Breve reflexión en torno a Cuvier
Hemos hablado de Cuvier primero como un gran científico y después como un polémico administrativo y una persona con un enorme afán de poder, según testimonios de primera mano. Volveremos a hablar de él pronto en el contexto de una disputa que protagonizó en 1830 con Etienne Geoffroy Saint Hilaire. Su clasificación de los animales en cuatro grandes grupos (vertebrados, moluscos, articulados y radiados) se mantiene en todos los tratados de Historia Natural del siglo XIX y marca, no sólo la zoología sino también la manera contemporánea de contemplar el reino animal. Destacamos aquí que los argumentos de Cuvier siguen siendo hoy muy necesarios y dignos de tener en cuenta.
En Cuvier, que fue capaz de enmendar la plana a Lamarck y de discutir con Geoffroy, destaca un aspecto esencial que hay que tener en cuenta como punto de partida para entender la evolución y que consiste en la solidez de sus argumentos. Cuvier no propuso una teoría de la evolución, ni mucho menos, pero dejo bien claros aspectos fundamentales que toda teoría de evolución debería tener en cuenta.
Primero: El cambio gradual de una especie a otra no es compatible con la generalidad de las observaciones de la paleontología. En la naturaleza no son frecuentes los cambios graduales. El registro fósil muestra más bien lo contrario: Saltos bruscos. Grupos enteros de animales que desaparecen (extinciones) y otros que aparecen en tiempos relativamente cortos.
Segundo: El principio de correlación de las formas está en la base de su pensamiento. En los organismos, cada una de sus partes se relaciona con el todo y sirve a una funcionalidad. Dos aspectos incompatibles con argumentos que todavía hoy se defienden vehementemente y es que sólo se defiende con vehemencia lo que se plantea ignorando aspectos fundamentales.