Interacción entre Periodistas y Científicos (Curso de Periodismo Científico y 6)

Como venimos defendiendo en nuestro “curso breve para un nuevo periodismo científico”, las noticias que ofrece la prensa al respecto no suelen atesorar la calidad deseada, sino que, por lo general, adolecen de graves deficiencias. De este modo, el ciudadano no puede lograr una comprensión clara de lo que caracteriza a la indagación científica. Ahora bien, no toda la responsabilidad debe recaer en los “plumillas. Muy por el contrario, los propios científicos somos parte del problema. Así, por ejemplo, el divismo de los grandes sacerdotes de la ciencia, acrecentado por el de sus instituciones, distorsiona la percepción de la ciencia en acción.  Sin embargo, otras lamentaciones de los investigadores tienen su razón de ser. Veamos pues como debieran actuar tales agentes con vistas a mejorar la calidad de la prensa científica.

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Típica foto participantes en un congreso científico (Soil Classification, México 2009). Tras estas imágenes amigables las guerras de poder dejan rastros de cadáveres. ¿Dónde estoy yo?. De negro, abajo y sentado. ¿Por qué será?. Fuente Organización del Evento

La crisis actual del periodismo científico tiene diferentes raíces. Una de ellas deriva de los roles que actualmente desempeñan tanto los “plumillas”, como los sacerdotes y/o medrosos investigadores. Los primeros realmente desconocen los entresijos de la indagación investigadora, mientras que los segundos se ofuscan en presentar una imagen de la misma edulcoradamente erudita y “objetiva” que dista mucho de dar cuenta de la verdadera naturaleza de la ciencia, como un constructo social, es decir una red de actores que interaccionan entre sí por los más variados motivos e intereses.

Ya os hemos explicado en este post, este y este  post en que consiste la a  Teoría-Actor Red, propuesta por dos de los más prominentes expertos de los denominados “estudios sociales de la ciencia”. Hablamos de Bruno Latour y Michell Callon. Sobre tales bases continuamos con esta entrega de nuestro curso.

Os recordamos de nuevo que partiremos del material proporcionado en el artículo en acceso abierto denominado Let’s follow the actors! Does Actor-Network Theory have anything to contribute to science journalism? (International for Advanced Studies Journal of Science Communication, cuyos autores resultan ser Carlos Fioravanti, Lea Velho). Continuemos pues desgranando y comentando su narración.

La Ciencia como Trabajo Colectivo

La perspectiva ANT valora la diversidad de los grupos de actores involucrados en cualquier hecho científico. La ciencia es una actividad colectiva, no un trabajo individual, a diferencia de la visión tradicional de la ciencia que ofrecen los periodistas. La diseminación de los resultados científicos viene centrándose en las opiniones de estos, de tal modo que se los presenta al público tácitamente como héroes (“a hombros de gigantes”). Mediante el uso de ANT, los investigadores se convierten en un nodo más de la producción investigadora. Toda noticias a cerca de la ciencia debería reunir y presentar a todos los actores involucrados, incluidos los agentes no-humanos (instrumentos, instituciones, empresas, etc.). Por lo tanto, un periodista impaciente podría preguntar, ¿qué vamos a hacer, exactamente? Simplemente se deben estudiar y mostrar también a los otros actores y sus reacciones-expresiones-manifestaciones. El narrador de la ciencia podría examinar los actores más evidentes, pero también fijarse a aquellos de sus colegas que permanecen en silencio, ya sean socios, colaboradores, rivales, así como a los equipos, máquinas e instituciones a los que se encuentran conectados. Las conexiones – es decir, la red social que vincula a unos y otros- resultan ser esenciales a la hora de explicar la historia y trasfondo de cualquier logro. Y lo que resulta más importante, cualquier punto de la red es un buen punto de partida a la hora de iniciar la narración del tema y producir la noticia.

No obstante el periodista científico se enfrenta, en la mayoría de los casos, a una situación bastante diferente. El científico sube al estrado, alaba su investigación y rehuye cualquier polémica, esperando que los rotativos de prensa los recojan tal cual él la muestra. Y al hacerlo, su comportamiento no difiere de del marketing, ya que consideran que de eso se trata. De este modo, la red de relaciones e interdependencias permanece oculta, encubriendo una realidad mucho más compleja, y a veces turbulenta. Al igual que un político defiende-ataca una determinada ley o iniciativa, su discurso tan solo persigue mostrar unas “bondadosas razones” que justifiquen sus actos o decisiones. Ahora bien, sus oponentes (de otro partido), agentes sociales (sindicatos, etc.) y los propios analistas políticos las juzgan, a la par que los rotativos suelen hacerse eco de las mismas. La pregunta del millón sería responder a tal asimetría. ¿Porque la prensa juega diferentes roles a la hora de dar cuenta de distintos tipos de noticias?. Un trabajo colectivo debe analizarse indagando todo el colectivo. ¿Como si no?.

Aquél periodista que parta de la perspectiva o enfoque ANT debe encontrarse preparado para enfrentarse a una fuerte resistencia. La primera razón estriba en que los propios científicos se encuentran sumamente complacidos con el enfoque actual del periodismo científico. Por regla general, dan la bienvenida a la oportunidad que se les ofrece con vistas a expresar sus ideas y avances, esperando que los propios periodistas se comporten como sus voceros, al aceptar su enfoque-resultados sin cuestionarlos. Claessens afirma que «el sistema no fomenta la crítica de los estudios publicados por los investigadores: ¿cómo puede un periodista, aunque se especializara en ciencia cuestionar el modus operandi, de los investigadores a la vanguardia de la ciencia? La comunicación (publicidad) es bienvenida, pero las discrepancias y preguntas impertinentes no lo son. Los científicos están preparados para responder a preguntas directamente relacionadas con su trabajo más inmediato, pero se ven sorprendidos con preguntas tales como: ¿Por qué usted cree que su investigación es relevante? ¿Cuál es su plan para continuar con este estudio? ¿Quiere usted salvar el mundo?

¿Por qué usted cree que su investigación es relevante? ¿Cuál es su plan para continuar con este estudio? Sinceramente considero que estas dos preguntas no generan ningún problema al científico (generalmente jefe del laboratorio) entrevistado. En este aspecto discrepo de los autores. Uno de los principales objetivos del investigador entrevistado, a parte de saciar su ego, estriba en realzar el verdadero valor de sus investigaciones al objeto de conseguir más fondos, financiación y prestigio. Por lo tanto, su comportamiento deviene de “vender algo” a “alguien” por sus bondades. De su éxito/fracaso dependerá el futuro de su equipo de investigación. Y aquí tanto la prensa general como la científica adolecen del mismo síndrome o patología. Muchos estudios que no alcanzan sus objetivos, devienen relevantes por cuanto informan a otros colegas y gestores de la ciencia, que tal vía de indagación no ofrece los resultados apetecibles (¡ojo: no sigáis por este camino!). Por el contrario, éxitos pírricos son anunciados a bombo y platillo. “Tal descubrimiento podría servir” deviene en una coletilla utilizada ad neuseam por numerosos colegas entrevistados. Empero nos viene a informar que “podría o no podría”, lo cual en la indagación científica no atesora mucho valor. «Tal vez», «podría ser», son más que meras conjeturas (que delatan al investigador).

Debe comprenderse que el dispar poder de las instituciones y sus gabinetes de prensa genera discriminaciones palmarias, por lo que muchas noticias científicas, bien podrían haber sido reemplazadas por otras, ya que no aportan ningún descubrimiento espectacular. Sin embargo, la mayoría de los periodistas dan demasiada credibilidad al “poder de autoridad” que otorga una institución de prestigio respecto a otra que no lo tiene. Y en este punto, la propaganda institucional resulta ser tan fuerte y efectiva como la que se puede observar, por ejemplo, en el mundo deportivo. La cobertura mediática es mayúscula para los grandes equipos o estrellas individuales de los deportes más mediáticos, soslayando a los modestos atletas y deportes minoritarios. Ahora bien, se trata de una distorsión que generará más ventas, en detrimento de la objetividad.

Para que el periodista pueda desvelar la calidad de un hallazgo, debe interpelar tanto a los autores de la investigación como a las opiniones de los actores de las escuelas rivales, entre otros agentes de la comunidad de intereses. En consecuencia, o se analiza la red de interacciones en su conjunto, o se obtiene una imagen tan distorsionada, como vacua, por no decir falaz. Sería algo así como juzgar, un filme consultando tan solo a uno de los actores estrella que ha intervenido en la misma. Empero en la crítica cinematográfica, intervienen muchos más agentes, ya sean protagonistas o y críticos. Y de nuevo debemos retrotraernos a la “pregunta del millón”: ¿Por que atesoramos críticos literarios, cinematográficos, deportivos, analistas políticos, sin que prácticamente exista nadie que ostente un papel parecido en el periodismo científico? Recuerdo las lógicas lamentaciones de ciertos profesionales de la prensa sobre el escaso interés de los editores de los rotativos generales muestran por la ciencia. Un solo profesional no puede atacar todos los frentes a la vez, requiriéndose de un equipo de redacción con expertos en varias materias-facetas, si se desea obtener una imagen menos constreñida de la ciencia.

Los periodistas científicos experimentados descubrieron hace mucho tiempo que los a los investigadores no les gusta nada  que un “plumillas”le espete preguntas tendenciosas, como tampoco compartir los titulares con otros de sus colegas también altamente calificados. Los periodistas a veces son percibidos por los científicos como una amenaza, por cuento “dicen” que pueden distorsionar el contenido de sus trabajos científicos, por falta de precisión y el rigor, generando así una controversia pública». Se trata de  un riesgo que muy pocos parecen dispuestos a asumir». Basado en una encuesta por correo a 1.354 investigadores en cinco países (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido y Francia), Peters et al. señalaron que muchos científicos están preocupados por la falta de control de la labor periodística, el «riesgo de la cita, trascripción o información incorrecta» en las historias que ellos narran. También temen  la «imprevisibilidad de los periodistas«.

Llegados a este punto debemos separar el grano de la paja. Una cuestión es que nadie desee que se le ponga en apuros (con razón o sin ella) y otra bien distinta que un científico tema que sus interlocutores “al menos” respeten la integridad de sus declaraciones. Una cuestión es que los últimos tiendan a llevar a cabo propaganda de sus productos y otra bien distinta que se ponga en sus labios aseveraciones que no han espetado, lo cual puede generarles problemas y hasta la mofa de muchos de sus colegas.  En este sentido, los autores del artículo de base, es decir, Fioravanti y Velho, parecen miscir el agua con el aceite. Muchos afamados científicos se encuentran pagados de si mismos, molestándose por cualquier pregunta que les resulte incomoda. Se trata de un hecho general de los personajes de moda y lo que en España denominamos irónicamente “gente guapa”. Los periodistas pueden y deben indagar en el valor de las noticias, por lo que si el entrevistado se incomoda peor para el, por cuando muestra signos de flaqueza que le delatan. Eso sí, si la entrevista se encuentra grabada, realmente conoceremos quien erró, lo quiera reconocer o no. Sin embargo, también debe entenderse (aunque no justificar) que el investigador que no ha estado a la altura de las circunstancias, pretenda desviar la atención de sus errores alegando que se le ha malinterpretado. Por el bien de todos, las grabaciones y/o textos aceptados por los entrevistados son esenciales. Su papel se me antoja tan esencial para el periodista como los resultados de un estudio lo son para el científico. Si no se tienen pruebas (….)

2. La Ciencia Como un Sistema de Interacciones

El poder se construye socialmente, según postulan los defensores de la perspectiva  ANT. Todos los actores adquieren sus cualidades en la red al interactuar con otros actores, por lo que cada uno de ellos debe ser examinado en su relación con los demás (un investigador con su instrumental, la institución que le financia; posiblemente un científico entrevistado no sería tan relevante sin un instrumental concreto o la institución que lo avala). Cada uno de estos actores es igualmente importante a la hora de entender lo ocurrido. Un actor es sólo un actor si forma parte de una red.

Ya menos abordado y analizado este tema en post anteriores de nuestro curso, por lo que no incidiremos de nuevo en el mismo. Tan solo enfatizar que, cuando en una red repleta de agentes (científicos, instituciones, corporaciones, prioridades políticas, luchas tribales entre escuelas rivales, a menudo con diferentes dotaciones de equipamiento, etc.), tan solo se entrevista al investigador principal, o portavoz de un equipo de investigación, la foto de familia torna en un cuadro que muestra el poder de Napoleón. Tal modus operandi, sería recriminable y recriminado en otras ramas del periodismo (político, económico, etc.). Por tanto, es lícito preguntarse: ¿Por qué no ocurre lo mismo cuando hablamos de la prensa científica?

Nuestro periodista impaciente volvería a preguntar: ¿qué hacer, exactamente? Simple  vamos a prestar más atención a los conflictos, los desafíos, las originales (o no tan originales) soluciones que un científico defiende ante un determinado reto, así como sus alianzas con las máquinas, las instituciones o los propios objetos de indagación (como por ejemplo los microorganismos), presentándolos cuando sea pertinente para explicar un hecho científico concreto. Ahora podemos describir cómo los actores se convierten en actores, mediante la interacción con otros actores. ¿Qué instituciones, máquinas o circunstancias determinan el poder de los actores principales? ¿Cuáles son sus límites?.

Una lección importante que puede extraerse de aplicar la ANT es que los avances de la ciencia no se deben exclusivamente a los deseos de los científicos, políticos, clientes o ciudadanos-lectores, sino como consecuencia de las negociaciones y alianzas exitosas entre ellos. Los mejores grupos con las mejores ideas no necesariamente terminan triunfando. Los ganadores serán los más conectados, ya que el poder efectivo de cualquier actor depende de sus conexiones – cualquier actor es esencialmente un actor de la red. Así, nuestro periodista impaciente podría examinar las conexiones que cualquier científico ya ha establecido o desea forjar. ¿Cuando este científico habla?, independientemente de sus planes anunciados, ¿Hacia donde se dirigen al salir de sus laboratorio? ¿Son buenos negociadores?.

No cabe duda que una profusa red de relaciones, es decir “estar bien conectado” resulta vital tanto en el mundo de la cultura como  en el de la ciencia. Son muchos los actores, artistas, escritores, científicos, etc., que se han quedado en el camino a la fama, ya sea por su imposibilidad ya por su incapacidad de atesorar tales conexiones. Del mismo modo, otros alcanzan una gloria efímera (o incluso prolongada) por atesorarlas, con independencia del valor intrínseco de sus indagaciones. Por ejemplo, cuando se discute la paternidad de un descubrimiento, no duden que el mejor conectado tiene muchas posibilidades de ser reconocido como “el padre de la criatura” aunque sea sin merecimiento alguno, e incluso apelando a la mala praxis. Empero, por desgracia, los periodistas científicos suelen dar más credibilidad (por el aludido criterio de autoridad) a aquellos colegas consagrados, o a los mejor conectados, ocultando al público, los verdaderos entresijos de la red social de la ciencia, tan susceptible de albergar mala praxis y corrupción como en cualquier otra comunidad de intereses. ¿Porqué nadie presta atención a los débiles o más desamparados? El periodista que atienda a todos, atesorará una imagen de los sucesos mucho más lúcida que el que continúe transcribiendo, más o menos literalmente, a los protagonistas principales de la noticia, muchos de los cuales lo son tan solo, por la atención que la prensa les presta.

Demos recordar, que comienzan a proliferar los tribunales de ética científica, por mucho que las instituciones y la propia comunidad científica prefiera que permanezcan en segundo plano. Y cuando el río suela agua lleva. No lo duden. Por algo será. Somos tan humanos como el que más. En nombre de las iglesias (religiones) también se han producido muchas atrocidades (por no hablar de “en nombre de la patria”). ¿Son los sacerdotes de la ciencia diferentes del resto de los mortales?. ¡Pues va a ser que no!.

3. Las explicaciones simplistas ya no resultan útiles

Con el uso del enfoque ANT, los elementos tangibles remplazan las disquisiciones abstractas. Como diría Latour, las explicaciones basadas sobre hechos sociales no explican nada. Por otro lado, los artículos cimentados en las expectativas basadas en las «fuerzas globales de la sociedad», «pueden padecer de «mala fe» o desviarse del verdadero significado, con lo cual tampoco son eficaces. No existen fuerzas sociales negativas per se. El contexto es otro término que debería ser abandonado.

Cuando nuestra red ha adquirido un paisaje visible, cualquier nodo puede ayudarnos a clarificar cuales son las fuerzas-entidades misteriosas subyacentes, identificando las instituciones gubernamentales implicadas, sus representantes, identificar a los científicos implicados en los estudios, para quienes colaboran o si están en contra de las ideas científicas «prometedoras» en el tema tratado. La identificación y discernimiento entre aliados y oponentes ofrecerá un marco para redactar explicaciones consistentes y coherentes, mejores que aquellas basadas ingenuamente en los contextos y expectativas sociales.

Aquí deberíamos realizar un inciso sobre la verdadera naturaleza de la actividad investigadora como constructo social. La praxis científica resulta ser muy conservadora. Quien ostenta el poder, lo hace defendiendo unos intereses y perspectivas muy concretas. Los investigadores afamados lo son por la actividad que realizaron en el pasado, siendo actualmente los que controlan las revistas, instituciones, sociedades científicas, etc. Cuando los estudios de un joven talento desmontan los resultados de los “popes” de su especialidad, se enfrentará a un calvario que puede acabar con su trayectoria profesional (y de vez en cuando con su propia vida personal). Generalmente, sus investigaciones serán rechazadas de las revistas más prestigiosas, se le denegarán nuevas subvenciones, y según el sistema de cada institución-país y la situación de cada cual (contrataciones-funcionariado), podrá terminar de “patitas en la calle”. Sin embargo, la historia de le ciencia demuestra tozudamente, que una buena parte de los grandes descubrimientos de la ciencia fueron realizados por investigadores transgresivos, buena parte de los cuales fueron denostados en su momento. Y aquí la labor del “plumillas convencional” resulta ser nefasta, por cuanto actúa como cómplice del poder, aunque lo ignore.

4. Ciencia e Incertidumbre

Como los productores de noticias de la ciencia y los lectores, nosotros no deberíamos desear ver lo que realmente no existe.

Los científicos suelen presentar sus logros con un gran entusiasmo. Sin embargo tal hecho no garantiza que efectivamente alcanzaran sus objetivos. Nuestro apresurado periodista podría utilizar más condicionales, tales como si la investigación considerada no va tan rápido como cabría esperar (…)

Resumiendo, por desgracia, muchos comunicados de prensa o declaraciones de científicos presuntamente implicados en un gran hallazgo, tan solo muestran una cara de la moneda. Y ahí comienza, que no termina, la labor del buen periodista científico

Juan José Ibáñez

Continuará…………..

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5 comentarios

  1. Me encantó, viene bien re-pensar sobre el rol de la ciencia en la sociedad y de los científicos como trabajadores influenciados por múltiples factores ideólogicos y económicos que facilitan o entorpecen su praxis.

    Saludos!

  2. Soy mexicana y de lo que usted habla sucede en todas partes, y me resulta vergonzoso intentar ser un científico por que efectivamente, solo los grandes tienes voz, intentar publicar es un tortuoso calvario para quienes iniciamos, y estar a la sombra de una grande es igualmente dificil, pues decirles que no tienen siempre la razón y lo saben todo es lo peor que uno puede hacer. Aún los mundialmente grandes caen en los errores de los simples mortales. Excelente escrito, excelente reflexión, lastima que me he perdido las otras 5 entregas!

  3. Alma,

    Al final del post (como en los precedentes de este mini-curso) he añadido un enlace para que entréis en la categoría en donde se albergan todos los post sobre el tema.

    Saludos cordiales

    Juan José Ibáñez

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