Las leyes de Newton y el mundo académico

Esta reflexión sobre el mundo académico no pretende más que arrojar una mirada sobre algunos aspectos que parecen constantes en el colectivo universitario (y en general, académico) en nuestro país. Aunque prevalezca la ironía, estamos en un momento en el que se precisan cambios drásticos en el sistema.

La Mecánica está fundamentada en las famosas tres leyes de Newton. Su formulación matemática fue publicada en 1687 en su obra Philosophiæ naturalis principia mathematica. Como sabemos, el libro de Newton está escrito en latín (la lengua franca de la época), y también que la formulación original ha experimentado ligeros cambios con el tiempo.

Vamos a analizar cada una de ellas.

Lex I: Corpus omne perseverare in statu suo quiescendi vel movendi uniformiter in directum, nisi quatenus a viribus impressis cogitur statum illum mutare.

O sea,

Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él.

Eso se aplica directamente al cuerpo académico. Nada cambiará en nuestros campus si no se actúa desde fuera. Sostenía Ortega y Gasset que: “Hacer cambios en las universidades es como remover cementerios”, y no hace tanto alguien se refería a que “si quieres cambiar la universidad no esperes ayuda desde dentro, como en los cementerios”. Desgraciadamente, la inercia es tan grande que si no hay una fuerza externa, el reposo sería eterno.

Lex II: Mutationem motus proportionalem esse vi motrici impressae, et fieri secundum lineam rectam qua vis illa imprimitur.

Traducción:

El cambio de movimiento es directamente proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime.

Es verdad que se han intentado en varias ocasiones aplicar fuerzas que cambiaran el estado de reposo; las leyes universitarias ya van conformando una interesante e inútil biblioteca. Inútil porque la capacidad de adaptación del sistema universitario es tan grande, que cada intento reformador se estrella en las orillas de cada campus.

Se han intentado otras fuerzas. El programa de Campus de Excelencia Internacional tenía como objetivos generar algo de aceleración, pero, desgraciadamente, ha resultado un fracaso que únicamente se ha traducido en logos y banderolas. Una vez finiquitada la financiación, se acabó la fuerza. Y aparecería que la financiación sea la única fuerza capaz de crear cambios en el sistema universitario. Claro está, que el Ministerio de Educación es una pura página web (mal diseñada y demasiadas veces desactualizada), y las competencias (y la financiación) están transferidas a las Comunidades Autónomas.

Lex III: Actioni contrariam semper et æqualem esse reactionem: sive corporum duorum actiones in se mutuo semper esse æquales et in partes contrarias dirigi.

En español:

Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: quiere decir que las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto.

La ley más aplicada en nuestro sistema. Comprobada una y otra vez. Cualquier acción renovadora emprendida suele tener como consecuencia una reacción visceral. Nadie quiere que se cambie el statu quo. Pareciera que muchos de los trabajadores de una universidad  tuvieran un derecho divino sobre la misma.

Aunque las leyes de Newton cambiaron nuestro entendimiento del mundo, no parece que lo hagan conseguido en nuestras universidades. Haría falta una detallada lectura y aplicación de la segunda ley.

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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, ICSU)

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Un comentario

  1. La Universidad -al menos la española que es la que conozco- se rige por el sistema feudo-vasallático; contamos con los elementos principales: a cambio del servicio se obtiene el beneficio y por ende tenemos también las redes clientelares. Es urgente sanear, sobre todo por decencia, pero hay mucha tarea y no va a ser facil. Efectivamente: «Cualquier acción renovadora emprendida suele tener como consecuencia una reacción visceral. Nadie quiere que se cambie el statu quo. Pareciera que muchos de los trabajadores de una universidad tuvieran un derecho divino sobre la misma.»

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