La lógica de la nieve

Nieve es quizás la novela más apreciada del escritor turco Orhan Pamuk, Premio Nobel en 2006. El narrador es un amigo del protagonista, el poeta Kerim Alakusoglu, al que todos llaman Ka.

Orhan Pamuk

El argumento es en principio, simple, y su inicio parece más propio de un thriller político: Ka viaja a la remota ciudad de Kars, en Turquía, para investigar la ola de suicidios de muchachas a las que se les ha prohibido llevar las cabezas cubiertas con pañuelos a la escuela.

Pero además de su argumento y de servir como escenario de debate de las enormes contradicciones de la sociedad turca, Nieve posee un oculto nivel de lectura que une las matemáticas con la poesía. Probablemente no todos los lectores perciban esa simetría oculta y por ello quiero hacerme eco en Matemáticas y sus fronteras de esta circunstancia.

Pamuk imaginó una ciudad (simbolizando a toda Turquía) cubierta por la nieve, porque Kars viene de “kar”, nieve en turco, en un momento en el que los partidos islamistas, los comunistas y los conservadores se atacaban mutuamente. Una Turquía que mira a Europa siguiendo la senda de Kemal Atartük, o mira al Islam; el futuro o el pasado. Kars, esa ciudad de la Anatolia, que existe realmente, y que exhibe los restos de la civilización armenia y del dominio ruso. Una ciudad con un clima terrrible en el que se desarrolla un drama que a veces tiene tintes de comedia. Una Turquía que mira a Europa como una indispensable salvación.

Algunos pasajes de Nieve nos recuerdan a Los hermanos Karamazov, de Fiodor Dostoievski, con sus dilemas sobre la existencia de Dios y el ateísmo. Pero otros pasajes nos llevan a Franz Kafka, y su personaje K en El castillo, deambulando de un lugar a otro intentando averigüar quiénes son las autoridades.

Ka es un poeta que había perdido su inspiración, pero la encuentra en Kars. Los poemas le vienen, como a Ramanujan le venían los teoremas. No sabe de donde, pero a cada poco debe detenerse y escribir un nuevo poema en su cuaderno verde. Son 19 poemas, que no conoceremos porque ese cuaderno verde se ha perdido; al final del libro, el autor lista los 19 poemas con el capítulo y la página en donde le “vinieron”.

Pero estos 19 poemas también tienen su lugar en la estrella, en el copo de nieve. Son 6 ángulos, como bien nos explicó Johannes Kepler. Los seis puntas del copo se agrupan en tres temáticas, simétricas, que son la lógica, la memoria y la fantasía. Cada punta tiene tres ramas, cada una de ellas se corresponde a un poema. Y en el centro de la estrella, el poema “Yo, Ka”. Porque como dice Ka, cada hombre y mujer tiene su propio copo de nieve.

Ka tiene especial predilección desde niño por una Enciclopedia de la vida, en cuya entrada NIEVE, se lee:

Forma sólida del agua cuando cae de, cruza o se eleva en la atmósfera. Generalmente cristaliza en forma de hermosas estrellas de seis puntas. Cada cristal tiene una estructura hexagonal propia. Los secretos de la nieve han despertado el interés y la admiración de la humanidad desde épocas antiguas. El primero en observar que cada copo tenía una estructura hexagonal y una forma particulares fue el sacerdote Olaus Magnus en 1555 en la ciudad de Upsala (suecia) y …

He buscado alguna historia sobre el sacerdote Olaus Magnus, y la he encontrado. Y no podía ser menos que acorde con la novela de Pamuk. Olaus Magnus, nació en octubre de 1490 en Östergötland, Suecia, y murió el 1 de agosto de 1557 en Roma, Italia. Fue escritor, cartógrafo y eclesiástico, y su obra fundamental fue la Historia de Gentibus Septentrionalibus, editada en 1555, en Roma, en 22 libros. Olaus Magnus pobló los mares de monstruos espeluznantes, aunque recientemente, una vez eliminados estos, los mapas eran bastante acertados.

Magnus se adelantó a Kepler, aunque en la obra de este último, Strena seu de nive sexángula  (El copo de nieve de seis ángulos), el autor no solo describe los copos sino que se atreve a dar una explicación científica para el hecho de que solo aparezcan cristales de seis puntas. Pero esa es otra historia.

___

Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias).

Compartir:

Deja un comentario