Del monte sale quien el monte quema: cuando el padre Mendel abrió el frasco de las esencias
Entre los resultados que
El padre Gregor Mendel (1822-1884), agustino en un convento de Brno, en la actual República Checa, no se contentó con limitar su vida a sus oraciones, ni tampoco al cuidado de su huerto o a los placeres de una buena mesa en un convento reputado por su excelente cocina. No, no, no……
Las claves de Mendel proceden de la abstracción, un arte que durante cientos de años había sido cultivado por los sacerdotes con fines religiosos. Desde este punto de vista, su genialidad viene aderezada con el componente de traición que consiste en la utilización de la abstracción en un sentido material que, indirectamente y a largo plazo vendría a dar al traste con el uso de la abstracción en su sentido más profundo y antiguo: como la búsqueda de esencias en los objetos de la naturaleza. Al igual que había sucedido décadas antes para el análisis estructural mediante la química, la abstracción opera por descomposición en lo más íntimo de los seres vivos: su herencia. No sólo la composición es material sino que la herencia reside también en elementos materiales. Mediante su obra, Mendel contribuye a entregar la abstracción en las manos del materialismo ya creciente en su época.
Sólo cuando el carácter se ha definido se realizarán cruzamientos entre individuos distintos para dicho carácter. Finalmente, se observará la distribución del carácter en la descendencia que se analizará estadísticamente. Ninguno de los aspectos del protocolo es trivial y todos son dignos de una consideración. Pero el principal es el primero: la definición de carácter.
Olvidarse de toda posible esencia de los seres vivos y concentrarse en su composición material, en lo puntual, ver el carácter como característica, netamente, constituye una verdadera revolución, una vuelta del péndulo de la filosofía medieval que sólo podría proceder desde la mentalidad de un religioso en el interior de un convento.
Decidido a buscar las leyes que rigen la herencia de los caracteres, el trabajo era largo, mucho más largo y complejo de los extractos que de él nos han llegado y lleno de frustración, porque no siempre Mendel acertó con caracteres cuya herencia fuese fácil de investigar. Pero la clave de su éxito residía en el origen: su capacidad extraordinaria para ver las cosas de un modo original, la innovación que vino a romper con una gran tradición. Porque la gran originalidad del genio no se da sin una gotita de traición, como en el título de la obra de Lope de Vega “Del monte sale quien el monte quema”.