La comunidad matemática y las guerras
Hace unos días, entre la locura desatada en Ucrania, nos golpeó el corazón la muerte en un bombardeo, de Yuliia Zdanovska, una joven matemática ucraniana que participó en las Olimpiadas Matemáticas Europeas para Chicas en 2016 y 2017. Esto me ha hecho recordar como oras guerras han impactado en nuestra comunidad matemática y como recomponerla ha sido una difícil tarea.
La comunidad matemática internacional tiene una larga historia; desde finales del siglo XIX se comenzaron a crear las bases de la misma con el Congreso Internacional de Matemáticos (ICM) de Zürich en 1997. Y en 1908 nació el Comité Internacional de Educación Matemática (ICMI), durante el Congreso Internacional de Matemáticos de Roma. Y se comenzarona a poner los cimientos de la Unión Matemática Internacional (IMU). Desgraciadamente, la Primera Guerra Mundial interrumpe el proceso, y hay que esperar a 1920, en el ICM de Estrasburgo, a su creación.
En Estrasburgo, Émile Picard, Secretario Perpetuo de la Academia Francesa, dijo en su discurso de bienvenida:
“Señores, uno de los objetivos de los congresos, como el que hoy inauguramos, es establecer relaciones personales entre investigadores que cultivan la misma ciencia o ciencias vecinas. Después de las terribles turbulencias de los últimos años, que han roto tantos lazos, son necesarias las reconciliaciones entre estudiosos que se estiman y que, sin ningún motivo ulterior, no tienen otra preocupación que el culto desinteresado a la verdad. “
Pero la comunidad internacional había salido muy tocada por la guerra, y la marginación de las potencias centrales europeas (Alemania, Austria, Hungría y Bulgaria) establecida en los estatutos de IMU, así que Picard también afirma:
“Con respecto a ciertas relaciones rotas por la tragedia de estos últimos años, nuestros sucesores determinarán si un lapso de tiempo suficientemente largo y un arrepentimiento sincero podrían permitir su reanudación algún día, y si los que se excluyeron de las naciones civilizadas merecen volver a entrar. Para nosotros, demasiado cerca de los acontecimientos, todavía asumimos las bellas palabras que dijo el cardenal Mercier durante la guerra: perdonar ciertos crímenes es hacerse cómplice de ellos».
Tras Estrasburgo, se organiza el ICM de Toronto, en 1924, y John Charles Fields trabaja para hacer entender que no es posible conseguir una comunidad internacional con exclusiones, lo que se logra en el ICM de Bolonia.
David Hilbert, uno de los grandes matemáticos alemanes de la historia, hace una entrada en el Aula Magna del Archiginnasio de Bolonia que fue recogida así en su biografía escrita por Constance Reid:
«Durante unos minutos no se oyó nada en la sala. Después, de forma espontánea, todos los presentes se levantaron y aplaudieron».
Y Hilbert dijo:
«Me hace muy feliz que, después de un largo y duro tiempo, todos los matemáticos del mundo estén representados aquí. Así es como debería ser y como debe ser para la prosperidad de nuestra querida ciencia.
Consideremos que nosotros, como matemáticos, estamos en la cima más alta del cultivo de las ciencias exactas. No tenemos otra opción que asumir este lugar más alto, porque todos los límites, especialmente los nacionales, son contrarios a la naturaleza de las matemáticas. Construir diferencias en función de los pueblos y las razas es un completo malentendido de nuestra ciencia, y las razones por las que se ha hecho esto son muy ruines. Las matemáticas no conocen razas… Para las matemáticas, todo el mundo cultural es un solo país.”
Las heridas sin embargo tardaron en curar. Gaston Juliá (1893-1978), matemático francés, fue gravemente herido en la Primera Guerra Mundial, y se vio obligado a llevar una máscara sobre el rostro durante el resto de su vida. En su discurso en el congreso de Oslo de 1936, recordó aquellos dramáticos momentos de la guerra
Ahora estamos en un momento tan difícil como áquel, y aunque la guerra se desarrolla en Ucrania, la realidad es que se está batallando, de una u otra manera, en el mundo entero. Casos como los que ocurrieron tras la Primera Gran Guerra están ocuriendo ahora antes nuestros ojos, los vemos en los medios de comunicación prácticamente en directo.
¿Qué pensarán los matemáticos ucranianos y rusos de casos como el de Yuliia Zdanovska? ¿Cómo se recompondrán los lazos cuando esta barbarie termine? En la comunicación de la European Girls’ Mathematical Olympiad se la describe así:
“Un ser humano increíblemente brillante, apasionado y amable. Yuliia amaba a los niños y las matemáticas. Como ganadora de varios concursos de matemáticas e informática, pudo elegir la carrera que quisiera. Decidió seguir su sueño de enseñar a los niños y revolucionar la educación. Iba a enseñar a los niños de las ciudades y pueblos pequeños, que no tenían el privilegio de recibir una educación de alta calidad. Cuando empezó la guerra, Yuliia decidió quedarse en Kharkiv y ayudar, porque era su ciudad natal. Dijo: «Me quedaré en Kharkiv hasta que ganemos».”
¿Cuántas Yuliias se quedarán por el camino, matemáticas o no, antes de que termine la masacre?
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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, Real Academia Galega de Ciencias).