Ya os hemos comentado en otro post, que el punto caliente jamás detectado de la biodiversidad vírica, hasta la fecha, resultan ser las aguas residuales de nuestras ciudades. Las cifras que os mostramos acerca de tal variedad y abundancia en este elixir antrópico resultaban ser escalofriantes. Cuando escribí estas líneas, Miguel Ángel Jiménez Clavero acababa de estrenar su blog: Virus Emergentes y Cambio Global en el sistema mi+d, con el post titulado: ¿Qué son los virus emergentes?. En él dedica un par de párrafos, que abajo os reproduzco (aunque merece la pena leer todo el texto), a la diversidad y abundancia de estas «criaturas» en la naturaleza. Me encuentro plenamente identificado con Miguel cuando defiende que se trata de organismos vivos, por mucho que otros lo nieguen. Pero va más allá y alega que su diversidad, abundancia y quizás biomasa sea la mayor entre todas las criaturas que habitan en este planeta. Posiblemente sea cierto, si es que alguno de los más de 20 conceptos de especie propuestos hasta la fecha, resulta adecuado con vistas a describir la variedad de estos “organismos”, como también ocurre en el caso de los procariotas (bacterias y arqueas), dilema del ya hemos discutido en varios post precedentes. También reiteramos hasta la saciedad que el número de “especies” descrito de cada taxa se encuentra estrechamente vinculado con el interés que despierta a la especie humana (sesgo utilitarista). Por lo tanto, los inventarios actuales de diversidad, distan mucho de ofrecer un panorama adecuado de la vida, como se demostró en el post, ya aludido a cerca de las aguas residuales. Del mismo modo, os hemos comentado “ad nauseam” que tanto en la naturaleza, como en la sociedad y artefactos tecnológicos, los rangos de tamaño-abundancia y diversidad-abundancia siguen la inexorable Ley de Willis. Esta nos informa, entre otros aspectos, que lo pequeño es mucho más abundante que lo grande conforme a una ley potencial que, al extenderla varios órdenes de magnitud, resulta ser la huella dactilar de una estructura fractal. Evidencias de ello acaecen desde los ecosistemas terrestres (incluidos los suelos) y marinos hasta el propio ser humano, que por la abundancia y variedad que albergan cada uno de sus individuos, de microorganismos imprescindibles para la vida, se asemejan más a ecosistemas que a entidades estrictamente individuales, desde muchos puntos de vista. Por todo ello, podemos conjeturar que en la biosfera, la biodiversidad y abundancia de sus criaturas debe ser conforme a una estructura fractal anidada, en la cual, según se asciende en su grado de complejidad, también lo hacen en su grado de anidamiento como ecosistemas de derecho propio. En otras palabras, cuanto más compleja es una especie-ecosistema, los organismos que aparecen en su seno o adheridos a ella, serán a su vez más abundantes y diversos (de menor complejidad estructural). Hablamos pues de una doble estructura fractal, la de los las especies en función de su tamaño-complejidad, como la que atesoran en su seno de otros organismos diminutos habitando en sus propias comunidades (aparato digestivo, bucal, etc.). Tal vez esta vía, no exenta de problemas, pudiera ser un paso adelante con vistas a estimar “algo mejor” de lo que se hace actualmente la maravillosa biodiversidad de nuestra biosfera. Ya os ofrecimos de paso las razones para defender que los suelos pudieran situarse en el número uno de tal ranking. ¿Pero no ocurre lo mismo en el mundo inanimado?. Ya os mostramos que sí. Os dejamos pues dos párrafos del post aludido animando a su lectura.

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Diversidad viral: Lo pequeño es más abundante y diverso que lo grande: Fuente: The Path Whisperer

Juan José Ibáñez

¿Qué son los virus emergentes?

Publicado por Miguel Ángel Jiménez Clavero el 13 febrero, 2012

¿Que son los virus? (…) recomiendo leer el artículo “¿Están vivos los virus?” del virólogo J.M. Echevarría, que pueden encontrar en el siguiente enlace: Journal of Feelsynapsis).  Los virus poseen un alto grado de organización y sus componentes tienen funciones reconocibles. Pueden mutar, recombinar y evolucionar generando formas diversas, que son seleccionadas por su mejor adaptación al medio, y en general poseen las demás propiedades que el resto de los seres vivos. Personalmente estoy convencido que los virus forman parte del mundo de lo vivo. El que los llamemos o no seres vivos obedece a la necesidad del ser humano de definir conceptos, clasificar, categorizar. Los virus se escapan de esa definición encorsetada de la vida que prevalece actualmente. Las definiciones se pueden y se deben revisar si con ello mejora la coherencia de lo definido. (…) Los virus son por tanto seres que no pueden existir de forma independiente de las células, a las que infectan para reproducirse (…).

¿Cuantos virus diferentes hay en la naturaleza?

Existen virus para todos y cada uno de los seres vivos que pueblan nuestro planeta, desde las bacterias a las algas unicelulares, los protozoos, los insectos, los moluscos, los demás invertebrados, los vertebrados, los hongos, los líquenes, las plantas criptógamas y las fanerógamas. Incluso hay virus que infectan a otros virus más grandes, lo cual es ya el colmo. Y no son uno ni dos los tipos de virus distintos capaces de infectar a cada especie de ser vivo sobre la tierra, sino muchos más (posiblemente cientos, como ocurre en la especie humana), y la gran mayoría son específicos de una o unas pocas especies. Ello significa que son los virus los seres que presentan una mayor biodiversidad sobre la tierra, un auténtico reto para aquellos que se dedican a la difícil tarea de clasificarlos, los taxónomos de virus.

¿Que cantidad de virus hay en la tierra?

En 1999 Fuhrman publicó en Nature (399:541-8) unos datos sobre el poco conocido -hasta entonces- mundo de los virus marinos. Los datos revelaban un hecho muy llamativo. Resulta que en cada litro de agua del mar hay del orden de diez mil millones de partículas víricas. Esto convierte a los virus no solo en los seres más diversos sobre nuestro planeta, sino en los más abundantes. Solo los virus marinos representarían una importante fracción de la biomasa total de la tierra. Y a éstos hay que añadir los terrestres, que son los que mejor conocemos, aunque conozcamos tan solo una pequeñísima fracción de ellos, generalmente aquellos que nos causan problemas a los seres humanos. La respuesta a la pregunta que inicia este epígrafe es “aun no sabemos, pero un montón, muchos más de lo que imaginábamos y muchísimos más de lo que conocemos”. Por utilizar una imagen conocida, podemos decir que solo conocemos “la punta del iceberg” del mundo de los virus.

 

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2 comentarios

  1. Hola Juan José. Primero, gracias por citar mi blog, y gracias por tu interés. Segundo, felicidades por este blog tan interesante que acabo de descubrir (me perdonarás por mi torpeza, pero es que son nuevo en esto). Tercero, un comentario acerca de la biodiversidad y la biomasa de los virus: he publicado una entrada reciente en mi blog abundando en ese tema, que he titulado «La virosfera» (http://www.madrimasd.org/blogs/virusemergentes/2012/07/la-virosfera/). Incluye una estimación no solo de la biodiversidad (que en efecto es enorme, mayor que en cualquier otro tipo de organismos) sino de la biomasa, y aqui es donde viene el comentario: aunque la estimación es ciertamente grosera, yo creo que no va muy desencaminada. Me salen unos 100 millones de toneladas de virus. Por comparar, la biomasa del total del Krill presente en los océanos es 5 veces superior, y el del ganado, 7. Es lo malo de ser pequeño, que hace falta juntar muchos para hacer bulto.

    Saludos,

  2. Hola Miguel Angel,
    Gracias a ti por proporcionarnos un muy buen blog. Efectiivamente las cifras son groseras, pero en lo que concierne a todo tipo de diversidades. En cualquier caso los datos me parecen razonable en vista que lo pequeño es mucho más abundante que lo grande. Lo mismo pasa en los ecosistemas terrestes con la biomasa del suelo que no suele estimarse pero que muchos defienden que es mayor que la aérea que, aparte de raíces. atesora un ingente número de miroorganismos, microinvertebrados, etc.
    Un cordial saludo.
    Juanjo Ibáñez

    pd. Debido a ciertos sucesos pedí que mi blog fuera «invisble» 🙂

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