Cuestiones pendientes en torno a Lamarck
Hay varias cuestiones profundamente inquietantes en torno a la figura histórica de Lamarck. Algunas de ellas que ya han aparecido someramente en las entradas anteriores se destacan ahora con más énfasis; otras, aunque puedan ser el tema de entradas posteriores, no deben dejar de ser comentadas aquí.
Comenzando por lo que es más obvio, la primera cuestión es: ¿por qué Lamarck ha sido denostado en la Historia?. Siendo la primera persona que utiliza con propiedad el término Biología y define, para bien o para mal la disciplina y también una de las primeras en considerar seriamente y con la humildad debida la transformación de las especies, es decir la evolución; sin embargo, en multitud de tratados pasa por ser aquel pobre y herético defensor de la herencia de caracteres adquiridos, algo que hoy es, todavía, anatema. El hombre al que el destino concedió el honor de dar forma, poner por primera vez por escrito una teoría de la relación entre las especies vivas, paradójicamente quedó vinculado para el porvenir con uno de sus peores ejemplos. Paradojas de la ciencia. Lo excepcional ridiculizado. Aquel cuyos escritos marcarían el devenir de la ciencia, irremediablemente vinculado, para la posteridad, al pobre ejemplo de la jirafa.
La imagen muestra un articulo publicado el 19 de Febrero de 1981 en Nature, es decir hace ya casi veintisiete años. Su título es «Too soon for the rehabilitation of Lamarck», demasiado pronto para la rehabilitación de Lamarck. No hay interrogación alguna. Simplemente se afirma que entonces era pronto para dicha rehabilitación. La editorial acompaña con ese título al polémico artículo de Gorczynski y Steele titulado “Simultaneous yet independent inheritance of somatically acquired tolerante to two distinct H-2 antigenic haplotype determinants in mice”. Aportamos debajo la referencia de un artículo más reciente que parece indicar que ya no es demasiado pronto, sino que por el contrario, ya va siendo hora para la rehabilitación de Lamarck.
De la herencia de caracteres adquiridos hay, y sobre todo habrá, todavía mucho que hablar. Para ir lavándole la cara, ahora se asocia con la epigenética, como diciendo que puede que no haya cambios en secuencia (ya, …….,pero también puede que los haya). El problema es profundo y parte del pensar que los organismos están en el mundo para transmitir moléculas de información genética insensibles a los cambios ambientales, lo cual es una aberración. Si los organismos son sensibles a los cambios ambientales (que, indudablemente lo son), sus moléculas también lo son y maneras habrá, no sólo de que éstas se modifiquen en respuesta al ambiente (hay tantos ejemplos de cambios moleculares en respuesta al ambiente como encontrarse quiera) sino también de que algunas de las modificaciones puedan ser transmitidas a la descendencia.
No voy a entrar ahora en la crítica del artículo al que se refería el comentario de Nature (en la imagen), ni tampoco en los artículos siguientes de uno de sus autores, el polémico Ed Steele, cuya obra incluye también el libro Lamarck’s signature (How retrogenes are changing Darwin’s Natural Selection Paradigm); simplemente mostrar mi acuerdo con aquel título de la figura: efectivamente, Lamarck habrá de ser necesariamente rehabilitado, si entonces (1981) era pronto, hoy puede muy bien ser el momento adecuado. Si en 1981 todavía no era la hora, puede que ahora vaya siéndola y para dar una pista puede que la rehabilitación venga del lado de las plantas, antes que de los ratones, pero es que la herencia de caracteres adquiridos siempre ha sido algo reconocido por la sabiduría popular. Hoy, además es algo que todos los biólogos vamos viendo, pero que todavía no aparece plenamente descrito como tal, como si nadie quisiera reconocerlo. Vemos herencia de caracteres adquiridos tranquila y frecuentemente en bacterias y, cada vez más en plantas, en casos más sencillos y otros más complejos. Cuánto falta para verlo en animales, no lo sabemos, pero también es posible que no la veamos nunca, no porque no exista, sino porque no la queremos ver, porque nuestra intención es precisamente la de no verla.
La propia función y naturaleza de las transcriptasas reversas puede ayudarnos a mirar en esta dirección. Otra cosa será que interese o no investigar estos aspectos y cuándo les llegue el momento. Lamarck ha sido denostado, en primer lugar por las siempre complejas relaciones sociales de la ciencia. Parece como si, para ensalzar la figura de Darwin y Darwin era la figura a ensalzar en un panorama materialista y dominado por el entorno científico anglosajón, convenía , para dar contraste, crear una figura de Lamarck con un perfil rebajado, para que así el genio brillase fulgurante. Pero, la historia gira y en sus tornas es siempre capaz de demoler las explicaciones más oportunas, y en este caso viene a complicar la situación con algunos ejemplos dramáticos en los seguidores declarados de Lamarck. Uno, el desafortunado científico vienés Paul Kammerer, quién acusado de fraude en un experimento mediante el que defendía la herencia de caracteres adquiridos en un sapo (Alytes), tras enfrentamientos con científicos establecidos, principalmente neo-darwinistas (Bateson), terminó suicidándose. Uno de sus historiadores lo llamó “martir en la lucha contra el darwinismo”. Otro caso para tratar despacio, el del científico de Stalin, Lysenko, quien puso un enorme empeño en establecer métodos de mejora basados en la herencia de caracteres adquiridos. Claro está que, para la historia reciente de la ciencia, Lysenko no pudo hacer nada a derechas.
Habrá que volver sobre todo esto, pero de momento vayamos leyendo acerca de cómo se pueden heredar los caracteres adquiridos. Cada día surgen nuevos ejemplos, hoy traemos uno de la Ecología. En su Abstract se lee:
in some cases environmentally induced epigenetic changes may be inherited by future generations
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