Obsesiones matemáticas

La investigación matemática implica enfrentarse a un problema sin resolver, con la propia mente como principal, en muchos casos única, herramienta. Requiere dedicación, perseverancia, darle mil vueltas diferentes a la misma cuestión… la obsesión puede convertirse en el motor que impulsa la solución, pero también llevar al científico a perder el contacto con el mundo real. Manuel de León, investigador del ICMAT, habla en esta entrada de este fuerte estado mental, en relación con la creación matemática.

One way or another I’m gonna find ya
I’m gonna getcha getcha getcha getcha
One way or another I’m gonna win ya
I’m gonna getcha getcha getcha getcha
One way or another I’m gonna see ya
I’m gonna meetcha meetcha meetcha meetcha
One day, maybe next week
I’m gonna meetcha, I’m gonna meetcha, I’ll meetcha
I will drive past your house
And if the lights are all down
I’ll see who’s around

One way or another I’m gonna find ya
I’m gonna getcha getcha getcha getcha
One way or another I’m gonna win ya
I’ll getcha, I’ll getcha
One way or another I’m gonna see ya
I’m gonna meetcha meetcha meetcha meetcha
One day, maybe next week
I’m gonna meetcha, I’ll meetcha

Blondie, One way or another

Las obsesiones son miradas muchas veces como algo malo, pero para los matemáticos pueden ser algo bueno. Dejénme explicarme. Imagínense que usted es un joven matemático al que le han introducido en los grandes desafíos que permanecen abiertos en la disciplina (atención, cada día aparecen nuevos retos, las matemáticas no están ancladas en el pasado). Por ejemplo, la conjetura de Poincaré, que dice algo tan tonto como que “si algo se parece mucho a una esfera, es una esfera”. Y pongamos que en este tema se implica un matemático como Richard Hamilton,  que inventa un instrumento llamado los flujos de Ricci, y que no acaba de llegar al resultado final. Se necesitaba más obsesión y más genio, y eso lo puso uno de nuestros obsesos favoritos, Grigori Perelman.

Otra de las más conocidas obsesiones matemática es la prueba de la hipótesis de Riemann (para los que no se crean la importancia de la misma, leánse la novela de Matt Haig, Los humanos). Por ahora, no se ha resuelto, así que seguirá atormentando las mentes de todas las personas que han caído en sus garras.

Grigori Perelman

La obsesión puede llevar al resultado, pero también a espejismos del mismo. ¿Cuántos matemáticos no se han obsesionado con la prueba hasta el extremo de anunciar pruebas que luego se rebelaron falsas? También puede conducir a caminos peligrosos, recordemos por ejemplo la locura transfinita de Cantor; su creación (o descubrimiento, si nuestra concepción del universo matemática es platónica) creó un paraíso del que David Hilbert declaró, “nadie nos expulsará”, pero a cambio, su mente abandonó la cordura.

Georg Cantor

La obsesión es sin duda una de las características mas típicas de las matemáticas, especialmente en sus aspectos de investigación básica. Y aunque no creo en los estereotipos, sí debo reconocer que sin una dosis de obsesión es imposible atacar problemas de esta envergadura (unas buenas dosis de café también son imprescindibles).

Y esta obsesión quizás no muy sana para sus protagonistas, sí lo es para las matemáticas en particular y para la ciencia en general. Así que ya saben, cuando vean a algún matemático, ¡pregúntenle por sus obsesiones!

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Manuel de León (CSIC, Real Academia de Ciencias, Academia Canaria de Ciencias, ICSU)

 

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2 comentarios

  1. Bueno…personalmente sostengo que sin obsesión no hay invención ni innovación.

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