Veamos ahora la conclusión de Mr. Croll en el párrafo sexcentésimo sexagésimo quinto del Origen de las Especies

Sí, veámosla:

cuando el hemisferio norte sufría el frío extremo del gran período glaciar el hemisferio sur estaba realmente más caliente,…

 

Seguro. Estamos de acuerdo con Mr. Croll y también con Mr. Darwin y con todos quienes fuesen los que autorizaron y estimularon la publicación de esta obra.

 

Es cierto que cuando el hemisferio norte sufría el frío extremo del gran período glaciar el hemisferio sur estaba realmente más caliente. Es seguro. Ahora bien: ¿Se trata sólo de un juego de palabras, o hay una realidad a la que estos circunloquios se refieran?

 

Continúa el párrafo con el mismo tono:

.El período glaciar, medido por años, tiene que haber sido larguísímo, y si recordamos los inmensos espacios porque se han extendido en pocos siglos algunas plantas y animales naturalizados, este período habrá sido suficiente para cualquier emigración

 

Hablar sin decir nada hasta que de nuevo el lugar común, el tópico darvinés:

 

Sabemos que las formas árticas, cuando el frío se fue haciendo más y más intenso, invadieron las regiones templadas

 

Eso es lo que sabemos: que hubo una invasión. No un desplazamiento o una extensión de su zona habitual: Una invasión, término mucho más acorde con la Lucha por la supervivencia que se pretende imponer mediante el uso de este idioma.

 

Dicho de nuevo sin temor de parecer insistente:

 

algunas de las formas más vigorosas, predominantes y más extendidas invadieron las regiones bajas ecuatoriales

 

¿Queda más claro así? Los fuertes, vigorosos y predominantes invaden el espacio. Es algo común en la naturaleza.

 

 

 

 

 

 

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Now let us see whether Mr. Croll’s conclusion that when the northern hemisphere suffered from the extreme cold of the great Glacial period, the southern hemisphere was actually warmer, throws any clear light on the present apparently inexplicable distribution of various organisms in the temperate parts of both hemispheres, and on the mountains of the tropics. The Glacial period, as measured by years, must have been very long; and when we remember over what vast spaces some naturalised plants and animals have spread within a few centuries, this period will have been ample for any amount of migration. As the cold became more and more intense, we know that Arctic forms invaded the temperate regions; and from the facts just given, there can hardly be a doubt that some of the more vigorous, dominant and widest-spreading temperate forms invaded the equatorial lowlands. The inhabitants of these hot lowlands would at the same time have migrated to the tropical and subtropical regions of the south, for the southern hemisphere was at this period warmer. On the decline of the Glacial period, as both hemispheres gradually recovered their former temperature, the northern temperate forms living on the lowlands under the equator, would have been driven to their former homes or have been destroyed, being replaced by the equatorial forms returning from the south. Some, however, of the northern temperate forms would almost certainly have ascended any adjoining high land, where, if sufficiently lofty, they would have long survived like the Arctic forms on the mountains of Europe. They might have survived, even if the climate was not perfectly fitted for them, for the change of temperature must have been very slow, and plants undoubtedly possess a certain capacity for acclimatisation, as shown by their transmitting to their offspring different constitutional powers of resisting heat and cold.

 

Veamos ahora si la conclusión de míster Croll, de que cuando el hemisferio norte sufría el frío extremo del gran período glaciar el hemisferio sur estaba realmente más caliente, arroja clara luz sobre la distribución actual, inexplicable en apariencia, de diferentes organismos en las regiones templadas de ambos hemisferios y en las montañas de los trópicos. El período glaciar, medido por años, tiene que haber sido larguísímo, y si recordamos los inmensos espacios porque se han extendido en pocos siglos algunas plantas y animales naturalizados, este período habrá sido suficiente para cualquier emigración. Sabemos que las formas árticas, cuando el frío se fue haciendo más y más intenso, invadieron las regiones templadas, y por los hechos que se acaban de citar apenas puede caber duda de que algunas de las formas más vigorosas, predominantes y más extendidas invadieron las regiones bajas ecuatoriales. Los habitantes de estas cálidas regiones bajas tendrían que emigrar al mismo tiempo a las regiones tropical y subtropical del Sur, pues el hemisferio sur era más caliente en este período. Al decaer el período glaciar, como ambos hemisferios recobraron sus temperaturas primitivas, las formas de clima templado del Norte, que vivían en las regiones bajas del Ecuador, serían forzadas a volver a su primitiva patria o serían destruidas, siendo reemplazadas por las formas ecuatoriales que volvían del Sur. Algunas, sin embargo, de las formas templadas del Norte es casi seguro que ascenderían a algún país alto próximo, donde, si era suficientemente elevado, sobrevivirían mucho tiempo, como las formas árticas en las montañas de Europa. Aunque el clima no fuese perfectamente adecuado para ellas, sobrevivirían, pues el cambio de temperatura tuvo que haber sido lentísimo, y las plantas poseen, indudablemente, cierta facultad de aclimatación, como lo demuestran por la transmisión a su descendencia de fuerza y constitución diferentes para resistir el calor y el frío.

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