Adiós a John Horton Conway, el matemático que jugaba
“.. Consigues números surrealistas jugando. Solía sentirme culpable en Cambridge de haber pasado todo el día jugando, mientras se suponía que estaba haciendo matemáticas. Entonces, cuando descubrí números surrealistas, me di cuenta de que jugar a juegos ES matemáticas.”
John H. Conway
El pasado 11 de abril conocimos el fallecimiento en Princeton por coronavirus de uno de los matemáticos más queridos y carismáticos de nuestra comunidad internacional. En un artículo de Siobhan Roberts, en The Guardian, el 23 de julio de 2015, en se dice de él que era una mezcla de Arquímedes, Mick Jagger, Salvador Dalí y Richard Feynman.
John Horton Conway nació en Liverpool, el 26 de diciembre de 1937, estudió matemáticas en la Universidad de Cambridge, donde realizó su tesis doctoral bajo la dirección de Harold Davenport, un conocido especalista en teoría de números. Tras us doctorado en 1964, Conway fue profesor en Cambridge hasta 1986, cuando se trasladó a Estados Unidos para ocupar la Cátedra John von Neumann de Matemáticas en la Universidad de Princeton.
Conway ha realizado trabajos pioneros en muchas áreas: teoría de grupos, teoría de nudos, teoría de números, teoría de juegos y teoría de códigos.
Uno de sus logros más populares es el llamado “Juego de la Vida”, que es uno de los primeros desarrollos e los autómatas celulares. Aunque ahora se puede jugar con el ordenador, Conway lo inventó con lapiz y papel. El juego parte de una disposición inicial en una cuadrícula infinita (cada cuadrado es una célula), de manera que cada célula tiene 8 vecinas. Las Las reglas son muy sencillas, pero el juego es capaz de simular una máquina de Turing, y por lo tanto efectuar cualquier cálculo que esta pudiera hacer. Conway lo inventó en 1970 y se hizo popular (viral que diríamos ahora), al publicarlo Martin Gardner en su sección de Scientific American.
Pero el Juego de la Vida no puede opacar las enormes contribuciones de Conway a las matemáticas en tantos ámbitos. Por citar solo algunas, es el promotor del ATLAS of Finite Groups, un listado de grupos finitos en el que colaboró con Robert Turner Curtis, Simon Phillips Norton, Richard Alan Parker y Robert Arnott Wilson. El libro, de gran tamaño, se publicó en 1985 y se reimprimió en 2003. Contiene también sus resultados, fundamentales para la clasificación de los grupos simples finitos. Pero Conway es además uno de los matemáticos detrás de lo que se conoce como “monstrous moonshine”, una relación totalmente inesperada entre la teoría de grupos y la teoría de números. describe una inesperada relación descubierta en los años 1970 entre las ramas de teoría de grupos y teoría de números (en concreto, las formas modulares). A Conway se le debe ese nombre.
No podemos olvidar su contribución a la teoría de nudos, con su propio polinomio de Conway para clasificarlos; o los números surreales (que merecerían una entrada propia); sus aportaciones en análisis o física teórica. Realmente sus contribuciones son muy abundantes, y como muestra sus alrededor de 180 publicaciones en MathSciNet, con 6995 citas por 5125 autores diferentes.
Tuvo 21 estudiantes de doctorado, algunos muy relevantes, como Richard Ewen Borcherds, ganador de la medalla Fields en 1998. Conway mismo recibió muchos premios a lo largo de su carrera científica, como el premio Berwick , 1971; el premio Pólya, 1987; o el premio Leroy P. Steele, en 2000.
Conway fue un niño y adolescente muy introvertido. Con cuatro años, su madre decía que era capaz de recitar las potencias de dos. Su tarnsformación en un personaje popular y carismático está perfectamente descrito en el artículo citado de The Guardian.
Como apunte personal, decir que invitamos a John Conway a impartir una conferencia plenaria en el primer congreso de la entonces recién constituida Real Sociedad Matemática Española, conferencia que se impartió en la UNED y fue un auténtico éxito. Ahora es, desgraciadamente, una víctioma más del Covid-19. Descanse en Paz.
_
Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, Real Academia Galega de Ciencias).
Muy buen artículo como siempre, Manuel.
Conozco el juego de la vida, lo usamos para plantear prácticas de programación.
Una gran pérdida.
DEP
Gracias, Victoria! Era un gran tipo, un personaje único.