“Si alguien pudiera romper los códigos criptográficos actuales, habría encontrado la respuesta a grandes problemas de las matemáticas”
Entrevista a Shafrira Goldwasser, investigadora del MIT y Premio Turing 2012
Shafrira Goldwasser (1958, EE.UU.) es profesora de Ingeniería Electrónica y Ciencia Computacional en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), y profesora de ciencias matemáticas en el Weizmann Institute of Science, en Israel. Se trata de la única mujer que acudió a finales del pasado mes de septiembre como científico eminente al Heidelberg Laureate Forum, el encuentro que emulé a Lindau al reunir a los investigadores más ilustres con las jóvenes promesas, en este caso de las áreas de las matemáticas y las ciencias computacionales. Su logro: construir los fundamentos teóricos de la criptografía moderna. Este trabajo, junto al desarrollo de nuevos métodos relacionados con la teoría de la complejidad, le hicieron merecedora del Premio Turing en 2012. Cuarenta líderes científicos premiados con este galardón, la Medalla Fields o los premios Abel y Nevanlinna, y 200 jóvenes investigadores, participan en esta primera cita.
Usted es la única mujer del grupo de los laureados del congreso. ¿Cree que esta situación mejorará en el futuro?
En el área de la computación teórica la situación está mejorando sin duda, hay muy buenas mujeres en campos importantes. Tendremos que ver si conseguirán premios o no en los próximos años, pero yo creo que es posible. Tampoco sé bien cuál es la razón. ¿Las mujeres están en las listas y no las escogen, o es que no hay mujeres en las listas?
¿Cómo podría cambiar esto?
Creo que es importante que haya mujeres en los puestos de poder: en el grupo de computación teórica del MIT hay tres mujeres con posiciones permanentes. No es así en todos los sitios, aunque a mí me gustaría que sí lo fuera.
Creo que es importante que haya mujeres en los puestos de poder
¿Cómo llegó usted a las ciencias de la computación?
Cuando iba al instituto era buena en matemáticas, pero no estaba especialmente interesada en el campo, de hecho quería ser escritora. Por una serie de coincidencias empecé a estudiar Computación, primero en la Universidad de Carnegie Mellon y luego en Berkeley, aunque nunca había programado antes. Allí conocí a Manuel Blum (premio Turing 1995), y me dio una clase fascinante sobre el problema de jugar a cara o cruz por teléfono. Uno de los interlocutores tira la moneda y el segundo tiene que adivinar si es cara o cruz, teniendo la certeza de que el resultado no es manipulado. Requiere un protocolo criptográfico sencillo, pero me fascinó. Así empecé con la criptografía. Esos años en Berkeley fueron realmente fructíferos, llevamos la computación a problemas reales, emulando fenómenos del mundo real.
El cuerpo humano es una computadora en la que se desarrollan procesos complejos.
¿Cuál cree que es el papel de las ciencias de computación frente al resto de las ciencias?
Esta disciplina está presente en casi todas las otras ciencias. Muchos de los problemas son problemas computacionales, a veces de manera evidente y otras no. Procesos del cambio climático, de la física, de la biología… pueden ser estudiados como problemas de computación. El cuerpo humano es una computadora en la que se desarrollan procesos complejos. La computación teórica puede ayudar a modelar lo que está sucediendo, para saber a qué velocidad avanzan los procesos o cómo modificar los resultados.
Usted trabaja específicamente en criptografía. ¿Cuáles son los grandes retos de este campo?
En el pasado, cuando hablábamos de encriptación, hablábamos de privacidad: encriptación-desencriptación. Ahora estamos desarrollando la llamada ‘criptografía funcional’, que no desencripta todo el mensaje, solo ciertos trozos que responden a determinada búsqueda y mantiene en secreto el resto. Hay nuevos métodos que permiten operar sobre el mensaje encriptado, obtener el resultado que buscas y, con las claves, desencriptar solo esta parte de la información.
¿Qué aplicaciones puede tener este nuevo método?
Por ejemplo, los sistemas de vigilancia. Ahora hay cámaras por todas partes, y la vigilancia, que es necesaria en un sentido, es también un problema porque puede atentar contra la privacidad. Una solución puede ser que toda la información registrada en las cámaras fuera encriptada. Cuando alguien, por alguna razón concreta, necesitara cierta información contenida en el registro, se podría hacer ese procesado manteniendo la encriptación, y tendría el resultado encriptado. Podría encontrar a un sospechoso sin recibir ninguna otra información. También en el correo encriptado: un tercero podría tener la capacidad de saber si un mensaje recibido encriptado es spam, pero nada más.
¿Cúal cree que es la situación de la criptografía hoy? ¿Podemos decir que se ha conseguido un protocolo 100% seguro?
El nivel de inviolabilidad de las técnicas más avanzadas es muy alto. Si alguien pudiera romper estos códigos en un tiempo alcanzable significaría que habría encontrado la respuesta a grandes problemas abiertos de las matemáticas, que los científicos, desde los tiempos de Gauss, no han sabido resolver. Siempre es posible, y podría ser que alguien lo resuelva de más rápidamente de lo que podemos hoy, pero actualmente creemos que es imposible.
¿Cómo se relaciona la matemática con la ciencia computacional?
La teoría de números ha sido una grandísima inspiración para las ciencias computacionales. Por un lado, para la criptografía, porque hay muchos protocolos de seguridad basados en propiedades de los números, pero también para el diseño de algoritmos: la aleatoriedad para reducir errores, para acotar el tiempo de ejecución, etc. Un ejemplo muy conocido es el uso de los números primos en el protocolo de clave pública RSA. Este se basa en el hecho de que se pueden generar infinitos números primeros para hacer la encriptación.
¿Qué importancia cree que tendrá la teoría cuántica en la criptografía del futuro?
Creo que es una dirección muy interesante, ya que la seguridad basada en la teoría cuántica se basa en principios, que no pueden reducirse a problemas matemáticos, que potencialmente podrían ser resueltos. Pero en este momento todavía no lo veo posible porque el equipo necesario para transmitir y recibir señales cuánticas es muy sofisticado y, de hecho, no existe todavía. Me cuesta imaginar cómo el mundo podría estar conectado de esta manera, pero, en términos teóricos, es fascinante.
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Ágata A. Timón es responsable de Comunicación y Divulgación del ICMAT.
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