Los números de Fabrizia Ramondino
Los lectores habituales de Matemáticas y sus fronteras conocen que en mis lecturas de novelas suelo encontrar pasajes matemáticos, mostrando así la realidad de aquellos que defendemos que las matemáticas son parte de la vida cotidiana y solo debemos saber mirar para encontrarlas. Hoy le toca el turno a una novela recientemente publicada por Libros del Asteroide, Guerra de infancia y de España, una auténtica joya literaria de la literatura italiana, escrita por Fabrizia Ramondino.
Una gran parte de la novela (que contiene numerosos elementos autobiográficos) se desarrolla en Mallorca, durante la Guerra Civil española y después la Segunda Guerra Mundial. Como se informa en la web de la editorial: “Titita, una niña curiosa y traviesa, hija del nuevo cónsul italiano en Mallorca, pasa sus días en un continuo encuentro y desencuentro con todo aquello que la rodea, explorando el jardín exuberante de la villa donde vive con su familia y aprendiendo a nombrar cada cosa en tres idiomas diferentes.”
Pero, además, Titita debe aprender matemáticas, y su encuentro con la disciplina se describe en el capítulo titulado Los números. El comienzo no puede ser más curioso:
“En un principio no existía el número uno. O tal vez el número uno era eso: mezcla. Mis pies, me parecía recordar, tocaban a menudo la boca, y la boca se prolongaba en la tetina del biberón”.
Son los primeros recuerdos conscientes de un bebé. Y la historia sigue:
“Papito fue quién me enseñó los números.” Y, tras describir la escena, prosigue:
“- Uno- dijo papito levantando un dedo y señalándose a sí mismo. Apuntó luego a mamita – : Dos. – Por último me señaló a mí y riendo dijo -: ¡Y tres!”. La reflexión de Titita es un descubrimiento: “tras haber entrado en los números yo dejaba de ser algo o alguien, debía convertirme en algo o alguien”.
Poco después, en una fiesta, tiene una revelación (cada número es asociado a una cantidad de objetos diversos) y es capaz de recitar los diez primeros números de corrido ante el asombro de los asistentes. Este contacto de Titita con los números no acabó ahí, aunque “los números más allá del diez eran hostiles, estaban situados fuera de la casa y del jardín, eran casi monstruos y seres deformes al acecho”.
Luego viene la escuela, y a estas alturas yo nos hemos percatado que T titica es una niña muy especial:
“- Pero si es primer número es el uno, ¿cómo puede venir antes el cero? ¿Qué es ese cero?
– Apréndetelo y ya está – decía la maestra, exasperada _. Apréndetelo y repite que es una cosa que viene antes del uno.
– ¿Pero es una cosa o es un número – insistía yo.”
Y así sucesivamente. Cuando la maestra intenta convencerla de la importancia del cero, con el que podemos formar el diez, el veinte, nuevo fracaso. Y cuando le presenta una mano cerrada y le pregunta que hay dentro y está vacía, hay cero caramelos, Titita argumenta que no la va a convencer de que el cero no es nada.
En cualquier caso, recomiendo la lectura de la novela de esta autora, admirada por Elsa Morante y Natalia Ginzburg.
Y como tirando del hilo se consigue más información, me encuentro en la Wikipedia italiana que la autora fue la guionista, en colaboración con el director de cine Mario Martone, de una película titulada: Morte di un matematico napoletano, estrenada en 1992.
Les dejo con la sinopsis de la película:
“Roma, mayo de 1959. Por la noche, en la sala de espera de la estación Termini, la policía ferroviaria detiene a un hombre en evidente estado de embriaguez. Se trata del profesor Renato Caccioppoli, catedrático de matemáticas puras en la Universidad de Nápoles, miembro de la Accademia dei Lincei, sobrino de Maria Bakuninpor por parte de madre, célebre científico declarado comunista. Liberado inmediatamente después de su detención, el profesor partió a la mañana siguiente en el primer tren hacia Nápoles.
Desilusionado y atormentado, esclavo del alcohol, de vuelta del hospital psiquiátrico, abandonado por su mujer, alejado de sus camaradas del partido y de sus colaboradores en la universidad, Caccioppoli vive su última semana de vida: lo vemos con amigos, familia, colegas, o solo mientras deambula desencantado a pie por una Nápoles bochornosa. En el ambiente académico se encuentra como un extraño, su genio matemático le atormenta y agota, la fiesta ya no le da confianza, las relaciones sentimentales le han decepcionado y los lazos familiares le oprimen. El proyecto largamente aplazado se hace cada vez más necesario: el suicidio, su último acto como hombre libre.
En la motivación de este suicidio, ninguna razón prevalece sobre las demás. Así, en el transcurso de la ceremonia fúnebre, los discursos de los participantes se fijan en el extraño personaje cuya vida y muerte conmocionan a sus conocidos.”
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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, Real Academia Galega de Ciencias).