Comer o ser comido en el párrafo nonagésimo sexto de El Origen de las Especies
Comer o ser comido, el principio maltusiano que rige la obra se expresa aquí con claridad meridiana. La relación entre ambas acciones explica tanto el número de elefantes como el de perdices. Todo ello está muy bien pero parece algo tosco para pasar por teoría científica que pretenda explicar la formación de especie alguna, si bien muy útil y rentable para poner la ciencia en manos del capital: Un párrafo clave para quien se interese en conocer los orígenes históricos de la sociedad actual.
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The amount of food for each species, of course, gives the extreme limit to which each can increase; but very frequently it is not the obtaining food, but the serving as prey to other animals, which determines the average number of a species. Thus, there seems to be little doubt that the stock of partridges, grouse, and hares on any large estate depends chiefly on the destruction of vermin. If not one head of game were shot during the next twenty years in England, and, at the same time, if no vermin were destroyed, there would, in all probability, be less game than at present, although hundreds of thousands of game animals are now annually shot. On the other hand, in some cases, as with the elephant, none are destroyed by beasts of prey; for even the tiger in India most rarely dares to attack a young elephant protected by its dam.
La cantidad de alimento para cada especie señala naturalmente el límite extremo a que cada especie puede llegar; pero con mucha frecuencia, lo que determina el promedio numérico de una especie no es el obtener alimento, sino el servir de presa a otros animales. Así, parece que apenas hay duda de que la cantidad de perdices y liebres en una gran hacienda depende principalmente de la destrucción de las alimañas. Si durante los próximos veinte años no se matase en Inglaterra ni una pieza de caza, y si, al mismo tiempo, no fuese destruida ninguna alimaña, habría, según toda probabilidad, menos caza que ahora, aun cuando actualmente se matan cada año centenares de miles de piezas. Por el contrario, en algunos casos, como el del elefante, ningún individuo es destruido por animales carnívoros, pues aun el tigre en la India rarísima vez se atreve a atacar a un elefante pequeño protegido por su madre.
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