Impacto sobre la superficie de la Tierra de las actividades humanas
Al ser humano contemporáneo le deleita presumir de su poder para transformar la Tierra, ya sea para bien o para mal. Todo chauvinismo obnubila la razón. Sin embargo, cuando hunde sus raíces en la ciencia, acarrea consecuencias nefastas y/o discusiones bizantinas y/o noticias de prensa cuyos contenidos se repiten hasta la saciedad sin aportar sustancia alguna.
Hace unos años ya hablamos de este tema en nuestros post: El Antropoceno: ¿Un Nuevo Periodo Geológico?, y El Antropoceno y la Sexta Extinción. Francamente no tenemos mucho más que aportar al discurso, por cuanto se nos antoja sesgado a falta de datos serios que permitan elaborar hipótesis que puedan ser corroboradas. Las desideratas y opiniones carentes de sólidos fundamentos tan solo consiguen abundar en la confusión. Hablamos pues, probablemente, de lo que denomine “tópicos impregnantes”, falsos o no. La noticia que analizamos hoy, titulada: La transformación de la superficie terrestre por actividades humanas como componente principal del Cambio Global, no deja de ser una nota de prensa más, como otras tantas (¿decenas, cientos, miles?) que no aporta nada. Más aún, un gráfico concreto que también os proporcionamos extraído de un libro escrito en 2006 sigue repitiéndose (con ligeras modificaciones) de uno u otro modo, en distintas publicaciones, como en esta de hace siete años: Frontiers in Exploration of the Critical Zone, cuya referencia concreta también ofrecemos abajo. En mi opinión la “ciencia de la repetición ad nausean” dista mucho de respetar los cánones de la diseminación de los resultados científicos. No obstante siempre puede alegarse contra mi desiderata que no está de más recordar a la ciudadanía que nos encontramos generando tal o cual problema, si este resulta ser cierto. Empero, como ya mencioné en los post aludidos, los límites del denominado periodo geológico del Antropoceno (muy recientes de acuerdo a sus proponentes), no resultan ser (en ausencia de investigaciones más rigurosas) más que una hipótesis no corroborada por cálculos serios y reflexiones concienzudas. La única diferencia entre tantas noticias clónicas, estriba en la actividad científica que profesa el autor. Si es edafólogo, alegará que tal desastre afecta a la edafosfera. Empero si el redactor es biólogo, clamará que estamos produciendo una extinción en masa, o si este dice ser experto en cambio climático que nos encontramos cambiando brutalmente el clima mundial. No obstante, cuando el investigador resulta proceder del ámbito de la geomorfología (….), nos ofrece la perspectiva que os reproducimos hoy (recogiendo, en parte, el caso de los suelos…). A fin de cuentas, todo los recursos naturales mentados son constituyentes del denominado sistema climático o cambio global, vocablos que por casi abarcarlo todo, a penas nos informan de nada, excepto que la naturaleza cambia, como ya sabemos sobradamente. Y como el ser humano es la especie “que más se encuentra impactando biosfera y geosfera, etc. (…)” Nos olvidamos por enésima vez de los grandes impactos humanos del pasado, incluidos los agrarios que quizás fueran menores por unidad de tiempo, pero que sumados durante miles de años nos proporcionan otra perspectiva. Tan solo hace falta darse una vuelta por Latinoamérica (por no hablar del SE Asiático) y visitar las áreas ocupadas por antiguas civilizaciones para darse cuenta de que llevamos miles de años dando revolcones a la superficie terrestre emergida. Empero como ahora nos hacinamos demasiados habitantes sobre la faz de la Tierra, a la par que nuestras tecnologías son más potentes y agresivas, las conclusiones parecen tan obvias como triviales. Sin embargo todo empezó mucho antes (…)
Hace unos meses tuve que preguntar a un colega Chino si el desaforado crecimiento urbano en las áreas industriales de aquél país no habían generado pérdidas de edafodiversidad natural. Su respuesta fue esclarecedora: “en estos grandes territorios de los que hablas apenas contamos con suelos naturales, ya que la inmensa mayoría son antrosoles o tecnosoles (según nomenclatura y rasgos de los perfiles de suelos analizados) desde tiempos seculares cuando no milenarios”.
Sin embargo, lo que más me preocupa de tal estado de las cosas deviene que el ciudadano, al leer la prensa, desconoce si se trata de nuevas investigaciones, ideas originales con potencialidad heurística o simplemente otra bala de la recamara de la misma ametralladora (más de lo mismo). Y este es el caso, en mi modesta opinión. No obstante la nota de prensa no se encuentra mal redactada por lo que os la incluyo a continuación. Eso sí, pinchar en el título de la noticia original, y comparar su gráfico con el que yo os presento de hace siete años, si bien el texto fue remodelado hace poco tiempo. Resumiendo, algo habría que hacer con vistas a que el ciudadano sepa a “ciencia cierta” la novedad de una noticia, si se trata de una opinión más o de un simplemente recordatorio que sería negativo soslayar. Sin embargo, como no suele procederse de este modo, se infringe un grave daño a lo que pomposamente denominamos “cultura científica”. Tan solo constatar que el ejemplo que he escogido no difiere de otros tropecientos de la misma guisa. No se trata, de ningún modo, de un ataque a los autores, sino de una reflexión que no debería caer en saco roto. Por cierto si uno escribe en su buscador “changing the earth’s surface” aparecen más casi 80 millones de ítems. Tal hecho lo explica todo.
Fuente de la foto mostrada en el post
Aceleración en la transformación de la superficie terrestre. Fuente: Frontiers in Exploration of the Critical Zone. Brantley, S.L., T.S. White, A.F. White, D. Sparks, D. Richter, K. Pregitzer, L. Derry, J. Chorover, O. Chadwick, R. April, S. Anderson, and R. Amundson, 2006. Frontiers in Exploration of the Critical Zone. Report of a workshop Sponsored by the National Science Foundation (NSF), October 24‐26, 2005, Newark, DE. http://www.czen.org/files/czen/CZEN_Booklet.pdf (accessed 5 March 2013).
Juan José Ibáñez
La transformación de la superficie terrestre por actividades humanas como componente principal del Cambio Global
Publicado por remedinal el 1 marzo, 2013
Autor: José Francisco Martín Duque, Universidad Complutense de Madrid (UCM). Participante en el Programa de Actividades de I+D entre Grupos de Investigación de la Comunidad de Madrid REMEDINAL-2.
Con anterioridad a la actual crisis (¿sólo económica?) del ‘mundo occidental’, el problema ambiental ‘estrella’ en los medios de comunicación de estas zonas del planeta era el denominado Cambio Climático. Decimos “con anterioridad”, porque apenas queda rastro hoy de alguna noticia ecológica ‘global’ en estas regiones. Todo ello, a pesar de las evidentes conexiones que parece haber entre crisis, conflictos, crecimiento demográfico y competencia por recursos naturales, incluido el ‘territorio’.
En un artículo publicado recientemente (diciembre de 2012) en la revista GSA Today, del que son coautores dos investigadores de la red REMEDINAL (ver Hooke et al., 2012), se muestran algunas realidades que deberían dar lugar al inicio de una intensa discusión pública sobre el estado de degradación de la superficie terrestre. Esta degradación está ejercida por la presión que ha desencadenado y desencadena el crecimiento demográfico de las últimas décadas y las actividades humanas asociadas al legítimo desarrollo de las distintas sociedades.
Según dicho artículo, para el año 2007, las actividades humanas habían modificado ya el 53% de la superficie terrestre en términos ‘geomorfológicos’. Es decir, directamente moviendo tierras, o indirectamente mediante acciones que han causado cambios en los flujos de sedimentos. En un artículo anterior (Hooke, 1994), se había demostrado que los humanos éramos ya hace casi dos décadas el principal agente geomorfológico ‘esculpiendo’ la superficie terrestre.
En efecto, son varias las actividades humanas que mueven tierras y modifican, y en muchos casos degradan, la superficie terrestre. La minería, la construcción de infraestructuras o los procesos de urbanización son algunos ejemplos. Pero también el laboreo de superficies cultivadas mueve grandes cantidades de tierra, y favorece una erosión acelerada del suelo. A su vez, el pastoreo y los aprovechamientos forestales también incrementan la erosión. Una gran parte de los sedimentos erosionados acaba depositándose en la base de las mismas laderas transformadas, o bien en llanuras aluviales, modificando a su vez la configuración de la superficie terrestre. El resto es transportado por la red fluvial.
Muchas de estas actividades tienen además efectos indirectos más allá de las superficies directamente afectadas, de manera que el impacto total debido a la transformación de la superficie terrestre es muy superior al 53 %. Tanto los efectos directos como indirectos de esa modificación comprometen los servicios ecosistémicos que son esenciales para la supervivencia humana, muchos de los cuales son irremplazables.
Por todo ello, estos autores afirman que la transformación de la superficie terrestre por las actividades humanas es ya, y a buen seguro será en las próximas décadas, el componente más importante del Cambio Global.
La continua degradación de tierras agrícolas y la expansión del suelo urbano a expensas de suelos muy productivos (Figura 1), junto con la incesante degradación de servicios ecosistémicos esenciales, probablemente van a limitar la capacidad de la superficie terrestre para proporcionar una calidad de vida aceptable, incluso para la población mundial actual. De hecho, todo apunta a que podamos estar ya en un estado de superpoblación.
La superpoblación es un fenómeno según el cual la población de una especie determinada excede la capacidad de acogida de su ambiente. Y después de un tiempo en el que las reservas de los recursos se consumen de forma más rápida de la que éstos se renuevan, las poblaciones colapsan. Por todo ello, los citados autores argumentan que este tema de sostenibilidad es mucho más serio, si bien se verá amplificado por el mismo, que el Cambio Climático.
Con el objetivo de buscar una verdadera sostenibilidad de la especie humana en el planeta, las alternativas son bien conocidas: 1) reducir la demanda de recursos; 2) desarrollar soluciones tecnológicas que puedan mitigar nuestros impactos; 3) adoptar medidas que, inicialmente ralenticen el crecimiento demográfico, y eventualmente lo reviertan. En el artículo citado se argumenta cómo es improbable que, por sí solas, las dos primeras medidas solucionen el problema. En este contexto, la Restauración Ecológica constituye una herramienta esencial para invertir los procesos de degradación territorial y restituir el capital natural y los servicios ecosistémicos que son imprescindibles para la supervivencia de la especie humana.
Referencias
Hooke, R.LeB. 1994. On the efficacy of humans as geomorphic agents. GSA Today, 4: 217- 224,225.
[…] en este continente lo fue la agricultura intensiva y diversificada. Así los Collaguas en el Cañón del Colca, perfeccionaron al extremo a lo largo de seis mil hectáreas, el sistema de riego de cultivo en […]
Podrian enviarme información sobre cambios en la superficie terrestre, por la acción humana?
Gracias