Lecciones del estudio del impacto económico de las matemáticas

Si en la anterior entrada presentamos los aspectos más interesantes del estudio Impacto socioeconómico de la investigación matemática y de la tecnología matemática en España, en esta vamos a analizar como podríamos mejorar ese impacto y alcanzar así resultados similares a los de los países de nuestro entorno.

Proceso de enriquecimiento mineral

Un primer análisis de por qué nuestros resultados son inferiores a países como Reino Unido u Holanda es la diferencia entre los tejidos empresariales en esos países en comparación con España. Una economía más basada en la innovación y en la tecnología descansa sin ninguna duda en el conocimiento matemático. La otra variable es el propio desarrollo histórico de las matemáticas en España, una ciencia relativamente reciente en lo que se refiere a una investigación de altura y homologable internacionalmente. Esta falta de tradición histórica nos diferencia de otros países como Francia o Inglaterra.

Otro aspecto, señalado ya en el estudio, es la inadecuación de la enseñanza de la disciplina, comenzando ya en la escuela, alejada de sus aplicaciones. Esto la lleva a ser vista como una ciencia muy básica, sin relación la vida cotidiana, y por lo tanto de poca utilidad práctica. La falta de conexión con otras disciplinas que se enseñan en Secundaria y Bachillerato, es otro de los factores que contribuyen a los resultados obtenidos.

Siendo estos aspectos reales y con influencia en ese menor impacto, no son los únicos. Hay más, que tienen que ver con la manera en que las matemáticas son percibidas dentro de la propia comunidad matemática, y también con la rígida  estructuración en las Facultades en áreas de conocimiento con barreras bien definidas entre ellas. Esta rigidez impide una reacción rápida ante las ventanas de oportunidad que se van abriendo ante la disciplina. Un ejemplo claro lo tenemos en la Ciencia de Datos, un terreno abonado para los matemáticos desde hace ya unos años y que apenas ha producido reacciones en la comunidad matemática. Se han puesto en marcha dobles grados en Matemáticas y Física, pero esta combinación tiene ya siglos. Más reciente es la combinación Matemáticas e Informática, aun cuando se perdieron muchas oportunidades en los años setenta al comienzo del boom de las Ciencias de la Computación en nuestro país. Recordemos sin ir más lejos que hemos tenido que reivindicar que un matemático como Alan Turing era, en efecto, un matemático y no un informático. Por lo tanto, el ser capaces de “innovar” en los grados y másteres teniendo en cuenta las necesidades del entorno español es una tarea que deberíamos abordar. La Conferencia de Decanos y Directores de Matemáticas tendrá sin duda que elaborar propuestas al hilo de este estudio de la Red Estratégica de Matemáticas.

Aparte de los temas educativos, la primera formación, un tema clave es lo que se refiere a la investigación y su transferencia. Partimos de una situación demasiado centrada en la investigación básica, en la elaboración de teoremas (véase la entrada No solo de teoremas viven los matemáticos). Y es algo que no debemos abandonar, pero también hay que fomentar una investigación más orientada, y no solo en lo que se refiere a las aplicaciones directas a la industria. Hay un mundo de intereses comunes en áreas como la Biomedicina (Cáncer, Neurociencia, fabricación de nuevos fármacos), la Economía, la Energía, Medio Ambiente, Ecología, etc.

 

Comunicaciones por satélite

Se ha hecho ya mucho camino en algunas regiones, el modelo es sin duda el Instituto Tecnológico de Matemática Industrial (ITMATI) en Galicia, y algunos grupos más aislados en otros lugares. La Red math-in, gestionada desde ITMATI, ofrece también indicios muy positivos. Pero falta una apuesta decidida, especialmente de los centros cuya financiación extraordinaria y capacidad de gestión así se lo permitiría. Me refiero a los centros Severo Ochoa y a las Unidades María de Maeztu. Algunas historias de éxito las ofrece ya el Basque Center for Applied Mathematics (BCAM), fundado en 2008 por Enrique Zuazua, y muchas se han quedado en el camino en el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT) por la falta de visión estratégica de los actuales dirigentes. Estos centros tienen la posibilidad de actuar como motores para aumentar el impacto económico de las matemáticas, mientras que un simple departamento universitario de matemáticas lo tiene mucho más complicado.

Así que en investigación tenemos por delante dos opciones: seguir haciendo fundamentalmente teoremas que conseguirán poco impacto económico y social, o abordar una aproximación dual, teoremas e innovación, opción que nos colocaría al nivel de nuestros vecinos europeos.

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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias).

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