La acción del clima en la lucha por la existencia en el párrafo nonagésimo séptimo de El Origen de las Especies

 

No sólo el comerse unos a otros explica cómo evolucionan las poblaciones, también el clima interviene, puesto que si hace frío, hay menos alimento y más necesidad de comerse unos a otros. Esto, que bien explica el proceso de dinámica poblacional, poco tiene que ver con el origen de las especies.

Pero además resulta que el clima es un estímulo para la lucha. Más al bajar que al subir una montaña, creo haber entendido.

 

 

 

 

97.

Climate plays an important part in determining the average numbers of a species, and periodical seasons of extreme cold or drought seem to be the most effective of all checks. I estimated (chiefly from the greatly reduced numbers of nests in the spring) that the winter of 1854-5 destroyed four-fifths of the birds in my own grounds; and this is a tremendous destruction, when we remember that ten per cent. is an extraordinarily severe mortality from epidemics with man. The action of climate seems at first sight to be quite independent of the struggle for existence; but in so far as climate chiefly acts in reducing food, it brings on the most severe struggle between the individuals, whether of the same or of distinct species, which subsist on the same kind of food. Even when climate, for instance, extreme cold, acts directly, it will be the least vigorous individuals, or those which have got least food through the advancing winter, which will suffer the most. When we travel from south to north, or from a damp region to a dry, we invariably see some species gradually getting rarer and rarer, and finally disappearing; and the change of climate being conspicuous, we are tempted to attribute the whole effect to its direct action. But this is a false view; we forget that each species, even where it most abounds, is constantly suffering enormous destruction at some period of its life, from enemies or from competitors for the same place and food; and if these enemies or competitors be in the least degree favoured by any slight change of climate, they will increase in numbers; and as each area is already fully stocked with inhabitants, the other species must decrease. When we travel southward and see a species decreasing in numbers, we may feel sure that the cause lies quite as much in other species being favoured, as in this one being hurt. So it is when we travel northward, but in a somewhat lesser degree, for the number of species of all kinds, and therefore of competitors, decreases northward; hence in going northward, or in ascending a mountain, we far oftener meet with stunted forms, due to the DIRECTLY injurious action of climate, than we do in proceeding southward or in descending a mountain. When we reach the Arctic regions, or snow-capped summits, or absolute deserts, the struggle for life is almost exclusively with the elements.

 

El clima desempeña un papel importante en determinar el promedio de individuos de una especie, y las épocas periódicas de frío o sequedad extremos parecen ser el más eficaz de todos los obstáculos para el aumento de individuos. Calculé -principalmente por el número reducidísimo de nidos en la primavera- que el invierno de 1854-5 había destruido cuatro quintas partes de los pájaros en mi propia finca, y ésta es una destrucción enorme cuando recordamos que el diez por ciento es una mortalidad sumamente grande en las epidemias del hombre. La acción del clima parece, a primera vista, por completo independiente de la lucha por la existencia; pero en tanto en cuanto el clima obra principalmente reduciendo el alimento, lleva a la más severa lucha entre los individuos, ya de la misma especie, ya de especies distintas, que viven de la misma clase de alimento. Aun en los casos en que el clima, por ejemplo, extraordinariamente frío, obra directamente, los individuos que sufrirán más serán los menos vigorosos o los que hayan conseguido menos alimento al ir avanzando el invierno. Cuando viajamos de Sur a Norte, o de una región húmeda a otra seca, vemos invariablemente que algunas especies van siendo gradualmente cada vez más raras, y por fin desaparecen; y, como el cambio de clima es visible, nos vemos tentados de atribuir todo el efecto a su acción directa. Pero ésta es una idea errónea; olvidamos que cada especie, aun donde abunda más, está sufriendo constantemente enorme destrucción en algún período de su vida, a causa de enemigos o de competidores por el mismo lugar y alimento; y si estos enemigos o competidores son favorecidos, aun en el menor grado, por un ligero cambio de clima, aumentarán en número y, como cada área está ya completamente provista de habitantes, las otras especies tendrán que disminuir. Cuando viajamos hacia el Sur y vemos una especie decrecer en número podemos estar seguros de que la causa estriba exactamente lo mismo en que otras especies son favorecidas como en que aquélla es perjudicada. Lo mismo ocurre cuando viajamos hacia el Norte, pero en grado algo menor, porque el número de especies de todas clases, y, por consiguiente, de competidores, decrece hacia el Norte; de aquí que, yendo hacia el Norte o subiendo a una montaña, nos encontramos con mucho mayor frecuencia con formas desmedradas, debidas a la acción directamente perjudicial del clima, de lo que ocurriría yendo hacia  el sur  o descendiendo de una montaña. Cuando llegamos a las regiones árticas, o cumbres cubiertas de nieve o desiertos absolutos, la lucha por la vida es casi exclusivamente con los elementos.

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