El hombre que no podía dar clases

Lars Onsager fue un químico muy relevante, ganador del Premio Nobel, aunque que realizó contribuciones esenciales en matemáticas, en mecánica estadística. Pero era también un personaje singular que merece una entrada en este blog.

Lars Onsager

Lars Onsager era noruego, y nació en Kristiania, el antiguo nombre de la actual Oslo, el 27 de noviembre de 1903. Cursó estudios en Oslo, y al terminar su bachillerato, asistió al Instituto Noruego de Tecnología (NTH) de Trondheim, donde se graduó como ingeniero químico en 1925.

En ese año, se dedicó a estudiar la llamada teoría de Debye-Hückel en electroquímica, que determina el movimiento browniano de los iones, y ni corto ni perezoso, se presentó en la Universidad de Zürich donde Peter Debye era profesor para anunciarle de primera mano sus errores. Debye quedó impresionado con este joven investigador y decidió contratarlo como ayudante personal en la ETH.

En 1928 viajó a Estados Unidos para aceptar un contrato con la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (Maryland). Sus obligaciones incluían impartir clases de química a los estudiantes de primer año y se vio que era incapaz de hacerlo, con lo que fue inmediatamente despedido.

Notas manuscritas de Lars Onsager

La Universidad de Brown, viendo su valía como investigador, lo contrató entonces como profesor para estudiantes graduados, pensando que con alumnos avanzados la enseñanza sería posible, pero de nuevo quedó de manifiesto su incapacidad docente. Y como Brown no podía mantener un profesor que solo hiciera investigación, fue despedido de nuevo. Así que pasó a la Universidad de Yale, donde ya desistieron de la docencia y se pudo dedicar plenamente a la investigación hasta su jubilación en 1972.

Su investigación se centró en los problemas de difusión en mecánica estadística, y obtuvo en 1929 las ecuaciones que ahora se llaman relaciones recíprocas de Onsager. Su principal contribución fue la formulación de una expresión matemática general para explicar el comportamiento de procesos irreversibles, que se ha llegado a considerar como la cuarta ley de la termodinámica. Este resultado le valió en 1968 el Premio Nobel de Química.

Cuando Yale le contrató, vieron que no había defendido una tesis doctoral. Le propusieron usar sus artículos de investigación unidos y presentarlo como tesis, pero se negó y quiso hacer una tesis original. Así que se pudo a estudiar los fundamentos matemáticos de la ley de Ohm en electrolitos débiles. Los químicos no entendieron nada, pero algunos matemáticos reconocieron su valor y les dijeron a sus colegas químicos que, si ellos no lo querían hacer doctor, los matemáticos sí. Así que rectificaron y Onsager consiguió el doctorado en Química en 1935. Tras su jubilación en Yale, pasó a la Universidad de Miami, donde siguió su trabajo de investigación. Falleció el 5 de octubre de 1976, a la edad de 72 años, en Coral Gables, en Florida.

Además del Premio Nobel, los reconocimientos a Onsager son abundantes, tanto en Estados Unidos, su país de adopción, como en su país natal, Noruega. Por citar solo algunos: Lorentz Medal (1958), Willard Gibbs Award (1962), Peter Debye Award (1965), o la National Medal of Science (1968)

Su tumba tiene una historia curiosa. En la lápida se podía leer “Nobel Laureate”, pero cuando falleció su esposa Gretel falleció en 1991, fue enterrada con él, y sus hijos añadieron un asterisco a “Nobel Laureate” que llevaba a la base de la lápida con un “etc”.

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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, Real Academia Galega de Ciencias).

 

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4 comentarios

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  2. Las habilidades para la docencia son diferentes a las habilidades para la investigación. Los investigadores superinteligentes son incapaces de hacer buena docencia porque se suelen saltar los pasos intermedios al ser capaces de ir directamente del principio al final, y eso es poco pedagógico para los estudiantes. Lo mismo le ocurrió a Einstein.

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