En un breve ensayo titulado «Analogías y símbolos», Mircea Elíade explica lo siguiente:

He encontrado en el libro de la señora CF Leyel The Magic of Herbs (Londres, 1926, p 27)  un detalle que plantea un montón de preguntas inquietantes. La autora, después de resumir y  comentar las doctrinas de GB Porta, el creador de aquella extraña «ciencia» llamada phytognomonica,  nos recuerda que a menudo se han podido confirmar las misteriosas relaciones descubiertas por el  ilustre napolitano entre plantas, animales y enfermedades. Por ejemplo, partiendo de sus fantásticas  suposiciones, se ha podido descubrir el tratamiento del reumatismo con salicilato; el salicilato ha sido extraido de la corteza del sauce, un árbol que vive en los lugares húmedos,  allí donde también se coge el reumatismo.

Esta coincidencia podría dar pie a innumerables especulaciones. Existiría, pues, una simpatía de naturaleza mágica entre todas las formas creadas que pertenecen a cierto medio cósmico. La humedad que produce el reumatismo ha creado, al mismo tiempo, la sustancia específica (el salicilato) que podría curarlo.

Un mundo de correspondencias y analogías mágicas. Tal como pensaba Porta, no sólo la sustancia de las plantas estaría en relación directa con cierta enfermedad, sino también su forma o la forma de sus flores, raíces y hojas.

Ciertamente, en la siguiente página de la señora Leyel encuentro otro detalle significativo:

«No existe ni una sola especie venenosa en la familia de las crucíferas» (CF Leyel, op cit, p 78). ¡Admitamos que estamos ante una coincidencia perturbadora! Porque no sé si se tiene noticia de alguna familia de plantas que no tenga por lo menos una especie dañina. Solamente la familia de las crucíferas, nos instruye nuesta autora, no tiene ninguna variedad venenosa.

Este hecho puede significar muchas cosas. Ante todo, puede significar que cualquier forma, cualquier símbolo obedece a una cierta ley de su ser, ley que le impide desempeñar ciertas funciones. Cualquiera que sea el orden de la realidad donde se manifiesta semejante forma, que corresponde a cierto símbolo, tendrá siempre una significación muy precisa. El cosmos, pues, no carece de sentido en sus estructuras. las formas geométricas, además de tener los valores y funciones que les ha otorgado la mente humana, también tienen otro tipo de valor, un valor mágico, extrahumano. El símbolo central del cristianismo, la cruz, no está prefigurado en aquellos signos solares (la esvástica, etc.) sino que se encuentra, está predeterminado, en la misma constitución del cosmos, está presente en el mundo vegetal, antes incluso de la aparición del hombre. El hombre no crea sus símbolos, sino que éstos le son impuestos desde fuera, le son dados, revelados; en una palabra, le preceden

Bibligrafía

Eliade, M. Analogías y símbolos. Pp 150-151 en Fragmentarium. Ed Trotta.2004. Madrid.

Relacionada con:

La semejanza como guía del conocimiento

Árbol como símbolo

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2 comentarios

  1. Gracias por el información:) No conocía la inexistencia de especies toxicas entre las crucíferas.

    Me resulta llamativo el acercamiento que Eliade hace a la singularidad planteada. Me parece entrever cierta asimilación magico-simpática en la explicación del hecho… como si el signo implícito en las crucíferas funcionara a modo de talismán mágico frente a la toxicidad. Si pensamos en la asimilación que Eliade hace de divinidad y sacralidad en su obra… creo que no me extraña tanto este planteamiento. Ya que la magia no escapa al sentido de «lo sagrado» que Eliade plantea en su obra.

    Particularmente yo veo el asunto de forma diferente. El signo informa y nunca transforma por si mismo nada… aunque puede contener analogías que evidencien paradigmas respecto a otras realidades.

    Para que un signo adquiera sentido analógico, necesita que nuestra consciencia actúe, uniendo y profundizando de forma interna y externa a nosotros.

    También podríamos plantear una hipótesis e indicar que las crucíferas evidencian una ley natural que liga forma (de cruz) y provecho humano. No se si la bioquímica y la química en general pueden señalar la existencia de esta posible ley. Mientras no lo hagan, yo tomaría el hecho como una coincidencia a no olvidar…

    Un saludo cordial 🙂

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