Quipus para la confesión de los pecados

Los quipus son instrumentos de registro hechos con cuerdas anudadas, usados por los incas. Un quipu suele estar formado por cuerdas de algodón o fibra de llamas o alpacas, y contiene información basada en el color, el orden y el número. Los incas utilizaban nudos atados en un sistema posicional decimal para almacenar números y otros valores en cuerdas de quipu. Dependiendo de su uso y de la cantidad de información almacenada, un quipu puede tener desde unas pocas cuerdas hasta varios miles.

Los conquistadores españoles no suprimieron inmediatamente el uso de los quipus, lo que se produjo unos 150 años más tarde. De hecho, el uso de los quipus fue fomentado inicialmente, tanto por la administración colonial como por la Iglesia. El virrey Francisco de Toledo, entre 1570 y 1581, incorporó el quipu al sistema administrativo del Virreinato, aunque ordenó hacer copias escritas en papel de lo que contenían.

Una de las curiosidades más interesantes era que se utilizaban con frecuencia en el culto católico para memorizar oraciones. Muchos misioneros instruían su uso para recordar los pecados en la confesión: «procurad pensar bien en los pecados y hacer quipu de ellos».

En 1583, el Tercer Concilio Limense prohibió su uso para guardar memorias, ritos y costumbres indígenas y ordenó retirarles a los indios los quipus que trataban de esos temas, pero al mismo tiempo les ordenó que siguieran registrando sus pecados en quipus para confesarlos.

Según comenta Regina Harrison en su artículo Quipus y confesión en el Ritual formulario de Juan Pérez Bocanegra, contenido en el libro El quipu colonial. Estudios y materiales (editado en 2014 por Marco Curatola Petrocchi y José Carlos de la Puente Luna), Fue Cristóbal de Molina, conocido como «El Cuzqueño», en su Relación de las fábulas y ritos de los Ingas, uno de los primeros en vincular la lectura de los hilos con prácticas cristianas españolas: «[…] estos quipus que cassi son a modo de pavilos con que la biejas re[z]an en nuestra España salvo ser ramales».

En 1622 Juan Pérez Bocanegra, entonces párroco de Andahuaylillas (una localidad peruana ubicada en la provincia de Quispicanchi en el departamento del Cuzco), escribió un texto sobre el quipu confesional en su Ritual formulario, en el que describe cómo los indios se confesaban con quipus que registraban sus pecados:

“Advierta tambien mucho el Confessor, que en esta ciudad, y fuera della haze(n) vna cosa algunos Indios, è Indias (que se llama(n) hermanos mayores, y hermanas mayores entre ellos mismos:) y se les puede(n) poner nombre de alu(m)brados, y aturdidos, acerca de ciertos quipos, ñudos, y memorias, que traen para confessarse, como escrituras, y memoriales dellos. Porque estos tales Indios, y particularmente las Indias, enseñan a otras a se confessar por estos ñudos y señales; que los tiene(n) de muchos colores, para hazer diuision de los peccados, y el numero de los que an cometido, ò no, en esta manera.”

Los incas aprendieron que no todo podía confesarse y eran instruidos sobre lo que no debían decir a los sacerdotes españoles. En efecto, Pérez Bocanegra afirma que los sacerdotes interrogaban a los indígenas de manera tan exhaustiva que a menudo ellos admitían que los ancianos les habían enseñado la forma de usar los quipus para lograr una confesión «aceptable» ante los curas:

Otro de los problemas era que los indígenas se prestaban los quipus de confesión unos a otros, con la consiguiente confusión. Finalmente, a medida que avanzaba el siglo XVII, la iglesia dejó de considerar este medio de comunicación para confesarse.

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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, Real Academia Galega de Ciencias).

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