Curzio Malaparte, también confuso pero más amable

Veíamos en una entrada reciente la confusión de Isaiah Berlin al escribir que la obra de Darwin se habría utilizado erróneamente en psicología, ética y política para justificar el imperialismo violento y la rivalidad encarnizada.

Como indicaba Mauricio Abdalla en su articulo O capitalismo é selvagem? (ou: por que celebrar Darwin),  la obra de Darwin tiene su origen en las ciencias sociales y su aportación principal consiste en transportar a la naturaleza la visión de una sociedad violenta y en conflicto. No es biología aplicada a las ciencias sociales, es una visión social erróneamente aplicada en Biología.

Pero el darwinismo necesita pasar por teoría científica y no por visión “social” transportada a la naturaleza. De ahí el empeño de su propaganda por influir en los medios de difusión para transmitir la historia de manera equivocada y por eso el mismo error de Isaiah Berlín se encuentra por doquier en la literatura. Otro caso, si bien más simpático lo encontramos en Curzio Malaparte.

En su obra Diario de un extranjero en París escribe:

La “transformación del hombre” que Marx establece como fundamento del marxismo, aquella concepción que ha pasado del darwinismo, al campo social-de las ideas al sentimiento, diría yo-, se está llevando a cabo en Europa y en el mundo entero con un ritmo cada vez más rápido. Extraña evolución moral que Darwin no había previsto y que se realiza en los profundos recovecos mentales y psicológicos de la especie, además de cumplirse también en el aspecto físico. Hecho moral, además de biológico

No obstante, el talante de Malaparte no es darwinista. En otra de sus páginas indica:

Leo a Chateaubriand. “Corrí a alistarme en aquellas filas de proscritos; otro hubiera retrocedido, pero la amenaza del más fuerte me obliga a pasarme siempre a la parte del más débil: el orgullo de la victoria me resulta insoportable.”

Bibliografía

Abdalla, Mauricio.La Crisis Latente del Darwinismo. Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, LVIII (1) Enero-junio, 2006, pp 43-94.

Cervantes, Emilio.  Visión alternativa de la Evolución: La grandeza moral del perdedor. Digital CSIC. 2010.

Malaparte, Curzio. Diario de un extranjero en Paris. Plaza y Janés. 1970.

Imagen tomada del blog Libro de Arena

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«Isaiah Berlin: Confuso en cuanto al darwinismo»

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Un comentario

  1. Entrada comentada aquí:

    http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=44800&origen=notiweb

    Copio a continuación los comentarios publicados hasta la fecha (en sentido de abajo arriba):

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    Emilio Cervantes | 21/07/2010

    José Ramón, por favor aclárese usted y elija el punto que desea discutir si piensa que merece la pena discutir algo. Si es tan amable indique también el punto en el que está de acuerdo:
    1. La Teoría de Evolución por Selección Natural es una tautología.
    Esto es algo para mí claro como el agua y una tautología no sirve como teoría científica.
    No es necesario mencionar a Malthus para discutirlo. Tiene, además poco que discutir. Siempre sobreviven los más aptos, pero con esto no aprendemos mucho.
    2. Darwin se inspiró en Malthus.
    Está tan claro como lo anterior. Por si quedaba alguna duda, el comentario del profesor Sandín lo deja más claro todavía.
    3. Darwin tomó como modelo para explicar la Naturaleza a los mejoradores de animales de la época. Desde la óptica actual la decisión es inadecuada. Históricamente, es causa de mucha confusión.
    Resulta curioso que el contenido de una entrada que ha sido vista y presumiblemente leída por cientos de científicos pertenecientes a diversos centros de investigación no sea refutado o al menos seriamente cuestionado.
    Yo no pretendo andar, como usted indica José Ramón en altezas científicas, ni tampoco encontrar la verdad. Lo que no me gusta es ver con qué torpeza se vienen admitiendo y difundiendo explicaciones torpes en las Ciencias Naturales.

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    José Ramón | 21/07/2010 Madrid, España

    Sr. Cervantes, quizá me equivoque en mis argumentos, pero creo estar socráticamente en lo cierto en mi mucha ignorancia; p. ej. ignoro en qué medida el Sr. Malthus inspiró al Sr. Darwin el concepto de »selección natural», por ello no se lo pongo en duda.

    Por lo que me atrevo a discutirle, es porque en un correcto método científico, donde se persiga el conocimiento verdadero, definido como adecuación entre teoría y explicación de la realidad objetiva (siempre que le parezca posible que dos humanos nos pongamos de acuerdo sobre alguna realidad objetiva, y si es que existe la realidad), debería resultar irrelevante quien diga (aunque el argumento de autoridad lo suele impedir), o quien inspire una teoría, para juzgar su verdad.
    O bien, afirmar, como ud. afirma, que se trata de una tautología, (como ya se estudiaba hace 20 años en Filosofía de la Ciencia: T.S.Kuhn, P.Feyarabend, I.Lakatos, etc.). Pero esto sería entrar en una larga dialéctica, más propia de curso universitario, sobre historia de la ciencia y epistemología, que me parece tangencial y no esencial, para acusar a Malthus de haber inspirado a Darwin algo observable, p.ej., si un guepardo que no caza gacelas tendrá más o menos descendientes que un congénere más raudo, y si éstos gueparditos heredarán algo de su padre.
    Si me permite el atrevimiento de quien se equivoca, y siempre que su interés fuere el conocimiento en biología (»Conocimiento e interés» titulaban en Taurus, 1981, aquel libro de Habermas), no se preocupe por la inspiración malthusiana de Darwin; los economistas liberales (como P.Schwartz, en sus conferencias sobre Malthus del Instituto de España 2010), ya hace tiempo que reconocen sus errores en la aplicación a sociedades humanas del crecimiento de las poblaciones.
    Le reitero otro posible abordaje o línea crítica al darwinismo, desde el »apoyo mutuo» de Kropotkin, que creo más fructífera, a pesar de encajar mejor en una ideología política anarquista que en un comunismo marxista, como el de la cita de Máximo Sandín.
    Humildemente, espero que mis bajas equivocaciones, propias de porquero griego, no le distraigan de sus altas certezas científicas. Si no es así, sepa ud. disculparme. Ya no insisto.
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    Máximo Sandín | 21/07/2010

    Buenas tardes a todos. Aunque me resulta muy incómodo debatir con personas que no se identifican, dado que el debate parece encauzado dentro de un ambiente correcto me voy a permitir aportar algunos datos que apoyan las tesis de Emilio Cervantes.
    Por lo que he podido observar después de años dedicado al tema parece que se ha creado, de una forma cuidadosa e intencionada, una mitología en torno a Darwin y sus aportaciones mediante frases que se repiten sistemáticamente y que han llevado a que muchos biólogos y muchas personas cultas pero sin relación con la Biología las asuman como verdades indiscutibles. Por ejemplo “Darwin situó al Hombre en la Naturaleza”. Falso: la evolución llevaba cien años, pero especialmente los últimos cincuenta antes de la publicación del libro de Darwin, siendo estudiada y debatida (incluida la del Hombre) en el ámbito científico, por cierto, con aportaciones que iban por el buen camino de acuerdo a los últimos conocimientos sobre los fenómenos evolutivos.
    “La observación de los pinzones de Galápagos le dieron a Darwin la clave de la evolución”. Falso: El estudio de los pinzones de Galápagos lo realizó el ornitólogo del Museo Británico John Gould, que tuvo que recurrir para ello a la colección del Capitán Fitzroy, que estaba bien ordenada por su origen (al parecer, Darwin no los tenía bien ordenados y los consideró gorriones).
    La “explicación de la variación observada en la Naturaleza” y su concepto de selección “natural” los basó Darwin en la observación de los animales domésticos, como claramente explica en el “Origen de las especies” y no se cansa de repetir en “La variación de los animales y las plantes bajo domesticación”.
    Y en cuanto a la proyección de teorías sociales a la Naturaleza, Darwin explica textualmente en su libro que “su teoría” “es la doctrina de Malthus aplicada con multiplicada fuerza a la Naturaleza”. Si alguien se molesta en leer su autobiografía verá a quién se refiere cuando dice “por fin había encontrado una teoría sobre la que trabajar”. Y si alguien se molesta en leer “El origen del Hombre” podrá comprobar a qué se refería cuando hablaba de la selección “natural” en el Hombre.
    No quisiera dar la impresión de que pretendo aleccionar a nadie, pero creo que lo verdaderamente importante, y no sólo para los biólogos, es que la concepción darwinista de la Naturaleza y de la evolución, que ha sido una creación de los darwinistas, más que de Darwin, cuyas ideas eran bastante confusas (uso y desuso, influencia del ambiente, selección, pangénesis…) ha sido totalmente derrumbada por los nuevos conocimientos, especialmente sobre la entidad y el control de la de la información genética, y que es necesario replantearse muchos conceptos asumidos por los biólogos y por la sociedad.
    Saludos.

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    Emilio Cervantes | 21/07/2010

    Se equivoca, José Ramón. No es necesario invocar razón social alguna que lleve al materialismo histórico marxista a establecer analogías entre la lucha de clases inglesa y la teoría darwinista.
    La explicación es mucho más fácil: Darwin se inspiró en Malthus. Su teoría (selección natural) no se inspira en la naturaleza sino en las ciencias sociales como bien demuestra Mauricio Abdalla en el artículo que se cita en la entrada.
    Además se trata de una tautología, pero no por venir de Malthus.

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    José Ramón | 21/07/2010 Madrid, España

    Para empezar, los comentarios de Eugenio tienen la »razón biológica» de su parte.
    Eso no quita para apreciar, en el comentario-cita sobre Marx de Máximo Sandín, una »razón social», que lleva al materialismo histórico marxista a establecer analogías entre la lucha de clases inglesa y la teoría darwinista.
    Esta crítica a la aplicación del darwinismo sobre el comportamiento humano es antigua, y se produce en distintas ideologías políticas; desde el primer comunismo de Marx, hasta el anarquismo ruso decimonónico, como ya comenté sobre P. Kropotkin y su crítica del concepto hobessiano de »guerra de todos contra todos» (curioso, la misma que Marx cita en latín, según comenta Máximo Sandín) que es una idea preponderante en la seleción natural de Darwin y sus primeros intérpretes, y que Kropotkin propone sustituir por el »apoyo mutuo» entre los seres vivos y frente al medio ambiente hostil. (VER entrada del 28-10-2010 de este blog de Emilio Cervantes).
    En esa entrada, un paso más, llevaba a E. Cervantes a cargar contra ideólogos liberales, calificando a I. Berlin de »confuso, conformista y algo despistado» en su prólogo a »Sobre la libertad» de J. Stuart Mill, por no valorar la filiación malthusiana del darwinismo. Parece que este sería un vicio de origen, histórico, que no solo invalida la teoría en el campo biológico (como »tautología indemostrable» Emilio Cervantes dixit, comentario nº 2, 28-6-2010) por su aplicación al campo humano con el darwinismo social, sino que esa aplicación de la lucha por la supervivencia darwinista a lo humano sería una deriva histórica obligada (materialmente) por su paternidad; parece decirnos: si viene de Malthus, ¿que vamos a esperar de este darwinismo?.
    Pero no podemos crucificar al mensajero, por muy hijo de su padre que sea, y así, olvidarnos de su doloroso mensaje, que nos baja los soberbios humos humanos hasta descender (¿o era ascender?) del mono, sin por ello impedirnos construir una nueva ética humana o mantener la que tengamos.
    Veo la discusión como una confrontación innecesaria, una más, entre trincheras de ciencia positiva y normativa, y acabo como al principio, creo que en biología, Eugenio tiene razón.
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    6
    Emilio Cervantes | 21/07/2010

    Darwin partía de sus lecturas de Malthus. Esto lo dijo él y no es un prejuicio mío.
    Si después de sus observaciones sólo vío competición y que los más aptos sobreviven, creo que sus conclusiones tienen poco valor.
    Hay muchas cosas que nadie puede negar más no por ello tienen ningún valor científico. En español se les llama verdades de perogrullo.

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    Eugenio | 21/07/2010 Madrid

    Lamentablemente, se puede leer un texto cien veces, que si se parte de un prejuicio, se llegará a las conclusiones a las que exactamente se quería llegar.
    ¿Quién puede pensar que el objetivo de la observación, por ejemplo, de los pinzones de las Galápagos era justificar una teoría social?
    ¿Quién puede negar que en la naturaleza los fenotipos menos favorecidos son más fácilmente eliminados, y que, si la heredabilidad de un carácter no es despreciable, esto conlleva, tras el paso de muchas generaciones, la eliminación del genotipo que subyace?
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    Máximo Sandín | 20/07/2010 Madrid, España

    No sé porqué, pero tengo la sensación de que Eugenio (como tantos otros que dicen lo que él) no ha leído a Darwin. Como no parece lógico intentar obligarle a que lo lea le adjunto un texto de alguien que sí lo leyó (y lo entendió).
    Marx y Darwin
    En cuanto a Darwin, al que he releído otra vez, me divierte cuando pretende aplicar igualmente a la flora y a la fauna la teoría de Malthus, como si la astucia del señor Malthus no residiera precisamente en el hecho de que no se aplica a las plantas y a los animales sino sólo a los hombres —con la progresión geométrica— en oposición a lo que sucede con las plantas y los animales. Es curioso ver cómo Darwin descubre en las bestias y en los vegetales su sociedad inglesa, con la división del trabajo, la concurrencia, la apertura de nuevos mercados, las ‘invenciones’ y la ‘lucha por la vida’ de Malthus. Es el bellum omniun contra omnes de Hobbes, y esto hace pensar en la Fenomenología de Hegel, en la que la sociedad burguesa figura bajo el nombre de ‘reino animal intelectual’, mientras que en Darwin es el reino animal el que representa a la sociedad burguesa.
    Marx-Engels Correspondence 1862
    Source: MECW Volume 41, p. 380;
    First published: in Der Briefwechsel zwischen F. Engels und K. Marx, Stuttgart, 1913.
    Ánimo Emilio, que esto es cuestión de tiempo (otros 150 años, calculo).
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    luis montiel | 20/07/2010

    Acabo de leer tu artículo sobre ‘la grandeza moral del perdedor’ y no puedo por menos de aplaudir. Más allá de algunas cuestiones concretas que puedan ser discutibles (no por mí, desde luego) me parece una llamada de atención sobre algo esencial: el papel normativo, mucho más violento de lo que aparente, de la ciencia contemporánea y sus códigos, y los riesgos a que alegremente se ha entregado el hombre actual (por cierto, yo también estoy en la línea de Jung).
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    Emilio Cervantes | 20/07/2010

    Darwin tomó su idea principal de Malthus. Lo buscase o no estaba trasladando cuestiones sociales a la naturaleza.
    Por supuesto que alguien ha intentado transmitir la historia de manera equivocada. Muchos autores. La mayoría.
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    Eugenio | 20/07/2010 Madrid

    Darwin trató de buscar una explicación a unos hechos: a la variación morfológica que descubrió en la naturaleza.
    Él no buscó trasladar cuestiones sociales a la naturaleza (otra cosa es lo que hizo un sector de la sociedad que quiso aprovechar en su beneficio intelectual esas hipótesis).
    Si alguien ha intentado transmitir la historia de manera equivocada, serán determinados agentes sociales parciales y sesgados pero no el sector científico sensato darwinista ni, por supuesto, el propio Darwin.

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