Los judíos a los que no les gustan las matemáticas

¿Se puede educar sin matemáticas? Y, más aún, ¿se puede educar sin ciencia? La comunidad ultraortodoxa judía de los Jaredim así lo hace, lo que ha llevado a la Fundación Jerusalén ha establcer un plan para combatir esta carencia.

 

Escuela jaredim

 

El judaísmo ultraortodoxo es una corriente extremista del judaísmo ortodoxo, y sus miembros son conocidos también como jaredíes. Su doctrina es que la Torá constituye el «manual de instrucciones del mundo», y por lo tanto, la única ocupación del hombre debe ser su estudio. Jaredí viene del verbo hebrero hared, que aparece en el Libro de Isaías (66:2; su plural es haredim) y se traduce como «el que tiembla» ante la palabra de Dios. Si todo está ya en la Torá, las matemáticas y las ciencias no tienen sentido. Mientras la ciencia muestra como el futuro será mejor en la consecución del conocimiento, nada puede reemplazar o contradecir la Torá porque es la palabra de Dios.

Como ellos mismos comentan: “El estudio de la Torá exige una devoción total y completa. No estamos interesados en hacer dinero o en el lujo material. Estamos contentos con muy poco y nuestra verdadera alegría, y nuestro más alto deber, es aprender.”

 

Rollos de la Torá

 

Alrededor del 27% de los estudiantes ultraortodoxos de Israel, un total de más de 90.000, están exentos de estudiar un plan de estudios básico de matemáticas, ciencias, e inglés, por decisión del Ministerio de Educación israelí. El gobierno no consigue que estos alumnos, de las comunidades ultraortodoxas puedan aprender en sus escuelas esas materias, con las consecuencias en una mayor dificultad para encontrar empleos, lo que muchos querrían conseguir y no dedicar las horas del día al estudio de la Torá.

Se añade a esto la práctica imposibilidad de los alumnos jaredíes en seguir estudios superiores por su falta de preparación y casamientos muy jóvenes (y con hijos) que llevan a unas tasas de fracaso y abandono enormes.

La decisión de las exenciones depende del Ministro de Educación, y aunque estas reformas se han debatido ampliamente en la sociedad israelí, los equilibrios del poder político con la gran influencia de los partidos jaredíes han frenado cualquier cambio; al contrario, los estudiantes de este sistema han crecido.

Estas circunstancias no se dan en las escuelas jaredim de Estados Unidos o Reino Unido, en los que la separación del estado y la iglesia, implica que, respetando las creencias religiosas, debe sin embargo establecerse un currículo mínimo en las disciplinas STEM.

Conscientes de la resistencia de la comunidad Jaredim a la educación secular dentro del sistema escolar y de los obstáculos de la política, la Fundación Jerusalén planificó visitas visitas de los niños a varias instituciones científicas así como actividades extraescolares para exponer a los niños al STEM. Este primer contacto se prolonga ahora con un programa más ambicioso, y han elegido un barrio de Jerusalén (el de Romema, en pleno centro) para el programa piloto. El objetivo es abrir el camino de la ciencia y la tecnología en esta comunidad, y el ancla para el éxito del proyecto estriba en la necesidad de integrarse en la fuerza de trabajo, lo que necesita de estas enseñanzas, y combatir el paro y la pobreza de la comunidad.

La Fundación Jerusalén fue creada en 1966 por el alcalde de Jerusalén, Teddy Kollek, y ha conseguido en las últimas cinco décadas, donaciones por unos 1.500 millones de dólares para poner en marcha diversos proyectos en la ciudad.

Sé que estas líneas que he ido pergeñando buscando en artículos de prensa y alguno sobre judaísmo y la Torá son muy incompletas, y han despertado en mí el interés por conocer más sobre el tema, sobre todo, por el contenido científico (y en particular, matemático) de la Torá (nuestro Pentateuco, en definitiva).  No era mi intención profundizar en el tema, si no más bien reflexionar sobre la importancia de las matemáticas (y la ciencia en general) en la sociedad. Para la comunidad Jaredim, aceptarlo supondrá que sus jóvenes tendrán un futuro. Pero hay una segunda reflexión, y es sobre las propias matemáticas, que además de su papel como “tecnología imprescindible” (ya saben, el logo “Mathematic inside”), también lo tiene como puro conocimiento. Y así, con el cultivo de la matemática pura, podríamos pasar los días estudiando los textos de Euclides o Arquímedes (como si fuesen nuestra Torá particular); pero no lo hacemos, porque incluso las matemáticas más básicas no paran de crear nuevos caminos.

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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, Real Academia Galega de Ciencias).

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