«Se trata de que la RSEF sea una institución a la que todo físico desee pertenecer»
Entrevista a José Adolfo de Azcárraga, Presidente de la Real Sociedad Española de Física
José Adolfo de Azcárraga, catedrático de Física Teórica de la Universidad de Valencia, es, desde septiembre de 2013, el nuevo presidente de la Real Sociedad Española de Física. En este cargo, espera «conseguir que la RSEF ejerza un auténtico liderazgo en todo lo que concierne a la física en España», a través de una mejor comunicación del valor y la relevancia de la ciencia a la sociedad española y de «formar parte de los organismos de consulta allí donde la ciencia juegue un papel relevante». En esta extensa entrevista habla de sus objetivos al frente de la RSEF, pero también de su visión de las Sociedades Científicas, de la situación de la física en España, de las relaciones de esta disciplina con las matemáticas y hasta de su papel en la Comisión de Expertos -conocida como Comisión Wert- que evaluó el sistema universitario español hace unos meses.
¿Cuáles son sus planes futuros para la RSEF como presidente?
El objetivo, necesariamente a largo plazo, sería conseguir que la RSEF ejerza un auténtico liderazgo en todo lo que concierne a la física en España. Este objetivo requiere:
- incentivar las relaciones con las instituciones públicas españolas cuyas decisiones afectan al desarrollo de la física e intensificar los contactos con otras sociedades, nacionales e internacionales;
- mejorar la enseñanza de la física ya en el Bachillerato y, en el ámbito universitario e investigador, contribuir a revertir la difícil situación actual y la de los jóvenes investigadores en particular;
- conseguir que la RSEF se llegue a acreditar como una Institución a la que los organismos públicos consideren necesario y provechoso consultar en los asuntos donde la física tenga un papel relevante;
- resaltar la importancia de la física para la economía y la sociedad, así como buscar una mayor presencia de la RSEF en el mundo empresarial.
Se trata, en definitiva, de que la RSEF sea en lo posible una institución a la que todo físico desee pertenecer, que atienda a sus necesidades e intereses -docentes, investigadores y profesionales- y que, finalmente, mejore el reconocimiento social que merecen quienes han hecho de la física su vocación y medio de vida en los diferentes ámbitos. Tall order, indeed. Pero, aunque no cabe tomar Zamora en una hora, también es cierto que –Antonio Machado dixit– se hace camino al andar.
Las sociedades científicas deberían, creo, transmitir más y mejor a la sociedad española el valor y la relevancia de la ciencia.
¿Qué importancia cree que tienen hoy en día sociedades como la RSEF? ¿Cuál cree usted que es su propósito?
Las RSEF es más que centenaria: se creó en 1903 como SE de Física y Química (año en el que también apareció el primer número de sus Anales), sólo cuatro años después que la American Physical Society, líder indiscutible de la física en EEUU y en el mundo: la APS publica las secciones del Physical Review. Aunque, en sus orígenes, las Reales Sociedades fueron sociedades ilustradas y en épocas más recientes han multiplicado sus actividades, su peso, presencia social e importancia actuales son mejorables. Las sociedades científicas deberían, creo, transmitir más y mejor a la sociedad española el valor y la relevancia de la ciencia. Por ejemplo, en una situación de crisis como la presente no basta decir ‘sin ciencia no hay futuro’ por muy cierto que sea. Hay que explicar también a los cerca de seis millones de personas sin trabajo la importancia práctica de la ciencia (incluida la básica), por qué no debe disminuir la inversión en I+D (que es inversión, no gasto) y, especialmente, por qué esto no constituye un intento interesado de los científicos para aislarse de la crisis con privilegios especiales. Se trata del futuro de todos, no sólo del de los científicos.
Por otra parte, dada su naturaleza, las Reales Sociedades deberían formar parte de los organismos naturales de consulta allí donde la ciencia juegue un papel relevante. Por ejemplo, si el gobierno quisiera evaluar la repercusión o la especial necesidad de las matemáticas en algún sector, ¿no sería lógico que la RSME tuviera algo que decir al respecto? La European Physical Society, por ejemplo, emitió hace poco un interesantísimo (y revelador) informe sobre el extraordinario impacto de la física en la economía europea. Si hubiera que hacer un estudio sobre las matemáticas en un determinado aspecto (por ej., en la enseñanza preuniversitaria), la RSME debería participar en él. Al margen de su actividad científica, sociedades como la RSME o la RSEF sabrán que han alcanzado el desarrollo y la importancia social que deberían tener cuando los organismos oficiales les consulten de forma habitual en todo aquello donde las matemáticas o la física tengan un papel relevante. Esto requerirá tiempo, pero hay que insistir en ello sin descanso (y merecerlo).
¿Cómo ve la situación de la física en España? ¿qué perspectiva de futuro ve?
En general, el nivel alcanzado es muy bueno, especialmente si compara con el de hace más de medio siglo. Antes de la llegada de la democracia, los físicos estuvimos entre los primeros en salir al extranjero como post-docs, lo que tuvo un efecto de internacionalización y puesta al día muy importante. Este tipo de política no se puede minusvalorar: los pensionados de la Institución Libre de Enseñanza tuvieron un extraordinario impacto en la ciencia española de la época, malograda después por la guerra civil y sus consecuencias. En el Japón, la velocísima modernización de un país medieval que tuvo lugar en la restauración Meiji se basó en gran parte en el envío de jóvenes a las mejores universidades europeas y estadounidenses. En los últimos decenios, y discretamente, China llenó las universidades estadounidenses de doctorandos; incluso hoy, por ejemplo, la universidad inglesa de Cambridge, que tiene 7200 estudiantes extranjeros (aproximadamente el 40% del total[1]), tiene 870 estudiantes chinos. ¿Hay que sorprenderse del extraordinario desarrollo de China? No existe mejor política para elevar el nivel del conocimiento de cualquier país que enviar a sus mejores jóvenes a centros de excelencia. La regla es tan sencilla como obvia: hay que aprender de y con los mejores. Una buena política de post-docs en el extranjero hace milagros.
La actual emigración de jóvenes formados en el extranjero o la pérdida de los que no pueden regresar pesará como una losa sobre el país si no se revierte inmediatamente
Pero vuelvo a la pregunta. La física ha de desarrollarse aún más en España, por supuesto, pero las publicaciones internacionales de primera fila –experimentales y teóricas- están llenas de nombres españoles; el reciente descubrimiento del bosón de Higgs ha tenido participación española. Prefiero no mencionar nombres ni señalar ningún campo pero, aunque siempre hay que mejorar, el nivel de la física no sólo es bueno, sino internacionalmente bueno. Eso sí, debería haber más físicos y, en especial, más inversión en la investigación en algunas áreas de la física, especialmente experimentales. Y, como todo empieza por el principio, hay que añadir que es imprescindible mejorar la situación de las ciencias en el Bachillerato. El futuro acabará siendo mejor que el presente, como casi siempre, pero la actual emigración de jóvenes formados en el extranjero o la pérdida de los que no pueden regresar pesará como una losa sobre el país si no se revierte inmediatamente: la situación actual se puede calificar de auténtico suicidio científico y académico.
Sería natural que la RSME y la RSEF intensificaran sus relaciones
¿Cómo ve la relación entre la física y la matemática actualmente en España? ¿tiene planes concretos para intensificar la relación entre ambas disciplinas?
La física y las matemáticas han ido siempre unidas, desde la invención del cálculo infinitesimal por Newton (y Leibniz) hasta hoy. La función salto y la función delta, los dos primeros ejemplos de la teoría de distribuciones desarrollada por matemáticos como Laurent Schwartz (medalla Fields), fueron introducidas por físicos: O. Heaviside (quien escribió las ecuaciones de Maxwell en la forma usual en términos del campo eléctrico y magnético) y P.A.M. Dirac. Einstein no habría podido formular la relatividad general si no hubiera tenido a mano la geometría de Riemann y el cálculo tensorial de Ricci; incluso tuvo un breve y desagradable rifi-rafe nada menos que con Hilbert sobre prioridad[2]. Las teorías de Yang-Mills, cruciales en la física de partículas actual, no pueden entenderse (bien) al margen de los fibrados principales con conexión. Y los desarrollos del teorema del índice de Atiyah y Singer, que tiene medio siglo (y cincuenta años en matemáticas es juventud), permiten concluir que otra medalla Fields, M. Atiyah, tiene notables inclinaciones físicas. De igual forma E. Witten, uno de los padres de la teoría M, es considerado como físico matemático por los físicos, pero también es medalla Fields. Hasta una sección de la revista Nuclear Physics se llama Physical Mathematics es decir, Matemática Física. Así que la física y las matemáticas, aunque cada una tiene sus propias fuentes y objetivos, están íntimamente relacionadas: ya decía Galileo en Il Saggiatore (1624) que la naturaleza está escrita en lenguaje matemático[3]. Sirva esta larga introducción para concluir que sería natural que la RSME y la RSEF intensificaran sus relaciones. Yo mismo cuento con muchos matemáticos entre mis amigos científicos, incluyendo al director del ICMAT.
Este año, por ejemplo, se cumple el centenario de la introducción de los espinores por el gran Élie Cartan; después, redescubiertos en la física cuántica, jugaron -y siguen jugando- en ella un papel esencial, incluyendo la teoría M. Que yo sepa, este importante centenario ha pasado inadvertido; sería una ocasión para una jornada de encuentro RSEF-RSME y en ese sentido he escrito al presidente de la RSME, aunque quizá sea ya tarde (tomé posesión como presidente de la RSEF el 12-IX-13). En cuanto a otras colaboraciones entre físicos y matemáticos, recordaré aquí el International Fall Workshop on Geometry and Physics (a cuyo comité pertenecí muchos años), que es anual y va ya por la vigésima segunda edición. Finalmente, cabe recordar que el primer presidente de la entonces Sociedad Española de Física y Química fue José Echegaray, ingeniero de caminos, primer gran matemático moderno español según Rey Pastor, físico matemático, ministro y premio Nobel… de Literatura.
¿En el futuro, en qué campos cree puede ser más fructífera la relación entre la física y las matemáticas?
Es muy, muy difícil predecir el futuro; siempre nos sorprende. Las muy fundadas críticas de Popper al historicismo también se aplican a la evolución de la ciencia. En estos momentos, la teoría de supercuerdas/teoría M tiene una elevadísima componente matemática, y Witten y Atiyah son excelentes ejemplos de la fructífera colaboración entre física y matemáticas (pese a algunos críticos[4]); pero aún no hay rastro experimental de la supersimetría. Y, por cierto, la integral ‘de Berezin’ sobre variables que anticonmutan (de Grassmann), introducida por el matemático ruso Felix Berezin (trágica y prematuramente fallecido), es esencial en la teoría cuántica de fermiones. Pero si tuviera que mencionar algún campo, insistiría en la geometría y la topología, y en las generalizaciones de las álgebras de Lie y estructuras asociadas, como áreas donde continuará esa especial relación entre física y matemáticas. Podría ser más preciso, pero no lo haré para que no se me recuerde el error dentro de unos años.
Como ponente de la Comisión Wert, ¿cuál es su opinión sobre la situación la universidad española?
Esperaba esa inevitable pregunta. Pero, aunque no la rehuiré, me gustaría hacer antes un comentario y una precisión. El primero, que me siento honrado de haber pertenecido a la Comisión de Expertos: fueron nueve meses de trabajo intenso, pero muy gratificante. No sé qué destino tendrá el Informe, pero no me cabe duda de que será la referencia esencial para toda posible reforma pese a sus críticos más extremos (o quizá por ellos). La segunda es resaltar que no hubo ninguna ‘Comisión Wert’, sino Comisión de Expertos o Comisión Miras (nombre de su presidenta), de la misma forma que nunca existió una ‘Comisión Gabilondo’, sino que fue la Comisión Tarrach la que emitió el anterior informe sobre el sistema universitario español (SUE). Ninguno de los dos ministros interfirió ni escribió una sola línea de los respectivos informes y, por tanto, no pueden ser responsables de ellos ni sus nombres deben vincularse a su contenido; que cada palo aguante su vela. La precisión terminológica, en esto como en todo, es importante.
Las universidades constituyen un servicio público y, por tanto, deberían estar más al servicio de la sociedad y menos de sí mismas.
Pasando ya al Informe, lo primero que hay que decir es que comienza elogiando y reconociendo el extraordinario papel de las universidades en la democracia y en el desarrollo cultural, económico y social del país; en suma, en el bienestar de los españoles. El informe no dice (pese a que malintencionadamente se le atribuya) que las universidades españolas sean de mala calidad, sino que ésta es insuficiente para un país como el nuestro, lo que es obvio. Tras realizar un diagnóstico del SUE y señalar la ausencia de universidades excelentes en España (de universidades, no de centros y grupos, que de éstos sí hay muchos excelentes, muchas veces a pesar de la universidad en la que están) pasa a realizar una serie de ‘propuestas para la reforma y mejora de la calidad y eficiencia del SUE’. Propuestas que se formulan desde esta importante obviedad: las universidades constituyen un servicio público y, por tanto, deberían estar más al servicio de la sociedad y menos de sí mismas. Esto implica, a su vez, este evidente corolario: no hay que confundir democracia con corporativismo. Que muchas veces no ha sido así lo atestigua –por ejemplo- la ingeniería académica creativa que con frecuencia ha justificado la aparición de ‘nuevas’ enseñanzas y títulos (se debe decir títulos, por cierto: ‘titulaciones’ es otra cosa), departamentos, facultades y escuelas, y hasta de universidades, en su gran mayoría copias idénticas y carentes de la deseable especialización. Basta observar que, en septiembre de 2012, las 50 universidades públicas ofrecían nada menos que 1.972 grados, 2.607 másteres y 1.564 doctorados, que pasan a ser 2541, 3292 y 1751, sumando los de las (entonces) 31 privadas. Si se divide por el número de CAs, las conclusiones son evidentes.
El resultado es una gran burbuja universitaria, una cantonalización del sistema universitario español y un despilfarro de los muy escasos recursos
El inevitable mimetismo ha contado con la activa colaboración de las CAs, que se han aplicado con fervor a la creación de sistemas universitarios propios autorizando nuevos centros y universidades, incluyendo algunos privados/as de justificación más que dudosa. El resultado es una gran burbuja universitaria, evidente desde hace ya muchos años para cualquiera [5] que tuviera ojos en la cara y no se pusiera un antifaz, una cantonalización del SUE y un despilfarro de los muy escasos recursos (que seguiría siéndolo aunque fueran abundantes). Resulta gratificante que, por fin, se haya dado cuenta de ello hasta la CRUE, que contribuyó a la creación de esa burbuja universitaria que ni surgió súbitamente ni por generación espontánea. Sin embargo, tener la facultad a la puerta de casa no siempre es lo mejor: es más conveniente que haya una buena política de becas de forma que, como dice el Informe, ningún estudiante vea disminuidas sus posibilidades de estudiar en el centro de su elección, sea por sus condiciones económicas, sociales o por su lugar de residencia.
¿Cómo cree que podría mejorarse?
En cuanto a las propuestas concretas, me temo que hay que leer las 84 páginas del Informe para conocerlas, así como su justificación. El informe es, ciertamente, un ‘informe experto’, pero también está escrito para que la sociedad española pueda conocer sus universidades (una alternativa más breve es leer Sobre la conveniencia de una reforma universitaria: una defensa del Informe del Comité de Expertos, que está en la sección de prensa de http://www.uv.es/~azcarrag, arriba del todo). Las propuestas son casi obvias: defensa a ultranza de la calidad del profesorado que es lo esencial para los estudiantes (todas las pruebas deben ser públicas y abiertas a extranjeros sin excepción) y reprobación de la ANECA como agencia acreditadora responsable, desde 2007, de la deficiente selección del PDI; mucha mejor financiación, con una parte (20-25%) vinculada a resultados que debe revertir en los mejores grupos, departamentos y centros; evaluación absolutamente externa del SUE [según a) rankings internacionales, b) sexenios del PDI y c) proyectos, financiación obtenida and the like]; mejores órganos de gobierno, todos más reducidos y eficaces, con énfasis en la calidad de los cargos (exigencia de sexenios moderadamente ‘vivos’ -uno cada siete años- y publicidad de los CVs de todos los dirigentes universitarios, empezando por el rector); creación del Consejo de la Universidad (que reemplaza al Consejo de Gobierno y al Consejo Social, en la línea del Informe Tarrach aunque con cambios para garantizar la constitucionalidad de la propuesta), que incluye una (reducida) representación de la sociedad civil pero con garantías que eviten toda injerencia externa (i.e., con medidas ‘anti-Cajas de Ahorros’); rector ejecutivo nombrado por el Consejo de la Universidad, que ha de ser persona de notable prestigio académico, con tres sexenios ‘vivos’ si es español y con garantías análogas si no lo es. Respecto a la funesta versión española (o Chamberí, como dice un amigo mío) del Plan Bolonia, mejor no hablar: si un grado de podología requiere 4 años, el de medicina debería necesitar 13 o 14, en lugar de los 6 actuales, para guardar una mínima proporcionalidad. Lo único que propone el Informe son cuidados paliativos a un SUE aún en la UCI tras la transición del 3+2 al nefasto 4+1. ¡Qué oportunidad tuvo aquí la CRUE para justificar su propia existencia! Pero no: no sólo aceptó el 4+1 (que encima nos aleja de nuestro entorno europeo en lugar de converger con él, la razón última del Plan Bolonia) sino que, para redondear la faena, implantó primero el postgrado y luego el grado, empezando la casa por el tejado[6].
Concluiré mencionando que las propuestas del Informe, en general, no se han discutido con el desapasionamiento académico que hubiera sido deseable: ha habido muchos pre-juicios y pocos juicios. Sólo un ejemplo (entre muchos posibles): el rector de la UCM llegó a prohibir (sic) la retransmisión por streaming, inicialmente prevista, de un debate en la Facultad de Medicina sobre el Informe en el que participamos tres miembros de la Comisión, incluida la Presidenta, el 14-III-13. A mí la prohibición me rejuveneció varias décadas, lo que es muy de agradecer, pues me retrotrajo a los tiempos de ‘los grises’. Pero, como le escribí después al Sr. Rector, cuando yo era joven la libertad estaba dentro de los recintos universitarios, no fuera de ellos. Parece que –exagero un poco, lo sé, pero también hay que ser hoy más exigentes en lo que afecta a la libertad de expresión- los términos se han invertido en la UCM, donde la libertad plena está fuera de las aulas, no dentro de ellas. En fin, donde entra la pasión, sale la inteligencia. O, parafraseando a Pascal: quizá el corazón del Sr. Rector tenga razones que su razón no conoce.
¿Cuál es su figura favorita en el mundo de la física? ¿Por qué?
Es imposible dar un solo nombre. Los primeros gigantes son Galileo y Newton; del siglo pasado, mis favoritos son Planck, Heisenberg, Schrödinger, Dirac y después Feynman, todos premios Nobel, a los que añadiría J.S. Bell, quien lo hubiera recibido si hubiera vivido más años. Dirac era extraordinariamente introvertido y sensible, de un laconismo enfermizo y legendario; un espíritu puro concentrado en la física y maladroit en casi todo lo demás, pero que parece haber pensado casi todo antes que todos. El inimitable Feynman, por el contrario, era vital y exuberante, pero mucho más profundo y culto que la imagen pública que él mismo se cultivaba. De la finura de Feynman decía Wigner (otro Nobel) que era como Dirac, sólo que humano. Entre los vivos, citaría a los premios Nobel C.N. Yang y a Steven Weinberg. Este últmo, además de ser un científico absolutamente excepcional, es lo más parecido que la física tiene hoy a una figura renacentista. También añadiría un Nobel reciente, éste mucho más joven: Saul Perlmutter, por las espectaculares implicaciones de su descubrimiento (compartido), la aceleración de la expansión del universo.
En su página web personal puede leerse: “Creo que el problema más acuciante de la humanidad -o, para empezar, el de las sociedades más desarrolladas- es ajustar el tiempo biológico del hombre a su tiempo cultural», ¿podría explicarnos esta afirmación? ¿qué tiene que ver con el hambre y la pobreza?
Yo tengo una visión darwiniana, evolutiva, de la naturaleza humana. Frente a otras visiones más optimistas como la rousseauniana (la del ‘buen salvaje’), yo tengo escasa fe en el género humano, aunque me apresuro a aclarar que fe y aprecio son cosas distintas. Al margen de precisiones que no caben aquí, lo que quiero expresar es que nuestra naturaleza es resultado de la evolución, cuyo ritmo es lentísimo para los seres humanos. Por tanto, nuestros instintos y patrones de conducta –nuestra naturaleza, en suma- son prácticamente los del hombre de las cavernas. Como decía Konrad Lorenz, uno de los fundadores de la etología, “nosotros somos el eslabón perdido entre el hombre primitivo y el ser verdaderamente humano”. La evolución cultural, por el contrario, tiene un ritmo velocísimo, cada vez mayor. El desajuste entre ambas evoluciones tan brutal como evidente: somos seres casi primitivos que convivimos en un entorno cultural para el que nuestra naturaleza no nos ha preparado, pues la evolución biológica no ha tenido tiempo para hacerlo. Esta visión de nuestra naturaleza es sencillamente esencial para comprender a las sociedades actuales y sus problemas.
Hay muchas manifestaciones de este profundo desequilibrio biológico-cultural en la vida diaria. Muchos de los problemas asociados al mal uso de las redes sociales, por ejemplo, eran perfectamente previsibles desde la perspectiva evolutiva de la naturaleza humana; no cabe sorprenderse -ni evitarlos- ignorando su verdadero origen. Otro ejemplo –éste intrascendente- es la conversación banal que se da entre desconocidos dentro de un ascensor como consecuencia de la tensión que genera compartir un espacio tan reducido. Esa proximidad, que incomoda instintivamente por el riesgo de agresión que implica sin posible escape, produce una tensión que es preciso descargar con una actividad de desplazamiento: conversación banal (el tiempo que hace, la hora, etc), gestos inútiles, golpecitos en la pared del ascensor, etc.
Ese desajuste sólo tiene un posible arreglo: educación, educación y más educación. La mejor forma de luchar contra los aspectos más sombríos de nuestra naturaleza es conocerlos: conócete a ti mismo, ordenaba la inscripción del templo de Apolo en Delfos. Hay que confiar -eso sí- en que sea falso el irónico dicho de Feynman (y de otros): “las virtudes de la pedagogía son inútiles en la mayoría de los casos salvo en unos pocos afortunados, en los que resultan innecesarias”. Otra fuente de mejora sería requerir que la lectura del Origen de las Especies y de La expresión de las emociones en los hombres y los animales, así como haber seguido un buen curso de etología, fuera obligado para pedagogos y asimilados. Pues, ¿acaso no han de estudiar matemáticas los ingenieros? Quizá de este modo se hubieran evitado algunos excesos de la época del ‘progresa adecuadamente’ o de la demonización de los exámenes, por poner un ejemplo. Lo digo en broma, claro está, pero… no del todo. La pedagogía, como el infierno, está empedrada con buenas intenciones.
La relación con el hambre y la pobreza que me pregunta al final, requeriría -desde mi perspectiva- una larga digresión sobre evolución y etología, sobre la ausencia de finalismo y de ‘justicia’ en la evolución natural, lo ilusorio de la idea del ‘buen salvaje’ (más Darwin y menos Rousseau, me gusta decir), la raíz evolutiva de la religión, el origen de la justicia humana, la mala distribución de la riqueza y la injusticia social, la superpoblación y la ‘finitez’ de nuestro planeta, y hasta sobre el perverso dilema moral del Raskolnikov de Crimen y Castigo. Demasiado para mi pluma, así que lo dejaremos. Las matemáticas y la física son algo más sencillas.
[1] Un buen ejemplo, por cierto, de lo que es una universidad internacional, a contrastar con las afirmaciones de algunos de nuestros rectores, que confunden la internacionalización con los Erasmus.
[2] Cuento este interesante episodio en En torno a Albert Einstein, su ciencia y su tiempo, Servicio de Publ. de la Universidad de Valencia (2006, 2007), 326 págs.
[3] “…L’universo…non si può intendere se prima non s’impara a intendere la lingua, e conoscer i caratteri, ne’ quali è scritto. Egli è scritto in lingua matematica, e i caratteri son triangoli, cerchi ed altre figure geometriche, senza i quali mezzi è impossibile a intenderne umanamente parola”.
[4] Me consta que hay matemáticos que no miran con demasiada simpatía el estilo que subyace en algunos avances inspirados o propiciados por la física. Las objeciones estarían en la línea de “sí, todo eso está muy bien, pero ¿cuál es el enunciado preciso de ese nuevo teorema, y dónde está su prueba?” Hace años se produjo una interesante discusión sobre este punto, iniciada por un artículo de Jaffe y Quinn en el Bull. Am. Math. Soc. 29, 1-13 (1993), volumen que incluye también la interesante correspondencia que suscitó.
[5] Véase http://www.uv.es/~azcarrag, en artículos de prensa, mi artículo Las nuevas carreras universitarias, ¿progreso o marketing? (2004).
[6] Ante semejante trayectoria no cabe sino preguntarse: ¿qué intereses defendía la CRUE cuando aceptó el 4+1? Desde luego no, en mi opinión, los de las universidades que representaba ni los del país. No conozco a nadie que elogie el 4+1 (salvo quienes han celebrado corporativamente el paso de títulos de 3 años, perfectamente adecuados para ese tiempo, a grados de 4). Hasta miembros de la Comisión recibimos peticiones, incluso ruegos de vicerrectores de estudios, para que se propusiera la vuelta al 3+2, lo que finalmente no hicimos para no acabar de matar a un SUE tan enfermo que ya no hubiera resistido otro cambio. La actitud de la CRUE resulta inexplicable o, mejor, incomprensible, que son términos distintos. Cabe incluso preguntarse: ¿para qué necesita el SUE esta CRUE?
Más información:
http://fisteo.uv.es/directori.php3?unom=azcarrag
rsef.org/