Una de las mayores dificultades a la hora de conceptualizar los ecosistemas deviene de su naturaleza fractal. En otras palabras, existen ecosistemas, en el seno de otros ecosistemas que, a su vez son parte de otros, y así sucesivamente. Por tanto, unos se encuentran anidados dentro de otros. ¿Cuántos? Si tal pregunta tiene sentido, cabría señalar que, con los conocimientos actuales, debemos reconocer que no tenemos respuesta. Sería algo así como las clásicas muñecas rusas, que aparecen una tras otra, al abrirlas, comenzando por la de mayor a la de menor tamaño. La diferencia estribaría que, en nuestro caso, cada vez que abrimos una, surgen varias, iterativamente. Como ya hemos abordado en otros post, entre los que este fue el primero: «Individuos y Ecosistemas o Individuos-Ecosistemas«, resulta que los individuos de la mayor parte de las especies, al menos las más complejas, atesoran comunidades microbianas, sin las cuales no lograríamos sobrevivir. De aquí en interés por conocer la naturaleza de los microbiomas, estudios que aun se encuentran en su más tierna infancia. Más aun, tales ensamblajes de especies microbianas en el mismo organismo, se diferencian notablemente, según se encuentres en la piel, aparato bucal, digestivo, etc. etc. Por tanto, desde ciertos puntos de vista, sería materia de debate si un único individuo atesora uno o varios ecosistemas microbianos. Y esto es solo el principio de una escalera, de la que desconocemos el número de peldaños. ¿Se encuentran fractalmente anidados?

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Sistemas Fractales Anidados (Systems composed of systems. Systems nested within systems). Fuente: Emergent Culture

 

Cuando comencé a estudiar ecología, al perecer se encontraba de moda, escoger un ecosistema muy simple, a la hora de enseñar las características de estos entes. Pues bien, uno de los más didácticos parecía ser la boñiga de vaca, aunque cualquier otro excremento semejante sería igualmente válido. Por tanto, cada vez que se defeca el bovino, comienza una emerger un ecosistema, cuya vida dependerá de la naturaleza del recurso a explotar. Vista desde esta perspectiva, un tanto escatológica, ¿Cuántos ecosistemas generamos a lo largo de nuestras vidas? No debe extrañar por tanto que, como nos explicaba el añorado Ramón Margalef, fuera permisible hablar de sucesiones ecológicas, dentro de sucesiones ecológicas (….). Pero lo mismo podríamos alegar de los cadáveres (eso si, uno por individuo, si no pensamnos que los gatos atesoran siete vidas), ya hablemos del mundo animal o vegetal. De hecho, cada vez que un árbol de gran tamaño cae derribado en un bosque (a consecuencia de su muerte por una enfermedad, vientos huracanados, o presa de una plaga) su descomposición generará otra sucesión ecológica. Sin embargo, del mismo modo, en el claro generado, por el que penetra la luz, se desencadenará otra nueva sucesión de especies vegetales hasta que, finalmente, se cierre tal orificio que permitía entrar la luz a raudales hasta el suelo forestal. 

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Estructura Fractalmente anidada de Internet. Fuente: This Magic Sea

Ahora bien, hasta aquí hemos realizado un análisis de escalamiento, más o menos, descendente. Es decir de ecosistemas “pequeños” anidados dentro de otros más grandes. Sin embargo ¿Qué ocurre con los que de proporciones similares?  

Existen ecosistemas de gran tamaño cuya persistencia puede depender de la supervivencia de otros, gracias al aporte de energía y materia que estos últimos les proporcionan. Aunque tal hecho sea materia de lo que los expertos denominan ecología del paisaje, deja la puerta abierta a debatir si en realidad hablamos de una o más entidades ecológicas.

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Muñecas Rusas. Un Sistema Anidado. Fuente: New Parading Digest

Ahora bien, como os explicamos en este otro post: “Fertilidad del Suelo y la Cadenas Tróficas: Un Sorprendente Cuento sobre el Mar, Placton, Krill, Salmones, Ríos, Osos y Suelos”, los bosques de coníferas de la taiga, desde un punto de vista biogeoquímico, serían parte de otro ecosistema de muchas mayores dimensiones, que implicarían a los propios océanos, y sus organismos. Debemos entender que cuando nos referimos a los ciclos biogeoquímicos de estas entidades ecológicas, estamos acotando una “realidad” compleja para convertirla en un modelo teórico muy simplista, por cuanto en la naturaleza no existen sistemas cerrados. Dependemos de los flujos de energía y materia que nos proporcionan otras entidades ecológicas. Realizando un escalamiento ascendente, posiblemente terminaríamos por reconocer que existe un solo ecosistema innegociable al que denominamos Gaia.

Finalmente, tan solo enfatizar que, como ya os mentamos un diversos post, lo grande es escaso y lo pequeño muy numeroso (la Ley de Willis), por lo que las relaciones tamaño abundancia en la naturalaza nos informan de que conforme aumenta el tamaño de un determinado ecosistema, disminuye el número de entidades individuales que pueden definirse de la misma clase. En otras palabras, al final, tan solo podemos hablar de uno ente ecológico: la propia biosfera.

Para finalizar, si uno desmenuza al relato anterior, entenderá que cada individuo forma parte de varios ecosistemas sucesiva y simultáneamente (se dan ambas opciones, ineludiblemente), incluso después de perecer, es decir cuando retornamos a la madre tierra para ser mineralizados y reciclados.

El ecosistema es una entidad conceptual muy compleja, groseramente definida por la mente humana, no una realidad incuestionable, desde ciertos puntos de vista. De ahí que aprehender todas sus esencias nos resulte harto difícil, por no decir imposible.

Juan José Ibáñez

 Algunos post previos relacionados con el tema

 Individuos y Ecosistemas o Individuos-Ecosistemas: la Ambigüedad de la Vida y la Importancia del Suelo

Teoría de Sistemas: El Dilema de la Demarcación de sus Límites y Elementos

Fertilidad del Suelo y la Cadenas Tróficas: Un Sorprendente Cuento sobre el Mar, Placton, Krill, Salmones, Ríos, Osos y Suelos

El Perverso Encanto de la Naturaleza –y de los Virus –y de los Hombres

Los Microorganismos del suelo y su Inmensa Diversidad: Sobre Bacterias, Hongos, Arqueas y Virus

Metabolismo del Suelo, Metabolismo Humano y Resistencia a los Antibióticos. Una Bioprospección Urgente

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