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Fuente: Imágenes Google

  Viajando por Perú, en el año 2010, recorrí más de 5.000 km por carretera tras un congreso en Arequipa, al que tuvieron la gentiliza de invitarme. Tal agotadora travesía tenía por objeto visitar y analizar los paisajes naturales, como también los sistemas agrarios precolombinos. Sobre estos temas he escrito algunos artículos en español-castellano, como este: Mirando hacia el pasado para mejorar el futuro: Un viaje por las culturas precolombinas. ¡Qué maravilla!, el tema, que no mi contribución. ¡Que pena que los Españoles no supieron valorar aquél acervo cultural. El litoral del Mar pacifico en el norte de Chile y sur del Perú, por ejemplo, resulta ser de extrema aridez. Lamentablemente, mi viaje terminó en Lima desde la frontera chilena, por lo que no vi el área de estudio del que hablan las noticias que describiremos hoy. Sin embargo, me mostraron algo parecido, en aquel momento, como curiosidad. A lo largo del recorrido leí y se me comentó la polémica que estaba levantando la construcción de una Presa en los Andes. Desde la distancia, considero que construir presas a miles de metros de altitud en una región con riesgos sísmicos, se me antoja muy arriesgado. Comentaba con mis interlocutores que podían construirse plantas desalinizadoras movidas por energías renovables, como la eólica, solar, etc. Este modo de proceder podía permitir regar con agua de mar. Al fin y al cabo, son modulares y menos proclives a generar desastres. Si uno es destrozado por algún evento, se retira y se añade otro en su lugar. No albergaba dudas de que con la insolación anual de la región y cultivos de invernadero bajo plástico, alimentados por  las tecnologías que había mentado, podían dar lugar a un vuelco en la economía de aquellas zonas. Serían varias cosechas anuales las que se obtendrían. Miles de pobres campesinos medrarían, mientras  la soberanía alimentaria del país alcanzaría cotas impresionantes. Obviamente la implementación fuentes de energías alternativas como las mentadas, aún requiere de algunas mejoras tecnológicas, aunque en lo esencial han sido sobradamente estudiadas y aplicadas en otros lares.

 He sostenido en varios foros y publicaciones que debían analizarse y describir las prácticas agrarias precolombinas, por cuanto dado su ingenio a la hora de sortear una enorme variedad de problemas, reclaman que sean consideradas no solo patrimonio de Latinoamérica, sino de la humanidad. A la ventaja de rescatar tales saberes cabría añadir que no deben depender ni de insumos ni de tecnologías onerosas en manos de multinacionales sin escrúpulos. Todos mis esfuerzos han sido en vano, por ahora. Empero por fin en la Cumbre del COP15 (diciembre de 2022) nos da la razón

 Pues bien, vi en algunos lugares tales canales que se alzaban hasta la cordillera andina. Al preguntar a expertos y paisanos, todos me comentaron que sus antepasados regaban el desierto canalizando y almacenando en agua desde las cumbres de los andes hasta el desierto litoral. Seguidamente pensé, que quizás fuera una mejor solución que las bondades que pudiera acarrear mi propuesta tecnológica. El único problema estribaría en aunar en cooperativas a multitud de campesinos desde las alturas andinas hasta el mar. Al leer las noticias que hoy os proporciono abajo, he sentido una gran felicidad. Ahora faltaría que el gobierno del Perú y sus pueblos se atrevan a rescatar ¡ya! tal cultura ancestral. ¿Saben ustedes lo que son las  ¿ Amunas? ¿Cuál es  el sistema hidráulico Amunas?. Por favor leer la página Web de agua Aquafondo, entre otras, en donde se os explica todo en términos sencillos.

 Considero que se trata de una buena iniciativa, cuyo existo dependerá del esfuerzo de muchos peruanos y sus gobernantes. Obviamente existen variantes similares de otras culturas ancestrales. Sin embargo es la suya y los canales hay que reconstruirlos, aunque parte del trabajo ya se llevó a cabo a hombros de verdaderos gigantes como lo fueron sus antepasados con enorme esfuerzo colectivo que aún es aprovechable. Os dejo pues con la noticia y algunas párrafos explicativos.

 Os recuerdo que he redactado decenas de post describiendo la etnoagricultura de diversos paisajes del mundo, pero en especial los de Latinoamérica. Impresiona el ingenio que desarrollaron para sortear problemas que iban desde la sequía hasta el exceso de humedad en enclaves inverosímiles.  Todos ellos se encuentras agrupados en nuestra categoría de etnoedafología y conocimiento campesino.

Os dejo abajo con la noticia y explicación de términos.

Juan José Ibáñez

 Continúa…….

Sitios Web interesantes.

Sistema hidráulico Amunas

 Las culturas precolombinas y el agua

 Las amunas son un sistema ancestral de recarga artificial del acuífero, construidos con piedra impermeable y canales de infiltración permeables que permiten que el agua se filtre en el subsuelo durante la temporada de lluvias, lo que se conoce precisamente como siembra de agua y que permite, que las comunidades, a través de puquiales u ojos de agua, puedan cosechar agua en épocas de estiaje, es decir cuando no hay lluvia

 Siembra de agua. Recarga hídrica del suelo, subsuelo y acuíferos, mediante intervenciones humanas dirigidas a retener, infiltrar, almacenar y regular aguas de escorrentías provenientes de las lluvias.

En Perú los canales precolombinos ofrecen esperanza contra la sequía.

 Por Ernesto TOVAR; Huarochiri, Perú (AFP) 22 de abril de 2021

 En las montañas del oeste de Perú, una comunidad agrícola está restaurando una red de canales de piedra construidos hace más de un milenio, con la esperanza de que la tecnología precolombina contenga la solución a sus problemas de agua.

 Conocido localmente como «amunas», se cree que el sistema de retención de agua fue ideado por pueblos antiguos que vivieron en lo que hoy es la provincia de Huarochirí hace unos 1.400 años, antes incluso de los incas, para prolongar la abundancia de la temporada de lluvias.

 Los canales que surcan las laderas de las montañas desvían la escorrentía a parches de suelo permeable o roca donde el agua se filtra, se filtra y repone los acuíferos antes de emerger en manantiales ladera abajo semanas o meses después, en épocas más secas.

 La práctica se conoce como agua de «siembra», para ser recolectada más tarde, después de la temporada de lluvias, cuando se necesita para alimentar a las personas, los cultivos y el ganado.

 «Somos ganaderos, agricultores y cada gota de agua … ayuda a nuestra supervivencia», dijo Roosevelt Calistro López, de 43 años, uno de los 900 habitantes de la zona rural de San Pedro de Casta, a unos 80 kilómetros (casi 50 millas) de Lima. y unos 3.200 metros (10.400 pies) sobre el nivel del mar.

 «Las amunas no son nuevas para nosotros, pero las estamos mejorando. Hay lugares donde se habían secado donde nuevamente hay agua«, dijo a la AFP.

 – Agua para Lima –

 «Las amunas ya existen. Lo que estamos haciendo es restaurarlas«, dijo Mariella Sánchez Guerra, directora de la iniciativa de acceso al agua Aquafondo que inició la iniciativa con la participación de los habitantes locales en 2017.

 «Hemos identificado 67 kilómetros de amunas» para ser recuperadas para el 2025, dijo. «De 67 kilómetros, hemos recuperado 17, lo que significa agua para unas 82.000 personas durante todo un año».

 Los canales no sirven solo a los habitantes de Huarochiri.

 También alimentan el río Santa Eulalia, un afluente del río Rimac que proporciona alrededor del 80 por ciento del agua que se consume en Lima, una de las ciudades desérticas más grandes del mundo.

 Cada kilómetro de amuna que se pone en funcionamiento permite el transporte de 178.000 metros cúbicos de agua al año, y Aquafondo espera impulsar del 20 al 80 por ciento la cantidad de agua recogida por el antiguo sistema para la sedienta capital.

 – Nueva fuente de ingresos –

 Aquafondo paga a unas 120 personas de la comunidad para que realicen el trabajo de reconstrucción, que no siempre es fácil.

 Existe el riesgo de caerse mientras se trabaja en las pendientes en condiciones de viento, y las piedras pesadas deben levantarse a mano y bloquearse cuidadosamente en su lugar.

 Solo se puede trabajar entre octubre y diciembre, antes de que llegue la temporada de lluvias.

 La pandemia de coronavirus ha complicado aún más las cosas, golpeando la economía de Perú con un colapso del importantísimo sector turístico y una fuerte caída en los precios de los productos agrícolas que afectó profundamente a los agricultores de San Pedro de Casta.

 “Estuvimos reflexionando durante días si debíamos seguir trabajando en las amunas o no, no queríamos poner a nadie en riesgo” de contraer el coronavirus, dijo Sánchez Guerra.

 «Pero también estábamos muy preocupados por (mantener) los ingresos generados para la comunidad a través de su trabajo».

 Para Calistro Lopez, el proyecto también es parte de su herencia.

 “Cuando era niño, escuché a mis padres decir que teníamos que ‘sembrar’ el agua en la parte superior. Ahora lo entiendo.

 «Llevamos esto en la sangre y en las venas, y lo hacemos con orgullo y voluntad».

 In Peru, pre-Columbian canals offer hope against drought

By Ernesto TOVAR; Huarochiri, Peru (AFP) April 22, 2021

In the mountains of western Peru, a farming community is restoring a network of stone canals built more than a millennium ago, hoping the pre-Columbian technology holds the solution to its water problems.

Known locally as «amunas», the water-retention system is thought to have been devised by ancient people who lived in what is now the Huarochiri province some 1,400 years ago, before even the Incas, to prolong the rainy season’s bounty.

The canals that furrow the mountain slopes reroute runoff to patches of permeable soil or rock where the water seeps in, filters through and replenishes aquifers before emerging in springs downslope weeks or months later, in drier times.

The practice is known as «sowing» water, to be harvested later, after the rainy season, when it is needed to nourish people, crops and livestock.

«We are ranchers, farmers, and every drop of water… helps our survival,» said Roosevelt Calistro Lopez, 43, one of 900-odd inhabitants of rural San Pedro de Casta, some 80 kilometers (almost 50 miles) from Lima, and about 3,200 meters (10,400 feet) above sea level.

«The amunas are not new for us, but we are improving them. There are places where they had gone dry where there is water again,» he told AFP.

– Water for Lima –

«The amunas already exist. What we are doing is restoring» them, said Mariella Sanchez Guerra, director of the Aquafondo water-access initiative which started the initiative with the participation of the local inhabitants in 2017.

«We have identified 67 kilometers of amunas» to be reclaimed by 2025, she said. «Of 67 kilometers, we have recovered 17, which means water for about 82,000 people for a whole year.»

The canals do not serve only the inhabitants of Huarochiri.

They also feed the Santa Eulalia river, a tributary of the Rimac river that provides some 80 percent of water consumed in Lima, one of the world’s biggest desert cities.

Every kilometer of amuna that is put into operation allows the transportation of 178,000 cubic meters of water per year, and Aquafondo hopes to boost from 20 percent to 80 percent the amount of water collected by the ancient system for the thirsty capital.

– New income source –

Some 120 people from the community are paid by Aquafondo to carry out the rebuilding work, which is not always easy going.

There is a risk of falling while working on the slopes in windy conditions, and the heavy stones have to be lifted by hand and carefully locked into place.

Work can only be done between October and December, before the rainy season arrives.

The coronavirus pandemic has further complicated matters, hitting Peru’s economy with a collapse of the all-important tourism sector, and a sharp fall in prices for agricultural products that deeply affected the farmers of San Pedro de Casta.

«We mulled for days whether we should continue the work on the amunas or not, we did not want to put anyone at risk» of contracting the coronavirus, said Sanchez Guerra.

«But we were also very concerned about (maintaining) the income generated for the community through their labor.»

For Calistro Lopez, the project is also part of his heritage.

«When I was a boy, I heard my parents say that we had to ‘sow’ the water at the top. Now I understand it.

«We carry this in our blood and veins, and we do it with pride and will.»

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