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Fuente: Colaje Google Imágenes

En un pasado remoto, hace ya tanto tiempo (….) la enorme masa de Tierra que hoy llamamos Latinoamérica era un paisaje prístino, fuera cual fuera su aspecto. Luego llegaron los seres humanos ¿cazadores recolectores?: ¡Posiblemente!. Empero hará más (o mucho más) de 6.000 años, la agricultura comenzó a expandirse “de algún modo”, hasta ocupar vastas extensiones o incluso la mayor parte del territorio. Aquella floreciente Latinoamérica atesoraba una enorme variedad de cultivos y manejos de suelos que, como mínimo, rivalizaron en su tiempo con los de otros continentes. Sin embargo, algo sucedió, o se enfrentaron a demasiados retos “fueran cuales fueran”. Súbitamente, en términos históricos, fueron desapareciendo culturas avanzadas e imperios. La vegetación natural volvió a expandirse sobre los antiguos paisajes agrarios hasta cubrirlos de selvas pluviales frondosas, u otro tipo de ecosistemas, según las características locales de un clima que también fue alterándose.  

Los pueblos y culturas, ¡a saber cuántas!, se unían por complejos entramados viales de caminos en los que transitaban mercancías, se intercambiaban bienes (agrícolas y al algunos animales, por no hablar de ganadería sensu estricto, ya que aún no lo sabemos) y conocimientos. Empero como seres humanos aquellos pueblos también guerreaban, naciendo y decayendo imperios, como en cualquier otro continente. En ecología y etnoagricultura siempre terminan achacando la culpa de la decadencia de los incas, mayas, etc., a la deficiente gestión de sus tierras. Empero conflictos bélicos y epidemias también pudieran ser la causa (….) ¿si la Duquesa Roja tuviera razón?. ¡A saber!.

Cuando llegaron los europeos y comenzaron a escribir sus crónicas, se nos quedó grabada la imagen de que la mayor parte de aquellos paisajes eran prístinos, y/o penas afectados por la acción humana. Y, así,  tal mito se incrustó en nuestros memes, como el narrado por Plinio el Viejo y Estrabón en la Península Ibérica que finalmente se descubrio ue era incierto.  Los científicos partieron de aquella falsa premisa durante décadas y décadas, por lo que los resultados de muchos estudios dieron lugar a conclusiones falsas o banales, ya fuera en historia, ecología, edafología, agricultura etc.

Posiblemente el mayor problema estribe en que conforme se realiza un imaginario viaje por aquellas maravillosas tierras, las fechas atribuidas a los enclaves en los que aparecen y desaparecen tales paisajes agrarios y culturas no coinciden con precisión. Quizás falten asentamientos y restos por descubrir para obtener una visión más nítida, que tan solo emerge ahora entre la neblina del desconocimiento, o como también se dice es “la punta del iceberg”. Quizás las técnicas actuales de datación aún no sean lo suficientemente fiables, pero también pudiera ocurrir que  la Duquesa Roja, tuviera razón (al menos en parte) aunque nadie de la academia ha deseado escucharla. Como veremos luego, Luisa Isabel Álvarez defendía:” Es que ha habido una confusión histórica. Había viajes a América desde los fenicios: los relatos que tomamos por viajes a África ¡eran, en realidad, viajes a América!”.

Los suelos prístinos de Latinoamérica, probablemente no existan ya, o tan solo permanezcan reductos en los hábitats más hostiles y recónditos lugares, siendo por tanto, poco representativos de los que les precedieron en aquella gran masa de Tierra. La cobertura de suelos fue transformada por la agricultura dando lugar a lo que hoy denominamos Antrosoles, Tecnosoles, etc. Estos suelos modificados por el hombre de las más ingeniosas maneras, atesoraban tantas propiedades inducidas que hoy sería imposible clasificarlos en los dos mentados grupos de suelos. Tampoco valen pues aquí los suelos prístinos como referentes del mundo natural antes del advenimiento del impacto humano.

Cuando intentamos buscar referentes prístinos de suelos y vegetación con vistas a observar como los hombres los hemos ido modificando, resulta que, posiblemente, no existan  sensu stricto. Desde hace pocos años tal descubrimiento (porque este sí lo es), ha comenzado a aflorar en la literatura científica. Sin embargo una gran parte de mis colegas aun insisten  “erre que erre” en no hablar de ello. Un bobo llamado Juan José Ibáñez que, para nada es experto en el tema” se interesó por lo que iba cayendo es sus manos, escribiendo numerosos post en su espeluznante bitácora acerca de la etnoedafología y etnoedafología latinoamericana “Un Universo Invisible bajo Nuestros Pies”, almacenándolos en la categoría que denominó “Etnoedafología y Conocimiento Campesino”.

Pues bien, en esta nueva entrega de la saga, os proporcionamos varias noticias, nuevas, y más o menos recientes (hasta octubre de 2018). Algunas han sido escritas en Español-castellano mientras otras en Suajili, ya que según Luisa Isabel Álvarez, a América se la denominaba África, como veremos posteriormente. Puedo entender a Luisa Isabel Álvarez, ¡grande de España!, y “roja de corazón”, cuando se lamentaba debido a que sus estudios e ingentes archivos históricos no eran considerados por los historiadores y otros eruditos, al no ser ella una experta académica con acreditación. Desconozco si lleva razón o no. Sin embargo su impresionante legado merece la pena ser examinado y estudiado con vistas a separar el grano y la paja. Quizás allí se encuentren esperando testimonios que arrojen mucha más luz sobre el tema. ¿Caballeros Templarios en la Patagonia?. ¿Tartessos, la primera civilización occidental en alcanzar América? Quizás, ¡A saber!. Aunque de ser cierto las asincronías temporales que mentamos con anterioridad pudieran así ser  explicables.

Os dejo con todo este abundante material nuevo.

Juan José Ibáñez

Continúa……..

 

Duquesa Roja, “Grande de España” Luisa Isabel Álvarez de Toledo o la duquesa de Medina-Sidonia, una Borbón, es decir pariente de los Reyes Juan carlos I y Felipe sexto. “Es que ha habido una confusión histórica. Había viajes a América desde los fenicios: los relatos que tomamos por viajes a África ¡eran, en realidad, viajes a América!”

y comercio con América desde mucho antes de Colón.

LA TEORÍA DE LA ‘DUQUESA ROJA’ | Edición impresa | EL PAÍS

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Entrevista con la Duquesa de Medina Sidonia – Webislam

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El último desafío de la ‘duquesa roja’ | Edición impresa | EL PAÍS

 

Leer las Tesis de la Duquesa Roja en «África versus América«

El láser desvela toda la grandeza de la civilización maya

Miles de edificios, calzadas o canales ocultos por la selva salen a la luz gracias a la tecnología lídar

28 SEP 2018 – 08:38 CEST

El láser ha permitido descubrir miles de estructuras levantadas por los mayas y ocultadas por la selva. Usando la tecnología lídar (acrónimo de Laser Imaging Detection and Ranging, detección y localización de imágenes por láser), un equipo de  arqueólogos ha escaneado un espacio de miles de hectáreas donde floreció la civilización maya. No han descubierto ningún nuevo palacio, pirámide o grandes templos como el de Kukulcán o el del Gran Jaguar. Pero la infinidad de edificios, calzadas, canales o murallas cartografiados alumbran toda la grandeza de los mayas, y permitir formarse una idea de cuántos millones vivieron en la región, cómo guerreaban o de su agricultura intensiva.

En 2016 un avión recorrió buena parte de la reserva de la biosfera maya, en Petén (Guatemala). Llevaba a bordo uno de los sistemas lídar más avanzados. Esta tecnología utiliza el láser como si fuera un sofisticado radar: envía pulsos de luz que, al rebotar, permiten reconstruir una imagen del objeto o estructura que lo ha devuelto. Aquí usaron una máquina capaz de escanear el terreno desde seis ángulos distintos propiedad del Centro Nacional de Mapeo Láser Aerotransportado (NCALM), con sede en EE UU. El lídar barrió una superficie de 2.144 kilómetros cuadrados en torno a una decena de yacimientos mayas.

«La nuestra es la cobertura lídar más grande en la historia de la arqueología», dice Francisco Estrada-Belli, especialista en cultura maya de la Universidad Tulane (Nueva Orleans, EE UU) y coautor del estudio. Aunque no es la primera vez que se usa esa tecnología de imagen en yacimientos de esta cultura, esta expedición de la Iniciativa Lídar Pacunam ha cubierto 10 veces más extensión y con un detalle no logrado por las anteriores. «Cualquier rasgo que tenga de 50 a 100 cm de ancho y 20 a 50 cm de relieve aparece en nuestros visualizaciones», añade este arqueólogo. Para lograrlo, el lídar emitió más de 33.500 millones de pulsos de láser (15 por metro cuadrado).

El mapa en 3D de la zona se basa en 33.500 millones de pulsos de láser

El mapa en 3D que han obtenido, cuyos resultados publica la revista Science, incluye 61.480 estructuras. Han localizado desde barrios enteros en algunas de las grandes ciudades mayas, como Tikal, Holmul o Xultún, hasta un centenar de kilómetros de calzadas pavimentadas, pasando por cisternas como la de Tintal que, con 2.000 metros de ancho, podía albergar hasta tres millones de metros cúbicos de agua. Al alejarse del mapa, se descubren también perímetros defensivos de varios kilómetros, centenares de canales para el agua o infinidad de pequeños núcleos rurales conectados por caminos.

Tanta información sobre las infraestructuras humanas ha servido a los investigadores para estimar la población que vivía en la zona del estudio y, extrapolando, en toda esta región maya. Durante el periodo conocido como Clásico Tardío (entre los años 650 y 800 de esta era), en el área cartografiada por el lídar había una densidad de población de entre 80 y 100 habitantes por kilómetro cuadrado. En el centro de las principales ciudades, como Tikal, la densidad debió de alcanzar los 2.000 habitante por kilómetro cuadrado, equiparable a la de muchas ciudades de hoy. En toda la región de las tierras bajas vivirían entre siete y once millones de personas.

Las imágenes del lídar, que fueron revisadas sobre el terreno por varios equipos de arqueólogos, también muestran que los mayas necesitaron de la agricultura intensiva para poder alimentar a tanta población urbana. El sistema tradicional, la milpa, basado en la quema de parcelas para fertilizar la tierra ante la nueva siembra, habría sido incapaz si no fuera por los centenares de canales, muchos de un kilómetro de largo, usados para drenar los humedales que ocupaban la mayor parte del territorio. La investigación ha localizado también 306 kilómetros cuadrados de parcelas en terrazas. Hasta el 17% del territorio que hoy ocupa la selva tiene marcas de un pasado agrícola. Para los autores del estudio, un esfuerzo tal exigiría de una organización y centralización muy avanzadas.

«Lídar aporta una visión extremadamente precisa de la geografía y topografía del paisaje. Puede usarse en cualquier tipo de paisaje, pero cuando se aplica al caso particular de los bosques y la selva maya, es como una varita mágica (muy cara) que nos da detalles de los drenajes, montañas, valles, tierras bajas y, lo que es más importante, de grandes yacimientos», sostiene en un correo la directora del Centro de Investigación Mesoamericana de la Universidad de California en Santa Barbara (EE UU), Anabel Ford.

Sin embargo, esta arqueóloga no relacionada con este trabajo y que lleva 40 años estudiando a los mayas recuerda que «las cosas grandes se ven claramente, pero los elementos que aportan los detalles sutiles del uso agrario del suelo y la relación entre la antigua civilización maya y el paisaje necesitan de una mayor verificación» , por lo que tienen que ser confirmados sobre el terreno. Algo en lo que coincide Estrada-Belli: «Siempre se va a necesitar de arqueólogos con experiencia para reconocer los rasgos documentados por el lídar. Y cuantos más datos lídar, más arqueólogos se van a necesitar».

Un arqueólogo necesitaría un siglo para ver lo que Lídar en dos días

M.Á.C.

La potencia de la tecnología lídar es tal que está siendo utilizada en actividades tan dispares como la prospección minera o la cartografía de los fondos marinos. Es también un elemento esencial en la conducción y la seguridad de los coches autónomos, que usan lídar para hacerse una composición de lugar instantánea.

«En 18 años logré cubrir 47 kilómetros cuadrados. El lídar cubrió 308 kilómetros cuadrados en unos dos días», dice el arqueólogo Francisco Estrada-Belli. «No me alcanzarían otros 118 años y no lograría el mismo nivel de detalle. Siempre se me escaparían cosas que no vi estos últimos 18 años aun pasando encima de ellas», añade.

Para el especialista en tecnología Lídar del NCALM, el hondureño Juan C. Fernández, «el lídar es la tecnología más efectiva y precisa para mapear la topografía». Entre los usos que tiene están la ingeniería para el diseño de carreteras, el monitoreo del estado y tamaño de los bosques, en geología para el estudio de la deformación de la tierra debido a erupciones volcánicas y terremotos… «En el caso del mundo maya y en específico en las tierras bajas, lo que permite es poder mapear con un nivel increíble de detalle y precisión lo que está oculto por la selva», añade este investigador de la Universidad de Houston.

Bosques tropicales supuestamente vírgenes revelan una larga historia de explotación humana

Los pueblos indígenas explotaban la tierra de forma intensiva, lo que provocó una deforestación mucho mayor que la actividad ganadera que empezó en el siglo XX.

Los exploradores del siglo XIX que visitaban los bosques nublados de los Andes Ecuatorianos solían referirse a estos ambientes como «naturaleza» prístina. Pero lo que estaban observando era en realidad una zona que había sido intensamente cultivada y deforestada por las poblaciones indígenas a lo largo de cientos de años. Ahora un estudio de un equipo internacional con participación de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, arroja nueva luz sobre la capacidad de recuperación de ecosistemas altamente biodiversos después de sufrir una modificación humana prolongada.

Los bosques nublados de los Andes son uno de los entornos más biodiversos y amenazados de la Tierra. «Si queremos conservar y restaurar estos bosques, es esencial conocer cómo funcionan y entender su historia, y pare eso nos tenemos que remontar a varios milenios atrás en el tiempo», explica Encarni Montoya, paleoecóloga del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera, del CSIC. Montoya ha participado en esta investigación, liderada por Nicholas Loughling, de la Open University del Reino Unido, que ha contado con la colaboración de científicos de la Universidad de Ámsterdam y del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional de Ecuador.

«En este trabajo, reconstruimos los últimos 1.000 años de impacto humano sobre los bosques nublados del Valle de Quijos de Ecuador, una ruta comercial vital entre el Imperio Inca y los pueblos indígenas de la región amazónica. El valle lo utilizaron también las expediciones españolas a partir de 1538 para adentrarse en el Amazonas en busca del oro, la plata y la canela. A pesar de su importancia histórica, apenas existen trabajos de este tipo en la zona», añade Montoya.

Los investigadores extrajeron y averiguaron la edad de los sedimentos del fondo del lago Huila. A través del análisis del polen fósil preservado en los sedimentos, pudieron reconstruir las características del paisaje existente así como las prácticas humanas que se desarrollaron en la zona durante los últimos 1.000 años.

Antes de la llegada de los colonizadores europeos, los pueblos indígenas cultivaban y gestionaban la tierra de forma intensiva. Este uso provocó una deforestación mucho mayor que la derivada de la actividad ganadera que se empezó a realizar en la zona a partir de la segunda mitad del siglo XX. Según los registros lacustres analizados por los autores del estudio, el uso intensivo de la tierra acabó de forma abrupta hacia 1588 a consecuencia del diezmo masivo de los pueblos indígenas como resultado de la invasión europea.

«El bosque nublado tardó unos 130 años en recuperarse y volver de nuevo a una forma y estructura equivalente a la de los bosques previos a la llegada del hombre al continente», dice Nicholas Loughlin, primer autor de este estudio que forma parte de su tesis de doctoral.

«Los exploradores que en el siglo XIX describieron una «naturaleza prístina» estaban, sin saberlo, observando en realidad un bosque secundario que estaba influenciado por siglos de actividad humana. Fue el subsiguiente abandono de la zona como consecuencia de la invasión europea lo que propició una recuperación ecológica que se desconocía», explica Montoya, directora de la tesis de Loughlin.

La investigación ofrece también un punto de vista único sobre la cultura de las poblaciones indígenas de las Américas. «Nuestro estudio está centrado únicamente en el Valle de Quijos. Una cuestión que todavía permanece es cómo de característica es esta región para la zona de los Andes. Para responder a esta incógnita, queremos ampliar el alcance de nuestras investigaciones a lo largo de los bosques nublados de los Andes Ecuatorianos orientales», explica Loughlin.

Referencia bibliográfica:

Loughlin, N. et al., 2018. Ecological consequences of post-Columbian indigenous depopulation in the Andean-Amazonian corridor. Nature Ecology and Evolution. DOI: 10.1038/s41559-018-0602-7

Ancient farmers transformed Amazon and left an enduring legacy on the rainforest
by Staff Writers; Exeter UK (SPX) Jul 24, 2018

Ancient communities transformed the Amazon thousands of years ago, farming in a way which has had a lasting impact on the rainforest, a major new study shows.

Farmers had a more profound effect on the supposedly «untouched» rainforest than previously thought, introducing crops to new areas, boosting the number of edible tree species and using fire to improve the nutrient content of soil, experts have found.

The study is the first detailed history of long-term human land use and fire management in this region conducted by archaeologists, paleoecologists, botanists and ecologists. It shows how early Amazon farmers used the land intensively and expanded the types of crops grown, without continuously clearing new areas of the forest for farming when soil nutrients became depleted.

The research team examined charcoal, pollen and plants remains from soil in archaeological sites and sediments from a nearby lake to trace the history of vegetation and fire in eastern Brazil.

This provided evidence that maize, sweet potato, manioc and squash were farmed as early as 4,500 years ago in this part of the Amazon. Farmers increased the amount of food they grew by improving the nutrient content of the soil through burning and the addition of manure and food waste. Fish and turtles from rivers were also a key part of the diets at the time.

The findings explain why forests around current archaeological sites in the Amazon have a higher concentration of edible plants.

Dr Yoshi Maezumi, from the University of Exeter, who led the study, said: «People thousands of years ago developed a nutrient rich soil called Amazonian Dark Earths (ADEs). They farmed in a way which involved continuous enrichment and reusing of the soil, rather than expanding the amount of land they clear cut for farming. This was a much more sustainable way of farming.»

The development of ADEs allowed the expansion of maize and other crops, usually only grown near nutrient rich lake and river shores, to be farmed in other areas that generally have very poor soils. This increased the amount of food available for the growing Amazon population at the time.

Dr Maezumi said: «Ancient communities likely did clear some understory trees and weeds for farming, but they maintained a closed canopy forest, enriched in edible plants which could bring them food.

«This is a very different use of the land to that of today, where large areas of land in the Amazon is cleared and planted for industrial scale grain, soya bean farming and cattle grazing. We hope modern conservationists can learn lessons from indigenous land use in the Amazon to inform management decisions about how to safeguard modern forests.»

Professor Jose Iriarte, from the University of Exeter, said: «The work of early farmers in the Amazon has left an enduring legacy. The way indigenous communities managed the land thousands of years ago still shapes modern forest ecosystems.

«This is important to remember as modern deforestation and agricultural plantations expand across the Amazon Basin, coupled with the intensification of drought severity driven by warming global temperatures.»

Research Report: The legacy of 4,500 years of polyculture agroforestry in the eastern Amazon is published in the journal Nature Plants.

 

Archeological plant remains point to southwest Amazonia as crop domestication center
by Staff Writers; Washington DC (SPX) Aug 07, 2018

The remains of domesticated crop plants at an archaeological site in southwest Amazonia supports the idea that this was an important region in the early historyof crop cultivation, according to a study published July 25, 2018 in the open-access journal PLOS ONE by Jennifer Watling from the Museum of Archaeology and Ethnology at the University of Sao Paulo, Brazil and colleagues.

Genetic analysis of plant species has long pointed to the lowlands of southwest Amazonia as a key region in the early history of plant domestication in the Americas, but systematic archaeological evidence to support this has been rare.

The new evidence comes from recently-exposed layers of the Teotonio archaeological site, which has been described by researchers as a «microcosm of human occupation of the Upper Madeira [River]» because it preserves a nearly continuous record of human cultures going back approximately 9,000 years.

In this study, Watling and colleagues analyzed the remains of seeds, phytoliths, and other plant materials in the most ancient soils of the site as well as on artefacts used for processing food.

They found some of the earliest evidence of cultivated manioc, a crop which geneticists say was domesticated here over 8,000 years ago, as well as squash, beans, and perhaps calathea, and important tree crops such as palms and Brazil nut.

They also saw evidence of disturbed forest and a soil type called «Anthropogenic Dark Earths» which both result from human alteration of local environments.

These findings suggest that the people of this region transitioned from early hunter-gatherer lifestyles to cultivating crops before 6,000 years ago, much earlier than previously thought.

Along with plant domestication also came the familiar human habit of landscape modification, suggesting that human impact on Amazonian forests in this region goes back many thousands of years. Altogether, these results point to the Upper Madeira as a key locality to explore the earliest days of crop domestication in the New World.

Watling notes: «This discovery at the Teotonio waterfall in Southest Amazonia is some of the oldest evidence for plant cultivation in lowland South America, confirming genetic evidence».

Research Report: Watling J, Shock MP, Mongelo GZ, Almeida FO, Kater T, De Oliveira PE, et al. (2018) Direct archaeological evidence for Southwestern Amazonia as an early plant domestication and food production centre. PLoS ONE 13(7): e0199868.

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Once majestic Atlantic Forest ‘empty’ after 500 years of over-exploitationMata Atlántica. (Creo que incurre en el error que denunciamos).
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Wild animals were routinely captured and traded in ancient Mesoamerica Desvelada la causa del misterioso ‘cocoliztli’, el mal que diezmó a los indios americanos

Unos pocos post Previos pero hemos redactado muchos más (ver nuestra categoría: Etnoedafología y Conocimiento Campesino).

Los Bosques Amazónicos: ¿Paisajes Prístinos o Paisajes culturales

El Poblamiento precolombino del Amazonas: Agricultura …

Suelos, Deforestación, Agricultura y Biodiversidad Amazónica …

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