, que no son los que han de adoptar las decisiones definitivas, en chivos expiatorios de lo ocurrido, a pesar de que junto a los seis investigadores, un oficial del gobierno vaya a ser también encarcelado. Uno de los hijos de los fallecidos señaló en un momento del proceso judicial que su padre había muerto ‘por creer al Estado’: el problema está en saber en quién consiste exactamente dicho Estado. José Antonio López recuerda que «meter en la cárcel al científico es atacar al eslabón más débil de la cadena», ya que las decisiones tienen que ser tomadas en última instancia por un superior o por los poderes políticos. «En muchos casos, los informes se obvian, y se guardan en un cajón, porque no interesan o no se les presta caso. Pero luego los científicos son los primeros en ser señalados».

«Por mucho que en las encuestas se diga que la ciencia tiene un gran prestigio social, el científico sigue siendo considerado de manera negativa entre la sociedad», prosigue López. «Se sigue pensando que ellos son los que están detrás de muchas catástrofes naturales, como la del Rhin». Calvo Meijide añade que «cuando seis expertos peritos se reúnen, dando por hecho su conocimiento y que sus herramientas son las adecuadas, pienso que no podían hacer más por prever lo ocurrido».

UN PRECEDENTE PROBLEMÁTICO PARA EL FUTURO

Las reacciones en el ámbito político italiano no se han hecho esperar. Para el presidente del Senado italiano, Renato Schifani, que ejerció como abogado antes de pertenecer al partido Pueblo de la Libertad (el de Silvio Berlusconi), se trata de «una sentencia un poco extraña», y se mostró «sorprendido» por la misma. Schifani recordó los efectos perjudiciales que puede causar esta decisión, ya que «en un futuro, otros expertos pueden preferir mantenerse al margen que participar en este tipo de comisiones», lo que podría acabar con sus huesos en la cárcel. José Antonio López señala que «de ahora en adelante, a ver quién es el guapo que se arriesga a realizar una predicción así sabiendo lo que se juega». En ese mismo sentido se manifestaba Jonathan Amos de BBC News, que señalaba en un artículo que «los pronunciamientos de otros expertos serán analizados como nunca hasta la fecha, y su miedo en verse implicados en asuntos legales causados por afirmaciones suyas que son inherentemente inciertas». Sin embargo, algunas de las víctimas parecen haber quedado conformes con el veredicto, como es el caso de la hermana de Claudia Carosi, que señalaba que lo que la conducía no era la ‘sed de venganza’. Por su parte, la presidenta de la provincia en el momento del seísmo, Stefania Pezzopane, ha señalado que esta sentencia requería ‘valor’ y que «los jueces han sido valientes. Ya era hora de que hubiese justicia para L’Aquila». Quizá sea ese el mayor problema con el dictado del juez Billi: ya se han pagado por las muertes, pero, ¿no habrán pagado justos por pecadores? Para José Antonio López, «es como los autos de fe de la Inquisición, que quemaban a cinco herejes para que la gente se quedase contenta. Es la vendetta del linchamiento. Puede que muchos piensen que se ha hecho justicia, pero lo que debemos preguntarnos es de qué manera va a influir esta decisión cuando haya que prever otros terremotos en el futuro». El futuro no parece halagüeño: al fin y al cabo, ¿para qué manifestar tu opinión si te puede ocurrir lo que a Barbieri y sus compañeros?

Noticias relacionadas

Lorca 2011: catástrofe esperada y una llamada de atención

Investigan las causas del terremoto de Lorca

Compartir noticia


comentario

J.Fullea | 24/10/2012 Madrid, España

Los cientificos , como no podría ser de otra forma, debemos se rigurosos en todos nuestroa trabajos , de forma que cuando hacemos un pronostico sobre el futuro, debemos informar de la incertiduble de lo que se quiere conocer , en esto consiste los estudios probabilisticos. No creo que se pidan a los cientificos de la Agencia Nacional de Metereologia ,responsabilidades por los daños generados a causa de un fallo en su pronostico, y esto se debe a que todos sabemos que hay un margen de error y que éste aumenta cuando mas lejos esta la fecha del tiempo que queremos conocer.

Compartir:

Un comentario

  1. Se podría hacer un repertorio bibliografico de damnificados por la ciencia y nos los encontraremos en todos los escenarios en que ha habido actividad cientifica, en todos los tiempos y lugares.
    Muy de actualidad y en esa linea el trabajo coordinado de CERVANTES RUIZ DE LA TORRE, Emilio.
    Tema de mi interes:1 La de los que en vida chocaron con la estructura de poder, ej. paradigmático nuestro adorado paisano Clem. algo tendrá para a lo largo de tres siglos siguientes se sigan editando sus obras, curioseando en su correspondencia, completando sus manuscritos inacabados, ya van tres tesis hechas a su . . .
    Nuestra nación tiene otros dudosos records, 2 no hace falta remontarnos a Malaspina, el extraordinario científico y patriota novogranadino Francisco José de Caldas no murió solo por insurgente, su verdugo el gral. Morillo lo dejo meridianamente claro: «España no necesita sabios», lo mismo pensaban los que arrinconaron al Dr. Muro no hace tanto (les suena el sindrome tóxico atribuido a la colza), de nada le valió sus extraordinarios coraje/prospectiva epidemiológica que apunta a los chicos de Langley, dejando a la cúpula del poder de turno en una evidencia de la que no han sacado aún conclusiones. Así les va.
    Juan

Deja un comentario