La Disimulación Honesta. Los Gastos Secretos en el reinado de Felipe IV entre la razón de Estado y la merced cortesana

por Carlos J.  de Carlos Morales

David SEIZ RODRIGO, La Disimulación Honesta. Los Gastos Secretos en el reinado de Felipe IV entre la razón de Estado y la merced cortesana. Madrid: Endymion, 2010. 458 pp.
David SEIZ RODRIGO, La Disimulación Honesta. Los Gastos Secretos en el reinado de Felipe IV entre la razón de Estado y la merced cortesana. Madrid: Endymion, 2010. 458 pp.

Como resultado de la tesis doctoral del autor el presente estudio plantea un tema de capital importancia para el conocimiento de las organizaciones políticas modernas. La financiación del secreto resulta, en efecto, cuestión básica, pues permite abordar y profundizar en dos cuestiones básicas para la comprensión de la naturaleza de los estados dinásticos. De una parte, el entramado cortesano y la cultura política; de otra, los mecanismos del gasto y su control. No han existido hasta la fecha demasiadas obras que, en este sentido, permitan relacionar ambos aspectos, por lo que esta es la primera virtud del presente estudio. Que sea producto de una tesis, dirigida en este caso por el profesor Bravo Lozano, no hace si no avalar la seriedad y el rigor metodológico de sus planteamientos. En este sentido la obra se inserta en la actual visión de la Corte y de la cultura cortesana, pues el secreto y sus técnicas se encontraban a una distancia muy próxima de la simulación, la disimulación, el engaño y la ocultación. Como señalaba fray Antonio de Guevara, “En la corte no hay cosa más rara de hallar y más cara de comprar que es la verdad…”.

El primer capítulo de este libro nos aproxima pues a este conflictivo término, y a su imbricación en la cultura de poder de la modernidad. Con este propósito el autor maneja con solvencia la literatura cortesana coetánea, desde Castiglione a Gracián, combinando sus aportaciones con la aportaciones historiográficas clásicas (Arendt) y más recientes (Álvarez-Ossorio). De esta forma se comprende que el modelo de príncipe cristiano se apoyaba en tres pilares (el rey como juez, como padre, y como vicario de Cristo), en los que se insertaba la posibilidad de actuar en silencio, en secreto, o saltándose la línea de la verdad. El tacitismo del siglo XVII ofreció más de una respuesta en caso de dilema.

La evolución de los gastos secretos, de su administración, es el tema del segundo capítulo. La cuestión estaba pendiente de resolución historiográfica, pues los autores que se habían ocupado de ella no habían, a mi juicio, resuelto convenientemente ni el origen ni la aplicación de estos gastos. De esta manera, aprendemos que fue el secretario del Despacho universal el encargado de distribuir y controlar estos gastos. Esta atribución sirve al autor no solo para explicar los procedimientos administrativos y contables, si no también para exponer la trayectoria política y cortesana de los individuos que desempeñaron el cargo en tiempos de Felipe II. Jerónimo de Villanueva fue, en este sentido, el principal secretario de Estado y del Despacho universal, bajo quien se organizó el control de dichos egresos. Tesoreros y contadores de gastos secretos, en estrecha dependencia clientelar de los secretarios, completaban la reducida plantilla que se encargaba de la materia, cuyas fuentes de financiación fueron tan diversas como irregulares (capítulo 3).

Como bien se ocupa de titular el profesor Seiz, los gastos secretos se situaron entre la necesidad de costear la información necesaria para la Monarquía, y el ejercicio del patronazgo regio. El primer aspecto se aborda ampliamente en el quinto capítulo, donde se describe pormenorizadamente la organización de los servicios secretos en la corte madrileña, dirigidos por el espía mayor. También resulta relevante la descripción aportada sobre las actividades en Barcelona, durante la década de los treinta, del espía Juan de Torres, así como el caso de Miguel de Molina. En el capítulo cuarto, una contribución fundamental del autor consiste en mostrar de manera pormenorizada la aplicación mercedaria de los gastos secretos. Soldados, cortesanos, viudas, músicos y artistas, e incluso las obras reales, fueron objeto de la aplicación de los gastos secretos, en concepto de merced dada por el rey. Este destino también recibió, como se encarga de distinguir el profesor Seiz, el bolsillo secreto del rey, dependiente de la cámara, y por tanto dentro de la Casa real y de los correspondientes oficiales.

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Cómo citar esta reseña:

CARLOS MORALES, Carlos J. de: “La Disimulación Honesta. Los Gastos Secretos en el reinado de Felipe IV entre la razón de Estado y la merced cortesana”, en Librosdelacorte.es, Núm. 2, Año 2, otoño-invierno, 2010, ISSN: 1989-6425 (edición impresa, p. 85).

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