El peso de la púrpura, el cardenal Richelieu
por Javier Gómez Díaz
El valimiento fue un fenómeno europeo y su estudio constituye un tema de gran importancia para el conocimiento del arte de gobernar en el siglo XVII, por lo que resulta ser uno de los ejes alrededor de los que gira el interés de los historiadores interesados por la política en la Edad Moderna. En el ámbito hispano cabe mencionar los trabajos de Antonio Feros, Bernardo García o Antonio Escudero, cuyo modelo analítico se constituyó hace varias décadas enmarcando la obra más representativa de este género, la biografía del conde duque de Olivares escrita por John H. Elliott. La aportación del hispanista británico a la historiografía sobre los validos tuvo como rasgo más interesante su consideración del fenómeno más allá de la singularidad española mostrando su dimensión europea, su carácter esencial como problema de la política del Antiguo Régimen, de ahí su estudio comparativo entre Olivares y Richelieu, los dos grandes ministros de las monarquías con más peso en la Europa del Siglo XVII.
Fruto del interés que despertaron estos estudios entre los historiadores de la Europa Moderna cabe recordar la obra colectiva dirigida por Elliott y por J. Brockliss que extendía la comparación a todo el conjunto de las monarquías europeas y, dentro de este ambiente de interés por estos poderosos ministros hemos de situar la reciente traducción de la obra de R.J. Knecht que aquí reseñamos. Armand-Jean du Plessis, más conocido por Cardenal Richelieu fue una de las grandes personalidades políticas del siglo XVII. Valido del monarca francés, Luis XIII, su figura no dejaba lugar a la indiferencia. Tanto sus contemporáneos, como más tarde novelistas e historiadores han hecho de él un hito en la Historia de Francia, confiriéndole un doble carácter, que situó al cardenal bajo una valoración ambigua: por un lado ha sido objeto de duras críticas en cuanto a su forma de ejercer el gobierno (recordemos la imagen del cardenal que nos ofrece Alfred de Vigny en “Cinq-Mars” o Alexandre Dumas en “Los tres mosqueteros”); por otro sus políticas y logros marcarán y posicionarán nuevamente a Francia como la gran potencia que puso fin a la hegemonía de los Habsburgo en Europa. Entre críticas y halagos (en un sentido narrativo que recuerda muchas veces a Elliott), Knecht nos presenta una obra biográfica que se desmarca de estas visiones tradicionales, esforzándose por mostrar a Richelieu en su propio contexto, alejado de valoraciones preconcebidas. Describe el camino que le lleva a la posición de Ministro del monarca, su tránsito desde el grupo de la Reina madre y de su privado Concini hasta el polo opuesto de la Corte. Su idea de fortalecimiento de la Corona ligada a sus estrategias para asegurarse su supervivencia política situando a los miembros de sus redes personales (clientes, familiares y partidarios) en de cargos y puestos de responsabilidad, manipulando la distribución de la gracia real, principal mecanismo de incorporación de las elites y otros grupos al poder.
El libro está estructurado en doce capítulos en los que se van alternando los distintos aspectos de su vida como de su acción de gobierno. Mientras los primeros están orientados a su ascenso y ejercicio del poder, el resto va destacando diferentes facetas de su acción de gobierno: guerra, propaganda y artes, hugonotes… Así pues, la forma de redacción se adapta a cada capítulo, con amenidad, mostrando un gran oficio narrativo, muy común a los historiadores británicos. Es de notable interés el paso de Richelieu por la Corte de la Regente María de Médicis como cliente de Concini, se trata de la etapa menos conocida de su biografía, crucial en su camino a la Corte de Luis XIII, pues su condición de hijo menor conllevó que su educación fuera orientada en principio al mundo militar, pero los avatares y decisiones familiares en torno a la posesión del obispado de Luçon, hizo que su formación fuera redirigida a la carrera eclesiástica. Desde que el 29 de abril de 1624 entrase a formar parte del Conseil d’en haut desarrolló con gran habilidad su estrategia de poder hasta monopolizar el gobierno con el beneplácito del monarca. Algunos rasgos de esta estrategia nos son familiares: Desde su cargo amplió su patrimonio y propiedades, dispensó honores, cargos y títulos entre sus clientes, familiares y amigos. Contemplamos como Richelieu pasó de haber sido una criatura de Concini a primer ministro del monarca. En el tercer capítulo, que arranca con la Jornada de los Engaños en 1629, nos encontramos con un Richelieu que se va desvincular definitivamente del grupo de la Reina madre, olvidando su pasado en aras de su ambición y de sus ideas de gobierno: refuerzo del poder real y restauración de la grandeza de la dinastía mediante una decidida política exterior anti Habsburgo. Unas líneas que se prolongarán más allá de su muerte en diciembre de 1642 y cuyos frutos se recogeran despues de 1659 cuando España firme la paz y se humille ante la potencia francesa.
Knecht es un historiador británico de la vieja escuela whig, nos conduce en su relato a través de un largo recorrido sobre los puntos fundamentales de la construcción del Estado en el sentido concedido por la historiografía institucionalista clásica (sociedad, economía, política interior y exterior, arte, cultura y propaganda), sin embargo muestra las insuficiencias de este modelo y propone o abre (como hiciera Elliott en el caso español) vías de aproximación distintas invitando a acercarse y analizar el mundo de la Corte. Si bien es verdad que se aprecia una división tendente a la tradicional división en campos de estudio: política (interior y exterior), economía, sociedad, religión, teoría política (absolutismo) y arte y cultura (incluyendo de forma muy apropiada la propaganda). Lo cortesano aflora, por ejemplo, en su análisis de la alta nobleza francesa en relación con el Cardenal y la Corona, tanto en las propuestas que se intentaron llevar a cabo como las resistencias, sirviéndose de casos puntuales como la prohibición de los duelos, la revuelta de Gastón de Orleans o la conspiración de Cinq-Mars.
Llegados a este punto Knecht se adentra en uno de los grandes debates historiográficos de forma breve: la cuestión del absolutismo. Con este capítulo, el autor plantea el problema de los límites de la autoridad real, entendida como la autoridad central del Estado pero limitada por la tradición y los Parlamentos, así señala las dificultades para introducir reformas o novedades como la venta de oficios o la implantación de los intendants.
Está claro que en los capítulos temáticos, especialmente en los de carácter político, no resiste la tentación de identificar una especie de trinidad, Richelieu-Francia-Estado, lo cual nos muestra una línea historiográfica centrada en rastrear los orígenes del Estado francés, valorando a Richelieu como uno de sus artífices, al menos por poner las primeras piedras de sus cimientos. Este planteamiento puede dar al libro un carácter presentista, pero en general, desde los capítulos más biográficos hasta los más centrados en pequeños detalles, esta obra pone de manifiesto numerosos aspectos de diferentes ámbitos convirtiéndose por ello en una obra necesaria para todo lector de lengua española que necesite o desee conocer los rasgos básicos de la Historia de Francia en la primera mitad del Siglo XVII.
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Cómo citar esta reseña:
GÓMEZ DÍAZ, Javier: “El peso de la púrpura, el cardenal Richelieu”, en Librosdelacorte.es, Núm. 2, Año 2, otoño-invierno, 2010, ISSN: 1989-6425 (edición impresa, p. 80).