Maurice Maeterlinck y la cuarta dimensión

Gallo Nero sigue publicando esos deliciosos libritos de Maurice Maeterlinck, y ahora le ha tocado a La vida del espacio, una lúcida reflexión sobre la existencia de la cuarta dimensión publicada en 1923 por el Premio Nobel de Literatura de 1911.

Una de las primeras cuestiones a poner sobre la mesa es que Maeterlinck escribe según los conocimientos de la época, y aunque muestra estar al día de los matemáticos más destacados de entonces, no se le puede juzgar a la luz de los saberes actuales.

Maeterlinck es quizás poco conocido por el gran público, vayan unas palabras sobre su figura. Maurice Polydore Marie Bernard Maeterlinck nació el 29 de agosto de 1862 en Gante (Bélgica) y falleció el 6 de mayo de 1949, en Niza (Francia). Fue dramaturgo, poeta y ensayista, y aunque nacido en Flandes, siempre escribió en francés. Se le considera uno de los personajes más relevantes del movimiento simbolista, siendo uno de sus logros el melodrama Peleas y Melisande, de 1892.

Maurice Maeterlinck

Además del teatro, Maeterlinck estuvo muy interesado por la ciencia, y escribió una serie de ensayos sobre la vida de la naturaleza y el misterio del hombre: El tesoro de los humildes (Le trésor des humbles) 1896; La vida de las abejas (La vie des abeilles) 1901; La inteligencia de las flores (L’intelligence des fleurs), en 1907; La vida de las termitas (La vie des termites) 1927; La vida de las hormigas (La vie des fourmis) 1930. Y entre ellas, esta obra, La vida del espacio.

El análisis de la cuarta dimensión en esos años vive un momento de gran popularidad esos años, tras la publicación de la Teoría General de la Relatividad de Albert Einstein, en 1915. Si leemos el ensayo de Maeterlinck, siempre acaba dándole el papel del tiempo a esa cuarta dimensión.

Uno de los matemáticos más citados en este ensayo es Charles Howard Hinton (1853 – 1907) quién fue además un escritor del género de ciencia ficción. Hinton estaba interesado en el concepto de cuarta dimensión, y acuñó la palabra teseracto. En su artículo de 1880 titulado “What is the Fourth Dimension?” (“¿Qué es la cuarta dimensión?”), Hinton sugería que los puntos que se movían a lo largo de las tres dimensiones podían concebirse como secciones consecutivas de líneas cuatridimensionales atravesando un plano tridimensional, una idea que anticipó la noción de línea de universo y del tiempo como cuarta dimensión, sin olvidarnos que esta obra es anterior a la teoría de Einstein y por lo tanto no se consideraba el tiempo, sino puramente la geometría. Hinton ideó además sistema de cubos coloreados mediante cuyo estudio, según aseguraba, era posible aprender a visualizar el espacio cuatridimensional; Maeterlinck lo cita en su ensayo.

Charles Howard Hinton

Cerraremos esta entrada con el primer párrafo de La vida del espacio esperando que invite al lector a su lectura completa:

«El espacio ha sido un gran misterio —quizá el mayor de todos— profundamente adormecido desde hace mucho tiempo, sobre todo desde la ya lejana época de Kant, que parecía haberlo puesto en el lugar que le correspondía de una vez por todas. Nos creíamos que ya estaba todo dicho sobre él, cuando en realidad ese todo no era casi nada. Entonces Albert Einstein, un físico de gran talento, lo rozó con su varita y, en ese momento, despertó para cobrar vida, multiplicarse, poblarse de hechos y acontecimientos inesperados, ensancharse hasta perderse de vista, imaginación y razón, y adquirir una cuarta dimensión. Desde entonces, el espacio y el tiempo, su hermano incognoscible, celebran unas maravillosas nupcias bajo nuevos aspectos a las que están invitados todos los hombres de buena voluntad.»

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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, Real Academia Galega de Ciencias).

 

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